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025 - EL JUICIO DE GLACIAR


 CAPÍTULO VEINTICINCO

MÁXIMO SALVATORE


Impaciente, reviso la hora y sufro un pinchazo de molestia por la falta de puntualidad. No me gusta esperar. Si cito a alguien a una hora, dicha persona debe estar en el sitio acordado ni en un minuto de más, ni uno de menos.

Acaricio la piedra con la que una vez sangre metiendo la mano en el bolsillo, tratando de calmar los nervios que no expreso, recordando a la pequeña y asustadiza pelirroja que tuvo la osadía de usarla en mi cabeza, aún sabiendo que era descendiente de Enzo Salvatore. Hombre temido en los seis continentes y que descansa a cuatro metros bajo el suelo.

Los minutos siguen avanzando y mi humor desciende en cada uno.

Estar aquí forma parte de mis responsabilidades como líder de los Salvatore, aunque preferiría estar en la investigación del asesinato de Antonio. Él no importaba, pero si lo hace el escenario del crimen, ya que todas las pruebas señalan a un único culpable, Gunther Meyer.

Alemán sádico.

Si nuestra familia le debe temer a alguien, ese sin dudas es al hombre que asesinó a sangre fría a nuestros tíos y primos, llevándose por delante a incontables hombres que actuaban bajo las órdenes Salvatore. Su pretexto, la diversión.

Mi hermano está en peligro. Y, sin riesgo a equivocarme, sé que usará cuarenta mil excusas antes de enfrentar al problema que lleva esquivando desde que hace semanas regresó con Soraya. Un regreso que hemos esperado desde hace demasiado tiempo Damián y yo. Mi hermano le debe amor, nosotros lealtad.

Soraya no bendijo con milagros. El que más valor tuvo para mí fue que mi hijo, el demonio de Tasmania, hablará. Una lástima que pasará después de que ya no estuviera con nosotros, al igual que lo es que nunca pueda volver a recordar lo que hizo por todos y cada uno de los hermanos.

—Acaba de llegar —me informa Gaspar, mi mano derecha.

—Cinco minutos tarde —carraspeo.

Me levanto liberando la piedra en el bolsillo, confirmando que el cuello del traje está en condiciones óptimas. También la corbata. La presentación siempre debe ser impoluta, pues es una gran estrategia que acompañada de otros recursos hacen que sea imposible que puedan indagar sobre la privacidad de uno. Si no te leen, no te pueden dañar.

Ivanna Sokolov, hija menor de la mafia roja, hace acto de presencia en el restaurante de lujo escoltada por cinco vory. Su presencia es gloriosa, embaucando a los hombres y mujeres que deja atrás con cada paso realizado con tacón de aguja a medida que se acerca a mi.

Capturo su mando depositando un beso mientras contemplo el verde azulado que realza con largas pestañas y un potente maquillaje de labios rojos. Por su parte, retira un mechón rubio detrás de la oreja formando una sutil sonrisa de cortesía.

—спокойной ночи, иванна —la saludo con un fluido ruso.

—Siento la demora, surgieron un par de imprevistos.

—¿Algo en qué pueda ayudar?

—Ya ha sido solucionado.

—Buenas noticias.

La acompaño a su asiento retirando la silla para que se pueda sentar cómodamente mientras los vory ocupan la mesa de un extremo, al lado contrario donde están Gaspar y mis hombres. El camarero nos trae las cartas. Me adelanto a pedir un vino tinto, exclusivo de las bodegas de Valduero.

Viajo a las manos que sujetan la carta, reparando en el anillo de prometida que hace justicia a su presencia. Solo un objeto y se sabe que la exclusiva mujer ya no está disponible, lo saben los presentes y los que no, y lo sé yo. 

Durante la velada disfruto del vino con una tercera botella, descarto la posibilidad de pedir una cuarta mientras Ivanna habla de sus grandes planes de boda. Enumera invitados, lugares, decoración, el diseñador del vestido... En estos momentos no me importaría coger uno de mis rifles de caza y colgar su cabeza en la chimenea del salón principal. Lástima que la necesito.

—¿Qué te parece? No eres muy expresivo.

—Acostúmbrate. Es mi cara —bebo de la copa.

—Necesito saber tú opinión —insiste, más pesada que su acento ruso.

Sí me importara algo de esto, le pediría a mi hermano que me ayudará, pero no lo hace. Además, está demasiado ocupado cometiendo errores con su mujer. Cuando Damián se enteré de que le puso la mano encima, tendrá un gigantesco problema, ya que Damián no le importará si es nuestro hermano a la hora de devolverle los golpes que le dio a Soraya. Y yo dejaré que lo haga.

—¿Máximo?

—No tengo ningún interés personal en tus asuntos. Si quieres opiniones, contrata a una wedding planner o consulta a tus damas de honor. 

—No hablas en serio.

—¿Por qué no?

—Es nuestra boda —me recuerda ofendida.

—Es una broma, Ivanna. Solo que a los inexpresivos se nos da terrible bromear —pido la cuarta botella para aguantar su palabrería. Me quiero ir de aquí, lejos de la belleza que cautiva a todos y que yo aborrezco —Aunque insisto con un wedding planner. Tengo muchos negocios que atender y no aguanto más peso. Como sabes mi liderazgo es reciente y me sigo acostumbrando, principalmente, porque nadie tuvo la delicadeza de informar con antelación.

—Eres el hijo mayor.

—Ambos sabemos que eso no adjudica liderazgo, menos en mi familia que suele ser para el más oscuro. Aquel que inclina cabezas con su mera presencia y disfruta del dolor que producen sus manos. Sin corazón, ni alma. Muerte.

Mi hermano no se ajusta al perfil, pero es él. Ama a Soraya. Tiene corazón y alma, también odia que lo teman. Suele evitar la violencia, a pesar de que su lenguaje es contundente. Solo se convierte en amenaza cuando tocan a aquellos que aprecia. Su familia.


TRES AÑOS ATRÁS

DICIEMBRE


Aplico todos los conocimientos sobre los planos de una nueva arma con la que llevo trabajando hace semanas, disfrutando de mi pasatiempo armamentístico cuando no tengo ninguna responsabilidad que ejercer por el mero hecho de estar etiquetado con el apellido de la familia más peligrosa del mundo.

El diseño de armas se convirtió en mi refugio tras el asesinato de mi esposa  y la condición de mi hijo. Durante años estuve buscando al asesino de mi esposa con la ayuda de mi hermano, ya que somos los únicos hermanos que nos relacionamos y el vínculo padre e hijo es denigrante. Sin embargo, nunca hubo respuestas. Cero pistas.

¿Quién fue?

Algún día lo sabré.

Salgo del estudio con intención de tomar un receso en la cocina cuando en mitad del trayecto contemplo a Darley de espaldas, subida a una silla mientras quita el polvo de la esquina superior. No es mi empleada, pero quiere limpiar, y tras muchos intentos fallidos para que dejará la costumbre, me rendí. Consiguió un sueldo. Sin embargo, considerando que es mi hija adoptiva, le pagaría cualquier cosa. 

El uniforme le llega hasta los tobillos dejando todo a la imaginación. Su impresionante melena naranja la tiene recogida en una provocativa trenza, claro que para mi estabilidad tampoco es bueno que la suelta. 

Estos pensamientos con los que estoy lidiando desde hace poco son tan impuros que los guardo. No la traje siendo niña para que en su adolescencia me consumiera el morbo de hacerla pecar, sino que lo hice para que tuviera la oportunidad de tener una vida mejor después del infierno que vivió en manos del despreciable que la engendró.

—Darley.

La sorprendo provocando que de la impresión caiga de nalgas al suelo. Al tratar de incorporarse, se vuelve a caer a causa de la torpeza que ofrece la falda, la misma que muero por subir para hacer cosas de un mal hombre.

—Levántate, por favor.

Obedece cuando una chispa de dolor atraviesa sus bonitos ojos llenos de vida. Siempre ha sido muy expresiva expresiva. De hecho, es esa expresividad que tiempo atrás me hizo saber que nada estaba bien cuando me agredió con una piedra.

Me agacho sin decir nada, subiendo el vestido, exponiendo sus piernas hasta media altura y descubriendo los rasguños que le ha ocasionado la caída y que me molesta junto al deseo impuro y su torpeza.

—Lo siento —se disculpa afectada.

Suelto la tela y me incorporo, observando el exquisito rubor de sus mejillas pecosas.

—¿Te duele algún sitio más?

—Solo las piernas. No te preocupes, se me pasará.

—Mi deber como señor de esta casa es preocuparme de todos. 

Miento más que hablo. A excepción de Darley, las únicas personas que me preocupan son Gunther, Nana, mis hermanos y mi hijo. Aún cuando solo me relaciono con mi segundo hermano tengo sentimientos con los restantes.

—¿Tienes los resultados de los exámenes? —cambio de tema y asiente apretando los labios —¿Y? ¿Cuáles fueron?

—Están bien —me desvía la mirada.

—¿Cuántas has suspendido?

—Una.

—¿Matemáticas?

—Son muy complicadas. Tú dices que son fáciles y es mentira, nunca se me han dado bien —expresa el disgusto con una mueca y solo hace que empeorar los desvaríos que sufro. Me gustaría intercambiar esa expresión de formas cuestionables —¿Por qué no es suficiente con el graduado escolar?

—Me molestaría desperdiciar tu inteligencia.

—No soy tan lista.

—Darley. No te consiento que te llames tonta, así que cuida de tus palabras o no te dejaré salir de tú habitación —le advierto y añado: —Y deja de limpiar. Mi hijo tiene las mismas semanas de vacaciones que tú. Quiero que os divirtáis.

—Tengo trabajo. 

—No me hagas ordenarte. Y ve a curar esas piernas, no lo harán solas.

Asiente efusivamente y sale corriendo, sin embargo, antes de cruzar el umbral vuelve a tropezar demostrando su amor incondicional con el suelo. A lo único que debería amar así es a mi.

—Deja de caerte.

Antes de que se levante me anticipo a cargarla sobre el hombro , ya que temo que vuelva a tropezar. Mi predilecta no se caracteriza por ser alguien torpe, pero cuando está en mi presencia se vuelve en un cúmulo nervioso. Doy por sentado que se debe a su etapa hormonal.

Es una chica falta de experimentación con chicos. No sale de la mansión más allá que para ir al instituto, salidas con mi hijo o encargos que le solicitó. Además, si alguien se atreve a acercarse, pienso recurrir a los refiles y volar cabezas. Fue abusada sexualmente, no voy a dejar que otro inepto se aproveche de su inocencia.

Entro a la cocina. Mi hermano está entretenido con su nueva afición. Dejo a Darley sentada en la encimera, la cual inclina la cabeza sintiendo la existencia de un hermano que la ignora. Saco hielo y el botiquín. Sano los rasguños decorándolas con dos tiritas de gatitos. No se queja, no porque no le duela, sino porque teme incordiar al hombre que cocina con sus quejidos.

—Ve con mi hijo —le digo, una vez curada.

—¿Ahora curas cucarachas? —cuestiona mi hermano a solas.

—Sé que lo tuyo no son los nombres, pero te pido educadamente que no la llames cucaracha. Te recuerdo que está es mi casa. Como sigas tan insolente, te enviaré de regreso con nuestro padre.

No quiero que regrese. Conocer a Soraya ha significado mucho, ha mejorado su vida y es feliz. Antes de ella, era un proyecto de ser la viva imagen de nuestro padre, a pesar de su intento de alejarse creando su empresa, el rechazo constante de la sociedad lo mantenían en una burbuja de amargura.

El primer rechazo lo sufrió en manos de nuestra madre. Y, de ahí no fue a mejor, aún cuando conoció a Gunther y sonreía, esa sonrisa la perdió hace catorce años y no ha regresado hasta la aparición de Soraya. 

—Si se dejan pisotear son cucarachas.

—Si le dieras una oportunidad y la tratarás mejor, quizás existiría la posibilidad de que perdiera el miedo.

—Ajá.

Sé que es imposible, que su efecto no desaparece y nadie se explica porque existimos cuatro personas que no vivimos influenciados al miedo que causa su presencia. Nuestro padre vive condicionado igual que él, pero en su caso disfruta del rechazo, le encanta someter a mujeres a través del miedo, igual pasó con nuestra madre.  Sin embargo, no la compadezco, la odiaba, el sentimiento nació cuando decidió quitarse la vida en mitad del parto de mi hermano. Se lo tuvieron que sacar de su cadáver.

—¿Cocinado para la pequeña?

—Le gusta mi comida. Y a mi me gusta verla comer. ¿Algún problema?

—Ninguno. Solo recuerdo que cierto sujeto dijo que sería cosa de una vez —blanquea los ojos cortando verduras —¿Qué cocinas?

—Lasaña de verduras.

—¿Te ayudo?

—No.

Me quedo conversando tras coger un tentempié de la nevera. Lo que normalmente sería una conversación acerca de su trabajo, pasa a ser una intercambio de opiniones acerca de Soraya. Habla fascinado y sin ser consciente de lo que ocurre, defendiendo una amistad que es incapaz de notar que va a más. Se ha convertido en dueña de su corazón.

—¿Estarás en Navidad? —le pregunto.

—Como cada año. Hay que cazar al puto viejo gordo y quedarnos la mercancía.

—Santa Claus no existe.

—¿Crees que no lo sé? Es mi sobrino quien no lo sabe. No mataré las ilusiones que nosotros no tuvimos por Enzo.

Está negado a ser padre, al igual que tener relaciones intimas con mujeres que por su influencia el sexo se traduciría en violaciones. Sin embargo, si tuviera la posibilidad de ser padre, sería uno excepcional, y por ello, le desearía que su influencia no afectará a sus hijos, que sus pequeños no le temieran, ya que ese rechazo tan grande no se lo merecería. Además, ahora existe esa posibilidad, desde que apareció Soraya, puede llegar a serlo sin tener que dañar.

—Dejemos la caza para el próximo año.

—¿Por qué?

—Invita a la pequeña.

—Tengo entendido que se celebra en familia y ya tiene la suya. Además, es mi amiga.

—Vives engañado. La Navidad es para estar con las personas que apreciamos, ya sean familia o amigos.

—¿La cucaracha roja se sentará con nosotros? —me gustaría decir que si, pero es un rotundo no —Solo te había visto curando a tú hijo, pero ahora también la curas a ella y se hace raro. ¿De qué me pierdo?

—Invita a Soraya.

—¿No me dirás?

—Los empleados comen en una sala aparte —me excuso, sabiendo perfectamente que ni es empleada, y que es mi hija. 



ACTUALIDAD


Llega el segundo plato e Ivanna sigue hablando por los codos, sin haber aprendido a callar. Por mi parte, la cuarta botella, me tiene mareado convirtiendo la situación en algo tolerable.

—Si me disculpas cuatro segundos —digo, cuando el móvil vibra.

Tengo varios archivos multimedia y un escrito con el que arraso con el contenido de la copa. Las exigencias de mi hermano considerando los tiempos, últimamente no resultan de buen gusto.


¿Te encargas tú? ¿O lo hago yo?


Miro los vídeos tras llenar la copa con lo último de la botella y se me escapa rompiéndose en el suelo. Darley y Soraya han estado jugando a Control, sin considerar la prohibición de mi hermano. Sé que es complicado para Darley, más cuando eran amigas, pero no puedo permitir su muerte.

—Tengo que irme.

—Creía que íbamos a pasar la noche juntos.

—Ha salido una emergencia —me levanto y se engancha a mi muñeca —Ivanna, preciosa. Tengo responsabilidades.

—Manda a alguno de tus hombres.

—Este requiere mi presencia.

—¿No me amas?

—Ya sabes la respuesta.

—Aún así necesito que lo digas. No eres muy expresivo, y el que evites el contacto...

—Si. Te amo. ¿Eso querías escuchar? Porque lo hago y mucho, eres mi única —me dedica una sonrisa y cuestiono la inteligencia de la hija menor de la mafia roja. Menos mal que hay otros hijos o una de las organizaciones más temidas estaría condenada a convertirse en un circo —No soy el hombre más cariñoso, pero eso no significa que tengas ojos para otra. Conoces las leyes de nuestra organización. La fidelidad es algo que ni yo puedo romper.

—¿Me darás un beso? —beso su mejilla.

Mis hombres me siguen en la salida, entrego las llaves a Gaspar y pido de su conducción considerando que estoy en pésimas condiciones por el alcohol.

Lo primero que hago al llegar es guardar la piedra en la caja fuerte, luego me dirijo a la habitación de Pietro, comprobando que se encuentra durmiendo y dejando un beso en su frente al arroparlo. A continuación, voy a por Darley.

Me froto la cara tratando de calmar el ánimo y toco a su puerta.

No me gusta nada. Si mi hermano fue capaz de lastimar a Soraya, es capaz de atacar a cualquiera superado por la situación, más considerando que nunca tuvo la oportunidad de relacionarse con Darley. Era amiga de Soraya, aún así siempre la consideró una empleada más, aunque no lo sea. 

Entro con permiso. Darley está cepillando las llamas que componen su melena, tapada por una bata sin transparencia, aunque ayuda a fantasear con un lanzada en la cama. Con perdón a mi difunta y sin contar a Soraya, es la más hermosa.

—Buenas noches, Darley.

—Buenas noches, Máximo.

—¿Has tenido algún contratiempo con las compras? —me cuesta asimilar que haya sido capaz de romper la orden.

—Ninguno.

Sigue cepillándose sin darme la cara, aún así nuestros ojos se saludan a través del espejo.

—¿Segura?

—Los escoltas me han tenido paciencia y hemos comprado todo, aún cuando hemos tenido que venir antes por lo de Gunther.

—¿Cómo lo supiste?

—Las noticias.

Normalmente, una muerte relacionada con la familia no sería vista en televisión, pero exhibir el cadáver nos ha puesto en el punto de mira, aún así Damián se encargó de que no fuera a más. La policía ha hablado, pero no irá más allá de un ajuste de cuentas y no existirá investigación por su parte.

—Necesito que seas más sincera —detengo su dedicación a su cabello, sustituyendo el cepillo por el móvil reproduciendo uno de los vídeos —¿Y bien?

No responde, así que le doy espacio mientras me siento en la cama sin perderla de vista. Espero una explicación coherente, lo hago mientras el vino hace estragos por el torrente sanguíneo. Estoy mareado.

—Te lo puedo explicar —se voltea.

—¡¿En qué pensabas?! —grito, sorprendiéndonos a los dos.

—Ella me asaltó y...

—¡Excusas! —me levanto de golpe, al igual que ella. Estoy desesperado y ella jamás será consciente hasta que punto —¡Sabes lo que le hizo porque la bañaste tú cuando la traje contra mis órdenes! ¡Se se entera te echará ácido en los ojos como yo no hice! ¡Y ahora lo empeoras! ¡¿Qué tienes en la cabeza?!

—Cálmate. Fue un accidente.

—¡No me sirve la excusa! ¡Menos a mi hermano!

—Te juro que...

No me reconozco con tanto grito. Fluyen sentimientos, sentimientos que nunca muestro y que hoy me traicionan rompiendo la coraza de hielo.

—¿Qué haré contigo? —trato de ser civilizado.

—Lo solucionaré.

—¿No escuchas? No es el de siempre y quiere que me encargue de lo que provocaste o lo hará él. Y no quiero que lo haga él, no soportaría que... —callo apoyando su mano en su mejilla caliente. Es mi fuego, ya quisiera que lo fuera —Simplemente no lo soportaría.

—¿El qué?

—Me niego a perderte. Y si tengo que mandarte a la otra punta del planeta para que estés segura, lo haré —se sorprende.

—Exageras —niegas —Si lo hablas con él, te escuchará. Es tú hermano...

—Es un desquiciado.

—No quiero irme.

Estoy sin opciones. Si tengo que alejarla, lo haré, aunque duela, ya que no soportaría que sus llamas se extinguieran. Perdí una vez el amor, no lo perder por segunda vez. El dolor de mi esposa aún me pesa, no puedo imaginar que sucedería si me volvieran a quitar lo que amo.

Sin ser capaz de enfrentar sus lágrimas me dirijo a la salida saboreando el gusto de la derrota.

—No quiero irme, papá.

Me suplica aferrada en la muñeca mientras me quema con la palabra papá. Hubo un tiempo que adoraba que me llamará así, sin embargo, cuando los pensamientos carnales aparecieron empecé a sentir asco. Su padre la violó hasta la saciedad, así que me vea como un segundo padre, siendo consciente de lo que vivió, sabiendo que no la veo con buenos ojos, me baja en la misma posición que su monstruo. Es mi culpa. Me arrepiento de haberla adoptado. Si tan solo la hubiera acogida, si tan solo no me hubiera responsabilidad de su educación, tal vez podría ignorar los catorce años que nos diferencian.

—Por favor, pa...

Ahogo la maldita palabra a través de un beso. He esperado mucho por sus labios, los he soñado en cada noche. Y, ahora, me rompe al no ser correspondido, me destruye que su calidez no me reciba. Soy su figura paternal y yo jamás la veré como hija, necesitado de una segunda oportunidad para amar que se acaba de evaporar.

Hielo y fuego, la combinación no funciona.

—Me excedí con el vino, perdón.

—Máx...

—Necesito descansar —voy a la puerta. No necesito hablar de lo incorrecto, tengo que asumir de una vez mi posición, soy el líder y voy a contraer matrimonio con una rusa detestable para fortalecer nuestras familias —Mentalizate que te vas. Mientras pienso en el destino no saldrás de la habitación.

—Máximo. Yo...

—Es una orden.

Voy a mi habitación tras recoger un par de botellas del minibar. Es una noche para tirarme en la cama, beber y llorar. Había olvidado como se sentía tener la cara cubierta de lágrimas. Estoy roto.

Odio el presente. Odio en lo que me volví cuando mi hermano me nombró líder, los negocios que debo manejar y que me producen arcadas. No sé qué hice para que me puteará así. Asqueo las drogas, las extorsiones... Principalmente, la prostitución. Más con lo que viví con Darley.

Tenía un ideal de vida. Creí que cuando papá nos dejará podría tener la libertad de centrarme en las armas, viendo crecer a mi hijo, casado con Darley y teniendo un par de hermanos para Pietro.

Tengo que dejar las fantasías.

Escribo a mi hermano para que no me fastidie, para poder ser yo, el alcohol y las botellas.


Ya no volverá a molestar.


¿Qué has hecho?


Muerta. Está muerta.

Espero que estés satisfecho.


Me conviene mentir, ya que como sepa la verdad será él quien venga y la mate. Ahora, solo me queda enviarle lejos, antes de que se dé cuenta del engaño. 


****

Siguiente Actualización: Sábado 26 de Agosto del 2023

(Actualizo Antes Con: 260 Votos En Todos Los Capítulos)

Vamos, he agitado un poco esto, pero ya iremos viendo como va evolucionando la cosa, ahora nos toca... ¡Soraya! ¡Uy, el próximo capítulo ruge! ¡Literalmente! ¡Y no lo digo por Derek! ¡Rawr!

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