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✘T R E I N T A Y S I E T E✘

"Si supiese lo que estoy haciendo, no lo llamaría investigación, ¿verdad?"

Albert Einstein

Kyan

Abro la puerta de mi apartamento mientras me estiro el cuello moviendo la cabeza de un lado a otro. Lanzo las llaves sobre la encimera. Me dejo caer en el sofá, llevándome la mano al rostro y tomando una respiración profunda. Saco el móvil de mi bolsillo y compruebo la localización de Leah, llevándome la gran decepción de que aún está apagado.

No sé quién es el chico con el que se marchó. Necesito buscar información sobre él en alguna parte.

Busco el contacto de Zack y le envío un mensaje.

¿Sabes de algún estudiante de cabello rojizo que ande rondando alrededor de Leah?

El mensaje resulta un poco sospechoso por sí solo, así que, dejando mi orgullo a un lado, envío lo siguiente.

Estoy celoso.

No pasa ni un segundo cuando el teléfono suena en mi mano con una llamada entrante de Zack. Bufo. Me mentalizo para sus preguntas y respondo.

—¿Qué demonios te pasa, Kyan? —usa un tono sombrío en su voz al hablarme.

—Solo quiero saber quién es el chico. No me da buena espina. —es una mentira a medias. Necesito encontrar a Leah y él fue la última persona con la que estuvo.

—¿En serio me estás preguntando por Erwan cuando acaban de llevar presa a tu hermana por haber asesinado a Alexa?

Levanto la mirada, enfocándola en las cortinas cerradas frente a mí. Frunzo el ceño.

—¿De qué hablas?

—Te llamé para que vinieras y no lo hiciste. —escupe— Si no hubiera sido por la policía, ella me habría matado también. Sé que es tu hermana, pero una asesina es una asesina, sea quien sea.

—Espera, espera. ¿Cuándo me llamaste? —me llevo los dedos a la sien tratando de recordar, pero nada llega a mi cabeza.

—No tengo tiempo para esto ahora. —murmura antes de colgarme.

Me quedo mirando el contacto de Zack mientras evalúo lo que acaba de pasar. Me dirijo hacia el balcón y abro las cortinas de par en par. La luz del sol me golpea con intensidad. ¿En qué momento amaneció?

Veo mucho movimiento en el apartamento de Leah. Busco mis binoculares y los coloco delante de mis ojos. Observo cómo hay personas vestidas de blanco con guantes y utensilios, investigando el hogar de la chica. Distingo charcos de sangre que provienen del sofá que no entra en mi campo de visión. Bajo la vista y nuestra calle está rodeada de patrullas y ambulancias. Zack está en una de estas últimas con el rostro escondido entre sus manos.

¿Cómo no vi eso mientras estaba en la azotea?

Bajo los binoculares. Hay algo que no me cuadra en todo esto. Reviso el historial de llamadas y, efectivamente, hay una llamada entrante de Zack. ¿Por qué no me acuerdo?

Matar. Matar. Matar. Matar.

La voz de la oscuridad en mi cabeza provoca que mi pulso se acelere. Siento las gotas de sudor cayendo por mi rostro. Me deshago de la parka, lanzándolo al sofá. Mis ojos captan un objeto que cae de él hacia la alfombra en el suelo. Es mi grabadora. Me agacho y la recojo. Aún se encuentra grabando. No recuerdo cuando la encendí. Pulso el botón que la detiene.

El último audio almacenado en ella dura horas. Con el ceño fruncido, comienzo a escucharlo.

—Si estás escuchando esto y tienes un vacío en tu memoria, significa que lo que dijo Nikol es cierto y nuestro padre nos ha estado hipnotizando. —mi voz sale del dispositivo con un tono melancólico— Realmente espero que sea mentira y solo estés aquí ahora para borrar el audio, pero, de no ser así, necesito que escuches todo hasta el final. En estos momentos voy de camino hacia la casa de padre, luego de haber alertado a la policía para que arresten a Nikolina. No sé lo que pueda pasar allí, así que dejaré que la grabación continúe como medida de seguridad. La vida de Leah está en juego y eso es algo de máxima prioridad.

Me acomodo sobre el sofá escuchando el audio completo. Lo siguiente no se oye muy bien, por lo que tengo que buscar unos auriculares para poder captar la conversación con mi padre.

Descubro que mi hermana mató a una persona cortándole la cabeza, por lo que me dijo Zack, intuyo que fue Alexa, aunque no recuerdo el contexto. Además, se desvela que Hunter, porque no pienso llamarle padre a ese ser retorcido, violó a mi hermana y a cada mujer que se sentaba en su consulta. Pensar en todo lo que le pudo haber hecho a Leah, me llena de rabia. Escucho como lo golpeo y no puedo estar más complacido.

Lo siguiente que escucho es la palabra sombe y cómo mi padre me ordena cosas que parezco yo obedecer. Me quedo de piedra cuando confiesa que yo fui solo su soldado y mi hermana era su muñeca. Me entran arcadas al imaginarme sus manos sobre Nikol.

—Leah Blake se encuentra al cuidado del Blonder Jager. —al escuchar sus palabras, mi respiración se detiene.

Parece que mi yo del pasado saca las mismas conclusiones que yo estoy sacando ahora.

—¿El pelirrojo es el Blonder Jager? —inquiere mi voz.

—Erwan Camus ha sido mi más grande obra de arte. —exclama mi padre— Te superó con creces. Tú siempre has tenido remordimientos cuando te ordenaba asesinar a alguien, a él no he tenido que manipularlo con psicología barata. Por ese te remplacé. Ya no quería un soldado con sentimientos, necesitaba un guerrero.

Cierro los ojos cuando siento como si una campana sonara en mi cabeza.

Mátala. Sé que quieres hacerlo. —esa es la voz de mi padre y no proviene de la grabación. Son recuerdos.

—Quiero hacerlo. —masculla la voz de mi yo pequeño.

—Ella es mala. Es un monstruo y los monstruos son eliminados.

¿No es malo matar?

—No si contribuyes con la sociedad y te deshaces de los monstruos que ellos no pueden atrapar.

Fue mi padre. Siento como mi vista se empaña. Hace mucho tiempo que no sentía estas inmensas ganas de ahogarme en lágrimas. No lloro por dolor o por tristeza, lloro por rabia e ira contenida. Gracias a él me convertí en el monstruo que soy hoy en día. He matado personas inocentes bajo sus órdenes, no lo recuerdo, pero estoy seguro. Lo siento dentro de mí.

Siempre pensé que mis manos solo estaban manchadas de la sangre de criminales y que le estaba haciendo un favor a este mundo si los aniquilaba. Aún creo que lo hago, pero ahora sé que ese sentimiento no nació de mí, nació de la manipulación que ejerció mi padre en mi mente cuando yo aún era un niño.

Me usó a su antojo y ahora tengo esta voz en mi cabeza que no me deja en paz.

Matar. Matar. Matar.

¿Cómo no me di cuenta que era la voz de mi padre?

—Y ahora tu preciosa Leah está en manos de mi guerrero personal. —la grabación continúa, sacándome de mi ensoñación— Probablemente no viva para ver otro amanecer.

—¿Dónde está?

Escucho sus pasos y presiono mis manos en puños.

—En un lugar que nunca encontrarás. —exclama con un tono burlón.

—¡Dime dónde está! —vocifero, rabioso.

—Te ordeno que olvides todo lo que descubriste sobre mí está noche. Pensarás que me he marchado de vuelta a Estados Unidos y no hablarás con nadie sobre ello. Cuando despiertas, irás hacia el lugar en que estabas antes de que te enteraras de todo esto por boca de tu hermana y, a partir de ahí, recuperarás tu conciencia—inquiere— Hasta pronto, hijo mío.

Lo siguiente que se escucha es un estruendo, como un golpe seco. Las próximas horas del audio se encuentran en silencio. No se oye nada hasta que lo corro hacia la última hora y escucho pasos, el sonido de mi moto, los carros pasar, puertas abrirse y cerrarse, el sonido del elevador y todo lo que pasó cuando bajé de la azotea.

Me quito los auriculares.

—Hunter escapó y usó la hipnosis en mí para que no lo supiera. —mascullo para mí mismo.

Me levanto del sofá con la mandíbula tensa y los puños presionados.

—Violó a mi hermana, su hija. —me muevo por la habitación mientras ordeno los hechos— Le traje a Leah para que me ayudara a deshacerme de Luana y él, en cambio, abusó de ella.

Mi pulso se acelera.

—Me convirtió en su soldado y puso esta voz en mi cabeza que no está saciada hasta que no ve sangre correr. —me miro las palmas de mis manos, recordando las tantas veces que han estado manchadas de rojo— Él era el verdadero monstruo y lo tuve siempre en mis narices.

Dejo escapar un grito desde lo más profundo de mi garganta mientras golpeo la pared de mi apartamento. Echo en el suelo todo lo que había sobre la alacena. Rompo el recipiente de cristal dónde guardaba mis dulces. Agarro los cuadros colgados y los estrello en el marco que da entrada a mi habitación, haciéndolos pedazos.

Cuando ya no queda mucho más que romper, me encamino hacia la sala secreta en mi baño. Me detengo frente al mural dónde dispuse todo sobre mi investigación del Blonder Jager. No logré descubrir su identidad por cuenta propia, de no ser por lo que me contó mi padre, me habría tardado más en descubrir que Erwan Camus era ese asesino.

Pero ahora mismo todo me vale una mierda.

Lo único que quiero es encontrar a Leah y encerrarla en una habitación de cristal para apreciarla como la rosa con espinas que es. Nadie podrá tocarla y dañar su belleza, y ella no podrá herir a nadie más.

En ese momento, el reloj en mi muñeca comienza a vibrar. Al detallarlo, me doy cuenta de que el localizador de Leah se acaba de activar. Me froto los ojos con las manos, sin poder creer lo que veo. Si no hay ninguna falla, la chica se encuentra en este momento en mi edificio.

Salgo corriendo hacia el pasillo. Bajo hasta el primer piso tomando el elevador. Al llegar, busco en cada rincón, pero no hay nadie más que una mujer en traje deportivo saliendo de la edificación. Subo hasta el piso que le sigue, tomando las escaleras de emergencia. Golpeo la primera puerta con insistencia, me sale una mujer de cabello castaño con un vaso en la mano.

—¿Qué desea? —inquiere. La hago a un lado y me abro paso en su apartamento— ¡Hey! ¡No puedes entrar así como así!

Peino su hogar con ella siguiéndome los pasos. Vive sola por lo que es entendible que esté con el teléfono en la mano, amenazándome con llamar a la policía. Salgo de su casa cuando he revisado cada rincón de ella. Me dirijo hacia el apartamento de enfrente y me quedo con la mano levantada antes de llamar a la puerta.

No puedo entrar en todas las casas de este edificio por las malas. Si alguien realmente llama a la policía o me llevo una tanda de golpes por mi intromisión, nunca seré capaz de encontrar a Leah.

Subo hasta mi apartamento y me dirijo hacia el armario, echando a un lado el desastre que he dejado por todos lados. Alcanzo la caja que se encuentra en el extremo superior y la coloco sobre la cama. Dejo caer todo su contenido sobre la cama, lanzándola luego al suelo.

—¿Dónde está? —entre todas las prendas, me hago con el uniforme de policía que utilizo en caso de que tenga que infiltrarme en algún lugar.

Luego de estar completamente vestido con mi disfraz, me coloco la gorra, aplastando mi cabello bajo él. Busco en mi habitación secreta, la identificación y la placa falsa de policía y me encamino hacia el segundo piso. Toco la puerta del apartamento al que antes no llamé y espero respuesta. Me bajo la gorra lo suficiente para que no me reconozcan. No me he relacionado con ninguno de mis vecinos, pero me pueden haber visto por ahí y no quiero correr el riesgo. Un hombre portando un bigote me recibe con cara de pocos amigos.

—Buenos días. Policía de Berlín. —enseño mi identificación— Estoy investigando el asesinato de Alexa Tory, una joven que vivía en la edificación frente a esta y necesito revisar su apartamento.

—¿Qué tengo que ver yo con todo esto? —inquiere el hombre— Ni siquiera estamos en el mismo edificio.

—Lo siento señor, son detalles confidenciales de la investigación. Espero su cooperación.

El hombre deja escapar un leve gruñido para luego dejarme pasar. Peino su hogar, pero no encuentro ni rastros de Leah. Levanto la mano, observando el reloj nuevamente, vigilando que la chica no se haya movido de lugar. Al comprobar que sigue aquí, me dirijo a la salida.

—Ya he terminado por aquí, señor. Muchas gracias por su cooperación. —el hombre no me dice nada, solo se dedica a cerrarme la puerta en la cara cuando estoy afuera.

Repito el procedimiento con los demás apartamentos del edificio. Aquellos en los que nadie me abre la puerta porque sus habitantes no se encuentran, me obligan a forzar la cerradura y revisar igual. No puedo dejar ninguna esquina sin haberle echado el ojo. Nadie parece reconocerme, más que una anciana que parecía muy al pendiente de verme el rostro. Logro esquivarla, saliendo rápidamente de su apartamento.

Termino en la azotea, luego de haber peinado el edificio completo sin ningún resultado positivo. Vuelvo a revisar el localizador y sigue en el mismo lugar. No entiendo nada. Se supone que esté aquí, pero no me queda ningún lugar por revisar.

Tomo el elevador de vuelva a mi piso. Al llegar, camino en dirección a mi apartamento. Introduzco la llave, la giro y me quedo con ella en la puerta al darme cuenta de algo. Saco la llave y me doy la vuelta. Observo el apartamento deshabitado frente a mí. Ladeo la cabeza, entrecerrando los ojos.

—A ti no te he revisado. —mascullo moviéndome hacia él.

Intento forzar la cerradura, pensando que me va a tomar mucho trabajo por ser un lugar en el que nadie entra desde hace mucho tiempo, pero me llevo la sorpresa de mi vida cuando me percato de que la puerta no tiene seguro.

Esto no debería estar pasando.

Cruzo el umbral con un ligero toque de desconfianza. El lugar exhibe un espíritu nostálgico con tonos neutros que propician un ambiente relajado. Está decorado con hormigón, madera en bruto y ladrillo visto, materiales que conciben texturas rugosas.

Paso mi dedo por una de las mesas del local y no hay ni una mota de polvo. Definitivamente este lugar no está abandonado.

Recorro el loft hasta llegar al estudio. La mesa es lo único de todo el lugar que parece caótico. Sobre ella, se hayan dispersos un montón de planos y papeles sobre lo que parece ser, el edificio en que estoy.

Me llama la atención uno de los documentos que porta con el encabezado: "Prisiones nazis que quedaron en el olvido en Berlín, Alemania". Frunzo el ceño, leyendo cada lugar. Me quedo de piedra al ver la dirección de la edificación en que vivo, como uno de esos lugares.

—Aunque esta área fue un antiguo centro para albergar a los prisioneros de los nazis, —leo en voz alta— hoy en día tiene una segunda oportunidad como un vibrante lugar de residencia.

Alcanzo los planos sobre la mesa cuando me doy cuenta que no son los planos exactos del edificio en que ahora vivo. En él se distinguen lugares selladas, pasadizos, un área subterránea que era dónde encerraban a los prisioneros destinados a la muerte, según el artículo que leí hace unos segundos. Me hago con el plano del piso en que estoy, el último que tenía la prisión antes de ser remodelada.

Con marcador rojo, se encuentra dibujado en una de las líneas que encierran la habitación en que estoy, una cara feliz. Levanto la vista, percatándome de que se trata de la pared frente a mí. Camino hacia allí, presintiendo que estoy siguiendo los pasos que alguien quiere que siga.

Un retrato de Hitler, decora la pared. Miro los planos de nuevo, observando el dibujo. Alzo la mano y presiono los ojos del nazi, notando como se hunden hacia adentro. Nada sucede. Me muerdo el labio inferior mientras pienso. Se enciende un bombillo en mi cabeza. Presiono los ojos de nuevo y con la otra mano, presiono los labios.

El cuadro del nazi se mueve hacia un lado. Una escalera de mano aparece en mi campo de visión de entre las paredes. Miro hacia abajo, notando la gran altura que me separa del suelo, lugar en dónde se ve una leve luz. Saco la pistola y, con ella en la mano, comienzo a descender.

Cuando mis zapatos tocan el suelo empedrado, levanto el arma, apuntando frente a mí. La habitación está rodeada por mesas de madera con instrumentos, algunos de torturas que solo había visto en fotos de historia, se encuentran perfectamente ordenados. La caja envuelta con papel de regalo con figuras de corazones, llama mi atención. No hay que ser muy listo para saber lo que se haya dentro.

Ignoro el "regalo" y me encamino hacia la puerta de metal que se haya cerrada en una de las paredes. La abro, teniendo siempre la pistola apuntando hacia delante. Frente a mí, distingo una habitación circular con puntal alto. Una silla de tortura se haya en el centro, dónde descansa el cuerpo de una chica con la cabeza caída hacia un lado. Aunque es rubia, sé a simple vista que ella no es Leah. Su cabello tiene un tono más oscuro que el de la chica que cayó en mi abismo. Me coloco frente al cuerpo y reconozco el rostro de Camila, la amiga con la que el ex novio de Leah, la engañaba.

