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✘D I E C I N U E V E✘

"La paranoia es una forma de conciencia, y la conciencia es una forma de amor."

Charles Manson

Leah

—Alexa, algo raro pasó anoche. —comento aturdida.

En estos momentos me encuentro sobre la silla de mi computadora, moviendo el pie periódicamente mientras me muerdo las uñas. Mi amiga se halla recostada sobre mi cama con las manos sobre su estómago.

Cuando me desperté hoy en mi cuarto, los recuerdos que he querido enterrar vinieron a mí como si nunca los hubiese reprimido y fue como un golpe directo a mi corazón. Estaba magullada, tenía heridas que comenzaban a cicatrizar y el tatuaje en mi vientre parecía estar terminado.

Lu & Le

One body, two souls

—Claro que pasó algo raro. ¿Viste como le respondiste a Max? —inquiere— O mejor, el hecho de que no acompañaste a tu madre esta mañana hasta el aeropuerto.

La culpa me carcome por dentro. He intentado llamarla desde que desperté, pero ya debe de estar en el avión porque su móvil me da como apagado. No sé qué sucedió en mi ausencia, pero necesito disculparme con mi madre por haberla dejado irse sola.

—¿Qué estabas haciendo que era más importante que la mujer que te dio la vida?

Escondo mi rostro entre mis manos.

—No lo sé... —susurro casi tan bajo que creo que mi amiga no lo escucha.

—Parecías otra persona por como actuaste.

Mi cabeza no para de procesar información.

Llevo días en los que no recuerdo qué es lo que hago, abro los ojos en lugares que no conozco, con cicatrices que antes no tenía, con personas que parecen reconocerme pero que en mi vida había visto.

Y luego está lo que sucedió en mi cuarto de baño: mi reflejo me habló. Podría haber culpado al alcohol, pero en ese momento no podía haber estado más consciente. Mi reflejo habló, sonrió, se movió por si solo y, para acabar ya completamente con mi cordura, dijo que era Luana, mi hermana.

No entiendo cómo eso puede ser posible.

¿Cómo otra persona puede tomar el control de mi cuerpo?

A menos que...

Me levanto con rapidez colocándome frente al espejo y levantando mi blusa hasta que mi tatuaje queda visible nuevamente.

"Un cuerpo, dos almas..." —mascullo, traduciendo lo que pone.

—¿Qué haces? —cuestiona Alexa.

—Joder. —¿Cómo no lo vi antes?

Vuelvo a sentarme frente a mi computadora apresuradamente. Abro Google y escribo en el buscador: "Doble Personalidad"

"El trastorno de identidad disociativo", también conocido como desorden de personalidad múltiple —comienzo a leer en voz alta lo que Google me da como resultado— es una enfermedad mental que se caracteriza por la existencia de dos o más personalidades en una persona..."

Recuerdo que el profesor Peterson ha mencionado esta enfermedad en varias clases, pero que aun no hemos dado en profundidad. Así que no conozco mucho sobre el tema. Mientras tanto, continúo leyendo lo que pone en internet.

"... Al menos dos de estas personalidades toman el control del comportamiento del individuo de forma rutinaria, y están asociadas también con un grado de pérdida de memoria más allá de la falta de memoria normal."

Dios mío. Esto está muy mal. Creo que debería ir al psicólogo realmente.

"Se cree que la causa se debe a un trauma infantil. En aproximadamente el 90% de los casos hay un historial de abuso en la infancia, mientras que otros casos están relacionados con problemas de salud durante la infancia"

Mis ojos se empañan y mi labio inferior comienza a temblar, trayéndome aquellos recuerdos. Mi padre me ha jodido la vida pero bien.

—Leah —habla Alexa, recordándome que no estoy sola en la habitación— ¿De qué hablas? ¿Trastorno de qué?

—Necesito estar sola. —mascullo de espaldas a ella.

—Pero... ¿qué te sucede? —insiste, siento sus pasos acercarse en mi dirección. Me muerdo el labio inferior conteniendo las lágrimas. No quiero que me vea llorar, no puedo explicarle el motivo.

—Solo... necesito pensar. Por favor.

Se queda en silencio por unos segundos. No me creo capaz de contener el llanto por más tiempo.

—¿Estás segura? —cuestiona e intenta verme el rostro, pero yo soy más rápida y la evito.

—Sí.

—Bueno... si necesitas algo, estaré en mi habitación. —murmura con lentitud, como esperando que la detenga. Pero no lo hago y dejo que se marche dejándome en completa soledad.

