4.
❝ alien acosador ❞
Pensaba que estábamos en son de paz luego de lo acontecido en la biblioteca. Por dos días Arim no me había dicho nada, ni siquiera me dedicaba una mirada, pero es que creer en todo iba a quedar así como así era muy ingenuo de mi parte. Bastante.
Pues señorita perfección no olvidó una mierda.
Cada vez que la veía, ella me lanzaba besos, dejándome claro lo que había visto aquel día. Era como si disfrutara recordármelo, como si cada beso al aire fuera una pequeña burla, un recordatorio de que tenía el poder de avergonzarme cuando quisiera.
Maldita arpia. Era insufrible. Todo lo que tenía de linda, lo tenía de exasperante.
A pesar de su apariencia inofensiva, Arim sabía cómo fastidiarme. En mi mente, me repetía que no debía darle importancia, que simplemente debía ignorarla, pero cada vez que la veía, sentía una mezcla de rabia y frustración que no podía controlar.
¿Estaba exagerando con mi sentir?
El supermercado donde trabajaba en las tardes aún no había sido visitado por la familia Park. Al parecer, ella no sabía que trabajaba allí, lo cual era un alivio. Me salvaba de sus burlas y me daba un respiro. Sin embargo, esa tarde, mientras reponía estantes, la vi caminando por fuera a través del enorme ventanal que teníamos, con esa misma actitud altiva, como si todo el mundo a su alrededor no existiera. Pero había algo diferente en su comportamiento: miraba hacia todos lados, como si estuviera evitando que alguien la reconociera.
Arrugué mi frente con evidente confusión. ¿Qué estaba haciendo la señorita caprichosa caminando como una delincuente?
Y claro, podía terminar el turno como correspondía. Irme a casa y descansar para mañana seguir con mi fastidiosa rutina. Podía haberlo dejado pasar y ya estaba.
Pero descarté todas esas excelentes ideas y cometí la peor estupidez que pude haber hecho: la seguí.
Sin pensarlo mucho tiempo más, me coloqué un cubrebocas y el gorro de su chaqueta para que no me reconociera. Tal vez, si la seguía, podría pillarla en algo que me diera material para burlarme de ella por una vez y me deje de molestar. El pensamiento de revertir las tornas me hizo sonreír. La vi detenerse en una parada de autobús y revisar su celular repetidamente, ignorando por completo a las personas a su alrededor. Cuando subió al autobús, lo hice también, manteniéndome a una distancia prudente para no levantar sospechas.
—¿Qué estás haciendo, Jungkook? —murmuré para mi mismo mientras tomaba asiento en la parte trasera del bus.
La observé. Arim miraba su celular con una concentración inusual, y no pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que estaba consultando un mapa del recorrido del autobús. ¿A dónde demonios iba a estas horas? Eran casi las diez de la noche y el viaje ya había durado más de una hora.
Esto era una pésima idea.
Cuando quedaban solo tres personas en el autobús, noté que Arim comenzaba a prepararse para bajar. Por supuesto, también lo hice, bajando en la parada siguiente para evitar sospechas y luego corriendo para seguirla manteniendo una distancia y que ella no pensara que era un maldito delincuente que iba a asaltarla.
No quería mas dramas.
El paisaje había cambiado. Ya no habían pequeñas casas con paredes llenas de grafitis por chicos que se creían artistas. Ahora estaban en un barrio lujoso, lleno de casas enormes con jardines perfectos. Me sentí de inmediato fuera de lugar con mi ropa de trabajo, mis zapatos desgastados, y mi gorro mal puesto. Comparado con este lugar, yo no era más que una sombra en la oscuridad.
—¿Qué hace ella aquí? — pensé mientras la veía detenerse frente a una de las casas más grandes que había visto en mi vida. Entonces, vio cómo un chico joven y bien vestido se acercaba y la abrazaba con fuerza.
—¡Amor! —exclamó él antes de besarla.
Fruncí el ceño. ¿La chica caprichosa y exasperante tenía novio? Nunca lo habría imaginado, pero ahí estaba, abrazada a alguien más en este vecindario lujoso. Entonces escuché lo suficiente como para entender parte de su conversación.
—Te extrañé tanto, vida mía. El viaje a París fue agotador —decía él mientras la mantenía cerca.
¿París? pensé, mordiéndome el labio. Casual. Yo lo mas lejos que he llegado es a Busan.
Ella sonrió, aunque podía ver la rigidez en sus gestos. No estaba cómoda.
—Lo sé, pero ya estás de vuelta, y eso es lo importante —respondió ella, pero su tono parecía casi forzado, lo cual me dio hasta lástima.
—¿Quieres que entremos a tu casa y pasemos un rato? —preguntó el chico, señalando una casa vacía unos metros mas allá.
Arim se tensó al oír su pregunta.
—Creo que no es buena idea...—improvisó ella rápidamente, sin éxito. — ¿vamos por un café?
Así que la niña mimada estaba mintiendo. Vaya.
—¿Y por qué no entramos a tu casa y lo hacemos ahí?
—Es que... papá ha estado muy ocupado, que ni siquiera he querido molestarlo, ¿sabes? — dejó un mechón detrás de su oreja y levanté una ceja ante sus dichos — solo llego a dormir porque anda insoportable.
—Negocios son negocios, amor. Tú sabes como es mi suegrito, un hombre muy perfeccionista.
¿Era obligación hablar de esa manera la gente que tenía dinero? Modulaban cien veces más haciéndolo escuchar muy raro.
Me sentí como un intruso espiando a miss perfección y a su novio a través de la oscuridad. La conversación entre ellos era superficial, un intercambio de frases hechas que no lograban disimular el aire de pretensión que los rodeaba. “Negocios son negocios”. Esa era la frase perfecta para encapsular la vida de aquellos que parecían haberlo tenido todo servido en bandeja de plata.
—Si. Por eso no te invité a pasar.
—Pero... las luces están apagadas — apuntó nuevamente a la casa. Arim miró el suelo y por lo visto, comenzó a pensar en que otra mentira decir. Ella parecía tan diferente con él, casi como si se estuviera forzando a ser alguien que no era.
—Descubrió que así se concentra mejor.
Él la miró extrañado y finalmente sonrió.
—Que raro es, pero bueno, quien soy yo para cuestionar métodos, ¿no? Vamos por ese café, preciosa mía.
Arim le devolvió a sonrisa y tomó su mano para comenzar a caminar. Me quedé absorto en mis pensamientos. Doña caprichos era una mentirosa de primera.
¿Por qué no le decía a su novio que ya no vivía aquí?
¿Le daba vergüenza?
Como todo un chico raro me quedé esperando que terminaran su cita, ganándome miradas extrañadas de parte de los residentes de este lugar. Como los Park, que me miraban bajo el hombro.
Pero no podía culparlos mucho. Mi vestimenta daba mucho que hablar.
Vi a Arim salir del local, aún con esa sonrisa fingida a pesar de estar con su novio. Él le decía cosas, pero ella negaba repetidas veces con su cabeza. Hasta que finalmente él se dio por vencido, la abrazó y le dio un beso para caminar en dirección contraria. Arim suspiró aliviada mientras agarraba su cabeza y esperó algunos minutos para caminar nuevamente a la parada de autobús.
Claro, ¿que diría el novio rico si la ve tomando el transporte publico?
Como un león al acecho de su presa, iba en silencio atrás esperando el momento para atacar.
Ya eran casi las una de la madrugada y recién llegamos al pueblo. Mis ojos ya no daban mas del cansancio, ardían de una manera impresionante y evitaba dormirme para no llegar hasta el terminal de buses. Casi a la una de la madrugada, el autobús finalmente llegó de vuelta al pueblo. Estaba agotado y frustrado conmigo mismo por haber seguido a Arim hasta Seúl solo para descubrir que era una mentirosa de primera. Cuando ambos comenzaron a caminar hacia nuestras respectivas casas, ella se detuvo de repente y me miró por encima del hombro.
—No digas nada de lo que viste, ¿entendido? —dijo en voz baja, cansada, pero aún así con firmeza.
Por supuesto, fingí sorpresa.
—¿De qué hablas? Solo vengo del trabajo —dijo, quitándome el gorro para mostrarle que sabía perfectamente lo que había pasado.
—¿Crees que no noté tu presencia? Ya estaba allá, no podía hacer nada.
Se oía muy cansada y hasta apenada, pero aún así lucia imponente, sin dejarse doblegar.
—¿Por qué mientes?
—Solo oculto información.
—Eso es mentir, genia.
Agachó su cabeza y se encogió de hombros.
—Es lo único que me queda. No puedo perderlo.
Quedé mirándola con sorpresa. Sus palabras resonaron en mi mente, revelando una vulnerabilidad que contrastaba con la imagen de seguridad que solía proyectar.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté, sintiendo una punzada de curiosidad y compasión a la vez. Bastante extraño.
—Olvídalo, no lo entenderías...
—¿Crees que te va a dejar solo porque ya no vives con lujos? ¿Que vives en un pueblucho llamado Jeungu y no en la capital excéntrica como Seúl? — pregunté frunciendo el ceño, algo molesto.
Arim no respondió de inmediato. Se encogió de hombros y desvió la mirada.
—¿Te diste cuenta donde vivía? Comparado a... esto — apuntó las casas — es un cambio gigantesco. Simplemente... no digas nada, ¿sí?
La miré fijamente, tratando de entender por qué mentía y qué la impulsaba a mantener esa fachada. Pero, en lugar de sentir empatía, solo pude decir lo que realmente pensaba en estos momentos.
—Me das lástima. — mis palabras salieron cortantes y llenas de resentimiento. Odiaba que mirara en menos este lugar, odiaba su actitud.
Arim me miró, visiblemente herida por mis palabras, pero lo ocultó muy bien.
—No te pregunté que sentías por mí, ahorra tu cátedra — volteó para caminar hasta su casa — y deja de seguir a las personas, alien acosador.
Quise refutar ante eso, pero nuevamente me dejó con las palabras en la boca.
—Maldita caprichosa y mentirosa... — apreté el puente de mi nariz —. Todo su teatro va a caer.
Aseguré caminando hasta mi casa para por fin descansar, pero sintiendo aún ese amargo sabor en la boca, prometiéndome que algún día, de alguna manera, haría que la máscara de Arim cayera.
Uh, así vamos conociendo cositas de la Arim
¿Por qué creen que estará aparentando?
Si tiene apoyo, ya saben que vamos actualizando 🥰.
Espero les esté agradando, recuerden que son capítulos cortitos para que sean mas livianos de leer ❤️🩹.
Gracias por los comentarios mis preciosas 🫶🏻❤️🩹.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro