Nos descompusimos
en tintes lilas
como orugas
con sus capullos de averno
y nos volvimos a levantar
como mariposas violetas
en un púrpura pretérito
del cielo.

Creando coronas de flores
que se fueron con el viento
y pinturas de corazones perforados
que se desvarían
del sin fin de sus añejos.

Siendo feliz
con las semillas plantadas
en un interminable
contraste de luz
que se asemeja con el
panorámico paisaje
del desierto de Arizona
que es aún más árido
producto del abandono
y la florida naturaleza
que fecunda su tierra
multicolor y esmeralda
del llanto de las nubes
que ven tan
sublime escena digna
de una película ochentera.

Amor a mi patria,
amor a Atacama.