Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 4: COMPLICIDAD

Kouki había tenido que faltar un par de semanas a su trabajo. La directora de la institución se aseguró de decirle que no había problema alguno con eso, que hiciera lo que necesitaba hacer.

La mudanza fue lenta, afortunadamente Kagami tenía un conocido que le recomendó el lugar y no les había sido difícil dar con este ni tenido dificultades con el papeleo para la compra del departamento.




—Al menos es este lugar si sirve el elevador ¿Verdad? — le pregunto Kouki a Kagami mientras cargaba con un par de almohadas en cada brazo.


—Si...— le respondió el pelirrojo —Lo verifique un par de veces antes de hacer la compra—




Kouki suspiro, apretando las almohadas contra su cuerpo, viendo el gran edificio que estaba frente a ellos. Le parecía una enormidad comprado con el tamaño de su cuerpo y forma media redonda, comenzando a lagrimear sin razón alguna.




—Ey, todo estará bien— le dijo Kagami mientras entraban por el vestíbulo —Este lugar tiene cámaras de vigilancia, una secretaria que limita la entrada y una lista de personas non-gratas, además de vigilante las 24 horas—


—Wow... e-eso... eso significa ¡Este lugar debe de ser muy caro! Kagami, te dije que no podía permitirme...—


—¡Lo se! Y más te vale que no te molestes, lo hago porque quiero que tú y ese bebe estén bien, no te he pedido nada a cambio más que seas feliz y que me dejes ser el padrino de ese niño—




—¡Eres mafioso! — grito escandalizado Kouki




—¡No idiota! Como su otro papá, pero más como un tío... — entonces Kagami vio como Kouki comenzaba a reír, dándose cuenta de que era solo una broma —Mocoso malcriado, no volveré a caer—




—Si entiendes que tenemos la misma edad ¿No? —






Mientras reían, ambos llegaron al que sería su nuevo hogar. El lugar estaba dispuesto en 4 departamentos por piso, así que tendrían tres vecinos. Según Kagami solo su departamento y el del vecino de enfrente estaban en uso. Además de que, en sus tres visitas posteriores para hacer la compra, se había enterado que había un par de policías viviendo en el edificio, por lo que de esa forma se sentía más seguro, vivirían en el 6 piso, sus pertenencias ya estaban en el lugar así que solo les restaba ponerlas en orden.

Estaban abriéndose las puertas del elevador cuando un alfa se interpuso en su camino, Kagami uso su cuerpo para cubrir a Kouki, en cuanto el alfa se dio cuenta de que trataba con un omega embarazado, no solo se disculpó, sino que se hizo a un lado dejándolos pasar.




—Que grosero... ¿No crees Kouki? — pregunto el pelirrojo




—Umm, es solo que no nos vio bien... — dijo y siguieron caminando, Kagami abrió la puerta y entraron al recibidor —Pero Kagami ¿Por qué etas tan rojo? —











Aomine no sabía que pensar. En cuanto tuvo al pelirrojo frente a él un par de imágenes sumamente explicitas volvieron a su mente, después de tanto tiempo intentando olvidar esa noche.


El joven; aunque algo distinto de lo que un omega normal, tenía un aroma y personalidad que lo atraía. Era como una explosión de sabores rojos, era la forma en la que podía explicarlo, como un montón de fresas aplastadas, pero sin el aroma empalagoso de estas, también como algo caliente y picante. Quizá una noche de sexo ardiente no le diera muchos atisbos de cómo era su personalidad, pero estaba seguro que tenía esa chispa que le había llamado la atención y que los llevo a la cama.




Sin embargo, sabe que esa noche fue producto de las bebidas, de una noche intensa de feromonas, ni siquiera sabía su nombre ni como volver a verlo, así que simplemente lo olvido.

Un mes más tarde, volvía de un turno muy difícil, había habido un par de altercados que terminaron con la detención de un par de alfas muy violentos por culpa de las drogas.

Aomine estaba exhausto, pensaba llegare a su hogar, darse una ducha, terminarse media botella de sake y no despertar en una semana.

Estaba en el elevador, en compañía de una pareja de betas cuchicheaba de tal forma que estaba comenzando a dolerle más la cabeza. Si algo había que odiaba mas que los olores dulces de los omegas, eran los chismes, mas que nada los sonidos de voces bajas que hacían los cuchicheos.

