16.
❝ cambios ❞
D
esde aquella noche en que dejamos caer nuestras máscaras y compartimos lo más oscuro de nuestras vidas, la relación entre Arim y yo tomó un giro inesperado.
Nuestra amistad se hizo más intensa, más cercana, casi como si de alguna forma compartiéramos un espacio seguro que no habíamos encontrado en otros lados.
¿Cómo decirlo? Se había convertido en una constante en mi rutina. Era como si se hubiera pegado a mí, como una garrapata, no de forma molesta, sino de esa manera en la que una compañía termina siendo natural. Cada noche, cuando salíamos del trabajo, en lugar de ir directamente a su casa, ella insistía en pasar por la mía primero.
—¿Cuándo te vas? —pregunté, fingiendo fastidio mientras me quitaba los zapatos en la entrada.
—¿Me estás echando, Jeon? Aún ni entro, te pasas. —dijo con su típico tono dramático, cruzándose de brazos como si estuviera genuinamente ofendida.
—No... sí —admití con una risa, divertido por su expresión exagerada—. Sé que tienes problemas en tu casa, pero deberías intentar hablar con tus padres.
Ella dejó escapar un suspiro exagerado, tirándose en el sofá como si fuera suyo.
—Es hablarle a una pared —respondió, mirando el techo—. Además, me gusta estar aquí. Tu mamá siempre me deja galletitas y tu papá... bueno, algún día lo haré reír.
Me reí suavemente ante su confianza. Papá siempre había sido más reacio a entablar conversación con cualquiera, y después del accidente, su actitud se había endurecido aún más. Todo le molestaba: el ruido, las luces, incluso las visitas inesperadas. Al principio, Arim se lo había tomado personal, pero con el tiempo entendió que no era con ella, sino con el mundo entero.
—Buena suerte con eso —comenté, dejando caer mi chaqueta sobre una silla.
Ella se sentó, acomodándose con las piernas cruzadas, y me observó con una sonrisa divertida.
—¿Sabes qué creo? Que tu papá me tolera más que a ti.
—¿Ah, sí? ¿De dónde sacas esa tontería?
—Ayer me dijo "buenas noches". A mí. ¿A ti te dice eso?
Me quedé mirándola, sin palabras, mientras ella me daba una sonrisa triunfal.
—Eres una mitómana.
—¡Es verdad! No te pongas celoso, ¿sí? —replicó con un tono burlón, antes de extender la mano hacia una galleta que mamá había dejado en la mesa.
Por mucho que fingiera estar fastidiado, me encontraba disfrutando de su presencia más de lo que quería admitir. Y es que tenía una forma de llenar los silencios incómodos, de traer algo de luz incluso en los días más grises. No era solo que ella se sintiera cómoda aquí, era que, de alguna manera, yo también lo hacía cuando ella estaba cerca.
Me quedé quieto al darme cuenta de mis pensamientos.
—No creo que, ¿o sí? Digo, no...
—¿Qué estás balbuceando? Ven a comer galleta, está rica.
Me quedé quieto, con la mirada perdida en el suelo, atrapado en mis propios pensamientos. Era raro, confuso. ¿Estaba pensando demasiado en aquella mitómana linda? Al principio, esa chica me exasperaba como nadie. Su forma de ser, sus palabras afiladas, su insistencia... todo me sacaba de mis casillas. Pero ahora... ahora no podía imaginar mis días sin su presencia.
¿Quién me haría reír con sus ocurrencias?
¿Quién me levantaría el ánimo cuando sentía que todo era un caos?
¿Quién sería capaz de desafiarme, de mirarme directo a los ojos y decirme que todo estaría bien, aunque yo supiera que no era cierto?
Mi pecho se apretó de una forma extraña, y de repente, una pregunta incómoda cruzó mi mente.
¿Estoy empezando a verla de otra manera?
Casi como un reflejo automático, llevé una mano a mi boca, como si pudiera silenciar esa idea ridícula antes de que tomara forma. No, eso era imposible. Park Arim era solo una amiga, una muy buena amiga. Nada más.
¿No?
La duda me golpeó con fuerza. Pero no tardé en ahogarla con un golpe de realidad. Ella nunca podría fijarse en alguien como yo. Somos de mundos completamente distintos, y su familia me dejaría muy en claro, si tuviera la oportunidad, que no soy más que un estorbo.
Ellos la quieren casando con alguien con dinero, alguien con influencia, alguien que pueda devolverles el poder que perdieron.
¿Y yo? ¿Qué tengo yo? Absolutamente nada.
Los contrastes entre nosotros eran abrumadores. Como el día y la noche, dos polos que jamás podrían encontrarse.
Negué con la cabeza, tratando de sacudirme esas ideas absurdas. No tenía tiempo para pensar en tonterías. Tenía demasiados problemas sobre mis hombros como para sumarle algo más.
Sí, definitivamente debía dejar de pensar en estupideces.
—¿Por qué estás actuando raro? Ven a ver la película conmigo — ella palmeó al lado del sofá para que me sentara con ella.
—Que dejes de adueñarte de las cosas. Parece mas tú casa que la mía.
—Aish, ya me habías preocupando, estabas medio extraño, como soñando despierto, eres un rarito — mencionó encogiendo sus piernas arriba del sofá y abrazándolas.
—No me prestes atención. Estoy pensando idioteces.
—¿Cómo qué? — me miró fijamente y sentí mi garganta secarse de pronto.
¿Qué mierda me estaba ocurriendo?
—Qué... bueno, que estoy pensando en cambiarme de trabajo... —mentí a medias. Vamos, tampoco sería tan ridículo de confesar que estaba pensando en ella mas de lo habitual.
—¿Qué? ¿En el supermercado? No, Jungkook, no me puedes dejar sola, ¿a quién molestaré si no estás? — abrió sus ojos y tomó mi brazo.
—No, tonta, en la biblioteca — aclaré.
Ella le puso pausa a la película que definitivamente no le estaba prestando atención y sus ojos se fueron directo a mí sin pensarlo más.
—¿Por qué? ¿Qué sucedió?
—Bueno, es incómodo trabajar con Jurin ahora. No me gusta estar así con ella, pero ahora es como si me odiara.
Arim frunció el ceño, claramente intrigada.
—Ella no aceptó un no por respuesta.
—Definitivamente, ahora... es como si cada vez que nos cruzamos quisiera arrancarme los ojos — un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Ella se quedó en silencio unos segundos, observándome con intensidad. Luego, una pequeña sonrisa juguetona apareció en sus labios.
—Así que ahora eres de esos chicos que rompen corazones.
—¡No es eso!
Arim soltó una risa ligera y me dio un empujón en el brazo.
—Bueno, creo que está bien que te cambies por ese motivo. Tienes que estar cómodo, así como lo estás conmigo — me abrazó sin siquiera avisar, dejándome pasmado sin saber como actuar.
Mi corazón comenzó a hacer eso raro de nuevo y, aunque estuviera solo un poco nervioso, mi brazo también envolvió su cuerpo sintiendo tranquilidad. Mi corazón latía rápido, como si quisiera recordarme que algo estaba cambiando dentro de mí.
No quería soltarla, y eso era lo que más me inquietaba.
¿Desde cuándo me sentía así?
—¿Sabes? Eres un buen almohadón — murmuró, rompiendo el silencio con un tono burlón que me hizo reír suavemente.
—¿Es eso un cumplido? — respondí, intentando sonar despreocupado mientras mi mente seguía intentando descifrar todo esto.
—Obvio, Jeon. No cualquiera tiene el privilegio de abrazarme — dijo mientras se separaba lentamente, aunque parecía no querer hacerlo del todo.
La miré a los ojos, y por un momento pensé en decir algo, en preguntarle por qué parecía tan cómoda conmigo cuando había tantas cosas que la ataban a otra vida, otro camino. Pero me detuve. Era un terreno peligroso, uno en el que no estaba seguro de querer adentrarme... todavía.
—Bueno, señora privilegio, ¿quieres seguir viendo la película o prefieres seguir usando a este pobre hombre como cojín? — intenté bromear para desviar mis propios pensamientos.
—Hmm, difícil decisión — dijo, llevándose un dedo al mentón, como si realmente estuviera considerando su respuesta.
—¿Qué pensaría tu novio si nos ve así?
Ella levantó el rostro, dejándome ver sus ojos brillantes nuevamente.
—Que me haces feliz — respondió sin más — es mi lenguaje de amor. Déjame en paz, Jeon.
Sus palabras me dejaron sin aire, tan simples, pero potentes al mismo tiempo. Su mirada me atrapó, y por un segundo olvidé que esta cercanía podía ser un problema.
—Arim, eso no responde mi pregunta — murmuré en un intento de desviar el impacto que su respuesta había dejado en mí.
Ella sonrió, pero esta vez su sonrisa tenía un matiz diferente, como si supiera algo que yo no.
—¿Por qué te preocupa tanto lo que piense alguien que apenas me presta atención? — replicó con suavidad, bajando la vista por un momento antes de mirarme de nuevo.
No sabía qué decir. No podía negar que su novio siempre había sido un tema complicado para ella, pero escucharla hablar de esa manera... no esperaba que me lo dijera tan directamente.
—Entonces, ¿yo te hago feliz? — pregunté sin pensar, sintiendo cómo mi corazón aceleraba aún más.
—Mucho más de lo que imaginas, Jeon — dijo con total honestidad, antes de separarse lentamente del abrazo.
No supe cómo interpretar lo que acababa de decir. Las líneas entre nuestra amistad y algo más se estaban volviendo peligrosamente difusas, y no estaba seguro de si era yo quien quería borrarlas.
En efecto, esto es cine
Gracias por leer chiquis ❤️.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro