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XII. DONDE LOS BUENOS VAN A MORIR

CAPÍTULO DOCE: DONDE LOS BUENOS VAN A MORIR.


      Después de una difícil noche para dormir y muchas amenazas a Fred y George que si no la llevaban de vuelta al departamento iba a renunciar, Nova pasó el día de Navidad en la tienda. Fred pareció sentir que ella estaba hablando en serio (incluso aunque no tendría hogar donde quedarse, pero no dudaba que ella lidiaría con ese detalle luego) y le dijo a Molly que Nova no se sentía bien y tuvo que llevarla a casa. Justo antes de que desaparecieran, Weasley le envió una mirada que ella no se esforzó por descifrar, y entonces el mundo se volvió un borrón.

      Fred regresó a la Madriguera para el almuerzo navideño, pero Nova estaba contenta con estar sola en la tienda. Barrió, trapeó, y desenpolvó. Los gemelos estarían estáticos cuando volvieran, mayormente porque ellos eran demasiado vagos como para hacerlo ellos mismos. Ella y Verity normalmente se encargaban de la limpieza. Cuando terminó, sin embargo, se percató que solo había desperdiciado dos horas y se lanzó al asiento detrás de la caja registradora con frustración, colocando sus codos sobre la mesada y su barbilla en sus manos.

      No tenía dudas que pasar el día con los Weasleys hubiera sido magnífico. Molly le había dado un poco de té y sopa para llevar con ella, e incluso le tejió un sweater, éste de un hermoso color rosado con una brillante 'N' naranja en el frente. Había estado un poco avergonzada por darle el mismo regalo que el año anterior, pero Molly no sabría lo mucho que significaba para Nova. Por lo que le dio a la matriarca Weasley el abrazo más grande que podía dar y expresó lo mucho que lo amaba.

      Pero no pudo enfrentar a Ron. No después de lo sucedido la noche anterior. Después de todo lo que confesó.

      Él simplemente no se había dado cuenta. Tuvo tiempo para pensar sobre la ruptura. Tuvo tiempo para enamorarse de alguien más. Cuando terminó con ella... ella estaba completamente enamorada. Tuvo que entrenarse para superarlo. No podía imaginarse salir con alguien más como él estaba haciéndolo con Lavender.

      Más tarde ese mismo día, cuando ya había comido algo de la comida que Molly le dio y había hecho un poco del inventario, vio la lechuza de Blaise fuera de la puerta de la tienda. Rápidamente lo dejó entrar, dándole un par de recompensas que Fred y George siempre tenían en el mostrador para darle a las lechuzas. Él se quedó sobre la caja registradora, pacientemente esperando a que Nova le diera su respuesta para llevarle a Blaise.


Nova,
Feliz Navidad. Es raro no estar contigo. Es la primer Navidad que no pasamos juntos. Me estoy quedando con Blaise y su familia. Los Malfoy ya no pueden recibirme. Hay... cosas que Draco y yo debemos hacer. Hablando de Draco, estoy preocupado. No está actuando como él. Blaise dice hola, y te manda su amor. 

            – T.


      Theo había dejado de firmar con su nombre completo en el par de cartas que había tenido tiempo para enviar. Era más sencillo, decía él, para que ella negara que fueran de él en caso que fueran interceptadas. Le instruyó que quemara cada carta que recibía, pero ella lo hacía con una sensación de entumecimiento en su interior. Debería guardar sus cartas, sostenerlas cercas. Pasó sus dedos por sobre las palabras, siguiendo el trazo del nombre de Draco con un pesado suspiro escapando de sus labios.

      Draco. ¿Qué iba a hacer con él? ¿Cómo podía convencerlo que ésta no era la forma correcta? Que había sido llevado por el mal camino, justo como Theo.

      ¿Pero siquiera podía decirle que no al Señor Oscuro?

      La lechuza de Blaise pestañeó expectante —. Está bien—, le dijo suavemente, acariciando sus plumas —. Puedes volver. Puedo tomar prestada una lechuza en caso que responda.

      Pareció entenderla, ya que ululó suavemente y voló hacia la puerta, aterrizando sobre la escalera y esperando a que ella le abriera la puerta para salir a la tarde soleada. Ella lo observó por un par de momentos. Había menos gente en Diagon Alley que lo que solía haber, pero la cantidad solo había aminorado y aminorado. Posters del Ministerio de Magia cubrían casi todas las ventanas que no estaban entabladas, y las personas avanzaban rápidamente por las calles porque no querían permanecer mucho tiempo allí. Diagon Alley lucía sombrío, algo que nunca creyó que podría pasar.