Sin embargo, una sola frase hizo que su aroma tuviera un pequeño pico de atención. "El vecino de cabello rojo"






—Repite lo que has dicho— dijo de una manera algo tétrica —Repítelo—




El par de mujeres se tensaron, más respondieron a lo que sabían y notaban que era un alfa muy enojado.




—Escuchamos una conversación — dijo una de ellas —Sabemos que está mal, p-pero era n espacio abierto... era imposible no escuchar—




—No me importa cómo, repítelo—




—Kagami-san buscara un embarazo e-e-en una clínica ya que no tiene pareja y siente que se le está yendo el tren...— la chica que había hablado comenzó a ponerse mas nerviosa, asi que la otra dio un paso al frente, siguiendo con la historia.




—Quiere tener un bebe, le dijo a su compañero de piso que iría esta semana a una clínica que le habían recomendado en su trabajo, lo cual es impresionante porque al parecer es bombero—




Aomine estaba un poco impactado, les dio la espalda a las mujeres, entrando en una aplicación de su celular. Sonrió de manera tétrica, comenzando a trazar un plan que le fueras de ayuda. Escucho la alarma del elevador que decía que había llegado a su piso, saliendo sin siquiera despedirse. Paso frente a la puerta de Kagami, como sabia ahora que se llamaba, viendo que la placa que debía tener el nombre familiar estaba vacía. Aspiro los aromas que aun perduraban en la entrada, notando un resquicio de pasto húmedo y recién cortado, descartándolo como el e Kagami. No sintió el de este, suponiendo que no se encontraba en el departamento. Siguió su camino, no sin antes tallar un poco su espalda en la madera de la puerta de entrada. Si venia algún alfa notaria su pequeño reclamo.




Algo irracional y que no debía de hacer, pero que haría saber a Kagami que le estaba cazando, quizá este no le recordara, pero tenía sus esperanzas.











Aomine da con "la página". Así es; la página. Fue gracias de hecho esta ves a la recepcionista. Resultaba que Kagami, "el pelirrojo bombero" tenia una venta ocasional de pastelillos caseros. Medio edificio se había vuelto adicto a su suave pan y betún dulce, así que ahí encontró la forma de poder tener una charla más... intima.

Uso su semana libre; una de tantas que no había tomado desde que comenzó su trabajo, sin contar sus tres días al mes obligados de su celo, para hacerse de un plan infalible para estar a solas con Kagami.




Lo primero fue contactarle en la página. Lo segundo fue ver en que o como usaría los pasteles que le comprara, porque se rehusaba a desperdiciarlos, llegando la conclusión que los regalaría en la estación por lo que pacto la entrega a tres días antes de que se terminara su semana de licencia.

Así que; para el viernes por la noche, ya tenia todo listo para su visita. Limpio su departamento, pues quería impresionar al omega. Aunque sabia que sus acciones no eran del todo ortodoxas o legales, no se arrepentía.

Sus manos comenzaron a sudar, como nunca antes le había pasado. Ni siquiera en su examen de licencia de francotirador se había puesto tan nervioso. Escucho el timbre de su puerta, esperando lo necesario para no parecer desesperado.




Abrió; dejando salir sutilmente el aroma de sus feromonas. Vio como las pupilas del pelirrojo se dilataron en una fracción de segundo, sonriéndole cuando lo dejo pasar.

Cuando le abrió paso, Aomine no fue capaz de quitarle la vista al majestuoso trasero que estaba enfundado en un delgado pantalón de chándal no muy amplio, por lo que cada paso le dejaba ver sus músculos flexionarse.

Uso cada ápice de control que le enseñaron en la academia para no babear y saltar a morder esos montículos de carne, volviendo es si cuando el pelirrojo le nombro.




—¿Dónde quieres que ponga la bandeja?— le dijo




—En la mesa... no se si deba refrigerarlos, volveré al trabajo después de lo esperado por lo que no se... ¿Qué opinas? — le pregunto para comenzar una plática.




—Emmm... ¿Cuándo vas a volver a tu empleo? —




—El lunes ¿Soportaran el fin de semana? —




—Umm, pudiste cancelarme—




—No me pareció justo dificultar tu trabajo debido a un error burocrático que también me afecto a mi ¿No crees? — Le dijo Aomine.


Poco a poco se le había acercado, quedando lado a lado, separados solo por medio brazo. Aomine escucho de Kagami que lo mejor era que fueran consumidos ese mismo día o el siguiente, pero que; como no eran excesivamente dulces, ya que así los había pedido, podían guardarse en el refrigerador de una forma especifica para que estuvieran frescos pero que no se malograran por congelamiento. Aomine le pidió ayuda, alegando que; con seguridad los echaría a perder si lo hacia el mismo, pues los quería para impresionar a su jefe y demás compañeros.




—¿Dónde tienes el papel aluminio? — escucho Aomine.




—No tengo idea, mi hermana es la que surte mi despensa, pero estoy seguro que debe de haber porque usualmente se lleva las sobras de la comida, la última vez que las dejo; dijo que casi creo un ente demoniaco en el fregadero—




Aomine sintió satisfacción cuando escucho las risas del pelirrojo, a pesar de ser a costa de su vergüenza, le dio carta blanca para que se moviera por su cocina, viendo como los músculos de su espalda se flexionaban cuando levantaba los brazos, hasta que encontró lo que había pedido.

Para entonces Aomine ya había dejado salir al completo el aroma de sus feromonas, viendo como el pelirrojo temblaba ligeramente. Se movió a sus espaldas, poniendo cada mano alrededor de su cintura, apresándolo entre su cuerpo y el fregadero. Apretó sus músculos contra la espalda de Kagami, aspirando su aroma a fuego; no por su trabajo, sino porque asi lo sentía, era un arma a calor, al sol, a fuego ardiente.




—Dime pelirrojo ¿Qué tanto deseas un bebe? — para después lamer lentamente desde donde la ropa permitía que se viera su piel, a la oreja de este.




—¿Cómo... cómo? —




—Lo se... bueno, digamos que los chismes corren rápido y... me fue conveniente—




Aomine llevo una de sus manos en la cintura de Kagami, moviéndola lentamente desde ahí; por debajo de la ropa, hasta uno de sus pectorales, masajeando suavemente uno de sus pezones, después; Aomine se acerco a su oído, haciéndole sentir su ya duro pene en las nalgas del pelirrojo.




—Dime... Taiga. ¿Quieres que te haga un dulce bebe? ¿Quieres sentirme dentro de ti y dejar mi poderoso semen para que tengas un lindo cachorro ¿Quieres? —




Aomine ve con orgullo como Kagami se ha recargado en su pecho, como su trasero se mueve un poco, pero con fuerza contra su pene. Por lo que no duda en embestir con fuerza, sosteniendo al omega cuando la intensidad de sus feromonas lo comienzan a afectar demasiado.




—Por favor... — escucha Aomine —Quiero... quiero a tu bebe—




—Créeme Taiga... no es ningún bebe, te hará un bebe—




Aomine le toma del cuello con fuerza, y lo deja con el culo alzado sobre la encimera de la cocina. Comienza a besarlo con fuerza, un poco forzado por la posición, pero quitándole la ropa al mismo tiempo, sintió que la tela cedió a su fuerza, pero sabia que no la utilizaría en; y esperaba, un par de días. Escuchaba los gemidos desesperados de Kagami, por lo que cuando metió uno de sus dedos en su apretado interior. Sintió un poco extraño el hecho de que no estaba tan húmedo como esperaba, pero a sabiendas también de que el omega no estaba en su ciclo. Se masturbo con rapidez para humedecer su pene, dirigiéndolo en el agujero que había deseado desde que le volvió a ver.






—¡Fuck! —grito Kagami —Es tan grande... tan bueno—




Aomine se hincho de orgullo, moviéndose con fuerza en el húmedo interior, escuchándolo el sonido de la humedad y sus testículos sonar en lo vacío de la cocina. Se sostenía de las caderas del pelirrojo, pero después se decidió por llevar sus manos a sus pectorales, ingeniándose para amasar los músculos y con sus dedos los pequeños pezones ya erguidos por el placer. No dejo de embestir, viendo el perfil del rostro de Kagami, una imagen que usaría para sus noches de soledad.






O si lo conviertes en tu omega, será una vista diaria para ti— pensó






Con ese pensamiento, no pudo evitar correrse, con la idea de tener ese dulce culo a su disposición cada noche, el cómo llegaría a su hogar antes vacío con el aroma de los pasteles y la comida del pelirrojo, de pequeños cachorros corriendo aquí y allá, vivos retratos de los dos.

Aomine anudo lo más profundo que pudo, escuchando los gemidos lastimeros de Kagami, el como decía lo mucho que le gustaba, que no había sentido eso nunca antes.






—¿Nunca... nunca te han anudado antes? — le pregunto Aomine sin moverse de su interior






—No... y-yo... nunca he tenido sexo antes— le respondió Kagami desde la posición en la que se encontraba, sobre la madera de la encimera, sudado y lloroso, además de sus pupilas dilatadas aun por el placer. 




Aomine sintió que algo se rompía en el interior de su mente, algo que no podía explicar, una necesidad en sus encías que lo obligaban a marcar. Los aromas de ambos se arremolinaban, se disolvían para convertirse en uno que los ahogaba.

Cuando su nudo bajo, no dudo en voltearlo sobre la mesa y ver de frente el rostro erótico de Kagami. Se impresiono un poco por el tamaño del pene de este, un poco mas pequeño que el suyo, pero ver su semen bajar del culo medio abierto y de entre su muslo, solo lo excito aún más.

Lo llevo entre sus brazos a su recamara, lanzándolo contra el colchón mientras terminaba de desnudarse, subió a la cama, apresándolo contra su cuerpo, besándolo con intensidad. Aomine no razonaba sus acciones más, solo deseaba embarazar a su omega, tener cachorros con su pareja. Aomine deseaba; a pesar de haber usado sus feromonas para engatusar al pelirrojo, que este estuviera dispuesto por voluntad propia.




—Aomine... Aomine... a l f a...— le escucho decir y solo eso basto para entrar en rutina




Aomine rugió, destrozando la playera que Kagami portaba, viendo como este mostraba su cuello, no dudo en morderle la zona de marca al mismo tiempo que lo penetraba. Una de sus manos apretó con fuerza el muslo mientras levantaba su pierna lo más arriba que podía. Kagami grito contra su oído, sintiendo la humedad de su orgasmo entre la piel de su vientre y la del mismo Kagami. Mordió y mordió toda la zona, hasta que la sangre comenzó a correr lentamente hacia la cama.




—Mio... mío... omega—








Dos noches después de mucho sexo; Kagami despertó antes que el moreno. Sintió cada musculo de su cuerpo doler de una manera deliciosa. Sin embargo, sus ojos solo mostraron dolor.

Si bien su cambio hormonal le conferían el hecho de poder embarazarse, sabía que solo había un 50 % de posibilidades de que la marca se quedara. No sabia como era que el moreno se había enamorado al grado de querer vincularse, haciendo a Kagami temer por; lo que sabía no era del todo una mentira.


Kagami era un omega, pero a su vez no lo era. Tenia esos tintes de alfa en su actitud debido a su casta de nacimiento, pero la transición se había completado, volviéndolo un omega por completo. A pesar de tener pequeños calores, no lubricaba lo mismo que un omega de nacimiento.

Kagami se había dejado llevar desde el principio, cuando al poco tiempo de llegar sintió el aroma insinuante del moreno.

Se levanto de la cama, beso la mejilla de Aomine y se marchó. No tuvo tiempo de recoger su ropa, por lo que se fue a su departamento envuelto en la colcha del moreno. Sintiendo que su corazón se rompía con cada paso que daba, dejando el aroma de sus lágrimas y la sensación de su tristeza, despertando sin saberlo al moreno.










Momoi llevaba de acompañante a Seijuuro a la guardería donde estudia su hijo, había sido la semana más traumática para la pelirrosa. Esa semana había sido difícil, pues por alguna razón el castaño no había aparecido. Fue esa tarde de viernes cuando supieron que se debía de hecho; a su embarazo.

Seijuuro estaba estupefacto en la entrada de la institución. El alfa con quien había tenido el mejor sexo de su vida, estaba esperando un hijo suyo.




—No lo aborto Satsuki, va a tener a nuestro hijo—






Sin embargo; la realidad era que la directora de la institución no había querido dar ninguna información de su trabajador, no solo por la seguridad de este, sino de la institución.

Seijuuro no quería entender, quería usar su poder no solo de delta, sino de su nombre mismo para obtener la información. Pero debido a que era la mejor escuela de Tokio, Momoi le obligo a calmarse.




—¡Es lo mejor de lo mejor Aka-min, no pienso ser expulsada! — le había gritado la pelirrosa




Al menos sabia su nombre completo, por lo que faltaría poco tiempo para dar con el como debía.




Faltaba poco para tenerle entre sus brazos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro