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Capítulo 6: LATIDOS DEL CORAZÓN

Seijuuro usa la persuasión de su casta para llegar donde Kouki sin temor a hacer caer a quien se le cruce en el camino. Es gracias a Midorima que, para un poco, pero incluso el peliverde puede ver la ansiedad en los ojos del pelirrojo.



Es gracias a este que se puede manejar un poco más, evitando que se descontrole, que enloquezca de maneras catastróficas. Hay pocos Deltas y Midorima lo sabe, su padre; quien es medico también, desde joven le enseño todo lo poco que sabia sobre sus dinámicas, ayudando a su amigo a sobrellevar algo que se había convertido en un estigma que nadie estaba dispuesto a comprender.



Midorima sabe que el pelirrojo lo paso especialmente mal después de la muerte de su madre, presentándose a la joven edad de 8 años, siendo rechazado por su padre e incluso temido, creciendo en soledad y lleno de cambios fisiológicos que no comprendía y que nadie le explicaba.



Fue solo hasta que se conocieron en secundaria y posteriormente con el paso de los años, que tanto el peliverde como su grupo le demostraron a Seijuuro que no estaba mal ser lo que era y; lo más importante, ser aceptado y ayudado.

Ambos van con pasos rápidos en dirección a la habitación de quien ahora sabe es la pareja de Seijuuro, encontrándose con un alto pelirrojo, quien no dudo en lanzarle un derechazo a un desprevenido Seijuuro.





—¡Tu, perro sarnoso! — escuchan los dos —Pude reconocer tu aroma a kilómetros—





Pese a lo que esperaba Midorima, Seijuuro no pierde la cabeza, el golpe solo le hizo girarla hacia un lado. Lo que si hace es presentar sus grandes colmillos, esos que siempre le han causado dificultades por lo vistosos y fieros que son. Cada persona que pasa cerca se encoge al verlos, y más cuando un sonido inarticulado y ronco rasga la quietud estéril del ambiente. El sonido era territorial y dominante, haciendo huir a un par de enfermeras y cerrar las puertas de algunas habitaciones por las personas que encontraban ahí.





—Seijuuro...— comienza a decir Midorima, pero este lo ignora, avanzando en dirección al pelirrojo.



—Di lo que tengas que decir, ahora mi prioridad es la de mi pareja—





—¿Tu pareja? ¿A caso sabes lo que ha provocado tu... tu... lo que le has hecho? ¡Furi la ha pasado mal y aun así no quiso deshacerse del bebe!— Seijuuro ve la visible ira en el omega, analiza las facciones de su rostro y siente el aroma de la vinculación con Daiki, así que por el respeto que le tiene al moreno y al hecho de que esta persona cuido de su pareja, se contiene de hacer algo más peligroso —Furi... el... ha querido a ese bebe a pesar de todo, a pesar de la depresión, del repudio de su familia, de la forma en la que quieren obligarlo a hacerse responsable de un matrimonio que no quiere ni ha pedido—





—Estoy aquí para remediar mi error, para ayudar a Kouki y que me permita estar a su lado— le dice Seijuuro con convicción.





Si bien no tiene porque dar explicaciones, siente que el mas alto lo merece. Puede ver por un costado de su visión y sentir las feromonas de Daiki, estando al pendiente de su pareja. No esta visible, pero si esta presente, así que toma nota de eso. Daiki protege a su pareja y progenie, tal como Seijuuro haría y hace en ese momento.



—Esa noche tuve un desliz; es verdad, no voy a negarlo. Mi rutina me tomo desprevenido debido al aroma de Kouki y no; no es que lo este culpando. Fue una serie de incidentes que nos han traído hasta este lugar, hasta estas consecuencias— Seijuuro puede ver la ira en el omega, que a pesar de menguar se mantiene ahí, por lo que intuye que hay mas de lo que le dice



—Quiero una oportunidad no solo con Kouki, sino con mi hijo. Es mi deseo si el me lo permite, formar una familia y darle todo lo que este en mis manos para hacerle feliz—



El mas alto camina hacia una de las bancas y Seijuuro siente la mano de Midorima que le pide sin palabras que module su carácter, quizá no esté gritando y usando su voz para demandar sumisión, pero lo conflictuado de sus feromonas hacen el lugar intransitable. Así que Seijuuro se ve obligado a ceder.





—Tu no eres el problema... — murmura por fin el pelirrojo cuando se sienta en la banca cercana, pareciendo derrotado incluso — La familia de Kouki intenta deshacerse del bebe y obligarlo a un matrimonio concertado, ahora mismo están en administración exigiendo una intervención para sacar al bebe, alegan que Kouki no puede cuidarse a si mismo, mucho menos a un hijo—





—¿Cómo es que ha sucedido eso? Yo soy encargado del caso y no se me ha notificado nada— dice Midorima, Seijuuro no dice nada, caminando con la serenidad que lo caracteriza a la zona de gobierno del hospital





—Akashi ¿No es así...? — le pregunta Kagami antes de que vaya demasiado lejos —Si eres tan poderoso como se rumorea, no permitas que lastimen mas a mi amigo de lo que ya lo han hecho, le debes al menos eso—













Seijuuro ha usado solo su nombre para obtener lo que quiere, respaldado por Midorima y su padre. Conoce en la oficina del rector del hospital a los padres de Kouki, quienes aun figuraban como contactos de emergencia hospitalaria, razón por la que se encontraban ya ahí, exigiendo la intervención quirúrgica para sacar a su hijo del vientre de Kouki.





—Señores Furihata, entiendo la preocupación por la salud de su hijo, pero hay alternativas menos invasivas para salvaguardar la salud de ambos, no es necesario aun tal procedimiento— dice el Midorima mayor





—Quizá sea cierto doctor, pero como los padres de Kouki queremos una solución más rápida para este... inconveniente— dice el alfa, volteando en dirección al directivo hospitalario





El director; que de paso era el padre de Midorima y el especialista en casos complicados de embarazos como el que se le presenta, solo alza una de sus cejas ante la forma tan obviamente despectiva con la que se refieren a la situación medica de; quien ahora sabe, es la pareja del pelirrojo, quien a su vez es amigo de su hijo y un delta nada menos.





Que complicado.





—Verán señores Furihata... — comienza a hablar mientras se levanta de su asiento — La última decisión en todo caso seria de la pareja. Aunque aquí el joven Seijuuro y su hijo no tengan un lazo civil, lo están de manera afectiva por la marca. Su hijo es perfectamente capaz de discernir lo que es mejor para su bebe y salud, puesto que no está discapacitado mental ni físicamente, además también de que ya es un hombre con la mayoría de edad, por lo tanto; no hay cabida a decisiones de terceros, es este caso, sus padres. El inconveniente seria; en todo caso, la presencia de factores que lo pongan en una rutina feral, lo cual es manejado estrictamente de forma medica sin decisión de un externo, en ese caso serian ustedes como padres del paciente e incluso Seijuuro como padre del bebe gestante—





El Midorima mayor plácidamente se sentó sobre su escritorio, entrelazado sus dedos en frente de su cuerpo, frente a los padres de Kouki y justo en medio de ellos. Sus palabras también habían sido una sutil advertencia para el delta. Seijuuro sonrió satisfecho, admirando la valentía del médico. Los Furihata a pesar de todo siguieron insistiendo, alegando derechos como padres, y palabras a las que no presto atención.





—¿Cómo...? — escucho decir a Shintaro a un lado suyo, quien había estado inmerso en lo que parecían datos de un aparato táctil en sus manos, estando esta vez contestando el teléfono —Si... vamos para allá, limita el área—





—¿Qué sucede?— le pregunto Seijuuro aun calmado





—No digas nada y sígueme — le dijo en un tono serio y lo suficiente para que solo Seijuuro le escuchara — Midorima-sensei, le encargo el resto, debo hacer la ronda de mis pacientes—





Shintaro fue despedido del lugar con un cabeceo como aceptación, saliendo con rapidez con Seijuuro pisándole los talones.













Kouki sentía en lo profundo de su mente una lucha, era una disparidad de opiniones pero que al final llegaban a un mismo fin.





Proteger.







Abrió sus ojos, sintiendo el fuerte aroma de desinfectante, el frio muerto del ambiente, los aromas ansiosos de los que estaban en cada rincón de lo que sabía con seguridad era un hospital.



