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11.


❝ seguir consejos ❞



Arim había demostrado ser más de lo que imaginé en un principio.

Llegaba al supermercado después de sus clases, con esa energía que a veces me faltaba tras pasar la mañana en la biblioteca. Aunque al inicio pensé que no duraría ni una semana, ella no solo aguantó el ritmo, sino que lo hizo con una actitud que incluso yo debía admitir, era admirable y envidiable.

Ya no necesitaba que le explicara las cosas dos veces ni que la supervisara constantemente. Ahora sabía qué hacer y lo hacía bien. Me había cerrado la boca de la mejor manera posible, demostrando que, aunque yo me empeñara en subestimarla, ella tenía la capacidad de sorprenderme.

A veces la veía mientras reponía los estantes o ayudaba a los clientes. Había algo en la manera en que se desenvolvía que era diferente. No era solo trabajo, claro que no, tampoco era ciego, había algo más, un esfuerzo genuino, como si tratara de demostrar algo más, no a mí, sino a sí misma.

Cuando nos cruzábamos en los pasillos, siempre tenía algún comentario sarcástico o una broma lista. Y es que así nos acostumbramos a llevarnos y para mí, eso estaba bastante bien.

Durante esos dos meses que habían transcurrido, había pasado de ser la "niña rica insoportable" que solo buscaba atención, a una compañera confiable y, lo admito, a una muy buena amiga.

—¡Jeon, te estoy hablando! —Su voz me sacó de mis pensamientos mientras empujaba un carrito lleno de productos hacia la zona de limpieza.

—Lo siento, ¿qué decías?

—Decía que ya puedes darme las gracias.

—¿Gracias? ¿Por qué? —arqueé una ceja con sospecha, sin entender muy bien.

—Porque gracias a mí ya no pareces un robot sin emociones.

Rodé los ojos, evitando reír para hacerlo mas dramático, pero no pude aguantar demasiado.

—Claro, Park. Todo mi desarrollo emocional te lo debo a ti. Qué haría sin ti, ¿verdad?

Ella se detuvo frente a mí, poniendo las manos en su cintura con aire triunfante.

—Exacto. No sabes la suerte que tienes de que esté en tu vida.

—Más bien, no sé cómo sobrevivo con tanto ruido a mi alrededor.

—¡Ja, ja! — lanzó una botella de detergente que casi no alcanzo a atrapar—. Admítelo, Jeon, me quieres.

Y tal vez, en el fondo, muy en el fondo, tenía razón. Pero no de la manera que piensan, sino mas bien en sentido amistoso.

Pero nuevamente, no lo iba a admitir.

—Necesito pedirte un favor —dije cambiando el tema, mientras intentaba sonar tranquilo, aunque la verdad estaba algo nervioso por pedirle algo que hace rato estaba merodeando en mi cabeza. Ella dejó de sonreír lentamente y frunció levemente el ceño.

—¿Sucede algo malo?

—No, nada malo. Es solo que... bueno, sé que eres muy capaz en tu trabajo. Ya no necesitas que esté encima de ti todo el tiempo. Ni siquiera tengo que decirte qué hacer porque simplemente lo haces —admití, cruzándome de brazos.

Ella arqueó una ceja.

—¿Eso fue un halago? —preguntó, llevándose una mano al pecho en una fingida expresión de sorpresa.

—No.

—Sí lo fue —replicó, dando leves palmadas emocionadas.

—Bueno, lo que quiero decir es que, ahora que puedo confiar en ti para manejar todo... decidí que era hora de seguir uno de tus consejos...

—¿Ah, sí? ¿Y cuál de todos los consejos que te he dado te has dignado a seguir?

—Invitaré a Jurin a salir.

El cambio en su expresión me alertó. Su sonrisa no desapareció, pero parecía un poco mas forzada o quizás estaba totalmente loco por imaginar cosas. Fue un instante breve, casi imperceptible, pero suficiente para que algo en mí se inquietara.

—¿Salir con Jurin? —preguntó, con su tono algo ligero.

—Sí, ¿por qué? ¿Te parece raro? — me preocupé. Quizás ahora era muy tarde.

