10.
❝ jefe Jungkook ❞
—¿Estás feliz de haber quedado trabajando?
Ella me miró y no pude ver felicidad en su rostro, lo cual me hizo mucha gracia. Después de entregarle el currículo de Arim a mi jefe, la contrató a los tres días después, pero no específicamente en el puesto que ella pensaba.
Sino mas bien, en el mismo puesto que yo. Ah, y yo soy el encargado de la reposición. Ósea, que yo mandaba a Arim.
Increíble. Me encanta mucho ésto.
—No sabes la felicidad que me da que me mandes a todos lados.
—Oye, no seas tan bocona. Te he estado ayudando durante la tarde para que puedas aprender bien a hacer tus labores.
—Gracias por tomarte el tiempo de explicarme todo — Su voz tenía un tono más suave mientras me miraba, y por un momento pareció que iba a decir algo más, pero simplemente suspiró. —. Nunca pensé que trabajaría en un lugar como éste.
—¿Por qué? — pregunté mientras colocaba unas cajas en el carrito. — ¿Te da miedo romperte una uña o que alguien te vea haciendo algo "normal"?
—Oh, sí, claro. Eso es exactamente lo que me aterra — respondió con sarcasmo mientras ponía los ojos en blanco. — En realidad, es porque nunca imaginé que terminaría haciendo algo... tan básico.
—No tiene nada de malo. — Me detuve y la miré fijamente—. Aquí todos trabajamos duro, y te aseguro que a ninguno le falta dignidad por hacer lo que tiene que hacer.
Ella asintió lentamente, pareciendo reflexionar sobre mis palabras.
—Lo sé, lo sé y lo siento. Me expresé pésimo, solo estoy acostumbrada a un estilo de vida diferente, pero no significa que no valore el esfuerzo que todos hacen aquí — Se cruzó de brazos y me miró con una media sonrisa. — Además, ahora que te tengo como jefe, tal vez esto sea más llevadero.
—¿Eso fue un cumplido? — bromeé, arqueando una ceja.
—No te emociones tanto, alien acosador. Solo dije "más llevadero", no "divertido".
—Ah, gracias por la aclaración. — Reí mientras retomaba mi trabajo. — Ahora ponte las pilas, porque no quiero verte arrastrándote en dos semanas diciendo que esto es demasiado para ti.
Ella resopló, pero no pudo ocultar una sonrisa.
—¿Sabes? No sé si quiero golpearte o darte las gracias.
—Haz ambas cosas, pero después de tu turno, ¿sí?
Por primera vez en mucho tiempo, trabajar no se sentía tan pesado.
Y aunque pensaba lo peor sobre ella por el trabajo, como que se iba a dar por vencida a las cuatro horas de haber ingresado al turno, me sorprendió ver que le estaba agarrando el ritmo mas rápido de lo esperado. La veía agachada cambiando precios o reponiendo productos sin que yo le dijera absolutamente nada y eso me hacía sonreír sin quererlo.
Levanté una ceja cuando vi que uno de los cajeros se acercó a ella y pude percibir que se puso nerviosa. Buscó de inmediato mi mirada como pidiendo ayuda. Negué y le hice un ademán con mi mano, ganándome una mirada asesina de su parte.
Luego de unos dos minutos, el chico volvió a su puesto y Arim respiró con normalidad. Se acercó a mí a grandes zancadas y empujó mi hombro levemente.
—¿Por qué no me ayudaste?
—¿A qué?
—Él... el chico flaquito, me estaba coqueteando y yo...
—Eres una mujer que debe saber como resolver sus asuntos, ¿me pedirás ayuda también cuando estés con tu novio? — inquirí con burla. Ella chasqueó la lengua.
—Soy nueva, quizás se lo hubiera tomado muy a mal si le rechazaba el número.
—¿Se lo tomó a mal?
—Le dije que me robaron el celular. — se encogió de hombros. Solté una risa nasal.
—Volvió la pequeña mentirosilla.
—No soy mentirosa, solo sé cómo evitar situaciones incómodas — replicó Arim con una expresión entre defensiva y orgullosa mientras se cruzaba de brazos.
—Ah, claro, porque decir que te robaron el celular es totalmente la salida madura. — Le lancé una mirada sarcástica mientras organizaba las cajas en el estante.