Escucho murmullos, gritos, quejas, llanto. Sintió la ira y el dolor en las feromonas de alfas y omegas, el remanente inoloro de los betas. Kouki se levantó con cuidado, acunando su vientre con la mano que no tenia una vía en ella, un gruñido comenzó a formarse en su diafragma en busca de una respuesta a su situación.



Vio como la puerta se abría que para él le pareció fue en cámara lenta. Alzo la mano que estaba conectada al suero y tiro de ella, agazapándose sobre su vientre para proteger a su cachorro, camino hacia atrás de espalda a la pared hasta atrincherarse en una esquina.



El par de personas que entraron a la habitación le hicieron sentir desconfianza, temor, a pesar de que iban con las manos en alto y modulaban su olor.



Kouki de manera inconsciente comenzó a gruñir con fuerza, moviéndose en su lugar, sin notar la sangre escurrir de su mano donde había quitado la vía del suero a la fuerza.





No escuchaba lo que intentaban decir el par de extraños, enfocado en su única misión. Proteger.





Entonces la puerta se abre nuevamente, identificando al instante a los recién llegados como peligrosos, gruñendo, dejando salir su aroma que; de forma toxica llena la habitación. Es un claro llamado de sus intenciones, de el hecho que atacara a matar si se le acercan más de lo debido. Kouki ya no distingue amigo de enemigo, conocido de desconocido.

Lo que si es que; en medio de su aroma enloquecido, vibra una fragancia su memoria, algo rojo que impacta en sus papilas gustativas, que le invita a ceder, a calmarse, a dormitar.

Sus ojos son solo rendijas que apenas son visibles, dándole una apariencia aterradora. Las garras en lo que fueron antes las uñas de sus dedos no se retraen, su postura encorvada y dientes expuestos, en un signo inequívoco que grita asesinato.







En medio de la toxicidad de sus feromonas comienza a sobresalir ese aroma a fuego, a calor que hierve y le da tranquilidad. Es como el aroma de una chimenea en invierno que mantiene a raya el inclemente frio.

Kouki ve en medio del rojo de su ira, como el par de personas que identifico como peligrosas ser sacadas de la habitación por un hombre de bata blanca, no se mueve de su posición, sin notar en qué momento tomo algo que se convirtió en un vidrio en su mano, ni sentir el dolor que este provoca.







—Kouki... te estás haciendo daño... tienes que parar o les darás una razón para hacerle daño a nuestro hijo—





Kouki en medio de ese frenesí comprende el "nuestro hijo" lanzándose con las manos hacia en frente a la razón de su sufrimiento. Este se deja lanzar al piso, pero aun así mantiene su dominio contra él.

Kouki gruñe con fuerza estando sentado entre las piernas del pelirrojo, sintiendo que el aroma de este despeja la bruma de su mente, poco a poco vuelve a la conciencia, haciendo el rostro a un lado cuando el pelirrojo sube la mano por su mejilla, hasta llegar a la marca que aun perdura entre su cuello y hombro muy cerca de la nuca.

Kouki como alfa no tiene una glándula de olor que, como los omegas de feromonas para tranquilizar, su casta es mas de proteger y mandar. Gruñe de manera lastimosa porque su mente intenta hacer lo que su cuerpo necesita, mas su cuerpo y casta no pueden cooperar.





—Lo se... — escucha del pelirrojo —Déjame ayudarte, hacerme cargo de todo lo que sea que necesites—





Kouki tiene el deseo de negarse, su orgullo corrompido por la necesidad de mandar, de no ceder ante las demandas de su pareja. Porque Kouki lo sabe, siente el sabor metálico de la sangre hacer mella en sus papilas gustativas, la sensación de mordedura en sus colmillos que crecidos a penas sobresalen de sus labios.

Kouki quiere morder, marcar territorio, generar un vinculo mas fuerte que el cachorro que crece en su vientre. Sabe que una parte de sí mismo quiere mandar y ser obedecida, pero la otra que repta en su sangre por la marca en su nuca quiere obedecer, mostrar sumisión y dejarse cuidar.

Pero no es un omega, no esta en su ADN esa clase de sumisión que un alfa desea. Pero su pareja no es un alfa y es por eso que no sabe que es lo que debe de hacer.





—Ellos quierrrghen quitarrghme a mi bebe— dice en medio de un gruñido





—No voy a permitirlo... — escucha como respuesta







Kouki ve el antes par de ojos rojos cambiar frente a él. Un brillo como el fuego que arrasa un pastizal estando incluso reverdecido y el otro un amarillo vibrante como el sol que desintegra con su calor.

Kouki se rinde a la promesa e intenciones de matar, que su bebe estará bien, su pareja lo hará.












Seijuuro apresa con cuidado el cuerpo de su pareja en cuanto cae rendido entre sus brazos, haciendo pasar a Midorima con un tenue llamado para no despertarlo.

El peliverde lo ayuda a ponerse de pie para poder dejarle en la cama, agradeciendo sin palabras por el gesto.

Pronto Midorima hace pasar a un par de enfermeras; omegas al parecer, quienes con eficiencia limpian las heridas de Kouki y recogen la suciedad de la habitación.

Seijuuro llama a los únicos omegas que realmente les tiene confianza, es decir a Tetsuya y a Satsuki, además claro; de decirle a Daiki que llame al otro pelirrojo.

Tal como lo pensó, ambos se encontraban cerca y juntos, por lo que son solo minutos para que este esté sosteniendo la mano de Kouki que sigue inconsciente.





—Podemos iniciar una terapia de feromonas — dice Midorima —Eso y un nido pueden ayudar a mantener las feromonas estables en Kouki— luego se dirige al pelirrojo, con una hoja de papel en mano —Estas son las instrucciones si quieres ayudarlo—





—Lo lamento — dice Kagami, empuñando la mano libre en la tela de su pantalón donde esta se halla, negándose a tomar lo que le ofrecen— Pero no puedo hacer eso—





Seijuuro inclina la cabeza en busca de una razón por la cual no puede hacerlo, pero ve como Daiki niega con la cabeza, así que aun si no comprende lo que sucede, se decide a no entrometer una pregunta en su ignorancia.





—Llamare a Satsuki y a Tetsuya — dice Seijuuro





El par llega a la media hora y juntos comienzan a llenar la habitación de feromonas dulces y tranquilizadoras, notándose la diferencia en el ritmo cardiaco tranquilo que suena de los aparatos conectados a Kouki.

Seijuuro, Daiki y el pelirrojo; descubriendo que su nombre es Kagami Taiga, salen de la habitación.





—Quiero llevarme a Kouki a mi departamento, pondré todo lo necesario para su comodidad — le dice Seijuuro a Taiga







Este se encrespa como si le hubieran lanzado agua a un gato. Pero no hace mayor muestra de reacción ante sus palabras, intenta replicar mas no sale nada de sus labios. Por lo que Seijuuro se decide por calmar su nerviosismo.





—Puedes visitarlo cada que puedas, no tengo problema con entregarte una copia de la llave de mi hogar, si eso te mantiene mas tranquilo sobre la seguridad de Kouki. Además, que creo; que con un cambio así de drástico, necesitara algo que lo ancle a la seguridad que necesita, además de la terapia de feromonas ¿Qué dices? —





—Lo hare, pero solo si Kouki está de acuerdo de ir contigo, no lo obligaras ¿Me has entendido? Kouki tiene derecho a negarse—



—Lo entiendo, de cierta manera agradezco que le cuides como lo haces, una persona con lealtad merece mi reconocimiento—





Seijuuro se despide del par, pues a pesar de la renuencia del pelirrojo, se va con el moreno suponiendo van al departamento de este.

Voltea a ver por la ventana, donde las persianas han sido levantadas lo suficiente para ver dentro de la habitación. Las personas de blanco se mueven aquí y allá administrando medicamentos, lo que supone son vitaminas y algunos antibióticos. Satsuki y Tetsuya hablan amenamente, cada uno sosteniendo una mano de su pareja.

Espera que las cosas sigan un curso lo bastante bien, tanto que ya ha movido sus piezas para arreglar ciertos problemas, siendo estos por supuesto; los tan queridos padres de Kouki.







Porque Seijuuro; tal como le dijo a su pareja, no piensa fallar en proteger.

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