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✘O N C E✘

"Si al principio la idea no es absurda, entonces no hay esperanza para ella."

Albert Einstein

—¿De verdad estás bien? —le pregunto como por décima vez a mi mamá mientras me muerdo las uñas.

Que si mi niña, deja de preocuparte por mí y concéntrate en tus estudios. —me responde a través del teléfono con su respectivo tono de voz dulce y maternal. Suelto una respiración profunda.

—Mamá, si te pasa algo, o si tienes algún problema, no dudes en llamarme. —desde que recibí el paquete no he parado de llamar a mi madre. Tengo demasiado miedo por si algo malo le puede pasar a ella.

Ya te dije que sí y voy a colgar que si sigo así me voy a poner a llorar y sabes lo mucho que odio eso. —me dice y sonrío.

—Vale mamá, te quiero.

—Yo te quiero más, mi niña.

No me había dado cuenta de lo mucho que echo de menos a mi madre. Dejarla sola en Beaufort ha sido una de las decisiones más difíciles que he tomado en mi vida. Aunque preferí optar por una universidad de allí cerca, ella insistió en que esta universidad era la mejor para estudiar Psicología.

Así que le hice caso y avancé hacia una nueva vida donde tenía que empezar desde cero en territorio desconocido.

Escucho el timbre sonar desde la cocina. Mi corazón da un vuelco imaginándome lo peor. Alexa grita que ya va, y me veo a mi misma corriendo a pasos apresurados hacia la puerta. No me puedo arriesgar a que Alexa reciba un regalo desagradable y me haga preguntas.

Mis ojos se abren con asombro, al ver a la persona de pie al otro lado del umbral.

—Necesito hablar contigo. —es lo primero que dice Kyan. Lleva una sudadera negra con capucha y las manos en los bolsillos, con una postura encorvada.

—Hola a ti también, vecino. —ironizo, tratando de que no repare mi nerviosismo.

—¿Me vas a dejar pasar o no? —pregunta.

—Amanecimos bravos, ¿eh?

Me fulmina con la mirada y yo me amedrento como un gatito asustado.

—Pasa. —me hago a un lado, dejándole espacio para que entre.— ¿Quieres tomar algo?

Ladea la cabeza de un lado a otro, reparando todo a su alrededor. Se ve tan fuera de lugar en mi apartamento. Es como ver a Darth Vader rodeado de los ositos cariñositos o a Matt Donovan en The Vampires Diares. Son combinaciones que no encaja.

—Un café dulce. —añade con la mirada puesta en cualquier lado menos en mí— Y te espero en tu habitación.

—¿En mi habitación...? —Ay madre. Tengo toda mi ropa en el suelo porque estaba organizando mi armario. Va a pensar lo peor de mí.— ¡Espera, no!

Antes de que pueda seguirlo, Alexa entra en mi campo de visión con los brazos cruzados.

—Es ese, ¿cierto?

—¿Quién?

—Tu padre, no te jode. —a pesar de que lo dijo con la intención de hacer una ironía, no me hace mucha gracia la mención de mi progenitor. Por lo que muestro una sonrisa forzada— El chico que besaste en el callejón.

—Nop. —me hago la desentendida, y me giro en dirección a la cocina.

—Claro que sí. Tiene esa aura de chico misterioso. Estoy segura de qué es él. —inquiere Alexa, siguiéndome de cerca.

—¿Qué significa tener "aura de chico misterioso" siquiera?

—¿Acaso no lo ves? —exclama a mis espaldas— Es claramente ese tipo de personas que con solo su presencia te dicen: Ven, descúbreme. Posiblemente salgas herida, pero te aseguro que te va a gustar.

<Joder qué si eso era cierto.>

—Sí, claro. —pongo los ojos en blanco.

Termino de prepararle el dichoso café y, como me dijo "dulce", me divierto muchísimo echándole las cucharadas de azúcar.

—En fin, ¿qué hace aquí? —continúa Alexa. No creo que sirva de nada negar que él es realmente el chico que besé en aquel callejón.

—No tengo idea.

—¿Te has seguido viendo con él?

—No. Desde hace días que no habíamos hablado. —agarro la taza y me giro— Te contaré después. —sus ojos se iluminan cuando le paso por al lado y me burlo de ella cuando estoy lo suficientemente lejos.— O no.

—¡Hey!

Desaparezco de su campo de visión al introducirme en mi habitación. Kyan se encuentra de espaldas a mí, frente a la ventana abierta. Inclino la cabeza con los ojos entornados en su espalda baja y... me gusta lo que veo.

<Y después dices que la pervertida soy yo>

—¿Con esto es con lo que me vigilas? —pregunta, tomándome por sorpresa. Me mira de soslayo por encima de su hombro, levantado una mano y enseñándome los binoculares que antes estaban sobre mi cama.

Dejo el café sobre mi mesa de estudio y reduzco la distancia entre nosotros con la intención de quitarle la prueba del crimen.

—¡Dame eso! —levanta la mano, impidiéndome alcanzarlo.

—¿Por qué me espías?

—Qué no lo hago. —mascullo mientras doy pequeños saltitos. Ninguno con resultados positivos.

—¿Por qué mientes? —pregunta y siento su voz tan cerca que puedo olfatear su aliento mentolado— ¿Qué ganas con hacerlo?

—Qué no me pilles...

Mierda. Detengo mis saltos inútiles al darme cuenta de las palabras qué salieron por mi boca. Pues no me pilló, yo misma me delaté. Como que pierdo la poca inteligencia que tengo cuando está junto a mí.

Y como qué está muy cerca ahora que me doy cuenta. Mientras intentaba alcanzar los binoculares, al parecer me apoyé en su torso y ni me había dado cuenta.

Alejo mi mano de él, y me voy en retroceso.

—Vale, eso no fue muy sutil de mi parte. —evito el contacto visual.

—Esa fue tu sinceridad hablando. Déjala salir. Te aseguro que te hará la vida más fácil.

—Si todo el mundo supiera lo que pasa por mí cabeza, no tendría amigos. —suelto un bufido.

Puede que muchos de ustedes no entiendan por qué intento ocultar siempre qué mi padre es un asesino. A lo mejor nunca han tenido cerca a alguien como yo, pero si lo tuvieran ¿cómo se sentirían? Imagínense por un minuto que comparten aula con la hija de un hombre que masacró a decenas de personas sin pestañear.

Algunos pensarán: "Es su hija. No tiene por qué ser igual al padre. A lo mejor está bien tener como amiga a la hija de un asesino serial" Mientras que otros especularán: "¿Y si su padre la crio para ser cómo él? No quiero morir joven, mejor me alejo de ella."

No quiero vivir en un mundo en que las personas me aparten o se hagan mis amigos por interés. Yo no elegí que mi padre fuese quién es hoy en día.

—Entonces es que no merecen serlo.

—¿Y si nadie merece serlo? ¿Me quedo sola? —enarco una ceja.

—Mejor sola que mal acompañada. No entiendo por qué las personas le tienen tanto miedo a la soledad.

—Porque se siente bien tener a alguien.

Sonrío de boca cerrada con la mirada puesta en él, puede que perdida en mis pensamientos como siempre.

—A todas estas. ¿Por qué estás aquí? —pregunto cuando me doy cuenta que aún no me ha dicho la razón por la que se ha aparecido en mi casa.

—¿Es ese mi café? —ignora mi pregunta y me pasa por al lado hasta tomar la taza que había dejado sobre la mesa de estudio. Se lo bebé de un tirón y mis ojos se abren con asombro.

¿Qué clase de psicópata se toma el café sin disfrutarlo con lentitud?

—Ya me puedo ir. —exclama, provocando que frunza el ceño.

—¿Ya está? ¿Solo viniste a tomar café?

—No tenía en mi casa. —se encoge de hombros. Me mira una última vez, para luego darse la vuelta. Lo detengo por el brazo cuando intenta llegar a la puerta.

No estoy segura de por qué lo hago, pero digo lo primero que me llega a la cabeza.

—¿Acaso respondiste algún mensaje en mi teléfono cuando estuve en tu casa inconsciente? —siento sus músculos tensarse bajo mi tacto.

—No. —declara en un tono malhumorado. Ejerzo presión en su brazo hasta lograr que me vea de frente, nuevamente.

—Pues me vas a decir quién escribió esto. — alcanzo mi teléfono de encima de la cama y abro el chat de Erwan, colocando la pantalla delante de él.— Mira la hora en qué fueron enviados los mensajes. Yo aún no me había despertado.

Entrecierra los ojos leyendo las líneas una y otra vez, pero sin mediar palabra.

—¿Me vas a decir que no lo hiciste tú?

—Diga lo que diga, no me vas a creer. Entonces, ¿qué más da?

—Si me dices que fuiste tú, sí te voy a creer.

—Pero no fui yo y eso sería mentir.

—Entonces ¿Qué? —ironizo— ¿Fui yo de sonámbula?

—No lo sé. ¿Eres sonámbula?

—Claro que no.

—Pero sí tienes vacíos en la memoria. —exclama y al segundo en que lo dice, junta sus labios en una línea, como si hubiera dicho algo que no debía.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes eso? —cuestiono y él no me responde. Lo que me lleva a recordar que el día en que perdí por primera vez la noción del tiempo, él había sido la última persona que había visto.

<Y sentido...>

—¿Qué pasó después que nos besáramos en aquel callejón, Kyan? —doy un paso cerca de él— ¿Cómo fue que terminé en un estudio de tatuajes?

—¿Por qué me preguntas eso a mí?

—Porque, por alguna razón, sabes de mis pérdidas de memoria.

—No sé qué es lo que quieres qué te diga. —masculla.

—La verdad. —exclamo y su mirada se adhiere a la mía.— ¿No dijiste que es mejor ser sincero? Entonces sé sincero y dime qué sucedió después de aquel beso.

Se muerde el labio inferior, en total silencio. No sé lo qué está pasando por su cabeza en ese instante, pero moriría por saberlo. Es como si buscara algún fallo o alguna salida a esta conversación.

No obstante, Alexa interrumpe nuestro momento.

—¡Leah! —exclama del otro lado de la puerta.— Sé qué me vas a odiar por interrumpir vuestro momento —mis mejillas se tiñen por las palabras de mi amiga— pero necesito que veas esto.

Rodeo a Kyan y abro la puerta.

—¿Qué sucede?

—¿Recuerdas el asesino serial del que te hablé el otro día? —pregunta y yo me encojo de hombros. Apenas recuerdo qué comí ayer.— El que mata a las chicas rubias y le entrega el corazón a las familias.

—Ah sí. Creo que recuerdo.

—Pues lo volvió a hacer. —inquiere y, por la forma en qué me mira, sé que eso no es todo— Y la víctima es alguien que conocemos.

—¿Quién? —no puedo evitar el tono de preocupación en mi voz.

—La profesora de Historia.

—¿La señorita Smith? —abro los ojos con asombro. Odiaba sus clases, pero no tanto como para no sentir pena por lo que le pasó.

—Me voy. —masculla Kyan tras de mí— Creo que tienes cosas que hacer.

Cuando nos pasa a mí y a Alexa por el costado, me tomo un segundo para gritarle: —¡No olvides que tenemos una conversación pendiente!

Él levanta la mano, como para decir que me escuchó y se marcha, cerrando la puerta tras de él.

—¿Interrumpí algo? —pregunta Alexa con los dientes apretados como si se sintiera culpable.

—Nada importante. —mascullo— Sígueme contando sobre la profesora. ¿Cómo te enteraste?

—¿Eh? —abre la boca como intentando buscar una respuesta y, por alguna razón, sé que lo que me va a decir seguido es mentira— Una compañera de clases.

—¿Qué compañera? —inquiero.

—¿Qué más da? El caso es, que aún la familia no ha recibido el corazón y están aterrados porque pueda pasar en cualquier momento. Lo que si encontraron fue la nota firmada por él, con el nombre que le dieron los medios: Blonder Jager.

Paso por alto el hecho de que evitó mi pregunta, solo porque estoy realmente preocupada por la profesora. Esto me está trayendo muchos recuerdos del pasado que no quiero rememorar.

—Al menos aún pueden pensar que sigue viva.

—Yo no sé qué es peor. —suelta un suspiro— Confirmar de una vez que ya está muerta, o atormentarse con la esperanza de que esté viva para descubrir al final que no era cierto.

Definitivamente, la última. La esperanza es una de las torturas más grandes del ser humano.

✘⛓✘

Salgo del baño luego de haberme dado una ducha rápida para quitarme la soñolencia que traía encima. Me pasé toda la tarde durmiendo ya que estaba en uno de esos días en los que quería estar sola y escuchar a Beret en mi cuarto.

Ya afuera, veo a Alexa sentada encima de mi cama mirando fijamente su teléfono y moviendo la pierna inconscientemente.

Al escucharme, levanta la vista y sonríe.

—Hey. ¡Hasta que por fin sales!

—¿Qué pasa? —pregunto camino hacia mi tocador mientras me seco el cabello con la toalla.

—No te enfades... —murmura y desde ya estoy enfadada. Giro la cabeza, viéndola morderse el labio inferior.

—¿Qué has hecho?

—Verás... —baja la mirada y comienza a jugar con sus dedos— Puede que haya organizado una fiesta sin consultarte...

—¡¿Qué has hecho qué?! —mascullo con los ojos abiertos.— Hoy no tengo la noche para fiestas, Alexa.

—...y puede que ya estén los invitados afuera... —me mira con un gesto de disculpas.

—Madre mía. —cierro los ojos, contando hasta tres en mi mente para no matarla ahí mismo.

—Y... —continúa y vuelvo a incrustar la mirada en ella.—puede que haya invitado al vecino.

—¡¿QUÉ?! —me pongo de pie, inmediatamente.

—Lo siento. Es que... ya vez, mis amigos pueden ser muy convincentes y tenían ganas de fiesta... —la fulmino con la mirada antes de que continúe— Vale, que no estás enfadada por eso sino por lo del vecino. Entiendo. —junta los labios en silencio.

—Alexa, no quiero sonar como una pesada, pero no puedes seguir haciendo esto. Es la tercera vez.

—En mi defensa, no te conocía cuando lo hice las dos primeras veces.

—¡Con más razón! Éramos nuevas en esto de compartir piso. Se suponía que dieras una buena impresión.

—¡Entré en pánico!

Niego con la cabeza. No hay quién pueda con ella.

<Puedes matarla, entonces.>

¿Cómo la voy a matar?

<Ahorita pensaste eso.>

¡Era broma!

<Ah.>

—No te enfades conmigo... —me hace un puchero. Pongo los ojos en blanco.

—No lo estoy, por dios. —ella sonríe— Solo, no lo hagas de nuevo, por favor. Pregunta antes.

—¡Vale! —exclama entusiasmada y seguido me abraza.

—Ahora, salte, que tengo que cambiarme si no quieres que salga en piyama.

—¡Cómo ordene, capitana! —me hace un gesto con la mano y desaparece. No pasan ni cinco minutos, cuando la música comienza a escucharse.

No estaba preparada para un fiesta repentina, por lo que la mayoría de mis prendas favoritas estaban sucias. Decido ponerme unos vaqueros y una blusa azul, que no me gusta mucho porque es de espalda abierta y tengo que andar sin sujetador, pero creo que mis "no poderosas razones" pueden aguantar.

Me hago una trenza larga y me maquillo lo básico, delineado y labial. No suelo maquillarme mucho para fiestas como estas, porque sé que al final terminaré toda sudada y con las mejillas negras.

Al bajar las escaleras, veo a Alexa en la alacena hablando con Camila y otra chica. Mi pequeño salón se encuentra repleto de adolescentes bailando y bebiendo. Algunos están sentados, morreándose y otros mirando sus teléfonos.

—Hasta que apareces. —le digo a Camila, sorprendiéndola por detrás.

—Leah. ¡Hola! —me sonríe para luego darme dos besos en las mejillas.— He estado ocupada. Ya vez. Cosas familiares.

Frunzo el ceño, no muy convencida. Pero decido dejar el tema ahí. Sino quiso profundizar sobre el asunto, es porque no necesito saberlo.

—Mira, ahí está Max. —exclama Alexa, señalando hacia mis espaldas.

Camila y yo nos giramos al mismo tiempo, para ver como Max se aparece en el umbral de la puerta con una caja de cervezas en la mano.

—Ese es mi chico. —sonrío. Prefiero mil veces la cerveza a el alcohol que todos se pasan en vasos rojos.

En cuanto voy a dar un paso hacia él, mi sonrisa se borra, deteniéndome en el acto.

—¿Es ese el profesor Peterson? —pregunta la otra chica que estaba en el círculo con nosotras. Parpadeo dos veces más, dándome cuenta que no es un espejismo. Se ve completamente diferente que en clases. Parece sacado de una película de adultos con esos pantalones ajustados y el cabello desordenado.

—¿Quién lo invitó? —pregunto, girándome hacia las chicas.

Alexa levanta la mano, con su común expresión de culpabilidad.

—¿Por qué? —frunzo el ceño.

—¿Invitaste al popular, también? —chilla Camila, antes de que Alexa pueda responder. Cuando regreso la mirada hacia la entrada, veo a Erwan aparecer detrás de mi profesor y casi se me cae la baba al suelo cuando reparo que lleva sus anteojos y la camisa abierta, con esa sonrisa irónica que siempre muestra.

—¿Y quién es ese que parece haber escapado de un psiquiátrico?

No estoy segura de quién lo dijo. Solo sé que, en el momento en que mis ojos se encuentran con los suyos, me pierdo en ellos de una forma espectacular. Va vestido como siempre, y cuando digo siempre, me refiero a un abrigo de capucha negra y las manos en los bolsillos. No obstante, hay algo en él que no deja de causarme un cosquilleo muy agradable. Seguro es eso que dijo Alexa del "aura de chico misterioso", puede ser.

Kyan ladea la cabeza y yo hago lo mismo siguiendo su mirada, reparando en el hecho de que mi novio, mi profesor, mi compañero de clases y mi vecino, están parados uno al lado del otro en mi salón.

<Se te juntó el ganado, querida.>

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Ojalá tener un ganado como el de Leah *guiño, guiño*

¡Holiss!

Después de tanto tiempo, al fin regresé. Ya tengo muchas ganas de que la historia siga avanzando porque se vienen muchos desmadres. Comenzando por este capítulo 7v7

Me está encantando escribir esta historia y meterme en la cabeza de... bueno, de los locos jajajaja

¿Les va gustando la historia hasta ahora?

Opiniones del capítulo por acá. ¿Qué esperan que suceda en la fiesta 7v7?

XOXO Killer Lady

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