13.
❝ aprender a decir adiós ❞
El sábado había llegado más rápido de lo que esperaba, y con él, la inevitable tarea de enfrentar a Jurin. Desde el momento en que cancelé nuestra cita, el remordimiento no me había dejado en paz. Había pasado los días intentando contactarla, pero cada llamada ignorada y cada mensaje sin respuesta solo aumentaban mi ansiedad.
Cuando la vi, estaba subida en una escalera, con un libro en las manos, organizando la sección de literatura contemporánea. Parecía completamente absorta en su tarea, tanto que no se dio cuenta de mi presencia. Me aclaré la garganta y murmuré un tímido:
—Hola...
Ella ni siquiera me devolvió el saludo. Solo me observó unos segundos para ignorarme y seguir con sus labores.
—¿Cuántas veces debo disculparme? —pregunté, aunque mi voz tembló ligeramente—. Sé que la cagué, de verdad quería salir contigo, pero...
—¿No entiendes, verdad? —interrumpió, su tono cortante como una cuchilla de afeitar.
Fruncí el ceño, confundido.
—¿Qué cosa?
Jurin bajó de la escalera con movimientos firmes, cerrando el libro que sostenía antes de cruzarse de brazos. Sus ojos me miraron directamente, buscando algo en mi expresión.
—¿Yo te gusto?
Me congelé. Era una pregunta demasiado directa. Abrí la boca para responder, pero las palabras no salían. Sentía el peso de su mirada, esperando una respuesta clara que no parecía llegar.
Dios, ni eso podía hacer.
—Eres increíble... —logré decir al fin—. Me atraes mucho.
—Pero no te gusto.
No era una pregunta esta vez, era una afirmación. Y no tenía cómo refutarla. Bajé la mirada al suelo, sintiéndome pequeño, atrapado en un laberinto de sentimientos que no sabía cómo manejar.
¿Así de complicado siempre sería?
—Jurin... —susurré con torpeza—. Perdón por ser tan bruto. No estoy acostumbrado a esto, no sé cómo manejarlo, perdón si te hago sentir mal con mis acciones.
Ella soltó un suspiro largo y cansado, como si hubiera esperado esta confesión, pero aún así le doliera escucharla. Su mirada, que antes era cálida y comprensiva, ahora era una mezcla de molestia y algo que no podía identificar del todo. Se cruzó de brazos y dejó escapar una risa amarga.
—¿Sabes qué, Jungkook? No entiendo por qué me molesto. En serio, no lo entiendo.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Quiero decir que es obvio que nunca iba a funcionar. ¡Mírate! Siempre estás atrapado en tus problemas, tu trabajo... ¿Cómo esperabas tener algo conmigo si apenas puedes manejar tu propia vida?
Sus palabras fueron como un golpe. Abrí la boca para responder, pero ella continuó, su tono subiendo con cada frase.
—¿Y sabes qué más? No sé por qué me molesté en esperar tanto tiempo. Porque parece que alguien más ya ocupa tu mente, ¿no?
Fruncí el ceño, confundido.
—¿De qué estás hablando?
—¡De Arim! Esa niña idiota... —espetó, casi con rabia—. ¿No es obvio? Siempre estás con ella, hablas de lo mucho que te sorprende su cambio. No tienes tiempo para mí, pero para ella siempre hay un espacio, ¿no?
Me quedé en silencio, incapaz de encontrar una respuesta inmediata por su ataque repentino. Jurin aprovechó mi pausa para seguir atacando.
—Es patético, ¿sabes? Te escondes detrás de tu vida complicada como una excusa. ¿Qué es lo que realmente quieres, Jungkook? ¿Seguir siendo el mártir que siempre lo sacrifica todo?
—Jurin, estás hablando desde la rabia... —comencé, intentando calmarla, pero sus palabras ya habían perforado mi escudo — ¿que pretendías? ¿Que fuera corriendo a pedir que seas mi novia? Lo siento, pero no obtendrás eso de mí.
—¿Sabes qué? Olvídalo, Jungkook. Espero que encuentres lo que sea que estás buscando, porque claramente no soy yo.
Nos quedamos observando un momento, antes de escuchar una voz a nuestras espaldas.
—Uh, ¿pelea matrimonial?
Cerré mis ojos con fuerza al oír su voz.
Esta chica era como un grano en el culo y es como si pudiera olfatear cuando había una discusión. Levanté la vista, encontrándome con su sonrisa descarada. Venía con la misma energía de siempre, un vendaval que podía alegrarte el día o ponerte de cabeza, dependiendo de tu humor. Y en ese momento, alguien no estaba en su mejor estado.
Jurin, que estaba organizando unos libros cerca, giró la cabeza en dirección a Arim. Su mirada era afilada, su mandíbula tensa. Oh no, pensé, viendo cómo las chispas parecían prender en el aire antes de que alguien siquiera encendiera la mecha.
—¿No tienes nada mejor que hacer que molestar? —murmuró sin siquiera mirarla directamente.
