62
Jimin lo miró, con el rostro surcado por lágrimas y una tristeza abrumadora reflejada en sus ojos.
Woozi, todavía aturdido por todo lo que había visto y escuchado, dio un paso hacia atrás, alejándose de ambos.
—¡No! —gritó, sus manos temblando mientras las levantaba, como si tratara de protegerse de una verdad que no podía aceptar. —Esto no tiene sentido. Ustedes… ¡Esto no es posible!
Yoongi cerró los ojos y exhaló un largo suspiro, intentando encontrar lógica en lo que acababa de escuchar.
—Jimin, esto va en contra de todo lo que sabemos. —lo vio. —Si él es nuestro hijo, ¿Cómo puede estar aquí? ¿Qué significa esto?
Jimin pasó una mano temblorosa por su rostro, tratando de calmarse.
—Significa que hay más en esta historia de lo que pensábamos. —Se volvió hacia Woozi, sus ojos llenos de una mezcla de amor y desesperación. —Woozi, tú no deberías existir… y, sin embargo, aquí estás.
El chico negó con la cabeza, retrocediendo aún más.
—¡Cállense! —gritó, su voz cargada de confusión y dolor. —No soy su hijo, no soy nada de lo que están diciendo.
Woozi se fue de ahí dejando sola a la pareja, Yoongi iba a ir, pero Jimin le hablo.
—Déjalo procesarlo. —Yoongi dio un paso hacia él, pero Jimin lo detuvo con una mano en el brazo. —Esto es tan difícil para él como lo es para nosotros.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Yoongi en un susurro.
—Esto es tan confuso tanto para él como para nosotros. —respondió.
Horas más tarde, Woozi estaba encerrado en su habitación, dándole vueltas a todo lo sucedido. Se sentía atrapado en un torbellino de emociones: incredulidad, rabia, tristeza… y una confusión que no le permitía pensar con claridad. Finalmente, suspiró, pasó una mano por su cabello y decidió salir.
Bajó con pasos cautelosos hasta la sala, donde encontró a la pareja dormida en el sofá. El ambiente estaba en calma, apenas iluminado por la tenue luz de una lámpara. Cuando Woozi se acercó, Yoongi, el pálido, abrió los ojos lentamente, su mirada fija en el chico.
—¿No puedes dormir? —preguntó Yoongi con voz ronca mientras se incorporaba con cuidado.
Woozi negó con la cabeza, evitando su mirada directa.
—Ven, hablemos. —dijo Yoongi, levantándose y señalándole que lo siguiera.
Fueron hasta la cocina, donde Yoongi se apoyó contra la encimera mientras Woozi permanecía de pie, con las manos metidas en los bolsillos.
—Perdón por lo de hace un momento. —comenzó Woozi, con un tono sincero pero todavía dubitativo. —No debí reaccionar así.
Yoongi negó suavemente con la cabeza.
—No fue tu culpa. —respondió, cruzando los brazos mientras lo miraba. —Nadie está preparado para escuchar algo como lo que acabas de saber.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro