Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

037 - AMIGOS QUE MATAN


CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

DEREK SALVATORE


TRES AÑOS ATRÁS

1 DE FEBRERO


Tengo los dedos destrozados con la sangre acumulada en las puntas mientras me aseguro de colocarlos bien sobre las cuerdas. Guiado por un tutorial online, ya que el estúpido de mi hermano no sabe de guitarras. Tampoco sabe de otras tantas cosas. Así que me he vuelto en autodidacta, también en imbécil después de haber mentido descaradamente al pájaro con ser maestro del instrumento. Sin embargo, una mentira no era suficiente, convertido el imbécil más grande con una agenda imposible, la que ni permite dormir ni cuatro horas. Afortunadamente, duermo por placer. Por otro lado, sería más simple dejar de mentir, pero hacerle saber que no soy perfecto, a mi mejor amiga, resulta que no se me encapricha.

Máximo entra en mi habitación tras tocar la puerta. Luce agotado, en pijama y unas horribles ojeras. Lleva días sin dormir, se le note el cansancio en su cara de hielo.

—¿Nos dejarás dormir hoy?

—Sufre conmigo.

—Lo hago y temo enloquecer, hermano. Llevas días impidiendo nuestro sueño, el de mi hijo y el mío. Te lo pido, te lo suplico, por favor. Dile que no sabes, que por una vez no se te da bien algo, que no eres perfección. 

—Quedaré como un mentiroso.

—Es lo que eres.

—No, si aprendo —suelto la guitarra malhumorado, contemplar la opción de quedar como un farsante me irrita —Aprenderé lo que sea. Seré maestro en cada disciplina. Cantaré, compondré, bailaré, fotografiaré... Haré cualquier cosa por una de sus sonrisas embrujantes.

—Hermano...

—¿Qué hay de malo en querer complacer a mi amiga?

—Nada.

—¿Entonces?

—Date cuenta.

—¿De qué?

Espero la respuesta que parece estar meditando como decir a causa del tiempo que pasa y no responde. Inicia algo, se lo vuelve a pensar, trata de nuevo y el móvil lo salva.

—Tengo dos noticias, una buena y otra excelente. ¿Con cuál empiezo? —habla Gunther.

—La que prefieras.

—Veamos, la excelente. He entregado el billete a tú tío —sabía que la excelente era que había matado a mi tío, siempre la excelente es la muerte de alguien que le gusta presumir haber realizado. Realmente, me genera más expectativa la buena, considerando que no suelen haber buenas —La buena. Estoy en tú mierda de antro, perro. Espabila.

—Gunther está aquí —le digo a Máximo tras ser colgado.

—Al fin podremos dormir.

Apocalypse es el club que compré para quemar las pelotas de mi viejo antes de empezar la universidad, Funcionó, aunque desde entonces no he prestado atención alguna al agujero de cucarachas de los bajos fondos. Lo mantengo por Gunther. Al enfermizo sádico le encanta la fiesta, a mí no. Estar rodeado de cobardes no es divertido, sin embargo, lo tolero por mi amigo y el reservado.

Subo a la planta privada. A excepción de mi amigo y yo, muy distinto a lo que pasa en mi despacho, algunas veces hay cucarachas correteando por aquí, usualmente, el barman, prostitutas y próximos cadáveres. Gunther es adicto al sexo y la muerte, y yo no soy de joder los gustos a mi amigo.

Hablando de él. Se la está chupando una prostituta. Otras veces son prostitutos sin que su bisexualidad resulte novedad. Él día en que me lo dijo, más bien pregunté, me puse al corriente sobre orientaciones sexuales. En aquel entonces ya sabía de gays, lesbianas y bis, pero el tema era más profundo. Aquella noche experimenté con él. No mucho, lo suficiente para saber que no se me pondría dura, al igual que pasa con el sexo opuesto, ni una mísera erección en veintisiete años. Soy asexual.

—Gunther.

—¡Death! —parte el cuello de la puta, suelta el cadáver y se guarda la polla antes de recibirme con brazos abiertos, Aunque para a medio camino —¿Dónde está tú condena, Death? Estoy aquí para conocerla.

—¿Para qué? ¿Para qué no quiera saber de mí después de eso? —señalo al cadáver.

—No me digas que es santa.

—Si. Y mucho. Es una estudiante que piensa que lo único malo que hay en mi vida es el exceso de trabajo. Caprichosa, inocente y sobreprotegida, prefiere una maratón de películas Disney antes que salir de fiesta.

—¿Y tus huevos cayeron por ella? No jodas. Me desaparezco y te arruinas, eres imbécil. Sabes qué pasa contigo.

—Es mi amiga. Y te dije que no le afectó.

—Tal vez no sea humana.

—Tal vez. No lo sé. Ni importa. Bueno, quizás un poco. Así le podría decir que soy sin riesgo a que huyera.

—De acuerdo. Me vestiré de punta blanca, pondré mi mejor cara de ángel y averiguaré qué es. ¿Cuándo me la presentas?

—Es delicado.

—Entonces hay que envolverla con una cinta que advierta su fragilidad —ignoro su burla dirigiéndome a la barra, pensando en que sí es frágil y que su fragilidad corre peligro desde que Enzo la conoció —No pongas cara de culo, es broma. Mejor te doy los regalos.

El bartender me carga la copa al instante que me siento con amargura y Gunther deposita sobre la superficie dos bolsas, una deportiva y otra refrigerada. El contenido de la primera es la cabeza de mi tío; la segunda, sangre. Gunther ha secado a mi tío y primos, al igual que lo hizo la segunda vez que mató a uno de mis familiares, sabiendo que nuestra sangre es única por la maldición. Si uno de mis hermanos necesitará una transfusión, su cuerpo solo aceptaría esta, trágicamente.

—Uno más para la colección —mete la mano por el hueco del cuello y mueve la boca, realizando una mala imitación de la voz de mi tío —Este hombre muy, muy, muy apuesto me mató. Cantó una canción y realizó el baile de la victoria, usando mi cabeza y la de mis hijos como si fueran malabares.

—¿Quieres contarme los detalles?

—Ni se pregunta.

Lanza hacía atrás la cabeza, golpea la barra para que le sirvan un generoso trago y explica los detalles emocionado. Con este estuvo un mes, ya que quería confirmar rumores que estoy conociendo. Hambruna, necesita alimentarse seguido, más cuando se hiere. No porque tenga la habilidad de regenerarse con comida, sino porque al no hacerlo, debilitado, se transforma en un monstruo sin razón. Las consecuencias son nefastas.

—Ha llegado el turno de tú viejo —muestra los dientes sonriente.

—Necesito que pares.

—¡¿Otra vez?!

—Te dejaría matar a Enzo, pero dudo que sea simple. Así que mientras lo averiguas necesito que estés aquí, haciendo algo por mi.

—Tú propón. Ya luego veo si acepto.

—Enzo la conoció y yo conozco la mirada que le ofreció.

—¡¿Bromeas?! —ojalá, ojalá no fuera así y no me reventara la risa de Gunther. Es grave —¿No tiene suficientes putas y necesita la de su hijo? Bastardo, hijo de puta.

—A la próxima te golpeo. Es mi amiga.

—Si, lo que sea. A tú ritmo, Death. Centrémonos en que tú padre quiere abusar de tú muy, muy, muy, muy especial amiga.

—Lo que quiere es matarla. Es tan impertinente que al conocerlo le sobraron ovarios para enfrentar al viejo.

—¿Y yo me lo perdí? Joder, me declaro su fan.

—Entonces, ¿serás su escolta?

—¡Alto ahí! ¡¿Cómo llegamos a esa pregunta?! —se aleja varios metros, negando de cabeza y pellizcándose el brazo —No, ni en un millón de años. Suficiente tuve contigo para que vuelva a ser canguro.

—Te pagaré.

—Si necesitará dinero, lo cogería y ya.

—Ambos sabemos que cederás.

—Death, soy asesino. Mi perdición es cortar cabezas, no tener que vigilar a una adolescente.

—Conócela antes de tomar una decisión.

—Pues presentamela.

—No es tan fácil.

—Si, sí que lo es. Tú eres el imbécil que lo quiere complicar. Saca el móvil, marca el número y quedemos con ella en un lugar más ajustado a su preferencias de ángel de la guarda.

—Si te conoce por mí, ya no podrás ser su escolta.

—Y dale con complicarte la vida. No conocerá el lado criminal de tu familia, pero eres un importante empresario. Manejas dinero y propiedades. Lo comprenderá.

—No querrá.

—Maldito maricón. Golpea la mesa con tus huevos y le dejas en claro que las cosas se hacen a tú manera.

—Como si eso fuera posible —mascullo.

—¿Qué maldices?

—No puedo. Si ella dice sí, yo digo sí. Si dice no, digo no. Hace conmigo lo que quiere, pero es que ya no soy capaz de imaginar un mundo sin ella.

Gunther pide una pizarra al barman y un rotulador, antes de colocar la tabla en mis manos frente mi pecho usándome de soporte. Escribe, me golpea la nariz cuando trato de mirar que hace. Saca una fotografía con el móvil.

—Tienes que ver mi nuevo fondo y salvapantallas. A esta fotografía le voy a sacar todo el jugo posible.

Me crujen los dedos sujetando la pizarra cuando veo la foto. Miro y miro más hasta partir la tabla en dos. Hijo de puta, cabrón. Ha tenido el atrevimiento de pasarme los testículos por la cara al sacarme una fotografía con la palabra "DOMINADO". Un poco más y me la escribe en la frente.

