✘S E I S✘
"Más cuerdo es, el que acepta su propia locura."
Edgar Allan Poe
Kyan
Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala.
Despierto cubierto de sudor en el sofá de mi salón. Respiro pesadamente. Siento las hebras de cabello, pegadas a mi frente y el corazón latiéndome a una velocidad para nada normal.
Mátala. Sabes que quieres hacerlo.
Niego con la cabeza, recuperando la postura en el sofá. La televisión se encuentra encendida. Debo haberme quedado dormido mientras veía por cuarta vez la película Avengers: Infinity War. Quise tratar de entender el punto de vista de Leah con respecto al villano, pero no fui capaz de hacerlo por más que repetía una y otra vez la película.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás, esperando que mi respiración se estabilice.
¿Por qué me importa tanto lo que diga esa chica?
Será porque nunca esperé que aquel día me besara en el callejón, en vez de salir corriendo y huir de mí. La forma en que nuestros labios se fundieron en lo que parecía ser un juego de dos mentes desconocidas, se sintió como si me hubiera encadenado a ella de una forma u otra.
Se suponía que ese día la mataría. Pero no lo hice, y por eso la oscuridad no me ha dejado tranquilo.
Cuando ya me siento de vuelta a la normalidad, camino es dirección al baño para darme una ducha. El reloj en la pared de la cocina me indica que son las cuatro y media de la mañana. No dormí tanto, pero supongo que será suficiente para mantenerme activo.
Me despojo de mi atuendo y lo pongo en el bote de ropa sucia. Debajo del chorro de agua en la ducha, intento despejar la mente de cualquier pensamiento posible que atormente mi estabilidad, pero el recuerdo de tener algo pendiente, no me lo permite.
Mátala.
Sé que tengo que matarla. Lo sé. Pero luego de haber descubierto lo que le sucede, no soy capaz de hacerlo. Tengo que buscar una forma para cumplir con mi propósito y por eso la he investigado a profundidad en estos últimos días.
Llevo viéndola desde que me mudé a este edificio. No porque quisiera, sino porque siempre ha estado ahí, frente a mí. ¿Cómo no verla?
Sé que tiene pareja y por eso nunca ha llamado mi atención más de lo debido. Ella era solo una vecina más de todas las que me rodeaban, con una vida opuesta a la mía.
Pero entonces pasó lo que pasó y despertó esa espinita que la hizo interesante a mis ojos.
Termino de ducharme cuando siento la piel de mis dedos arrugadas por haber pasado tanto tiempo debajo del agua. Me pongo unos pantalones blancos y voy a la cocina para hacerme un cola cao. Al mirar el reloj, me percato de que estuve casi una hora en el baño. Me pasa mucho eso de perder el tiempo sin razón alguna.
Mi teléfono suena desde el sofá, indicándome la llegada de un mensaje. El nombre de Zack, se proyecta en la pantalla cuando lo tengo en mis manos.
¿Vas a necesitar otro pase para entrar a la universidad hoy? ¿O ya terminaste de acosar a esa chica?
Antes de que pueda responder, siento como si alguien estuviera observándome y la piel me escuece debido a la intensidad con la que lo hacen. Levanto un poco la vista hacia la cortina abierta frente a mí caminando hacia ella con la intención de cerrarla, no sin antes percatarme de la chica que me mira con unos binoculares a través de la ventana de su habitación.
Una leve sonrisa se forma en mis labios y desaparece al instante.
Sé que ella también me ha estado "acosando" de una forma u otra. Hace unos pocos días, escuché un sonido proveniente del pasillo dónde se encuentra mi apartamento, y obviamente salí a revisar qué había sido porque nadie que no fuera yo, pisaba ese piso, pero solo llegué a ver las puertas del elevador cerrarse. Cuando me paré en mi ventana, la vi a ella salir de mi edificio y no fue muy difícil atar cabos. Solo era cuestión de tiempo para que descubriera que yo vivía allí.
Desde entonces he mantenido las cortinas cerradas. Ella no es muy silenciosa a la hora de echarme un vistazo, pero su inexperiencia me causa cierta ternura. Aun así, no quiero que descubra más de aquello que le permito ver.
Le respondo el mensaje a Zack.
Te avisaré si necesito uno de nuevo. Gracias por ayudarme en esto.
Nunca me habías pedido ningún favor cómo este. Claro que te iba a ayudar en tu interés por una chica. Aunque tus métodos de conquista sean muy poco... convencionales.
El día anterior mientras seguía a Leah hasta la entrada de la universidad, como lo había hecho los días anteriores después del suceso del callejón, la vi romper una parte de su rutina subiéndose en el auto de un desconocido.
Y si digo desconocido, es porque conozco a todas sus amistades y sé que ese chico no era una de ellas.
Le pedí a Zack, uno de mis conocidos que trabaja en la ULB, que me diera un pase para poder entrar sin tener que entregar mi carnet de identidad. No quería dejar huella de haber pasado por allí. Cuando logré ingresar con su ayuda, ya la chica estaba en la conferencia y tuve que esperar a que terminara.
No la vi más cerca de aquel chico en sus turnos restantes. Incluso cuando la asechaba desde fuera de la cafetería, ella estaba sola.
No fue hasta que ese otro chico se le acercó, que la noté a la defensiva. Él intentó propasarse con ella y su novio fue quién entró en escena antes de que yo pudiera intervenir siquiera. Lo siguiente que sé es que ella estaba de pie en una esquina, disfrutando de cómo dos chicos se batían a golpes en el suelo.
La miraba con detenimiento, estudiando sus gestos en medio del caos. El brillo en sus ojos era penetrante. No sé si ella lo sabía, pero estaba deleitándose como nadie de aquella escena.
Fue entonces cuando algo provocó que su expresión cambiara. Sus brazos se descruzaron y el miedo se apoderó de su rostro. Nadie pareció darse cuenta, excepto yo. Corrió fuera del local hasta desplomarse en el suelo.
Sabía lo que le pasaba y por eso fue que la ayudé, alejándola de la multitud.
—Bueno, bueno. ¿Pero qué tenemos aquí? —exclamó la chica al despertar en mí cama.— Nos encontramos de nuevo, K.
Su sonrisa era cínica y completamente distinta a las que había visto antes en ella. Sabía cómo hacer que algo tan simple como sonreír, resultara atractivo y aterrador a la vez. No dudaba que con esa sonrisa pudiera destruir hasta las más grandes alianzas.
Pero lo que hacía de ella un ser peculiar, eran sus ojos. Uno de ellos te recordaba al fuego, las guerras y la destrucción; mientras que el otro te daba paz y tranquilidad, como la que encuentras en una playa del caribe en verano. Y si eso no era suficiente para que cayeras en sus brazos, solo tenías que prestar atención a la forma en que su mirada gatuna buscaba el punto de inflexión en ti, debatiéndose entre la idea de destruirte o seducirte.
Era una batalla perdida intentar resistirse a sus encantos.
—¿Hoy sí estás dispuesto a pecar conmigo o solo quieres charlar como la primera vez? —su tono de voz, me ponía los pelos de punta. Pero de una buena forma.
—Charlar. —pronuncié de pie junto al arco que separaba el salón de mi habitación.
—Baff. Aburrido. —se dejó caer de nuevo en la cama y agarró su teléfono— ¿De qué quieres hablar?
—¿Qué es lo que quieres?
—Divertirme. —sonrió con la vista en la pantalla de su móvil.
—¿Por qué haces lo que haces?
—Porque es divertido. Me gusta y no tengo porque dejar de hacer lo que me gusta.
—Incluso si la pones a ella en peligro.
Estudié la expresión que puso antes de que me contestara.
—Yo la protejo. —decretó con una media sonrisa— Ella me necesita. Nadie puede alejarla del peligro como lo hago yo.
—Ella puede defenderse sola.
—No puede. ¿Por qué crees que existo yo?
Se puso de pie y me pasó por al lado hasta sentarse en el sofá, y lanzar el teléfono a un costado. Estiró la mano hasta coger un chupachupa de fresa del cuenco que tenía en el salón para apaciguar mis adicciones.
—Mira tío. —se giró en el sofá con el caramelo en la mano— No entiendo tus intensiones conmigo y aquel día no me lo dejaste claro. De hecho, no entiendo por qué sigo aquí y no en prisión con todo lo que sabes de mí. Pero ahora me doy cuenta que tienes un interés en ella que no sé si me conviene o no.
Se metió la paleta en la boca y seguido se puso de pie. Caminó hacia dónde yo me encontraba, deteniéndose frente a mí.
—Así que dime. —se sacó el caramelo de la boca y lo pegó a la mía— ¿Eres un peligro para mí o no?
Cuando dejé que el caramelo se asentara sobre mi lengua, pude sentir el sabor a frambuesa al mismo tiempo en que la punzada en mi estómago abría una herida de la que brotaría una gran cantidad de sangre.
Ella me miró con una de las comisuras de sus labios elevadas mientras presionaba la navaja, que seguro había encontrado escondida dentro del cuenco de los caramelos, dentro de mi piel.
—Aléjate de mí. Múdate al otro continente si hace falta. —ordenó sin perder la autoridad en su voz— Porque si te vuelvo a ver a mi alrededor, no perderé el tiempo "charlando" contigo, no. —abrió la boca, enseñándome sus dientes— Te arrancaré la lengua a mordiscos.
Antes de que pudiera decir nada más, presioné ese punto en su hombro que la hizo desplomarse al suelo sin conocimiento.
Mátala. Mátala.
La oscuridad quiso tomar el control de mi cuerpo cuando la vi inerte sobre el pavimento blanco que decoraba mi casa y que en ese momento hacía un contraste perfecto con la sangre que goteaba de mi herida abierta.
Era el momento ideal para asesinarla. Nadie la vio irse conmigo, y nadie sabía que estuve en esa universidad. Pero en vez de hacer eso, la ubiqué sobre mi cama y me limpié la herida en el baño.
Leah no sabe del monstruo que vive dentro de ella, ni todo lo que ha hecho con esas manos que parecen no haber sido lastimadas nunca. Y, aunque dije lo contrario, realmente creo que si se enterara, no lo soportaría.
Su alma es demasiado pura como para ser dañada de esa forma.
✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘
¡Holiss!
Hoy, como saben es #MartesDeControl
He subido este capítulo con el dolor de mi alma porque me siento super mal. No sé que me pasa, pero solo quiero estar en cama.
Así que no me voy a alargar con la nota.
Opiniones de la mente de nuestro Kyan.
Opiniones de la chica con heterocromía.
Opiniones del capitulo en general.
PD: Perdón si hay algún error en el capítulo, no tuve tiempo de revisarlo muchas veces.
XOXO Killer Lady
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