Bajo la vista, encontrándome con unas especies de alcantarillas dispersas por las paredes de la habitación. Una de ellas tiene las rejas abiertas. Noto algo brillante sobre el suelo dentro de ella y me agacho para poder alcanzarlo. Estiro la mano hasta que doy con ello. En el momento en que mis dedos hacen contacto con la piedra, sé exactamente lo que es: el collar localizador de Leah.

—Hola, hola. —me levanto con el colgante entre mis dedos, al escuchar una voz masculina ajena a la mía— ¡Realmente estás aquí!

Me giro en el lugar. En la pared a mi izquierda, se encuentra proyectada la imagen de una persona con una máscara de Venom —villano de Marvel— que tiene las manos frente a él, aplaudiendo como un maniático. No me había percatado del proyector que había en el suelo.

—No me imaginé que lo que me hubiera contado la rubia fuera real. —continúa hablando cuando deja de aplaudir— Ay, perdón por mostrarme así tras esta máscara. Me presento. —se pone de pie, hace la máscara a un lado y dobla su cuerpo en una reverencia— Soy Erwan Camus, o Blonder Jager, como quieras llamarme, y tengo a Leah Blake en mi posesión.

Sus labios se curvan en una sonrisa y sus ojos color esmeralda brillan con cierto aire irónico.

—Imbécil. —mascullo.

—Te estarás preguntando, ¿por qué este hombre extremadamente hermoso, —pongo los ojos en blanco— acaba de dejarme una prueba en dónde confiesa ser el asesino de rubias de las noticias? Pues no te preocupes, te explico.

Presiono el colgante en mi mano, conteniendo la rabia de romper la pared con mis puños.

—Verás, descubrí el localizador que tenía la rubia en su colgante. Lo había encendido, y que los pequeños diamantes azules brillarán cuando antes no lo hacía, fue muy notorio. Usé un pequeño truco para me contara todo. No te preocupes, lo descubrirás cuando esta conversación termine. —me guiña un ojo— Me llevé una gran sorpresa al saber que tú, Kyan O'Dherty, el hijo de Hunter, estuviera detrás de esta chica. Peor fue descubrir que conocías del trastorno de la rubia, de sus asesinatos y que no hubieras hecho nada. ¿Tanto significaba ella para ti? Te deshiciste de un cadáver por ella. —frunzo el ceño. ¿Cómo él sabe eso?— Sí, ella me contó lo de Max. Por cierto, yo estuve ahí antes.

» Pero eso no viene al tema. A dónde quería llegar es a lo que descubrió Leah en tu apartamento. —inclina su rostro hacia delante— Fotos y fotos de mis víctimas. ¿Me estabas investigando, Kyan?

La gran sonrisa que porta en su rostro me pone de muy mala hostia.

—Qué triste que no hayas sido lo suficientemente inteligente como para dar conmigo. Por eso hoy te doy este regalo: mi identidad. —se recuesta en el asiento— Aunque algo me dice que ya lo sabías, no importa. Quiero pensar que te acabo de hacer un favor. Y, por eso, quiero que me lo devuelvas.

Junto el entrecejo y tenso la mandíbula.

—Como te dije al principio del video, Leah está conmigo y, no solo eso, tengo la palabra clave con la que puedo hipnotizarla cada vez que me apetezca. Estoy seguro de que sabes a qué me refiero, y sino pregúntale a tu papi.

—No...

—Si has llegado hasta aquí para encontrarla, estoy seguro que ella es muy importante para ti. Así que te propongo un trato. —su mirada se encuentra con la mía y pareciera como si realmente hubiera calculado dónde me iba a colocar— Tú no le cuentas nada a la policía y yo mantengo a Leah con vida.

Ladea la cabeza sin perder la sonrisa.

—Al menos hasta que me encuentres. —usa un tono irónico para decir lo siguiente— ¿Podrás hacerlo?

Se está burlando de mí. El muy imbécil se está riendo de mí.

—Cuando te encuentre, te voy a hacer pedazos, hijo de la gran puta. —gruño.

—Por cierto, —continúa— hay algo que deberías saber. Estoy un poquito harto de ser la única persona cargando con este secreto.

Si pensaba que ya no me faltaba nada por descubrir, estaba muy equivocado. Lo que Erwan me cuenta, provoca que la poca estabilidad mental que me quedaba se haga pedazos.

Esto lo cambia todo.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Nuevo capítulo de Control. ¿Qué les pareció?

Pues sí, Hunter escapó, Erwan huyó, como que Kyan no la está pasando bien jjj

¿Cuál creen que sea el secreto que tiene Erwan?

Nos vemos en el próximo #MartesDeControl

XOXO Killer Lady

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