      Una madre tomó a sus hijos de las manos, sosteniéndolos con fuerza al llevarlos al Zoológico Mágico. En un día normal, Nova asumió que la madre llevaría a la heladería de Fortescue, pero ya hacía mucho que estaba cerrada y entablada. Había un hombre con una gorra, erguido mientras se dirigía la oficina del Profeta. Y entonces había un adolescente de pelo muy claro, mirando las tiendas antes de abrir la puerta de Libros Obscurus.

      Nova se sorprendió cuando se percató que era el chico sobre el que había estado pensando.

      Sin pensarlo, cerró la tienda y se apuró para ir tras Draco, sin importarle que la gente en la calle la miraron como si estuviera loca. Dejó que sus pies la llevaran hasta la biblioteca, pasando a través de las tiendas cerradas. Obscurus era una de las que seguía abierta, pero incluso así, habían cambiado sus horas de apertura y solo abrían ciertos días. Un horario que Draco había memorizado.

      Ella llegó a la tienda con la gracia de un hipógrifo. Pero captó la atención de Draco.

      — ¿Nova?—, preguntó, sin poder creerlo —. ¿Qué haces aquí?

      Ella enganchó su pulgar en su espalda —. Estaba en la tienda. Te vi.

      Su rostro se oscureció —. Ah. Veo que sigues tomando en serio ese trabajo rídiculo de guardaespaldas, entonces.

      Nova le disparó una mirada —. Quería asegurarme que estás bien. La última vez que hablamos no quedamos en muy buenos términos que digamos.

      —Sí, ¡porque te estás metiendo en asuntos que no deberías!—, regañó, enojado. Ajustó su corbato, como si lo estuviera ahorcando.

      — ¡Porque estoy intentando ayudarte! Así que cierra la jodida boca y dime qué libro necesitas así podemos irnos y hablar como gente normal.

      Sus hombros se derrumbaron, como si alguien le hubiera quitado su enfado —. Es un libro sobre Armarios Evanescentes y sus hechizos. Sé útil y búscalo, entonces.

      Si no se hubiera dado la vuelta, hubiera notado el rostro indignado de ella. Aparentemente, volverse un Mortífago no había contribuido a mejorar su humor. Ella no esperaba que fuera así, pero aún estaba ofreciendo su ayuda. Él podría haber sido un poco más amable.

      Se lo dejó pasar porque, si ella estuviera en su situación, tampoco sería la personas más gentil.

      Ambos inspeccionaron las repisas de libros. Habían centenares de objetos mágicos, pero cada vez que Nova miraba el índex e intentaba encontrar Armarios Evanescentes, no había ninguna mención de ellos. Draco lucía más y más frustrado cada vez que ella lo miraba, tirando de su corbata y sudor cubriendo su frente. Se preguntó si tenía una fecha límite para ayudar al Señor Oscuro. ¿Debería ella seguir con la tarea de buscar el libro para que él no cayera más en el lado oscuro? ¿O eso terminaría en su caída definitiva?

      —Vi a tu padre ayer—, dijo él de repente. Nova dejó de girar las páginas de su libro y observó las palabras escritas, mezclándose al no poder enfocarse en ellas —. Visitamos Azkaban. Padre va... recibirá el Beso del Dementor en Junio. Tres días después de mi cumpleaños.

      Su corazón se rompió en su pecho. El daño era demasiado entre ella y su propio padre para que lo lamentara, pero Draco... sabía que había poco que Draco admirara más que Lucius, sin importar lo mal dirigido que estuviera ese respeto. Y ningún chico de diecisiete años debería tener que enterrar a su padre después de cumplir la mayoría de edad. Eso era algo que debería ser celebrado —. Lo lamento, Draco.

      —Tu padre también recibirá el beso—, ella lo había esperado. Edgar Nott no sería perdonado por sus acciones en el Ministerio, igual que Lucias Malfoy. Draco tomó un libro y preguntó despreocupadamente —. ¿Estarás de luto?

      ¿Estaría de luto? Él sabía la respuesta, pero tal vez sentía que necesitaba volver a escucharla para confirmar lo que ya sospechaba. Ella volvió a colocar el libro en la repisa, sabiendo que no encontraría nada sobre los Armarios en ese tomo en particular —. No—, susurró, sacudiendo la cabeza —. No como tú.

      Él resopló por la nariz, cerrando el libro que sostenía agresivamente —. Por supuesto que no. Olvidé con quién estoy hablando. A quién le eres leal.

      —Mi lealtad ciertamente no está del lado de un hombre que lastimó a Theo. Que me lastimó a  mí. Lamento no poder ofrecer más que eso, pero me rehuzo a sentirme culpable por algo que no puedo evitar—, aún, ella tomó sus manos. Él la giró, entrelanzando sus dedos y mirando sus manos como si no pudiera creerlo. Aquí estaba Nova Nott, sosteniendo su mano, algo que él hbía deseado durante los casi diecisiete años en los que la había conocido. Pero... ésta vez no fue suficiente. Él dejó caer su mano, viéndola removerse incómoda ante su rechazo —. Lamento tu sufrimiento.

      Todo lo que él pudo ofrecer fue un engocimiento de hombros —. Lo superaré. Siempre lo hago. El Señor Oscuro me necesita ahora. Mi padre no puede ayudar desde prisión. Ahora depende de mí.

      —Ojalá no fueras tan elocuente cuando hablas de tu propia vida, Draco. Hay tanto más allá fuera para ti. Tanta luz.

      El gesto en su rostro le advirtió a ella que él estaba a punto de decir algo cruel. No obstante, nada podría haberla preparado para sus palabras. Nunca las había usado con ella. Sus insultos siempre habían estado bien, algo que podía perdonar y olvidar porque sabía que él estaba sufriendo y estresado. Pero estas palabras... Nova sabía que no podría perdonar y olvidar —. ¿Luz? ¿Qué? ¿Como ver a la Comadreja besar a alguien más cada día mientras tú languideces como una ninfa inútil? Eso no es más, Nova. Es menos. Con el Señor Oscuro, puedo ser poderoso. Tú solo continuarás sintiendote no deseada.

      Hubo silencio entre ellos. Ella, esperando a que él retractara sus palabras. Él, esperando su respuesta. Cuando fue obvio que ninguna opción sucedería, Nova intentó evitar que sus labios temblaran. Nunca antes Draco la había lastimado de esta forma. Nunca lo había creído capaz.

      —Felicitaciones, Draco—, habló suavemente, su voz apenas un susurro. Él la observó con una mirada ardúa, una que nunca había estado allí cuando la miraba. Ella la había tomado por sentado, la forma en que solía mirarla. La forma en que él había creído en su juicio y su amistad (o lo más cercano a una amistad como ella podía dar) —. Finalmente lo lograste. Rompiste mi corazón como yo rompí el tuyo.

      —No puedo romper algo que no está allí, Nova.

      Ese fue el último clavo en el ataúd. Su cuerpo se sentía fatigado, como si estuviera a punto de caerse con la más ligera de las brisas. Todas las emociones que había sentido la noche anterior, ver a Ron tan feliz con su familia pero ella aún sintiéndose tan desconsolada. Ver a Bill y Fleur tan enamorados, ver a los gemelos darle sonrisas corajudas porque no sabían lo mucho que ella estaba sufriendo. Escuchar a Harry cuestionar su lealtad y ella incapaz de decirle la verdad. Claro, había peleado en el Ministerio con él, ¿pero qué estaba haciendo ahora? Ayudando a Draco Malfoy a completar una tarea para la misma persona que estaba intentando acabar con la vida de Harry.

      Se giró y salió de Obscurus, la puerta cerrándose gentilmente detrás de ella.



      Un par de días después de Año Nuevo, en el que Fred y George soltaron sus espectaculares fuegos artíciales para el interior que Verity y Nova disfrutaron, Nova regresó a Hogwarts. La escuela había colocado un canal Floo seguro para que los estudiantes volvieran, pero llevó a los Slytherin a la oficina de Snape, que era la única desventaja. Cuando tomó el polvo Floo y se despidió de los gemelos y Verity, Fred gritó algo alrededor de las líneas "¡saluda de nuestra parte al grasiento de Snape!" antes que ella dejara caer el polvo. Llegó a la oficina de Snape riendo.

      —Señorita Nott—, dijo él, dándole una mirada con aburrimiento —. Confió en que su receso fue bueno.

      Ella se encogió de hombros. Después de un desastroso día con Draco, buscando libros sobre Armarios, no había salido mucho del departamento —. Estuvo bien.

      Él simplemente asintió, sin molestarse en ofrecerle más palabras. Ella se fue, feliz de alejarse.

      Theo estaba esperando detrás de una de las estatuas, sonriendo tan pronto como la vio —. ¡Nova!—, exclamó en un susurro. En segundos, ella fue envuelta entre sus brazos, y él la levantó del suelo. Ella apenas pudo contener el grito de protesta que soltó antes de volver a aterrizar en el suelo —. ¿Cómo estuvo Navidad?—, inquirió él, esquivando el golpe que ella envió en su dirección.

      —Con los gemelos. ¿La tuya? Tengo tu regalo en mi baúl—, Nova había decidido comprarle muchos libros sobre Enfermería. Ya no sabía si era una posibilidad que se convirtiera en Curandero, pero estaría maldita si no lo animaba a seguir sus sueños —. ¿Cómo estuvo Blaise?

      Nunca había visto a su hermano tan colorado como cuando mencionaba a Blaise —. Blaise estuvo encantador. Y Navidad estuvo bien. ¿Recibiste mi carta?—, ante su asentimiento, él frunció el ceño —. Draco está raro, Nova.

      —Lo sé. Lo encontré en Diagon Alley y él básicamente me dijo que soy una inútil—, las palabras aún dolían. Curiosas eran las noches en que no pensaba en lo que Draco dijo en Obscurus. Parecía ser lo único en lo que pensaba, corriendo por su mente.

      Theo se tornó feroz —. Lo mataré. El estúpido imbécil me está provocando.

      —No lo mates por mí. ¿Qué es esto que tú y Draco tienen que hacer? ¿Es...?—, vaciló, dándole una mirada significativa. Él descifraría qué quería decir. ¿Era una tarea para el Señor Oscuro?

      Él asintió, sombrío —. No puedo decirte mucho. Se suponía que Draco encontraría libros sobre ello en el receso.

      —Lo sé. Armarios Evanescentes. Lo ayudé a buscar.

      Theo la miró con los ojos abiertos —. ¿Qué? No, Nova. No quiero que nos ayudes con nada. Ya es malo que estemos involucrados en esto, no quiero que tú también lo estés.

      —Eres mi mellizo, Theo. Estoy involucrada.

      Sus manos se aferraron a sus hombros —. Pero Nova... tienes la opción. Quiero que la tengas. Eres amiga de Potter y sus amigos Gryffindors. No me agradan, pero a ti sí. Has hecho más amigos este año que lo que te vi hacer antes, y estoy feliz por eso. No quiero que lo arruines por Draco. Y especialmente no por mí.

      Él simplemente no entendía. Sí, era amiga de Potter y varios Gryffindors. Sí, había estado enamorada de Ron Weasley y vivía con los gemelos. Pero la única persona que tenía por la que arruinarse era Theo. Él era el único que le quedaba, por quien sacrificaría su felicidad. Y si ayudar a Theo y Draco era beneficioso para Dumbledore, como él dijo que lo era, entonces eso era lo que tenía que hacer. Era la opción más desinteresada y egoísta que había hecho —. Theo—, dijo seriamente, colocando sus manos sobre las de él —. Voy a hacerlo. Te elijo a ti. No lo hice la última vez, y no te hablé por meses. Voy a ayudar, si me necesitas. No me asociaré con los Mortífagos, pero puedo alivianar tu carga, lo haré.

      Era el último clavo. Justo como las palabras de Draco habían cementado su relación para el cambio permanente, estas palabras cementaron que Nova ya no era verdaderamente buena, como se había esforzado por serlo el año anterior. Ayudaría a Theo en lo que sea que necesitara. Si había habido alguna oportunidad para que Harry y sus amigos volvieran a verla como antes, ya estaba acabada. Tal vez era lo mejor. Tal vez Remus Lupin había estado equivocado. Sirius Black había dejado su maldad atrás, pero tal vez ella no podía. Tal vez esto era lo que se suponía que hiciera.

      Theo sacudió la cabeza —. Él... él no volverá a amarte si haces esto. Lo sabes, ¿no?

      Ella sabía que ya no hablaban de Draco. Las palabras se sentían vacías en su cuerpo —. Lo sé—, susurró —. Lo sé. Pero él no volverá a amarme de todas formas. No puedo seguir esperando por algo que no sucederá.

      Antes que Theo pudiera responder, otro estudiante de Slytherin salió de la oficina de Snape, acabando de llegar. Era alguien de tercer año que Nova no reconoció, pero él los miró a ambos extrañado por estar allí antes de seguir con su camino. Fue un recordatorio para los mellizos Nott que el pasillo probablemente no era el mejor lugar para tener esta conversación. Theo gesticuló con su cabeza en la dirección de la Sala Común —. Ve. Iré en un rato.

      —Bueno—, ella apretó su mano antes de tomar su baúl y dirigirse a la Sala Común. Daphne y Astoria estaban sentadas en uno de los sofás cuando Nova entró, y su avistaje fue tan bienvenido que el aire casi abandonó los pulmones de Nova.

      — ¡Nova!—, Astoria gritó, saltando del sofá y corriendo a donde Nova estaba de pie —. Espero que hayas tenido un buen receso de Navidad. Terminé de leer ese libro del dragón, así que Daphne lo puso en tu dormitorio para que lo tomes prestado. Oh, ¿y viste a Blaise en el receso? Apuesto que lució súper apuesto en cualquier abrigo de Navidad que uso. Creo que el marrón le queda genial, ¿no estás de acuerdo?

      —Déjala respirar, Stori—, Daphne rodó los ojos. Lucía más contenta que lo que había estado últimamente. Tal vez finalmente estaba comenzando a superar su ruptura con Theo —. Es bueno verte, Nova. Stori y yo trajimos un poco de torta casera de arándanos y café. El elfo doméstico es conocido por esta receta.

      —Aunque ten cuidado cuando la comas. Irá directamente a tu trasero.

      — ¡Stori!

      Nova no creyó que sería posible después de su conversación con Theo, pero una carcajada escapó de sus labios —. Seré cuidadosa, entonces. Mi receso estuvo bien. Tranquilo. ¿Cómo estuvo el suyo?

      Daphne se encogió de hombros —. Estuvo bien. Tranquilo, como el tuyo.

      Astoria rodó lo sojos, luciendo tan similar a su hermana en ese momento que Nova tuvo que pestañear ante la sorpresa —. Bueno, a pesar de lo fascinante que es esta conversación, debo ir a la biblioteca. Le pedí a Madam Pince que me consiguiera el segundo libro de la serie de dragones y lo hizo.

      Los ojos de Nova se abrieron —. ¿Madam Pince hizo algo bueno por alguien?

      —Le agrado. ¡Me voy!

      Como un hechizo saliendo disparado de una varita, Astoria se marchó. Nova y Daphne solo la observaron.



      Si había algo que le gustaba hacer a Astoria Greengrass, era leer.

      Se suponía que los Ravenclaws eran los amantes de los libros, pero Astoria creía que eso era una completa farsa. Solo porque era una Slytherin, no significaba que repelía a los libros. Los Gryffindors tal vez sí, ¿pero los Slytherins? Eran tan inteligentes como los Ravenclaws. Claro, no podía descifrar las contraseñas de su Sala Común porque ese estúpido picaporte siempre le daba los acertijos más difíciles, pero tenía buenas notas.

      Y le agradaba lo suficiente a Madam Pince como para ordenar el segundo libro en la serie de dragones. Eso debía contar en algo.

      La Slytherin de quinto año se encontraba en la biblioteca, saludando a Madam Pince con una amigable sonrisa al acercarse a su escritorio —. ¡Buenas noches! ¿Cómo estuvo el receso?

      Madam Pince le dio una sonrisa minúscula, que se sintió como el mayor de los honores —. Encantadoras. Conseguí el libro que querías. ¿Quieres llevartelo ahora o mirarás más?

      —Voy a mirar un rato. Dudo que hayan estudiantes buscando libros en su primer día de vuelta, así que tendré todo para mí.

      —Creo que solo hay otro estudiante, pero ha estado aquí por una hora, así que imagino que ya está por irse.

      Astoria le dio a Madam Pince una enorme sonrisa y se dirigió a la primer pila de libros. Esta era su rutina. Primero, recorría el pasillo de no-ficción. Normalmente le gustaban más los libros de ficción, pero aún le gustaba mirar porque su madre siempre le decía que era excelente leer muchas cosas. Llegó al área, gentilmente pasando sus dedos por sobre algunos de los títulos antes de encontrar uno sobre ítems mágicos. Lucía interesante. Se colocó en la punta de sus pies para alcanzarlo, pero una mano pálido se disparó y le ganó en velocidad, siendo un poco bruto al tomar el libro desde el extremo.

      —Será mejor que trates a los libros con más respeto—, dijo ella enojada, colocando sus manos sobre su cadera. Fue solo entonces que se percató que le estaba hablando a Draco Malfoy, quien siseó en su dirección.

      —Voy a hacer lo quiera, Greengrass.

      Eso fue simplemente grosero. Ella le quitó el libro, siendo bastante hipócrita porque lo tomó con tanta fuerza como él lo había hecho, pero nadie le hablaba así —. Tal vez con tus cosas, pero no con los libros de biblioteca—, olfateó odiosamente, dándole una pequeña mirada —. Luces como el que siempre rompe los lomos de los libros.

      —Esta conversación es casi tan inútil como tú. Dame el libro.

      Normalmente, que alguien la llamra inútil la haría llorar, pero ya estaba acostumbrada a esta actitud por parte de Draco Malfoy. Por la mayor parte, él la ignoraba, ya que era un año menor que él y no interactuaba mucho con ella. Aún así, su reputaicón era conocida por todos en la escuela —. Wow, qué insulto tan original. No debes de leer mucho si eso es lo único que se te ocurre. Tal vez necesitas este libro más que yo.

      Su boca cayó abierta, como si no pudiera creer que una Slytherin inferior de quinto año como ella le estuviera hablando así.

      —Estaré feliz de devolverte el libro si prometes tratarlo con respeto. Los libros tienen vida, ¿sabes? Son así de mágicos.

      —Todo en este jodido castillo es mágico—, replicó él. Aún, estiró su mano con gentileza hacia el libro. Ella lo observó por un par de momentos antes de decidir que no iba a tratarlo mal y se lo dio. Él lo abrió y escaneó el index posterior, gruñendo y cerrándolo cuando no encontró lo que buscaba —. Claro que no está aquí. Nunca lo está.

      — ¿Qué estás buscando?—, ella no pudo evitar preguntar. Le había interesado. Nunca había visto a Draco Malfoy cerca de la vecindad de la biblioteca, y ahora de repente estaba recorriendo las repisas como si su vida dependiera de ello.

      —No es de tu incumbencia, Greengrass.

      Ella alzó las manos —. Merlín, Malfoy, ¡estoy intentando ayudarte!

      —No puedes ayudarme.

      —Inténtalo—, volvió a poner sus manos sobre su cadera, dándole una mueca de la que una madre estaría orgullosa.

      Él suspiró, pasando una mano por su caebllo —. Estoy buscando información sobre Armarios Evanescentes y qué hechizos defensivos rechazan.

      —Oh, eso es fácil—, ella tomó el libro que él sostenía y lo volvió a colocar en su lugar —. Sígueme—, lo dirigió fuera de la sección de no-ficción y dentro de la sección de ficción, sus ojos y dedos escaneando las repisas.

      — ¿Por qué estamos en la jodida sección de ficción? No tengo tiempo para jugar, Greengrass.

      —Shh. Hablas demasiado—, encontrando el libro que buscaba, lo deslizó fuera de su lugar —. Aquí está. Es un libro de ficción, pero el personaje lidia con un Armario Evanescente y la información es muy precisa. Aunque no me acuerdo del capítulo, así o leelo todo o haz un hechizo buscador.

      Él observó el libro. Era una cosa fea, con un mago en la tapa. Debatió arrojarlo para enojarla, pero si realmente tenía información sobre Armarios Evanescentes, debía intentarlo.

      —Un gracias sería lindo. Solo digo.

      Él le disparó una mirada tan fría que debería haberla dejado congelada justo donde estaba. Pero ella simplemente pestañeó, esperando pacientemente.

      —Lo aprecio—, gruñió después de un par de momentos. Los ojos grandes de ella que lo observaban comenzaban a molestarlo.

      —Supongo que eso es lo mejor que tendré. De nada, Draco Malfoy.

      Con eso, se giró sobre sus talones. Tenía una sección de no-ficción que investigar.

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