V. CONEXIÓN DE GEMELOS.
CAPÍTULO CINCO:
CONEXIÓN DE GEMELOS.
Lo curioso de ver a tu madre muerta era que no podías respirar. Nova creyó que sería más sencillo hacerlo, sabiendo que su madre estaba justo allí, en la habitación, con ella. Sin embargo, sentía que le faltaba la respiración mientras observaba su reflejo en la foto, acariciando suavemente la rosa con sus dedos. Seguía tarareando, y Nova reconoció el tono de una canción que Elizabeth le solía cantar a sus hijos cada noche. Elizabeth miraba a Nova con suavidad, con la sabiduría que solo una madre podría tener.
—Palomita—, repitió su madre, contenta —. La Sala de Menesteres realmente es un lugar extraño. Fue una habitación para estudiar cuando la visité años atrás—, sonrió Elizabeth.
—Sí—, Nova se las arregló para murmurar —. También ha cambiado para mí, acorde a lo que necesito.
La sonrisa de Elizabeth de repente se derritió, y observó a Nova con pena —. Palomita, lo lamento tanto. No fue mi intención dejarte a ti y a tu hermano. Nunca quise eso. Y saber lo que hizo tu padre... rompe mi corazón.
Nova se posó sobre sus rodillas frente al retrato, sacudiendo su cabeza instantáneamente —. No, mamá, no. No es tu culpa. Nada de esto es tu culpa. Theo y yo no te culpamos.
—Una madre siempre se culpa—, corrigió Elizabeth con una sonrisa triste, estirándose como para tocar la mejilla de Nova pero retrocediendo al percatarse que no podía hacerlo —. Merlín, eres tan hermosa. Luces igual que yo, es como mirar en un espejo—, rió, volviendo a acariciar la rosa en su mano —. Tan hermosa. Y tan rota, también. Tan fría.
— ¿Me has visto?—, preguntó Nova, esperanzada. En el fondo, sabía que su madre la había estado mirando desde donde sea que estuviera. Pero sería lindo escucharlo para estar segura.
Elizabeth volvió a sonreír, y la vista de su sonrisa, tan familiar, hacía al labio inferior de Nova temblar como si fuera una niña —. Palomita—, susurró Elizabeth —. Siempre te estoy mirando. Tú, Theo... son a los únicos que observo.
Nova no pudo controlar su labio inferior ante la confesión de su madre —. Tantas veces—, su voz se cortó, Nova sacudió su cabeza —. Tantas veces he deseado estar contigo. Mi vida sería mucho más sencilla si así fuera.
—Nunca quise que murieras conmigo—, argumentó Elizabeth —. Mi dulce niña, la vida realmente no ha sido amable contigo, ¿no? Cuéntame sobre él, sobre este chico tonto que rompió tu corazón.
Así que, Nova lo hizo. Le contó a su madre sobre el estúpido Gryffindor pelirrojo que había sido el único en sostener su corazón, y cómo lo rompió ese mismo año. Le contó a su madre sobre Theo uniéndose a los Mortífagos, sobre la pelea en el Ministerio y sobre cómo los gemelos le habían otorgado un hogar durante el verano. Nova tenía el presentimiento de que su madre ya sabía todo esto, pero igualmente apreciaba la forma en que Elizabeth Nott asentía y sonreía con confort para que Nova continuara cada vez que dudaba y quedaba atrapada en su consciencia.
—Duele tanto verlo, mamá. ¿Es así como se siente estar enamorada? Si así lo es, no quiero estar enamorada nunca más—, y esa verdad era la que había estado en la mente de Nova desde que Weasley había terminado con ella. La idea la aterraba. Sabía que estaba agotada de la vida, pero realmente creyó que tenía una oportunidad en el amor cuando sus sentimientos por Weasley crecieron y crecieron.
—El amor duele, palomita. Pero te contaré un secreto... todas las cosas buenas de la vida duelen.
—Eso no es cierto—, dijo Nova inmediatamente, pensando en su padre y en el daño que le había causado a ella. A Theo.
—No hablo de dolor físico, palomita. Las cosas que importan—, mencionó Elizabeth, señalando su pecho, justo donde su corazón descansaba —, duelen aquí. Este chico, Ron, obviamente significa mucho para ti.
—Ya no más—, murmuró Nova bajo su respiración.
Para la sorpresa de Nova, el retrato de su madre rió —. Palomita, puedes engañar a todos los demás, pero no a mí. Amar a alguien no te hace débil, al igual que ser de Slytherin no te vuelve malvada. Hiciste lo correcto, pelear con tus amigos. Y si tu casa te odia por ello, mantén tu cabeza en alto. Has brindado honor a la casa de Slytherin, y no podría estar más orgullosa de ti. Slytherin es la mejor casa, ya sabes eso—, le guiñó un ojo.
—Quería ser una Slytherin buena, como tú—, susurró Nova suavemente.
Los ojos de Elizabeth lucían lagrimosos, lo más lagrimosos que podían lucir en un retrato —. Lo eres, palomita. Tu corazón es tan grande, sé que se siente como si te estuvieras ahogando en el. Pero no te dejes hacerlo. Permítete sentir las cosas malas. Laméntate porque estás triste. No lo escondas.
—Solo no quiero que vea el poder que tenía sobre mí.
—Olvidas que yo también puedo verlo, palomita. Y te lo aseguro, tú tuviste el mismo poder sobre él.
—No se supone que el amor sea un juego de poder.
—No—, Elizabeth asintió —. ¿Pero el amor correcto? Te hace sentir poderoso.
Nova observó a su madre, sin ser capaz de detener la pregunta que cayó de sus labios —. ¿El amor de papá te hizo sentir poderosa?
Elizabeth mantuvo el ceño fruncido por un momento, el espacio entre sus cejas arrugándose en el centro, justo sobre el puente de su nariz. Se tomó su tiempo para pensar su respuesta, lo que estaba bien con Nova. Estaba contenta con solo sentarse allí, observando a su madre y maravillándose por el hecho que le estaba hablando, después de años y años deseando poder hacerlo —. A veces—, dijo Elizabeth finalmente —. Pero no lo suficiente. Debería haberlo sabido—, volvió a sonreír, pero ahora era una sonrisa triste —. Ojalá pudiera abrazarte. Sabes que ésta habitación no durará, ¿cierto? No puedes venir y pedir verme. No dejaré que desperdicies tu vida así.
— ¿Por qué no?—, inquirió Nova, las lágrimas llenando sus ojos —. ¿Qué si quisiera hacerlo?
—Nadie quiere desperdiciar su vida, palomita. Debes seguir viendo a tus amigos. Ayuda a ese chico, Malfoy. A tu hermano. Merlín, ayuda a tu hermano—, por primera vez durante su conversación, Nova podía ver las lágrimas cayendo de los ojos de su madre —. Le dirás que lo amo, ¿no? ¿Se lo recordarás cada día?
—Todo lo que quieras—, prometió Nova.
—Eres fuerte, palomita. Me gusta creer que lo heredaste de mí—, Nova observó que los bordes del retrato de su madre comenzaban a desvanecerse, como si fuera a desaparecer justo frente a sus ojos —. Te amo, palomita.
—También te amo—, dijo Nova, la primera vez que había mencionado esas palabras en meses. Se sentían extrañas, saliendo de su boca, pero era reconfortante saber que seguían allí. No la habían abandonado.
Elizabeth dio otra sonrisa gentil antes de que el retrato brillara y, de repente, su madre volvió a estar inmóvil. Nova había escuchado historias sobre las fotografías muggles, sobre cómo sus fotos no se movían. Lucía como si un muggle hubiera capturado a su madre en el lienzo, su hermoso rostro acercándose nuevamente a las rosas. Nova sintió las lágrimas en sus ojos derramarse, deseando más que nada que su madre pudiera estar de pie a su lado otra vez. Pero Elizabeth tenía razón. Nova no podía pasar el resto de su vida ocultándose en la Sala de Menesteres. Debía salir y vivir su vida, a pesar de que no quisiera hacerlo.
Aún así, eso no significaba que ella no podía permanecer en su pequeña burbuja, solo por este momento. Volvió a bajar su cuerpo sobre la cama, recostando su cabeza en una de las almohadas y observando al retrato de su madre hasta que sus ojos se cerraron.
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Por primera vez en once meses, Theo Nott despertó por un sueño, y no por una pesadilla.
Ya estaba acostumbrado a las pesadillas para este punto. Veía rostros en ellas, el del Señor Oscuro y el de su Padre. Veía a Draco, siendo forzado a cargar la Marca Oscura. Draco creía que era lo que quería, pero Theo sabía la verdad. Nadie podría querer esto. Eso era algo que había descubierto durante los últimos par de meses, cuando fue colocado en el lado incorrecto de la guerra y en el lado contrario al de su hermana.
Pero ésta vez, reflexionó, había soñado con su madre.
Había pasado un largo tiempo desde que había soñado con ella. La última vez había sido en su segundo año y, cuando despertó, lloró en silencio porque nunca había sentido un sueño tan vívido, como si ella estuviera de vuelta. En esta ocasión ya lo sabía, pero juraría que había sentido sus manos recorrer su cabello, dándole una brillante sonrisa que veía en su hermana en las extrañas ocasiones en que sonreía. Theo siempre había estado celoso de lo mucho que Nova lucía como su madre. No necesariamente físicamente, ya que ella también tenía muchos rasgos de su padre. Pero cuando Nova hacía una expresión que Elizabeth solía hacer, el parecido era obvio.
Ésta vez, soñó que él y su madre estaban en Fortescue, disfrutando de un helado como siempre lo hacían cuando Theo era un niño. Se preguntó cómo la recordaba tan vívidamente, ya que él y Nova solo tenían cuatro años cuando ella murió. Supuso que solo era el karma, vengándose de todas las cosas malas que había hecho en su vida. Recordar cada detalle de Elizabeth, pero nunca poder volver a verla.
Estaban sentados afuera, y parecían ser los únicos en Diagon Alley. Ocasionalmente, su madre se estiraba y recorría su cabello con sus dedos. Él no se alejó, como lo hubiera hecho un par de años atrás cuando era joven y la afección de su madre era algo vergonzoso. Ahora, él se percataba del sentimiento detrás del gesto —. Necesitas comer más despacio. O vas a enfriarte el cerebro.
—Se dice congelar el cerebro, mamá—, contestó Theo, rodando los ojos cuando ella rió.
—Lo sé. Solo estoy cumpliendo mi papel de mamá molesta.
Theo bajó su helado —. Nunca podrías molestarme, mamá.
Ella sonrió —. Me alegra—, pasó sus dedos por el cabello de su hijo una vez más, murmurando para sí misma —. Has sido tan valiente, Theo.
Él frunció el ceño, mirando la mesa —. No he sido valiente. He sido un cobarde. Escondiéndome detrás de la Marca Oscura—, ante sus palabras, los dedos de su madre se movieron a su manga. Quería decirle que no la levante, para que no tuviera que ver la prueba de lo que había hecho. Pero era demasiado tarde. Sus dedos estaban doblando la fábrica de la remera, alzándola hasta alcanzar su codo y revelando la horrible tinta negra.
— ¿Crees que podría amarte menos? Sin importar lo que hagas, Theodore, eres mi hijo. Esta marca no significa nada para mí. Significa que estabas asustado, y que debería haber estado para ti.
—Has estado para mí, mamá. En cada paso que doy.
Ella volvió a sonreír, la sonrisa que una madre le daba a su hijo cuando se raspaba la rodilla —. Y siempre lo estaré.
Se despertó con el fantasma de sus dedos sobre su brazo, y el sabor del helado de chocolate en la boca.
Conjurando un hechizo silenciador sobre él mismo, salió de la cama y fue lo suficientemente cuidadoso para no despertar a sus compañeros de cuarto. Se colocó su ropa deportiva, dejando el confort de la Sala Común y dirigiéndose al campo de Quidditch. El sol estaba comenzando a elevarse en la distancia mientras él corría, intentando aclarar su mente.
No tomó mucho tiempo que otro par de pasos se le unieran.
— ¿Sabes? No tienes que levantarte y correr conmigo—, dijo Theo, notando que Blaise lucía adorable mientras le faltaba el aire solo por pasar un par de minutos corriendo.
—Porque escondernos en los armarios de escobas y pasillos secretos es una forma completamente sana de pasar tiempo juntos—, respondió Blaise, riendo. Theo hizo una mueca, entristecido que eso fuera lo único que podía ofrecerle por el momento. Era diferente cuando solo estaba Malfoy en el dormitorio, quien ya sabía sobre su relación y, para la sorpresa de tanto Blaise como de Theo, parecía estar bien con su relación —. Estaba bromeando, Theo.
—Lamento que no podemos...—, Theo no terminó, las palabras quedaron atrapadas en su garganta. Frustrado, pasó una mano por su cabello.
—Theo—, habló Blaise seriamente, ambos bajando su ritmo hasta encontrarse parados en el medio del campo —. Me has gustado desde primer año. Nunca creí que llegaría a esto. No debes sentirte culpable.
—Pero así me siento. Te mereces más—, bufó Theo.
Blaise sonrió —. Solo escucharte decir eso me hace feliz. ¿Por qué no puedes ver eso?—, Blaise corrió el pelo de Theo fuera de sus ojos. Theo se preguntó si alguna vez se acostumbraría a cómo su corazón se aceleraba cuando Blaise hacía cosas como esas. ¿Cómo podían sus sentimientos por su mejor amigo cambiar tan rápido? Sea lo que fuera, nunca se había sentido tan feliz, y no iba a dejarlo ir. Se aferraría con su vida a él.
—Algún día—, prometió Theo, tomando la mano de Blaise —. Algún día, cuando todo esto haya terminado, voy a pararme en un maldito podio y le diré a todos lo mucho que me gustas. Y a todos los que no lo aprueben, los mandaré a la mierda.
La promesa, le vehemencia detrás, parecía ser suficiente para Blaise. Él se acercó y besó a Theo, en la forma en que siempre dejaba la mente de Theo girando en círculos —. Lo sé—, dijo Blaise cuando ellos se separaron —. Pero hasta entonces, estoy perfectamente bien con escondernos en los armarios de escobas. Y si debo levantarme en la madrugada para pasar tiempo contigo, también haré eso.
Theo rió —. Bien. Porque eres terrible corriendo distancias largas. Comienzas y pierdes el impulso. Debes mantener un ritmo.
— ¿Realmente estamos discutiendo mis hábitos de correr en lugar de besarnos? No puedo creerlo. ¿Qué clase de novio eres?
— ¿Uno al que le importa tu salud?—, intentó Theo, riendo cuando Blaise lo golpeó en forma de juego en su costado —. No seas tan sensible—, Theo se estiró para devolverle el golpe cuando Blaise de repente tomó su mano, sosteniéndola. La manga de Theo se había alzado durante su corrida, y la tinta negra estaba en demostración. Theo intentó librar su brazo de su agarre, de repente tan avergonzado de la marca como nunca antes lo había estado, pero Blaise lo sostuvo con fuerza.