—No, claro que no—Negó varias veces con la cabeza y levantó la mirada, sonriendo como siempre—. Por supuesto que te cubriré. Anda, diviértete. Te mereces disfrutar un poco fuera de este lugar. No te preocupes por nada aquí. Anda a conquistar a tu chica.

Su voz volvió a sonar normal, lo cual me hizo bajar la guardia un poco y relajarme.

—Gracias, Park. Sabía que podía contar contigo —dije, sintiéndome más aliviado.

Ella asintió y volvió a su tarea, organizando productos en los estantes. Sacudí la cabeza para disipar el pensamiento de que algo había cambiado en ella. Quizás estaba cansada, nada más. Al fin y al cabo, no podía pretender que todo girara en torno a mí. Ahora debía concentrarme en planear una buena cita con Jurin.

Pero aquello no fue nada sencillo.

Había llegado temprano a casa por el trato que hice con Arim e invitar a Jurin a cenar resultó ser mucho más difícil de lo que esperaba. Tenía el celular en las manos desde hacía al menos quince minutos, mirando la pantalla como si esta fuera a darme todas las respuestas que necesitaba. ¿Qué debía decirle? ¿Cómo hacer que sonara natural y no torpe? ¿Dónde podría llevarla? Era un desastre, y aunque por un momento pensé en pedirle ayuda a mamá, rápidamente descarté esa idea.

Negué con fuerza mientras me sentaba en la orilla de mi cama. No podía recurrir a mamá, y mucho menos a Arim, quien seguía trabajando. Además, no era el tipo de tema del que quisiera hablar con ella, sobre todo porque seguramente se reiría y diría algo sarcástico.

Esto lo tenía que resolver solo.

Miré el reloj: las ocho de la noche. Me di cuenta de que no podía pasar toda la noche pensando en qué hacer. A veces lo planeado no salía bien, así que tal vez improvisar era la mejor opción. Resoplé, como si así pudiera ganar valor, y marqué su número antes de pensarlo demasiado.

El tono de llamada resonaba en mis oídos, y mi corazón comenzó a latir más rápido de lo que esperaba. ¿Por qué estaba tan nervioso? Finalmente, su voz tranquila y algo curiosa respondió al otro lado.

—¿Jungkook?

—J-Jurin, hola... —tartamudeé, aclarando mi garganta al instante, que patético —. Quería saber si tienes tiempo libre hoy en la noche, solo si tienes, si no tienes, no hay problema alguno y...

—¿Tiempo libre? Sí, ¿por qué? —preguntó con un tono ligeramente expectante.

Me tomé un momento, buscando las palabras adecuadas, pero al final, dejé que salieran sin pensar mucho.

—Me preguntaba si te gustaría salir a cenar conmigo. Hay un lugar que me gustaría mostrarte y quizás, no sé...

La línea quedó en silencio por un breve instante, tan corto como para que no pareciera raro, pero suficiente para que yo sintiera que mi corazón se detenía. Luego, escuché un leve jadeo y una risa suave, casi como si intentara contener su emoción.

—¿Hablas en serio? —preguntó, y esta vez su tono era completamente diferente, ya que había emoción, y no trataba de disimularla.

—Sí, hablo en serio. ¿Qué dices?

—Claro que sí. ¡Por supuesto que sí! —respondió sin dudar, y su entusiasmo me tomó por sorpresa. Casi podía imaginarla sonriendo al otro lado—. ¿Sabes cuánto tiempo he esperado esto?

Sus palabras me dejaron sin saber qué decir por un momento, pero no podía evitar sonreír un poco ante su reacción. Me sentía bien, pero tampoco era algo del otro mundo.

Estaba bien, ¿no?

—Entonces, está decidido. Hoy en la noche. Te recojo a las diez.

—¡Perfecto! —exclamó llena de alegría—. Gracias por invitarme, Jungkook. Te prometo que no te arrepentirás.

Terminé la llamada sintiéndome extrañamente aliviado y, al mismo tiempo, algo presionado. No sabía cuánto significaba esto para Jurin, pero parecía que era mucho más de lo que yo imaginaba. Ahora, tenía que asegurarme de que todo saliera bien. ¿Dónde iba a llevarla?

Ah, eso ya era un problema.



sin palabras, Jungkook solo siguió consejos 🫢

ya saben, si obtiene apoyo subimos el siguiente ❤️.

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