Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✘Q U I N C E✘

¡ALERTA +18! (

Sé que van a ignorar mi advertencia, pero yo les aviso de que hay un poco de lo que más les gusta, no lo nieguen jajaja)

"Los placeres violentos tienden a tener fines violentos."

Richard Ramírez

Leah

Estoy besando a Kyan. Estoy besando a mi vecino. Estoy besando al hombre que espío desde mi ventana. Estoy besando unos labios que ya había probado antes y que he fantaseado con volver a sentir.

Y lo más importante: estoy besando a alguien que no es mi novio y no me arrepiento de ello.

Sus manos presionan sobre mis hombros como si se estuviera conteniendo de alguna forma y las mías se envuelven alrededor de su cuello, atrayéndolo más cerca de mí. Muerdo su labio inferior como una maniática al sentir que mi calor aumenta mientras más nos dejamos llevar.

—¿Qué haces? —masculla en un leve gruñido sin poder apartarse de mí. Llevo mi lengua hasta su cuello y hago un recorrido hasta su oído.

—Lo que tú no te atreves a hacer. —una de sus manos envuelven mi cuello por atrás— ¿Por qué siempre soy yo la que tiene que besarte primero?

Me aleja un poco de él, aún sosteniéndome del cuello. Sus ojos parecen buscar algo en los míos por la forma en que los detalla con insistencia, con desesperación.

—Eres realmente tú. —masculla como una afirmación.

Frunzo ligeramente el ceño por sus palabras.

—¿Eh?

—Eres tú... —repite.

—Sí, soy yo. —le cojo su otra mano y la llevo hacia mi trasero— Así que, o me coges ahora o me marcho.

Esas últimas palabras suenan ajenas a mí, a la persona que soy desde el momento en que decidí cambiar mi nombre. Nunca me imaginé en una situación como esta, engañando a Max. Tenía toda mi vida planeada con la intención de que ninguna piedra en el camino me desviara de obtener lo que yo consideraba "la felicidad absoluta".

Pero hay cosas que están destinadas el fracaso, como mi relación con Max.

Y yo lo sabía, desde el inicio. Él tenía pareja cuando comenzó una relación conmigo. Yo no lo supe hasta pasado unas semanas. Cuando lo descubrí, él se disculpó conmigo y terminó con la otra chica. La idea de haber sido "elegida", me hizo quedarme a su lado, además de lo mucho que le quería.

Ahora sé que, como mujer, nunca debí hacer eso.

Una relación que comienza con una infidelidad, está condenada al fracaso.

Cuando Kyan me empuja hacia atrás sin apartar sus labios de los míos, pegando mi espalda en la pared, elimino cualquier pensamiento que involucre a Max y me concentro solo en mi vecino y en que he querido hacer esto desde hace mucho tiempo.

Sus manos se cuelan debajo de mi blusa y se asientan en mi cintura, presionándome más contra él. Siento como si su tacto me quemara y el sabor a fresa en sus labios, lo convierte en una combinación explosiva.

La adrenalina del momento me hace sentir que tengo el corazón latiendo en mi garganta. Mis dedos se enredan en su cabello buscando mucha más cercanía, incluso si eso fuera posible. Solo nos estamos besando y ya me parece como si estuviera en el paraíso.

Me impacienta que sus manos no se hayan movido de mi cintura, por lo que tomo una de ellas, despegando nuestros labios y tomando una respiración profunda al instante, juego con sus dedos frente a él mientras estudio la vehemencia con la que me mira cuando me llevo su dedo índice a mi boca, humedeciéndolo con la sensualidad que me embriaga en estos momentos.

Entreabre sus labios.

—¿Qué me estás haciendo?

Sonrío, conduciéndolo hasta el sofá y arrodillándome frente a él. Me deshago de mi blusa, mostrando el sujetador que más remarca mis pechos y con el cual me he vacilado a mí misma frente al espejo algunas veces en mi habitación.