—Ahora es parte de ti, Theo. Y me gusta cada parte de ti—, y entonces, en una acción que dejó completamente sin habla a Theo, Blaise presionó un beso sobre la piel que rodeaba la marca.
Theo nunca había sentido amor antes. Pero estaba empezando a creer que esto, estos pequeños momentos, eran la maldita razón por los que valía la pena vivir.
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Nova no podía explicar exactamente cómo se había vuelto compañera de Daphne Greengrass en Aritmancia, pero sorprendentemente no se estaba quejando.
Se había despertado en el medio de la noche en la Sala de Menesteres y había regresado en silencio a los dormitorios de Slytherin. Greengrass había sido la única despierta cuando Nova llegó, preguntándole suavemente "¿estás bien?", a lo que Nova gruñó una respuesta y se lanzó a la cama. Entonces, esa mañana, Nova se había despertado y Greengrass era la única que aún seguía en la habitación, preparándose.
— ¿Quieres ir a desayunar?—, cuestionó Greengrass en aquella voz mansa propia de ella. Y Nova había creído que Astoria Greengrass era alguien dócil. Aún, el estómago de Nova había gruñido en protesta cuando pensó en rechazar la oferta de comida, por lo que aceptó y Greengrass le dio un par de minutos para arreglarse antes de que fueran juntas al Comedor.
El desayuno fue tranquilo, especialmente porque Blaise y Theo aparentemente habían decidido saltarse el desayuno en favor a algo más, que Nova estaba segura que involucraba un salón vacío o un oscuro armario de escobas. Greengrass le pasó cada comida que le pidió, respondió toda pregunta mencionada, e ignoró las miradas que sus compañeros de Slytherin le enviaban.
La caminata hacia Aritmancia transcurrió como el desayuno. Greengrass, al menos, estaba intentando mantener la conversación cuando Nova mencionó avergonzada algo sobre el clima. Cuando llegaron, todos los asientos estaban ocupados excepto por dos bancos juntos, y ella y Greengrass fueron directo a ellos. Eran las únicas Slytherin en la clase, y Nova estaba agradecida que al menos pudieran quedarse en su pequeña burbuja sin tener que escuchar a otro estudiante quejarse sobre lo horrible que era la casa de Slytherin.
—Entonces, ¿por qué elegiste Aritmancia en lugar de Divinación? Sé que es lo que toma Theodore—, cuestionó Greengrass un par de minutos entrada la clase, su voz baja para que Vector no la escuchara. Nova estaba sorprendida de que su voz no se haya roto al mencionar el nombre de Theo, como lo había hecho cuando la ruptura había estado fresca. De hecho, Daphne Greengrass lucía genuinamente curiosa al preguntar y no triste en lo absoluto por estar diciendo su nombre. ¿Tal vez estaba comenzando a superarlo?
—Ya tuve Divinación—, mencionó Nova con un escalofrío. Había tenido suficientes predicciones y profecías el semestre pasado para toda su vida —. ¿Tú?
—Soy buena con los números. Siempre lo he sido. Stori es malísima, pero a mí se me da bastante bien—, Nova asumió que "Stori" era su hermana menor, Astoria.
—Theo también es malo con los números—, nop, Greengrass definitivamente no había superado a Theo, si aquel encogimiento era algo sobre lo que basarse —. Perdón.
—No te disculpes. Es tu hermano. Yo solo soy la ex-novia patética que no puede superarlo—, bufó para sí misma —. Debes creer que soy un chiste.
Sorprendentemente, Nova no lo creía así. Podría haberlo pensando el año anterior, pero no ahora —. No pienso eso. Lamento que las cosas entre ustedes dos no hayan funcionado.
—Lo mismo pienso de Weasley y tú—, mencionó Greengrass, con una mirada simpática en su rostro. Fue el turno de Nova de volverse de piedra —. Escuché sobre ustedes el semestre pasado. Hacían una linda pareja—, ante la mirada de sorpresa de Nova, Greengrass le envió una pequeña sonrisa —. Nunca me interesaron los prejuicios de las casas. A veces pretendo estar de acuerdo, solo para no meterme en problemas con los demás. Pero a Stori y a mí no nos importa. Si alguien te hace feliz, deberías ser feliz.
Nova estaba sorprendida. Creyó que todos en Slytherin la odiaban ahora que su relación con Weasley ya no era un secreto —. Wow. Uh... gracias, Daphne.
Greengrass se encogió de hombros y la conversación pareció haber terminado. Las dos comenzaron a trabajar en su tarea, lamentándose por el hecho de que, a pesar de que era el comienzo del semestre, Vector parecía decidido en darles tarea en el primer día de clases. Una vez que la clase terminó, Nova se encontró caminando con Greengrass hacia el Comedor para almorzar.
Sin embargo, su conversación parecía estar terminada, porque Daphne notó a Astoria y supo que Nova iría a sentarse con Blaise y Theo —. Te veo luego, Nova—, dijo en voz baja, dándole una pequeña sonrisa antes de dirigirse a su hermana. Nova se deslizó en el asiento frente a su hermano y Blaise.
— ¿Greengrass y tú son amigas ahora?—, cuestionó Blaise, alzando una ceja.
Nova se encogió de hombros —. Tenemos Aritmancia juntas.
—Eso es bueno. Daphne necesita una buena amiga. Solía quejarse de las otras chicas todo el tiempo—, mencionó Theo. Ante la mirada de Blaise, suspiró —. Que ya no estamos juntos no significa que me gusta haberle roto el corazón. Solo quiero que esté bien.
—Lo estará—, dijo Nova, segura de al menos eso.
Fue entonces que Malfoy se sentó al lado de Nova, sirviéndose comida sin mencionar palabra. Nova notó que la manga de su camisa parecía estar pegada a su piel, como si la hubiera atascado con algo. Malfoy alzó la cabeza y se percató de la dirección de su mirada —. Le coloqué un hechizo para que se mantenga pegada—, explicó en voz baja —. No necesito que se levante cuando estoy usando la varita en clases.
Nova presionó los labios. Se mordió la lengua, casi saboreando la sangre en un intento de no decir lo que Malfoy probablemente esperaba que dijera —. ¿Cómo van tus clases hasta ahora?—, se arregló para decir en su lugar, y la mirada agradecida en el rostro de Malfoy valió la pena.
—Bien.
Nova estaba a punto de presionarlo para obtener más información cuando las lechuzas ingresaron al Comedor, arrojando algo tanto frente a Nova como frente a Draco. Malfoy tenía una carta de su madre y una copia del Profeta. Él ignoró ambos, continuando con su comida despreocupadamente. Nova suspiró y se estiró para tomar el períodico, mirándolo. Después de pasar las hojas, leyendo por arriba, alzó la cabeza para mirar a Theo y Malfoy.
—Stanley Shunpike fue arrestado.
—Merlín, odio a Shunpike—, murmuró Malfoy bajo su respiración —. Un molesto, eso es lo que es.
—Entonces, ¿es un Mortífago?—, cuestionó Nova, confirmando las sospechas del Profeta. Malfoy se encogió de hombros, una respuesta tan desinteresada como su actitud y Nova quiso golpearlo. ¿Cómo podía ser tan indiferente con esto? —. ¿Qué dice la carta de tu madre?
Malfoy se endureció entonces, la primera señal de emoción que ella había visto por un rato —. No importa—, Nova asumió que debería ser sobre su padre —. Tú también recibiste una carta—, mencionó, señalando la carta que casi había caído sobre su sopa de tomate —. ¿Los hermanos comadreja siguen en contacto contigo, entonces?
—Olvidas que me dieron un lugar donde quedarme durante el verano—, respondió Nova, sus labios presionados.
Bufando una carcajada, él volvió a su comida. Ella pasó una uña debajo del sello y abrió el sobre. Era reconfortante ver la letra familiar de los gemelos.
Slytherin rebelde,
Ignora al idiota de nuestro hermano. De todas formas, queríamos verte el fin de semana en Hogsmeade porque no somos unos idiotas como él.
Di el lugar y la hora, Slytherin rebelde. ¡Te extrañamos! Y deberás acostumbrarte a personas extrañándote. Lo siento.
Sinceramente,
Gred y Forge.
No pudo contener la sonrisa suave al leer la carta. Estaba agradecida de que Theo y Malfoy no la cuestionaron por ello, porque a pesar de que los gemelos habían hecho más que ayudar a Nova a no morir de hambre en las vacaciones, ellos seguían teniendo sus ridículos prejuicios contra ellos. Dobló la carta con delicadeza y la guardó entre su ropa para mantenerla a salvo, continuando con su almuerzo. Afortunadamente, tenía un período libre después de esto, así que ella y los chicos estaban planeando ir al Lago Negro e intentar estudiar.
Los cuatro caminaron al lago después del almuerzo, sentándose cerca de un árbol enorme para estar bajo la sombra. Nova inmediatamente abrió su libro de Aritmancia, no queriendo atrasarse en sus clases, especialmente teniendo a Daphne como compañera por el resto del año. Malfoy jugueteó con la carta de su madre, abriéndola y volviendo a cerrarla sin leerla. Blaise y Theo estaban estudiando Pociones, ocasionalmente mirándose el uno al otro y enviándose sonrisas furtivas que creyeron que Nova no notaba. A ella le gustaba que estuvieran juntos, felices y enamorados. Si alguien se merecía esa felicidad, eran ellos.
—Debo buscar algo que dejé en el dormitorio—, anunció Theo de repente, levantándose y sonriéndole al grupo antes de dirigirse en dirección al castillo. Solo un minuto después, Blaise se levantó.
—Debo hablarle a Snape sobre la tarea. Volveré luego.
Nova y Malfoy compartieron miradas de incredulidad mientras Blaise se marchaba, antes de estallar en carcajadas —. Merlín, no son muy sutiles, ¿no?—, anunció Malfoy, girando la página de su libro mientras sacudía su cabeza de un lado al otro.
—En lo absoluto. Aunque estoy feliz. Nunca los vi sonreír tanto.
—Sí, están bien juntos—, asintió Malfoy, estando de acuerdo. Sus dedos volvieron a jugar con la carta.
— ¿Qué dice?—, inquirió Nova suavemente —. Obviamente no quieres decírmelo, pero... hablarlo podría ayudarte.
—Solo es información sobre el juicio de mi Padre. Y un par de cosas sobre... ya sabes.
Nova sintió el aire alrededor de ellos oscurecerse, como si alguien hubiera absorbido la vida —. No te harán hacer nada durante el año escolar, ¿cierto?
Malfoy se encogió de hombros —. Si lo hacen, no podré rehusarme. Debo mantener el legado familiar. Perdimos todo cuando mi Padre fue llevado a Azkaban.
Ella decidió tomar su mano, dándole un pequeño apretón antes de soltarlo —. Sabes que siempre puedes hablarme. Sobre cualquier cosa. Quiero ayudarte, Draco. No ayudé a Theo, y es algo por lo que siempre me he sentido culpable.
—No te dejaría ayudarme—, dijo de repente —. No te haría eso.
—Puedo arreglármelas.
—No deberías tener que hacerlo—, murmuró, sus cejas juntándose —. Suficiente de esta mierda. Ayúdame con Transfiguración.
Nova así lo hizo, pero seguía sintiendo la pesadez de su conversación colgando en el aire. Cuando Theo y Blaise regresaron, incluso sus camisas al revés y sus cabellos despeinados no fueron suficientes para conseguir que Nova sonriera.
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