—¿Y qué querías que hiciera? ¿Decirle en su cara que no me interesa? Eso sería cruel.
—Honestidad, Arim. Eso no te haría cruel, te haría sincera.
Ella suspiró, claramente frustrada conmigo.
—Pues mira quién habla de sinceridad, el que no tiene tiempo para relaciones pero se la pasa jugando al "¿me quiere o no me quiere?" con Jurin.
Eso me hizo detenerme. La miré fijamente, intentando descifrar si hablaba en serio o solo estaba buscando picarme.
—¿Qué tiene que ver Jurin en esto?
—Todo. — Señaló con el dedo en mi dirección, sonriendo con picardía. — ¿O me vas a decir que no estás huyendo de algo que ya deberías enfrentar?
Rodé los ojos, optando por no morder el anzuelo.
—Cambiemos de tema, ¿quieres? Que esto no se trata de mí.
—Conveniente. — Arim se encogió de hombros antes de regresar a su área de trabajo. — Pero algún día me vas a contar. Y no vale mentir como yo.
La observé alejarse mientras negaba con la cabeza, reprimiendo una sonrisa. Esa chica tenía una forma muy peculiar de sacar de quicio a las personas y, al mismo tiempo, hacer que te dieras cuenta de cosas que preferías ignorar.
Porque la idea se quedó rondando en mi cabeza como una canción molesta.
No estaba huyendo, simplemente… estaba evitando compromisos innecesarios. Eso no era malo, ¿cierto? Jurin sabía cómo era mi vida, lo complicada que estaba. Ella había aceptado las condiciones desde que comenzamos con el coqueteo.
Pero, ¿de verdad lo había aceptado?
—¿En qué piensas?
Volteé a verla de mala manera.
—Por tu culpa pienso cosas.
—Alguna vez que lo hagas, deberías agradecerme, ¿no?
—Muy graciosa, Park.
—¿Es por lo que dije de Jurin? — preguntó con una sonrisa —. Logré mi cometido. No quiero que vivas de esa manera, ¿te gusta la chica?
—Me gusta su compañía cuando trabajamos, me atrae como mujer, no te lo voy a negar, si es linda — me encogí de hombros. Estaba hablando cosas que jamás en la vida había hablado con alguien más. No pensé estar haciéndolo con una chica.
Pero mi círculo social se estaba limitando en la chica metiche qué tenía frente a mi.
—Es linda, algo loquita, pero se ve que es buena persona y mereces disfrutar —continuó Arim, mirándome con esa expresión única de ella, que era mitad curiosidad y mitad picardía—. Aún no me cuentas tu vida y sabes que aquí no obligamos a nada, pero noto que deberías salir a tomar algo de vez en cuando, salir con ella si se te apetece o si me dices a mí “oh, Arim, ¿quieres ir a comer algo al local de la esquina?“ créeme que te acompañaré porque soy alguien muy hambrienta — se quedó mirando a la nada en lo último. No entendía que tenía que ver una cosa con la otra, pero pude comprenderlo rápido.
—¿Quieres ir a comer algo al local de la esquina a la salida?
Ella dejó de mirar al vacío y volvió a la realidad.
—¿Qué?
—Tienes hambre, no fuiste a comer nada cuando te dije que te tomaras tu tiempo de colación, ¿verdad?
—No traje nada — murmuró apenada.
—¿Quieres o no quieres? Salimos en una hora — mencioné mirando el reloj del supermercado.
Ella se veía avergonzada, pero finalmente asintió con efusividad.
—Me encantaría salir a comer al local de la esquina contigo.
Fue todo lo que tuvo que decir, porque una hora después estábamos sentados en un pequeño local de comida rápida a unas cuadras del supermercado. Arim se veía completamente diferente fuera del ambiente laboral, más relajada, aunque seguía hablando como si tuviera el mundo a sus pies.
—¿Te vas a pedir algo o vas a quedarte viendo el menú como si estuvieras resolviendo un examen de economía? — le pregunté.
Ella frunció el ceño. —Muy gracioso, jefecito. Dame un segundo, estoy eligiendo sabiamente.
—Es comida rápida, no una subasta de arte.
—Por eso, quiero asegurarme de que valga la pena — respondió, haciendo un ademán dramático con las manos antes de señalar finalmente su elección.
Después de hacer el pedido, comenzamos a hablar de cosas más ligeras. Sus historias siempre estaban cargadas de dramatismo innecesario, pero eso las hacía entretenidas. Cada palabra que salía de su boca me hacía reír o rodar los ojos.
—¿Por qué me miras así? — preguntó de repente, dejando su vaso en la mesa.
—¿Así cómo?
—Como si fuera un bicho raro o algo por el estilo.
Me encogí de hombros. —Tal vez porque lo eres.
Ella puso una expresión de falsa indignación. —No soy un bicho raro, soy única.
—Claro, única en tu especie.
Rió y me lanzó una servilleta. —Me alegra que te estés divirtiendo a costa mía, Jeon.
—Siempre es un placer.
Ella comenzó a jugar con sus dedos mientras me miraba de reojo. Y antes de que abriera su boca, negué con la cabeza.
—¿Eres adivino ahora?
—Sé que me seguirás hablando de Jurin y definitivamente no quiero seguir hablando de eso.
—¿A caso no confías en mí? — tocó su pecho haciéndose la ofendida —. Sé que eres un adulto y tomas tus propias decisiones. Y no te veo como alguien que se lance a la piscina sin asegurarse primero que el agua esté tibia.
—¿Y eso qué significa?
—Significa que tienes miedo —respondió encogiéndose de hombros, como si fuera la cosa más obvia del mundo—. Miedo de arruinar algo, de que salga mal, de... no sé, de sentir demasiado.
—Tú no me conoces tanto como para decir esas cosas, Park.
—Pero te observo. Y déjame decirte algo, Jeon, a veces hay que dejar de pensarlo tanto.
—Qué curioso consejo, viniendo de alguien que tiene toda su vida decidida por sus padres —repliqué sin pensarlo, pero en cuanto lo dije, me arrepentí.
Sus ojos cambiaron, y aunque seguía sonriendo, su expresión perdió algo de esa chispa juguetona.
—Touché —murmuró después de unos segundos—. Pero yo no te estoy diciendo que te enamores y te cases mañana, ¿vale? Solo que disfrutes un poco más.
—¿Y tú? —le solté antes de poder detenerme—. ¿Tú disfrutas?
Me miró directamente, y por un momento pensé que me respondería con alguna broma, como siempre lo hacía. Pero en lugar de eso, se quedó en silencio.
—Estoy aprendiendo —dijo al final, con un tono que no esperaba—. Tal vez no al ritmo que quisiera, pero estoy intentándolo.
Y aquí es donde me sentí pésimo por hablarle de aquella manera.
—Yo... lo siento Arim, no quería...
—Mmm, es mejor que vaya a casa y...
—No, lo siento, ¿sí? De verdad, solo que... — no sabia muy bien como expresarme y hasta me estaba colocando nervioso. No quería herirla y aunque no lo demostraba, sabía que había dicho cosas que no tuve que haber mencionado en absoluto. —. No estoy acostumbrado a ventilar mi vida privada, primera vez que puedo apoyarme en alguien y no sé muy bien como comportarme. Come junto a mí, ¿bien? Hablaremos como personas adultas, sin evadir absolutamente nada.
Ella me miró con intriga, para lentamente volver a tomar asiento.
—Lo haré porque de verdad tengo mucha hambre, pero si eres un estúpido.
—¿Me perdonas?
—Si tu pagas la cuenta por esta vez, lo hago.
—Verdad que eres una ex niña rica — hice un leve puchero y ella soltó una risa, dejándome mas tranquilo que pudiera volver a ser ella.
—La próxima vez invito yo, lo juro.
Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, fue como si el ruido del local desapareciera. Asentí aguantando una sonrisa, porque aunque no lo dije a viva voz, me gustaría que hubiera una próxima vez.
Gracias mis bonitas por leer la historia. Terminó bien, cierto?
¿Qué creen que pase con Jungkook y Jurin?
Ojo, invitó a Arim a comer después del trabajo y a la Jurin le dice que no tiene tiempo... hombres eh KAKALSSL
Nos vemos en el próximo!! Gracias por todo ❤️.
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