—¿Molestar? Qué palabra tan fea. Vengo porque necesito un libro y a ti te pagan por hacer ese trabajo, ¿no? A madurar, chica.
Esto no se veía nada de bien.
—¿Quién mierda te crees, eh?
—¿Qué te pasa hoy, Jurin? ¿Celosa porque a alguien más le gusta mi compañía? —preguntó con un tono ligero, pero había un brillo en sus ojos que indicaba que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
Esa fue la chispa que encendió la mecha. Jurin giró bruscamente hacia ella, con el rostro rojo de frustración.
—¿Celosa? ¡Por favor! Eres tan egocéntrica que ni siquiera te das cuenta de cómo afectas a los demás. No todo gira en torno a ti, malcriada.
—Vaya, eso sonó personal. ¿Por qué me odias, mmh? Tranquila, no te quitaré a Jungkook, él no me ve de esa manera —dijo Arim, cruzándose de brazos, claramente disfrutando de la situación.
—Basta, ¿bien? Es un lugar público y hay clientes mirando en nuestra dirección, podrían, por favor...
—Solo estoy perdiendo mi tiempo con niñas estúpidas. Adiós.
—¡Adiós, Jurin! ¡Gracias por tu amabilidad! — mi compañera le dio una mirada asesina antes de perderse entre los estantes dando grandes zancadas. — Dios, ¿siempre es así de intensa?
—Arim, no ayudas —le dije con un suspiro, aunque no pude evitar sonreír un poco ante su manera descarada de manejar las cosas.
—Jungkook, ella está completamente loca.
—Tampoco es que tú estés muy cuerda.
—Oye, te hablo muy en serio, no es normal esa actitud tan controladora. La vida se trata de eso, de amores efímeros, pero ella está obsesionada contigo.
Las palabras de Arim resonaron en mi mente como un eco molesto. Por un momento, me quedé sin saber qué responderle. No era algo que nunca hubiera notado, pero escucharlo en voz alta era otra cosa.
—Yo no lo llamaría obsesión —murmuré, desviando la mirada hacia los libros desordenados en el mostrador. Tomé uno al azar, aunque ni siquiera sabía qué decía la portada—. Más bien... es como un deseo de algo que no puedo darle.
Arim me observó en silencio, con sus ojos entrecerrados, claramente analizándome. Sabía que a veces se tomaba la libertad de meterse donde no la llamaban, pero siempre encontraba una manera de dar en el clavo.
—¿Y qué es eso que no puedes darle? —preguntó al final, con una calma que contrastaba con su personalidad usualmente ruidosa.
—Arim, lo he dicho antes. No quiero una relación. No ahora. No con todo lo que tengo encima.
Ella ladeó la cabeza, como si mi respuesta no fuera suficiente.
—Pero sí quieres compañía. Porque si no, no te esforzarías tanto en mantener cosas a medias con ella.
¿Era eso cierto? Jurin era alguien con quien podía hablar, alguien que me gustaba en cierto sentido, pero...
—No es eso —respondí con un tono firme, aunque sentía que me estaba defendiendo más de lo que debería—. Simplemente... no sé cómo manejar las cosas. Soy muy torpe, lo admito.
—Oh, alien tonto, de eso no hay duda —respondió Arim con una risa suave. Luego, se cruzó de brazos, adoptando una postura pensativa—. Pero hay algo que no entiendes. No se trata solo de que no quieras una relación. Ella te ve como algo más, como una solución o un salvavidas. Y cuando no le das lo que espera, eso duele.
Me quedé callado, sus palabras pesando más de lo que quería admitir.
—No estoy diciendo que sea tu culpa, pero sí creo que deberías ser claro, no solo con ella, sino contigo mismo. Porque si no, seguirás atrapado en esta especie de limbo emocional, y créeme, nadie quiere estar ahí.
—Entonces también deberías seguir tu propio consejo. ¿Cuándo serás clara contigo misma?
—Oh, Jeon, no se trata de mí esto...
—Tienes un novio que no sabe que estás viviendo por estos barrios, Arim. Vamos, ambos deberíamos seguir tal consejo.
—Créeme que es lo que mas quiero... pero no puedo...
—¿A que te refieres?
—Olvídalo. Ya hablaremos de todo en otra oportunidad, ahora debo ir por un libro. Si llego con un ojo morado al mostrador, no te sorprendas, hay una fiera suelta por allá.
Me quedé sentado, mirando cómo se alejaba hacia las estanterías. A pesar de su tono ligero, sus palabras dejaron un nudo en mi estómago. Quizás tenía razón. Quizás estaba tan enfocado en no querer una relación que no me daba cuenta del daño que podía causar simplemente por no saber decir adiós.
El jungkook:
Él no sabe manejar sus emociones, es un solo un bebe de 312 meses 🥺 KSLSLSLSK
Creo que hay golpearlo un poquito y va a recapacitar 😋
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