Corro hacia mi baño y exploto en lágrimas. Sé que estoy gritando, posiblemente Alexa y mis vecinos me escuchen, pero yo necesito desahogarme. Abro la ducha y me introduzco debajo del chorro, sin quitarme la ropa y dejando que el agua se mezcle con mis lágrimas.

Recuerdo la pistola que tenía en la mano cuando desperté. La escondí en la caja que me enviaron y la cual mantengo debajo de la cama. Estoy aterrorizada. No sé de dónde salió esa arma, no sé qué hizo Luana con ella, no sé por qué no recuerdo nada, no sé si realmente tengo TID, no sé nada y yo... necesito respuestas. O no, simplemente necesito borrarlo todo y volver a ser la Leah de antes. Sí, eso.

Me desvisto cuando las lágrimas se detienen y me baño apropiadamente. Cuando ya estoy vestida de nuevo con ropa nueva, agarro mis cosas y salgo a tomar un taxi. Ni siquiera pierdo tiempo en secarme el cabello, dejo que mis risos rubios se acoplen como ellos quieran.

Bajo del taxi casi que corriendo y esta vez no titubeo al tocar la puerta, estoy desesperada.

—¿Leah? —cuestiona el doctor cuando aparece del otro lado del umbral.

—Creo que aceptaré el tratamiento. —declaro— Pagaré lo que sea.

El doctor ladea la cabeza, curioso y me muestra una sonrisa de boca cerrada antes de hacerse a un lado para dejarme pasar.

—¿Y qué te hizo cambiar de opinión? —es lo primero que me pregunta cuando llegamos a su despacho.

—Estoy... agobiada. —confieso— Demasiado.

—¿Cuál es la razón?

—Hay muchas. De hecho, creo que todas se han puesto de acuerdo para joderme en estos momentos. No me dejan respirar.

—¿Cuál fue la que te trajo hasta aquí?

Cierro los ojos y tomo una respiración profunda. Debo decirlo.

—Mi... hermana.

—¿Tu hermana? ¿Es mayor o menor que tú?

—Mayor. —comienzo a jugar con mis dedos.

—¿Y qué te hizo tu hermana?

—Aparecer en mi cabeza cada vez que le da la gana.

El Dr. Hunter frunce el entrecejo.

—Tendrás que ser más detallista. —inquiere.

—Ella... —murmuro— Yo creo que... ella... —no sé cómo decirlo, las palabras se niegan a salir.

—Tómatelo con calma, Leah. Cuéntamelo cuando te sientas preparada.

—Estoy preparada. Por algo estoy aquí. —declaro, creo que para recordármelo a mí misma— Me parece... no, estoy casi segura que tengo Trastorno de Identidad Disociativo.

Baja la mirada y comienza a tomar notas en su agenda.

—Desde hace días estoy teniendo pérdidas de memoria. Escucho una voz en mi cabeza que no es la mía. Tengo visiones. Me despierto en lugares que no conozco, y personas que nunca he visto en mi vida me reconocen. —continúo— Y... anoche, mi reflejo me habló.

—¿Te habló?

—Sí. Me dijo que se llamaba Luana. —me estremezco al recordar aquel suceso— Y que era mi hermana.

—¿Tu hermana? —pregunta, esta vez con un tono de incredulidad.

—Sí, parecerá extraño pero yo sé qué es ella. Su voz, hasta su nombre, estoy segura que es ella.

—Pero... ¿Y tu hermana dónde está?

Bajo la cabeza y presiono las uñas en las palmas de mis manos.

—Ella está desaparecida. —confieso.

—¿Y crees que ella es tu otra personalidad?

—No lo creo. Lo sé. Tiene que ser ella.

Continúa anotando en su agenda mientras que yo comienzo a mover mi pierna con desespero.

—Bueno, lo primero que debemos haces es asegurarnos que tienes TID. Luego, si resulta ser cierto, remontarnos hacia tu pasado para buscar el pico del trauma o del suceso que te llevó hasta aquí. —comenta, acomodándose los espejuelos.— Y ya luego, eliminar esos recuerdos.

—¿Y cómo comenzamos?

—Debes saber que voy a escarbar en tu mente. —me informa cerrando la agenda en sus manos— Así que necesito estar seguro de que confías en mí para esto.

No confío en él, pero necesito esto. Necesito darme la oportunidad de vivir en paz.

—Confío. —él me sonríe.

—Bueno, te voy a pedir que te acomodes ahí dónde te encuentras. —me señala y yo hago lo que me pide.— Relájate y cierra los ojos.

<No hagas esto, Leah.>

Ya se había tardado en salir.

—¿Estás lista?

—Lo estoy.

—Levanta las manos. —ordena y yo le obedezco. Siento como las toma y las coloca boca arriba, con las suyas sobre las mías presionando hacia abajo.— Resiste.

Comienzo a empujar hacia arriba haciendo fuerza. Me esfuerzo lo suficiente mientras intento resistirme a que su fuerza me gane. Siento los músculos de mis brazos tensarse.

—Ahora solo te vas a concentrar en mi voz, pero sin dejar de resistir en ningún momento. Sigue el flujo de mis palabras. ¿Estás de acuerdo?

Asiento.

—Respóndeme con palabras. —inquiere.

—Estoy de acuerdo. —murmuro mientras sigo empujando.

—Ahora tu mente comienza a pensar y a relajarse. Uno. Dos. Tres. Cuatro...

Continúa contando y lo sigo hasta que después del diecinueve mi mente se queda en blanco, incluso me parece que he dejado de ejercer fuerza con mis manos. Me siento débil.

—Quiero que pienses en alguien más. Alguien que se parezca a ti, pero que no seas tú. —masculla— Quiero que te concentres en ella y que dejes que tome el control del momento. ¿Ya está ahí.

Intento responderle que no, que sigo aquí, pero mis labios no responden a mis órdenes.

—Sí. —escuchar mi voz, sin ser yo quién esté hablando deja una sensación incómoda en mi pecho.

—¿Cómo te llamas? —pregunta.

—Luana.

<¿Qué está pasando? Yo soy Leah, no Luana.>

—Buenas, Luana. Bienvenida a la sesión. —declara el Dr. Hunter y siento como mis comisuras se elevan.

—Vete a la mierda.

—Se respetuosa, Luana. Tú debes hacerme caso y relajarte como hizo Leah.

Mis manos, las cuales no me había percatado que estaban a mis costados, se mueven por sí solas y mis dedos comienzan a tronarse.

—Lo que digas. —siento la resistencia en mi voz, o la suya, ya no estoy segura.

—Y ahora tu mente comienza a pensar. —el tono de sus palabras se vuelven más ligero— Piensa en lo último que hiciste. Concéntrate en ello.

—Llegué a mi apartamento. Subí las escaleras hasta mi habitación. Me cambié de ropa... —detiene sus palabras por unos segundos.

—¿Y qué más?

—Guardé el cúter debajo de la almohada y dejé la pistola en mi mano mientras me recostaba en la cama para que mi hermana la viera cuando se despertara y se llevara un susto de muerte.

Siento mi cuerpo mojado, como si acabara de salir de una ducha y no me hubiera secado. Las gotas comienzan a recorrer mi piel hasta el punto de que se me hace incómodo.

—¿Por qué querrías hacerle eso a tu hermana?

—Porque ella... —se está resistiendo, lo estoy sintiendo— Ella es... débil.

<No lo soy. Yo no soy débil. No lo soy. No.>

—Y me gusta provocarla. —vuelvo a sonreír.

—¿Qué hiciste con la pistola, Luana? —mi corazón está martillando en mi pecho con rapidez.

—Yo le disparé a...

En ese momento mi teléfono comienza a sonar y abro los ojos como si me acabara de despertar de una pesadilla. Tomo una respiración profunda. Mi pecho sube y baja con pesadez.

—Lo siento. —cuelgo la llamada sin ver muy bien al remitente.— Lamento haber interrumpido la sesión. —aún me siento sobresaltada.

—No te preocupes. Creo que por hoy ya hicimos suficiente. —comenta con una leve sonrisa.

—Solo fueron quince minutos, no creo que hayamos logrado nada. —niego con la cabeza.

—Leah. —habla y conecto mis ojos con los suyos— Llevamos más de una hora en la sesión.

Mis ojos se abren con sorpresa.

—¿Cómo? —agarro mi teléfono nuevamente y me percato de que es cierto. Llevo una hora y veinte minutos aquí.

La llamada perdida de Erwan me recuerda que tenía que estar hacía cinco minutos en la universidad para exponer el dichoso proyecto y yo... voy a llegar muy tarde.

—Lo siento, Dr. Pero debo irme. —me levanto apresuradamente— Con respecto al pago...

—No te preocupes, en la próxima sesión me pagas. ¿Me dejas tu número? —asiento y escribo mi teléfono en un posit, dándoselo.

—Muchas gracias por todo. —declaro, sintiéndolo realmente.

—Nos vemos pronto, Leah.

Me despido con una sonrisa y corro hacia el taxi que pedí antes de salir. Llamo a Erwan cuando estoy en el vehículo, avisándole que estaré allí en unos minutos. Por su voz intuyo que está un poco molesto.

Mi mente viaja hacia la sesión que acabo de tener. Escuché hablar a Luana, supe lo que hizo la noche anterior. Me parece aterrador todo lo que me está pasando y lo que sucedió mientras estuve hipnotizada. Era horrible querer hablar y no poder. Se sentía raro tener a otra persona hablando por mí.

<No hagas eso de nuevo, Leah. No te lo perdonaré. Eso es invasión de privacidad.>

Perdóname, pero tú invadiste mi cuerpo primero. Es mío y tú has hecho lo que te ha dado la gana con él.

Con el pasar del tiempo me he acostumbrado a tenerla a ella en mi cabeza. No puedo creer que incluso le esté hablando. Quiero sacarla y que desaparezca. Ya tengo suficiente con mis pensamientos.

En cuanto me bajo del taxi, corro en dirección al salón de conferencias. Parece que estas últimas semanas me las he pasado corriendo de un lado hacia otro, estresada y con un nivel de agobio elevado. Mi cabello ya se encuentra casi seco y no dudo que esté hecho una maraña ya que nunca pensé demorarme tanto con el psicólogo.

—¡Aquí estoy! —exclamo al entrar el salón con falta de aire. El profesor se quita los lentes para mirarme y Erwan niega con la cabeza desde donde está sentado en primera fila.

—Me alegra que se tome la puntualidad muy a pecho —inquiere mi profesor de Historia— pero no tenía que correr cuando aun faltan quince minutos para que comience vuestra exposición.

—¿Perdón? Pero si comenzaba hace...

Erwan deja escapar una carcajada y llevo mi mirada hacia él. El brillo malicioso en sus ojos provoca que entreabra los labios con cierta indignación.

Me ha engañado el muy imbécil.

—Puede sentarse junto a su compañero. —ordena y yo me muevo hacia dónde me indicó mientras fulmino con la mirada a mi supuesto "compañero".

—Te odio. —gruño cuando me dejo caer a su lado.

—Me amas, rubia. Lo sabes. —masculla acercándose a mi oído. Mis pelos se ponen de puntas por su aliento tan cerca de mí.

—Espacio personal, pelirrojo.

—Pero si te encanta que invada tu espacio personal.

—Creo que tienes un ligero desorden psicológico para entender lo que te dicen.

—Solo contigo. —me sonríe. Giro la cabeza en la dirección contrario cuando percibo el calor en mis mejillas.

✘⛓✘

Para nuestra sorpresa, hicimos un trabajo tan bueno que tenemos el resto de la asignatura convalidada. ¡Adiós exámenes finales! En estos momentos agradezco el momento en que Erwan me metió en ese trabajo extra-clases que me acaba de exiliar de una asignatura.

Aún no me creo la suerte que he tenido.

—Por haber terminado con la insufrible de Literatura. —exclamo al levantar el vaso cristal que contiene Caipiriña.

—Por nosotros. —declara Erwan al chocar su vaso con el mío.

El líquido baja por mi garganta con facilidad. El pelirrojo me invitó a un bar que queda cerca de mi apartamento para celebrar el reciente acontecimiento. Decidí aceptar porque realmente estaba desbordando felicidad por mis poros y necesitaba un poco de diversión para despejar la mente.

—No te imaginas el peso que me he quitado de encima.

—¿A qué ahora ya no estás tan molesta por haberte engañado con la hora de la exposición? —cuestiona con diversión.

Entrecierro los ojos haciéndome la interesante pero al final sonrío.

—Te salvas que en estos momentos no quiero que nada rompa mi felicidad.

—¿Ya le contaste a tu chico? —me pregunta luego de darse un trago y mirar en otra dirección.

—¿A qué chico? —le sostengo la mirada por unos segundos con el ceño fruncido hasta que caigo— Ah, te refieres a Max. Y no, no le he dicho nada.

—Me sorprende.

—¿Por qué?

—Porque es tu novio y se supone que debería ser el primero en enterarse por ti de cosas como estas.

<El término de "novio", creo que ya está descartado.>

—En estos momentos no. —murmuro para luego llevarme el vaso a los labios.

—¿Y eso por qué? —eleva una de las comisuras de sus labios— ¿Hay problemas en el cielo?

—Mmm... digamos que algo ha cambiado y no quiero hablar más del tema.

Erwan respeta mi decisión y pasamos los próximos minutos jugando al yo nunca entre nosotros dos. Descubro o, mejor dicho confirmo, que mi vida sexual con Max era súper aburrida, Erwan ha hecho algunas cosas que en mi vida hubiera pensado que se podían siquiera hacer.

Cada vez que él se lleva el vaso a los labios como respuesta del yo nunca, mi mente fantasea con ser la chica con la que ha experimentado todo aquello. Joder, hasta sexo en una moto en movimiento. ¿Quién demonios hace eso sin irse de bruces contra el asfalto? Pero imaginarme en aquella posición, delante de él con el cuerpo inclinado hacia delante, mi saya levantada y sin bragas, mientras él me...

—¿Leah? —el chasquido de los dedos de Erwan me devuelve a la realidad y siento mi rostro y mis orejas calientes. Debo de estar más roja que un tomate, pero el alcohol en mi organismo me impide sentir vergüenza.— ¿En qué pensabas?

Me encojo de hombros con una sonrisita plasmada en mis labios.

—Nada importante. —niego con la cabeza y casi que me caigo del taburete. Erwan se acerca rápidamente a mí y me sostiene de los brazos.

—Ya estás borracha.

—No estoy borracha. —aclaro— Solo tengo ese mareíto rico que me lleva a otra dimensión.

—¿Quieres salir a tomar aire o que te traiga...?

—Me apetece bailar. —me levanto del taburete y lo agarro del brazo arrastrándolo hasta la pista de baile.

La banda en vivo está tocando una canción movida. En cuanto estoy en mi posición, me pongo a saltar y a moverme como una desquiciada. No veo al pelirrojo porque tengo los ojos cerrados, pero siento su mirada sobre mí.

La canción cambia a una más sensual, detengo mis movimientos bruscos y me dedico a mover las caderas de un lado a otro recorriendo mis curvas con las manos y moviendo el cuello lentamente. Sé que me está mirando y por ello me toco mis pechos por sobre la ropa, sintiéndome como una rebelde. No tarda mucho en tomarme por sorpresa y agarrarme de la cintura hasta juntar nuestros cuerpos. Abro los ojos y el color esmeralda en sus ojos me parece exquisito en estos momentos.

—Nunca había conocido a nadie como tú, rubia. —murmura con un tono ronco en su voz que nunca antes había escuchado.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello siendo guiada por las sensaciones. Sus manos sobre mis caderas lo llevan a moverse a la par de ellas con nuestras respiraciones entrelazándose. Estamos bailando en un bar que está abarrotado de personas, y para mí solo estamos él y yo con la música de fondo.

Trago en seco al visualizar como se moja los labios.

—No puedo hacerlo. —mascullo sin apartar la vista de su boca.

—¿Por qué? —no hace falta decirnos sobre qué estamos hablando, ya que nuestras acciones hablan por sí solas.

—Porque... me gusta nuestra amistad.

—Pero también te gustaría besarme, ¿cierto? —pregunta y dejo escapar un suspiro profundo.

—Cierto.

Nos acercamos tanto que creo sentir la textura de sus labios. Mi corazón parece una locomotora. Sin embargo, comienza a sonar la alarma contra incendios y el local se vuelve un caos en segundos.

—¡FUEGO! —gritan algunos para alertar a los demás.

Veo las llamas salir por la puerta detrás del mostrador, el mesero salta la barra y corre hacia la salida, las personas se acumulan en la puerta para poder salir, el humo inunda la habitación en segundos y, en el momento en que intento salir de aquel lugar, Erwan me agarra del brazo devolviéndome hacia él, provocando que nuestros pechos choquen.

—¿Qué haces?

Su respuesta no lleva palabras más que hechos, acciones. Acuna sus manos en mi rostro y lleva sus labios hacia los míos quitándome un peso tortuoso en el pecho.

Con el fuego de fondo, el caos a nuestro alrededor y el humo invadiendo el aire, Erwan y yo nos estamos besando.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Hoy ha sido el día más feliz de mi vida. ¡Acabo de ver "Los chicos que no pude matar" en físico y estoy que lloror brillitos.

¿Se imaginan algún día la saga completa en físico? ¿Se imaginan este libro en físico? Sería un sueño.

Pero bueno, a lo que vamos, ¿qué les pareció el capítulo de hoy?

¡Hubo beso! AHHHHHHHHH *grito fangirl*

No lo subí el martes porque se me pasó, pero aquí está hoy.

Me despido que tengo que estudiar 7v7 Muasss

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