—Tú nuevo estatus.

—Puedo hackear esa mierda y eliminar.

—No, considéralo tú pago.

—Dices que...

—Digo que aceptó un período de prueba. Si me cae bien, seguiré protegiendo a tú amiguita hasta matar al viejo. Aunque no tengas esperanzas. Si resulta ser humana, no aguantaré mucho. Odio a la inmundicia.

—Ella no es los demás.

—Ya veremos. Ahora, escupe el plan.

El barman me pasa el portátil que guardo aquí. Accedo al sistema en la nube abriendo los documentos que contienen la información y fotografías de los padres y hermana de Soraya. Inicio la explicación con el padre, en la ficha está escrito su nombre, Adrián Aguilar, contable. La madre, Sara, ama de casa. Tuve ocasión de probar su comida en el cumpleaños del pájaro loco, a diferencia de su hija, es muy buena cocinera. 

Abro la foto de la hermana. Antes de que pueda explicar interrumpe la bocaza de Gunther.

—Son sus tetas. Te domina por las tetas.

—No es ella. Esta es su hermana —me fijo en el nombre —Laura Aguilar. Tú excusa para infíltrate en la familia. Estarás cerca del objetivo a proteger sin levantar sospechas. 

—Explícate.

—Serás su novio —parpadea incrédulo —Es simple. No conozco sus gustos, pero confío en que lo averiguarás y lo usarás para engañarla. No seas muy cruel. Es la hermana de Soraya.

—Al menos tiene una buena pechonalidad. ¿Qué hay de su trasero? ¿Tienes fotos?

—No ocupo cosas innecesarias.

—Son necesarias para mí.

—Ajá —abro un nuevo archivo, contiene todo un pasado inventado para la nueva identidad de Gunther. Leo el nombre; —Hugo de León. Pensé lo mejor para ti.

—La niña ha provocado el suicido colectivo de tus neuronas —se ríe estridente golpeando la barra. No es un chiste, voy en serio —¿Te das cuenta que nos podrían presentar? ¿Qué harás entonces? Equivocarte. Usarás mi follable y real nombre en vez de la mariconería que has pensado.

—¿Tú nombre es follable?

—Si.

—Bueno. Te jodes. Estuvo en la mansión de Máximo. Alguna cucaracha pudo pronunciar tú nombre y mi amiga, precisamente, no es estúpida.

—No lo recordarás.

—A partir de ahora, olvido Gunther y serás... —miro el nombre en el documento —Hugo.

—¿Cuál es mi nombre?

—Gunther.

—Mal. Es Hugo —su risa ya aburre.

—Cállate, imbécil. Solucionaré esa mierda antes de que nos presenten.

—Intento ayudarte como mejor amigo tuyo que soy.

—Pésimo, amigo pésimo. Apenas vienes un par de veces al año, nunca atiendes mis llamadas y das señales de vida cuando ya te creo muero.

—No soy tan pésimo. Seré temporalmente canguro porque soy el mejor amigo que tienes y tendrás. No saco nada de esto, más que hacerte feliz y un par de polvos medianamente aceptables. Siempre y cuando esté usada. Los vírgenes sois muy delicados y quejicas.

—El sexo está sobrevalorado.

—Tengo cierto sentimiento de lástima por tu muy especial amiga —se acaba el trago y exige la botella —Vamos, Death. Enséñame una foto suya —dudo, no me gusta dar a conocer la belleza que tengo de amiga —¿A qué esperas?

—Ten claro que es mi amiga, no tuya.

—Es trabajo para mí. Solo eso.

Medito su honestidad unos segundos antes de desbloquear el móvil y revelar el extraordinario fondo de pantalla. En Navidad, sin darme cuenta, inicie una costumbre de fotografiar a Soraya cuando se distrae, ya que si lo descubriera, sería algo más que echarme en cara y no quiero escuchar su vocecilla. Ni que tenga la ocurrencia de hacerme borrar cada captura. Hay tantas. Y, aún así, tengo mi favorita, precisamente la que le estoy mostrando a Gunther.

Sentada en el sofá de la mansión de mi hermano, distraída con las llamas que se reflejan en sus iris, usando un gorrito de lana y envuelta en una manta de cuadros mientras sujeta una taza humeante de nauseabundo chocolate caliente. 

Es mi placer visual cada vez que desbloqueo el móvil. 

—¿Te quito el móvil?

—No la vi venir. Puso esa mierda de fondo y no lo sé cambiar.

—Y yo te creo, hacker —palma mi espalda y sonríe mostrando la perfecta y blanqueante dentadura al completo —Tus pelotas están amarradas, cabroncete. No te culpo. Es bonita.

—Mia.

—Tuya —alza las manos.

Establecemos las bases del plan. Continuamos actualizando lo que ha sido de nuestras vidas los últimos meses. Habla de los diversos escenarios de caos, sangre y muerte. Por mi parte, hablo de mi dolor de cabeza, el pájaro loco, de las consecuencias de su existencia generando una agenda imposible. También presumo de mis recientes habilidades adquiridas sobre los fogones.

Al par de horas, veo conveniente dar por cerrado el encuentro, ya que debo seguir con los horarios. Además, no se irá, no ahora que ha aceptado el encargo, así que ofrezco la casa de mi hermano para que se hospeé. Tras su aceptación y su entusiasmo por el próximo encuentro entre mi hermano mayor y su hijo, nos dirigimos a la salida. A medio camino, no obstante, algo me hace frenar las intenciones. O mejor dicho, alguien.

En la barra, dándome la espalda y bebiendo sake, se encuentra el hermano más cobarde. Damián. Su presencia me pica. Nunca hubiera esperado verlo aquí, menos cuando es el perro obediente de Enzo. La ausencia de nuestro progenitor solo puede significar que lo manda a espiarnos. Ridículo.

—La próxima vez no seas tan evidente —le pego el aliento a la oreja y agacha la cabeza sumiso. Ya no espero nada de él —O te mataré. O quizás le dé el gusto a Gunther. Termina el maldito trago y esfúmate, porque a perros cobardes como tú no los quiero por aquí.

Prosigo con las intenciones de irme del agujero, pero vuelvo a frenar cuando su voz me alcanza por primera vez dirigiéndose a mi. Clara, sin temblores. Expresa un mensaje breve y placentero, al menos de mi parte, aunque no dudo que no haya placer de la suya.

—Imbécil.

Hermoso. Le han brotado huevecillos.

—¿Qué dices? —me mantengo en la misma posición.

—Imbécil —se me dibuja una sonrisa tonta.

Me insulta y hay replica. Ya era una gran noche, ahora es gloriosa.

—Muy bien. Ahora, aumenta esos huevos y dilo en mi cara —volteo, lo encuentro de pie, pero de cabeza agachada —No estoy en el puto suelo, Damián. Alza la vista y repite. No muerdo.

—Yo...

—Te daré cuatro segundos.

—Y...yo....

—Uno.

Balbucea y empieza a temblar, buscando palabras de disculpas, no el insulto que he disfrutado, el mismo que me ha dado esperanzas. Aceptaría a Damián, siempre lo he aceptado, pero no tolero su cobardía. Joder, somos hermanos.

—¡Dilo! —grito al cuarto segundo.

La ridícula ilusión me consume, me hace arder y estampar el puño sobre su tabique nasal. Sin defensa lo derribo y me pongo encima.

—¡Dilo! —lo sacudo violento y sin descanso —¡Solo dilo, joder! ¡Muestra los putos colmillos, perro!

Hago estragos en su cara. A cada segundo que guarda silencio, hay nuevos golpes que tiñen el panorama en rojo.

—¡Vamos!

El crujido de mi mandíbula hace que me detenga. No hay palabras, más me llena de orgullo el que haya devuelto uno de los golpes, a pesar de que el miedo lo tiene acobardado, hay algo, lo puedo entre leer. 

Suelto a mi hermano y río endemoniado, él aprovecha para escapar. No salgo del asombro. Estoy feliz.

—Dime que no ha sido una alucinación, que ha sido real —le pido a Gunther.

—Estoy seguro que estaba borracho.

—¡No lo arruines! —sujeto sus hombros y lo sacudo —¡Me ha pegado, joder! ¡Tenemos que celebrarlo!

—Tú odias las celebraciones.

—¡Una ronda gratis para todas las cucarachas! ¡Hoy cierro el club!

La bebida se reparte entre los asistentes que forman un vacío en forma de círculo alrededor de Gunther y yo. Todos brindan bajo mi orden. Fiesta, una gran fiesta en honor a Damián.

La noche se hace eterna.

—Ya nos podemos ir —digo al poco, cansado del ambiente de cobardes.

—Sabía que no duraría más de cuatro minutos.

—Aborrezco las fiestas, más si son nocturnas. No hay sentido en emborracharse hasta vomitar y compartir locuras con extraños. Es lo más patético que existe. 


****

Amistades grandes y sinceras. 

Hugo fue un gran amigo de Derek. Y todos esperamos que esos tiempos regresen algún día, pero también deberíamos aprender a dejar lo bueno atrás. El pasado es pasado, si el presente no es igual, no fuerces a que sea igual que el pasado, haz de tú presente dife...

*Derek me dispara*

Coff... Cofff...

*muero*

Derek: ¡Demasiadas putadas ya me estabas haciendo, cucaracha!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro