✘T R E I N T A Y S E I S✘
"¿La gente está loca? No, la gente está manipulada."
José Luis Sampedro
KYAN
Tenías que haberla matado. Ahora está herida y todo es tú culpa. Debías haber acabado con su vida.
—¡Cállate! —exclamo llevándome las manos a la cabeza mientras hago presión en mis ojos cerrados. Lo que dice mi hermana tiene que ser una farsa. Mi padre no se atrevió a tocar a Leah. No pudo.
—¡Acepta la puta realidad! —grita Nikol. Nunca en mi vida había escuchado su voz de esa forma, como si se estuviera desgarrando lentamente.
—Si es cierto lo que me dices, entonces ¿por qué querrías que padre fuera a la boda?
—¿En serio creías que quería que ese viejo fuera a mi boda? —su tono de voz se alza— ¡¿Creías que yo quería que un hombre que abusa de mujeres y que es capaz de violar a su propia hija, fuera a mi maldita boda?!
—¡Mientes! —vocifero, perdiendo un poco de mi control— Padre no le ha hecho nada a Leah.
El pecho de mi hermana se desinfla. Sus párpados caen levemente y sus preciosos ojos azules se empañan. Deja caer la mano con la que sostenía el cuchillo y suelta a Zack.
—¿Leah? —masculla con un tono de voz quebrado— Te acabo de decir que papá abusó de mí y tú solo estás preocupado por esa chica.
Se pone de pie y lanza el cuchillo sobre el sofá, moviéndose en mi dirección sin apartar la mirada de mí.
—Detente, Nikol. —inquiero, levantando el arma hacia ella nuevamente.
—No. —replica colocándose frente a mí, dejando que la pistola se pegue a su estómago— Mátame.
No le respondo.
—Hazlo. Mátame. De todos modos, no soy lo suficientemente importante para nadie.
—Deja de escupir idioteces.
—¡Entonces aprieta el puto gatillo! —chilla con las lágrimas cayendo por sus mejillas.
Mátala. No cometas el mismo error que con Leah.
—No pienso matarte. —mi respiración se torna irregular— Eres mi hermana.
—Y soy un monstruo. Tú mismo lo dijiste.
Y tú matas monstruos.
¿La familia o la justicia?
Aprieto los labios mientras le sostengo la mirada a mi hermana con la respiración lenta e irregular. La desesperación que sus ojos rojos e hinchados me transmiten, me parte el alma. Ella no quiere morir, no quiere perecer en mis manos. Nikol solo busca algún signo de amor por mi parte, cómo mismo buscaba en Zack. Por lo que escuché minutos antes en la llamada, estoy seguro que solo se vio amenazada por la presencia de Alexa en la vida de su prometido.
Mi hermana no es una asesina como yo, ella no necesita ver sangre para respirar, solo actuó por impulso. La forma en que me mira lo dice todo.
Guardo la pistola en la parte baja de mi espalda. Mi hermana pestañea confusa cuando llevo mis manos a sus mejillas y sostengo su rostro mirándola fijamente.
—¿Qué haces? —exclama desviando la mirada.
—Necesitas saber que te quiero mucho, Niki. —murmuro, llamándola como solía hacer de pequeño. Su expresión se desestabiliza— Nunca te haría daño y me duele ver cómo te destrozas a ti misma.
—Bruder... —su voz se quiebra al usar el apelativo con el que me ha llamado desde que tengo uso de razón.
—Por eso no voy a matarte. —aclaro colocando un mechón de su cabello detrás de la oreja. Ella cierra los ojos— Pero no puedo dejar que estés libre, propensa a perder el control cada vez que te veas amenazada.
Parpadea con el ceño ligeramente fruncido.
—¿De qué...?
Sin dejarle mucho tiempo para que procese mis palabras, envuelvo mis manos en su cuello y presiono con fuerza hasta que su rostro comienza a perder color. Ella intenta deshacerse de mis brazos, pero no tiene la fuerza suficiente para ello. Arrugo la frente y ladeo la cabeza, portando una mirada fría e inexpresiva. Pierde el conocimiento en mis manos. La coloco junto a Zack en el suelo para luego agarrar el teléfono de la casa y marcar el número al cual nunca en mi vida había llamado.
—Buenas noches, policía nacional. ¿En qué podemos ayudarlo?
—Mi prometida acaba de matar a Alexa. —modifico mi voz, sonando aterrado y transmitiéndole mi miedo a la mujer al otro lado de la llamada— ¡Vengan rápido!
Le doy la dirección cuando me la piden y cuelgo, luego de decirle que me llamo Zack Peterson.
—Yo me deshago de los monstruos que se escapan de la justicia. —mascullo mirando el panorama frente a mí— No quiero que seas uno de ellos, Nikol. Tú aún tienes esperanzas.
✘⛓✘
Percibo los rayos de sol en el horizonte a punto de salir mientras conduzco en dirección a casa de mi padre sobre mi moto. Esta noche ha sido tan caótica, que no sería capaz de enumerar todo lo que ha pasado. Intenté llamar a Leah en cuanto salí de su apartamento y asegurarme que la policía llegaba, pero su número me da apagado. El localizador sigue sin activarse y eso me inquieta. Necesito saber por qué huyó de mí y se fue con ese idiota.
Aparco en la entrada y dejo el casco sobre el asiento. Observo la fachada del hogar de mi padre y no siento nada. Es un hogar para él, pero nunca lo ha sido para mí, ni para Nikol. Ambos nos criamos en casa de nuestra madre mientras mi padre vivía en Estados Unidos.
Saco la llave de mi bolsillo y abro la puerta, pasando por el umbral y encontrando la casa en completo silencio. Mi padre aún debe estar durmiendo. Me acerco a su habitación sin hacer ruido con mis pasos. Lo veo acostado en la cama con el edredón hasta la cintura y las manos sobre su estómago. Ladeo la cabeza, observándolo con detenimiento.
Sin más, saco la pistola y disparo al cuadro que se encuentra sobre él, provocando que los pedazos de cristales le caigan encima.
Se sobresalta y estira la mano hasta alcanzar sus lentes en la mesa de noche a su lado, luego de ponerse de pie. Nuestras miradas se encuentran.
—¿Qué se supone que haces? —exclama, furioso. Bajo la mirada hasta sus pies y sus pantuflas se me hacen ridículas.
—Nikol me ha dicho algo muy curioso e interesante. —inquiero apartando la mirada— Tanto así que he querido venir a contártelo.
—¿Y crees que estas son horas? —bufa— Además, ¿De dónde has sacado esa pistola? ¿Y por qué has roto mi cuadro? —me fulmina con la mirada.
Le resto importancia al asunto, agitando la mano.
—Según mi hermana, la cual ahora está siendo detenida por haber matado a una persona cortándole la cabeza —el rostro de mi padre se distorsiona— Sí, no me mires con esa cara. A tú hija no se le da bien controlar sus emociones. Por eso, hoy, esta noche, me confesó algo que nunca me había contado. De hecho, dudo que se lo hubiera contado a alguien antes.
—No sigas por ahí. No me interesa lo que te haya dicho Nikolina...
—¿Por qué será? —lo interrumpo, ladeando la cabeza— ¿Tienes miedo de que haya soltado algo que no debería?
Su mandíbula se tensa. Deja escapar un gran suspiro.
—Habla, Padre.
—No tengo tiempo para estas tonterías. —niega con la cabeza e intenta girarse y darme la espalda.
—Violaste a tu hija. —escupo sin más. Se detiene, dejándome ver su perfil derecho.
—¿Y?
Bufo al escucharle. Sabía que mi padre era una persona fría, poco asequible, siempre ha tenido poco tacto al tratar con nosotros, pero nunca pensé que usara ese tono áspero y afirmara haber hecho una atrocidad como esa, con nada menos que su hija.
—No te voy a preguntar si te pesa en la conciencia lo que has hecho, porque claramente no lo hace. Pero sí me gustaría saber, ¿de cuántas mujeres has abusado fingiendo que las ayudabas con la hipnosis?
—No he abusado de nadie. —su mirada se vuelve a posar en mí— Ellas me lo pedían. Y sabes que soy una persona débil de carne.
—¿Mi hermana te lo pidió? —inquirí.
—Por supuesto. Ella se arrodilló ante mí. No podía negarme.
—¿Se arrodilló? ¿Por propia voluntad?
Silencio. Doy un paso hacia él señalándolo con el dedo.
—¿Te pidió que la tocaras por su propia voluntad? —elevo el tono de mi voz— ¡¿Te rogó que te la cogieras al igual que todas las demás mujeres?! ¿A ti? ¡Un puto viejo asqueroso!
—¡Soy un hombre también!
—¡Tú no eres un hombre! —grito y siento que mi cabeza quiere explotar— Un hombre no abusa de una mujer indefensa que viene aquí, se sienta en tu puta consulta y confía en ti para que indagues en su mente todo lo que quieras. Un hombre no usa la hipnosis para...
—¡Cállate, niñato! —Hunter se gira y se me acerca hasta que nuestras respiraciones se mezclan— ¡Qué estás hablando con tu padre! Ten un poco de respeto, al menos.
—Me parece increíble. —sonrío con aires irónicos— ¿Me vienes tú a mí, a hablar de respeto?
—Al menos yo no estoy obsesionado con una cría.
—¿Perdón? —mi pecho se infla. Él no puede haber dicho esto. Seguro escuché mal.
—Admito que tiene un cuerpo precioso, pero no vale la pen...
No dejo que culmine. Antes de poder darme cuenta, estoy encima de él, golpeándolo con mis puños con la sangre hirviendo por mis venas. Pierdo el sentido, dejo que el animal dentro de mí me domine y destroce al hombre que dice ser mi padre. Las imágenes que se forman en mi cabeza, aumentan mi rabia. No siento el dolor en mis nudillos, no sé de quién es la sangre que ahora los mancha, solo sé que mi corazón late desenfrenado.
Quiero asesinar. Quiero matarlo. Quiero cortar cada pedazo de su cuerpo, pero, al mismo tiempo, quiero ver como un oso lo devora poco a poco. Quiero ahogarlo hasta que sienta que sus pulmones se quedan sin aire. Quiero que ver como el fuego arde en su piel, como quema sus entrañas. Quiero sacarle los sesos y dárselos de comer a los perros.
No obstante, mi puño queda en el aire sin moverse cuando mi padre murmura:
—Sombe.
Un interruptor en mi cerebro parece haberse movido. Siento como unas cuerdas invisibles me sostienen. Dejo de tener el control de mi cuerpo y de mis actos.
—Aléjate de mí. —ordena y mis ojos permanecen abiertos de par en par, intentado entender por qué me levanto y camino en retroceso, por qué mi cuerpo le obedece.
—¿Qué me has hecho? —mi voz sale desde lo más profundo de mi garganta.
Mi padre se pone en pie lentamente, tambaleándose de vez en cuando. Su cara se distorsiona cuando el dolor de las heridas que he dejado en él se intensifica al moverse. Se limpia la sangre de la ceja con su dedo índice y luego se incorpora hasta quedar frente a mí.
—Quédate quieto, de espaldas a la pared. —exige, señalando hacia un lado de la habitación. Mi cuerpo responde a su orden.
—Nikol tenía razón. —mascullo, percatándome de lo que realmente sucede— Usaste la hipnosis con nosotros.
Su semblante no pierde color en ningún momento. Ahora mismo, con las líneas de sangre que gotean de su rostro, parece uno de los monstruos a los que me he dedicado a asesinar toda mi vida.
—Por supuesto que la usé. —admite, al fin— No me apetecía criar a niños rebeldes. Necesitaba soldados que me obedecieran.
—¿Soldados? ¿Eso es lo único que somos para ti?
—Nikol era mi muñeca. Tú eras mi soldado. Necesitaba a alguien a mi lado al que no le temblara la mano al matar a alguien.
Mátalo. Mátalo. Sabes que quieres hacerlo.
Agito la cabeza cuando la oscuridad habla. Su voz nunca me había resultado tan familiar.
—¿Qué has dicho? —mascullo con el ceño fruncido.
—Matar, Kyan. —mi padre se acerca a mí— Siempre te ha gustado hacerlo. Es tu razón de existir. No lo niegues ahora. Bueno —eleva la mirada, poniendo los ojos en blanco— no lo era antes, pero ahora lo es. Eras un niño aburrido, yo te arreglé, te convertí en un soldado.
Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar. Matar.
—Pero ahora, mírate. —la forma en que me mira no expresa más que desprecio— Atrás del culo de una niñata.
—No hables así de Leah. No te atrevas a mencionarla.
—No te preocupes por eso ahora. Ella está en buenas manos. —la forma en que dice las últimas palabras, provoca que mi pulso se acelere.
—¿En qué manos? ¿De qué hablas?
Las comisuras de sus labios se elevan con aire de grandeza. Siente que ha ganado la batalla, lo veo en sus ojos. De hecho, nunca ha dejado de sentirse el vencedor.
—Leah Blake se encuentra al cuidado del Blonder Jager.
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¡Holiss!
Hoy estamos en un atípico #MiércolesDeControl Lamento no haber actualizado ayer, estuve demasiado liada con las clases y trabajos. Pero bueno, espero que para ustedes la espera haya valido la pena.
Opiniones por acá: ¿Qué me dicen de Hunter y la dinámica con Kyan? ¿Qué esperan que suceda luego de ese final? Los leo.
XOXO Killer Lady
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