Me amo a mí misma, adoro mi cuerpo y mostrarlo de esta forma, tan segura, frente a una persona que nunca me ha visto más allá de mi ropa diaria, es algo que solo debo agradecerme a mí misma por todo el camino que he recorrido en mi vida para elevar mi autoestima hasta dónde está ahora y ningún hombre me va a hacer pensar lo contrario.

Llevo mis manos a su bragueta sin dejar de mirarlo fijamente. Me inquieta no poder leer su expresión.

Es decir, sé que está excitado, no hacen falta palabras para saber eso, pero hay algo mas que no puedo leer en sus ojos.

Su mano envuelve mi muñeca, tomándome por sorpresa.

—Mírame. —masculla inclinando su rostro cerca del mío. El azul en sus ojos a una distancia tan cerca, me parece malditamente atractivo.— ¿Eres Leah, de verdad?

—¡Qué sí, joder! ¿Qué más quieres que te diga? —esa pregunta no hace más que ponerme a la defensiva. ¿Y sí está buscando una forma para que me vaya? ¿Y si él no quiere esto como yo? A lo mejor me equivoqué y leí mal las señales.

Me pongo de pie, acomodándome la saya y recogiendo mi blusa del suelo.

—Mira, me voy. No quiero obligarte a nada. Madre mía. —bufo— No puedo creer que esté diciendo esto.

Intento no mirarle mientras camino en dirección a la salida, pero un fuerte jalón en el cabello, provoca que me tropiece con mis pies, cayéndome de espaldas sobre el suelo.

—¿Pero qué-?

—Shh. —Kyan se coloca frente a mí aún agarrándome del cabello— Si quieres continuar con esto, debes tener en cuenta que puedo hacerte daño. Yo no soy suave y cuando mi vista se nubla, puedo perder el sentido de lo que está bien y está mal.

Cuando lleva su mano a la bragueta del pantalón, culminando lo que yo había comenzado, trato de acomodarme sobre mis rodillas mientras él me sigue sosteniendo por el pelo. Me muerdo el labio inferior llevando mis ojos a los suyos a una altura potente.

—Yo no soy como nadie con quién hayas podido estar en tu vida. A mi me gusta provocar dolor y sufrimiento.

—No me importa.

—Te puedo hacer llorar. —recalca pasando uno de sus dedos por mis labios.

Debería de estar asustada por todo lo que me está diciendo, joder, tendría que haber estado atravesando la puerta principal desde hacía unos segundos en vez de estar de esta forma, tan receptiva hacia él como me estoy sintiendo. Pero es que no puedo controlar el latido húmedo que siento entre mis piernas.

Su masculinidad queda visible frente a mi rostro, provocando que trague en seco.

—Abre. —ordena, usando un tono de voz ronco que no le había conocido antes.

Hago lo que me dice y siento como su mano enredada a mi cabello, me acerca hacia su miembro. Saco la lengua y saboreo la punta, percibiendo algo que no había notado antes y es que tiene una perla plateada justo ahí.

Intento mirarle cuando se le escapa una exclamación ante mi contacto, pero, antes de que me de cuenta, tengo la perla en lo profundo de mi garganta. Llevo mis manos a sus caderas, equilibrándome. La fuerza con la que me agarraba el pelo se intensifica cuando comienza a moverme adelante y atrás, adentro y afuera, rápido y suave.

Cierro los ojos, concentrándome en saborear el que ahora se convirtió en mi chupete favorito.

Mi garganta no le agradece todo lo que está haciendo que me esfuerce para que me quepa adentro, pero la humedad y el palpito que siento entre mis piernas, me tienen al borde de la locura.

Verdammt. —masculla en alemán, a la par que intensifica el movimiento de mi cabeza.

Siento como las lágrimas se deslizan por mis mejillas ante la brusquedad con la que me folla la boca. El sabor metálico en mi garganta, llega junto con la palpitación de su polla en mi boca cuando se viene en ella, descargando todo lo que tenía adentro.

Él sale de mí y yo aprovecho para tragar su líquido, provocando que me recorra un escalofrío en todo el cuerpo.

Nunca nadie me había hecho llorar de esta forma, pero no es algo por lo que me vaya a quejar. Al contrario, no me disgustaría repetirlo.

<¿Quién eres y qué has hecho con la mojigata de Leah?>

—Eso ha sido...

—Espera aquí. No te vayas. —me interrumpe Kyan, luego de cerrarse la bragueta de su pantalón y levantando las manos mientras camina hacia su habitación.

—Tampoco es que lo fuera a hacer.

Me pongo de pie. Acomodo mi saya de nuevo y me coloco la blusa, ya que no creo que vayamos a hacer nada más. Me miro en el espejo para quitarme los rastros del maquillaje corrido y peinarme el cabello que él dejó echo una maraña.

Mi ceño se frunce al percatarme de que uno de mis ojos se tornó color café.

Parpadeo repetidamente, pero mi reflejo no cambia.

—Hey. —habla Kyan. Giro la cabeza en su dirección, viéndolo caminar hacia mí con algo entre sus manos. Regreso la vista al espejo y veo que mis ojos están de su color azul normal. Me encojo de hombros.

—Dime.

—Toma. —me tiende una pequeña caja marrón.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo y verás.

Agarro la caja y bajo su insistente mirada, la abro. Dentro de ella se puede ver una fina cadena plateada con el dije de un corazón azul rebordeado por perlitas del mismo color.

—¿Qué significa esto? —no puedo evitar preguntar, sin dejar de mirar el colgante en mis manos.

—Es para ti.

Frunzo el ceño.

—¿Me estás pagando por haberte hecho una felación?

—¿Qué? —exclama sorprendido— No, por dios. Es un regalo.

—¿Un regalo?

Me arrebata la caja de las manos y saca la cadena de él, arrojando luego, la caja hacia el sofá.

—Date la vuelta.

Lo veo mientras intenta abrir la cerradura del colgante y concluyó con que no entiendo nada de él. Es un poco raro que, de la nada, me haga un regalo como este. La joya se ve que es costosa. No sé si estaré haciendo mal en aceptar algo como esto, pero es que los regalos me pueden.

Me giro, apartando mi cabello hacia mi hombro derecho para darle acceso a mi cuello.

—Listo. —exclama mientras sus dedos se apartan de mí piel, dejando un ligero escalofrío a su paso.

—Gracias.

Asiente algo incómodo y evitando el contacto visual conmigo.

—Bueno. Creo que ya debo irme. Es muy tarde. —mascullo mirando el reloj imaginario en mi muñeca.

Como no me hace caso, camino en dirección a la salida sintiéndome un poco rara.

—Sobre lo que me preguntaste antes. —detengo mis pasos con su voz— No eres cobarde por aspirar a tener cierta estabilidad emocional. Si todos tuviéramos la oportunidad de borrar algún evento traumático de nuestro pasado, créeme, que lo haríamos.

✘⛓✘

Levanto la cabeza del volante en mis manos, detallando la edificación que se alza frente a mí. El lugar queda casi aislado de la civilización, solo visualicé una gasolinera a unos kilómetros en mi camino hacia aquí. El césped está bastante cuidado y un camino de flores rosadas, decoran la entrada.

Subo tres escalones hasta quedar frente a la puerta principal. El cartel "Dr. Hunter Psicólogo" decora la entrada a la derecha, justo encima del timbre. Mi dedo se tantea entre presionarlo o no.

Nada más salir de casa de Kyan, tomé un taxi hasta la dirección del volante que me habían dado los otros días en la calle sobre el psicólogo milagroso que eliminaba recuerdos. Sus palabras fueron como el impulso que necesitaba para llegar hasta aquí, pero aun tenía mis dudas, no podía evitarlo.

Con la mano aún alzada por mi indecisión, la puerta se abre, dejándome ver a un chico de cabello castaño oscuro y ojos verdes que me mira de reojo mientras me pasa por al lado y choca su hombro con el mío provocando que pierda el equilibrio un momento. Se aleja por la dirección en la que vine antes. Mis ojos lo siguen sin siquiera darme cuenta, viendo cómo se sube en una moto y desaparece calle arriba. No parecía nada contento.

—No te lo tomes personal. —habla una persona desde la puerta, llevándome a devolver la vista hacia delante. Es un señor con poco cabello, arrugas junto a sus ojos azules, lentes colgando en su cuello y sonrisa pequeña— Tiene problemas de ira.

—Oh. —es lo único que escapa de mis labios.

—¿Venías a una consulta? —pregunta de nuevo.

Asiento levemente.

—Puedes pasar. Yo soy el Dr. Hunter. —declara señalando al cartel y sonriendo.

Se hace a un lado para dejarme un espacio por el que pueda entrar. Presionando las manos en el asa de mi bolso, me muevo hacia el interior.

El lugar está decorado como la típica casita de campo de los abuelos de familia. Muebles de madera, macetas en cada esquina, fotos de paisajes en las paredes, alfombras coloridas y olor a panetela casera.

—¿Quieres un té o café antes de entrar a la oficina? —cuestiona el anciano, colocándose a mi lado. Tiene las manos dentro de los bolsillos de la bata, y debajo de esta, detallo una camisa de cuadros marrón y pantalones azules. Las pantuflas de goma que lleva, se me hacen muy adorables.

—No, gracias. —si tomo algo ahora, temo que mis nervios me lleven a expulsarlo.

—Pues, sígame, señorita.

Lo sigo hasta su oficina. Sorprendida por la decoración tan agradable y simplista del lugar, me quedo de pie en el umbral sin saber que hacer. En la esquina contraria a mí, se hayan dos ventanales chocando entre sí, con cortinas a cada lado. Una mesa de madera, relativamente pequeña se encuentra junto a ella; no hay papeles regados o apilados como me hubiera esperado, todo está muy ordenado.

—Puede sentarse, señorita... —declara, señalando hacia uno de esos asientos-camas que tanto he visto en los anuncios en la televisión. Deja la última palabra en el aire, esperando por mí.

—Blake. Leah Blake.

Me muevo hacia dónde me indicó, recostándome en el asiento. Coloco mi bolso sobre mí y lo presiono mientras recorro los movimientos del hombre con la mirada.

—Muy bien. —habla cuando se sienta en la butaca frente a mí, subiendo un pie sobre el otro— ¿Qué te ha traído hasta aquí?

<Un taxi>

—Me dieron un volante en la calle sobre este lugar. —es lo que digo, reprimiendo la sonrisa que me provocó la voz de mi conciencia.

—Me refería a, ¿por qué has decidido venir? ¿Qué es lo que te inquieta?

Bajo la mirada.

—Nada. —respondo.

—Vale. Comencemos por algo más sencillo. —estira la mano hasta alcanzar una agenda que había sobre la mesa y se saca un bolígrafo del bolsillo de la bata que lleva puesta.— Me dijiste que te llamabas Leah Blake, ¿cierto?

Asiento lentamente.

—¿Qué edad tienes, Leah?

—19 años.

—¿Qué estudias?

—Psicología. —sus párpados se elevan, ligeramente sorprendido mientras toma notas en su agenda.

—Interesante elección. —pienso que va a agregar algo más pero, en cambio, continúa con las preguntas— Por tu acento, intuyo que no eres de aquí.

—Así es. Nací en Beaufort, una ciudad de Carolina del Sur.

—¿Y qué te llevó a recorrer tantos kilómetros desde Estados Unidos hasta Alemania para estudiar Psicología?

Me llevo los dedos a los labios, mordiéndome las uñas.

—Me dijeron que la Universidad de Berlin era una de las mejores para estudiar esa carrera.

—¿Y esa fue la única razón? —No, también lo hice para huir de los recuerdos de mi padre.

—Sí.

Continúa escribiendo en su agenda. Levanta la vista cuando termina.

—¿Dejaste a alguien atrás cuando te marchaste?

Se me hace un nudo en la garganta al recordarla.

—A mi madre.

—¿La echas de menos? —cuestiona con la mirada fija en mí.

Asiento sin ser capaz de hablar.

—¿Y tu padre?

—No tengo padre. —respondo rápidamente.

Entrecierra los ojos levemente. Su dedo pulgar e índice comienzan a acariciar su propia barbilla mientras piensa.

—¿No tienes o hay alguna razón por la cuál prefieras pensar que no tienes uno?

—No quiero hablar de ello.

—Si viniste aquí, es porque hay algo que te molesta y, por lo que veo, tiene que ver con tu padre. —añade— ¿Me equivoco?

Bufo.

—Esto es ridículo. —mascullo justo antes de levantarme con mi bolso en mano en dirección hacia la puerta.

No sé por qué demonios dejé que las palabras de Kyan me convencieran para llegar hasta aquí. Nadie podrá nunca entender lo que siento por mi padre. Joder, ni siquiera puedo contar que él es un asesino. No me atrevo. Ni siquiera a un especialista en salud.

—No sé qué es lo que te ha pasado —comienza a hablar a mis espaldas, deteniéndome— Pero lo que decía en la promoción no era una farsa. Yo puedo eliminar cualquier recuerdo que te moleste mediante la hipnosis.

—Lo siento, Dr. Pero no creo que eso sea posible.

—Si no crees en el tratamiento que te ofrezco, no puedo hacer nada. —murmura.— Te acompaño hasta la salida.

Ya en la puerta principal, él añade:

—Hasta pronto, señorita Blake.

—Hasta nunca Dr, espero no tener que volver jamás. —declaro con sinceridad. No me importa ser borde con alguien a quién no veré de nuevo.

Él, en cambio, sonríe y me responde:

—Cuando quiera creer en lo que le ofrezco, las puertas de mi consulta siempre estarán abiertas para usted.

<Bien hecho. No creas en las estupideces de nadie.>

Es gracias a ti y a mi padre que busco estas medidas desesperadas. Así que has silencio.

Me coloco los auriculares en mi camino de vuelta a casa. Ignoro a las personas a mi alrededor y solo me concentro en la música que se reproduce en mis oídos. No tengo cabeza para enfocarme en nadie más que no sea yo. Necesito tranquilidad, necesito dejar de escuchar la voz en mi cabeza y necesito dejar de pensar en el tiempo que he desperdiciado hoy.

Mientras subo las escaleras de mi edificio, un olor familiar se impregna en mis fosas nasales.

—No puede ser...

Corro hacia la puerta de mi apartamento e introduzco la llave rápidamente.

La imagen en mi salón, no puede ser más agradable y aterradora al mismo tiempo.

—¿Mamá? —mascullo sin poder creérmelo.

Ella me mira con el entrecejo fruncido desde el sofá. Sobre la mesita frente al televisor, se haya uno de los budines que solo ella sabe hacer con una porción menos. Y, encima de sus piernas, se encuentra abierta la caja que tanto me he esmerado por esconder desde que apareció en mi puerta.

—¿Qué se supone que es esto, Leah Blake? —exclama con la foto de mi hermana levantada en mi dirección.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Primero que nada, ufff  menudo capítulo. Les di un poquito de +18 así que quiéranme mucho jjj Opiniones sobre lo hot por aquí.

Necesito saber si se dieron cuenta de la persona que apareció por un segundo. Necesito leer que entendieron quién era jjj

Ahora ya conocemos a Mr. Hunters lo que significa que cada vez estamos más cerca de los sucesos del Prefacio. Díganme que están tan emocionados como yo, por favor, que me subo por las paredes.

Me voy a estudiar, así que me despido por hoy. Os amo mucho.

XOXO Killer Lady. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro