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54.- Ir por todo.

Mi padre me observa con gesto serio desde su escritorio, mantiene una expresión muy difícil de descifrar.

—¿Sabes que la investigación está por abrirse de nuevo? —inquiere—. Matías no tiene ni un peso para caerse muerto, puedo hundir a ese hijo de perra, Luke. No tienes que enfrentarlo. No tienes que exponerte de esa manera.

Suspiro.

—No se trata de eso.

—¿Y entonces de que se trata? —cuestiona—. No planeas que acepte sin más, si quieres mi apoyo, debes darme las razones válidas.

—No lo entenderías —aseguro.

—Ponme a prueba.

—Si no peleo contra él, no dejaré de sentirme como lo hago. Como si hubiese una parte de mí que aún está rota. Papá, esa noche en el callejón hizo conmigo lo que quiso, me tuvo en el sitio donde quería. ¿Tienes idea de la impotencia que siento por eso? no pude defenderme, ni siquiera le hice daño.

—Luke...

—Y si no peleo, si no lo enfrentó jamás dejaré de sentirme de esta forma. No me importa nada más, le prometí a Carter que tendría ese cinturón, fallé al salvarlo, no quiero fallarle en esto también.

—Puede ser peligroso, lo sabes ¿no? Sabes que ese chico hará todo para seguir siendo el campeón, hasta comprar a los jueces o intentar eliminarte, debes estar consciente del riesgo que estás corriendo.

—Lo estoy—. Una mirada firme acompaña mis palabras.

Mi padre suspira, acaricia su mentón con aire pensativo antes de asentir.

—Bien, si eso es lo que quieres, te apoyaré —el alivio me invade—. Pero será bajo mis términos, si Zack acepta la pelea, tendrás un par de guarda espaldas, no estarás solo en ningún momento, no voy a arriesgarme a que ese malnacido intente hacerte daño otra vez.

Sonrío.

—No tengo objeción alguna. Y papá, mantente al margen ¿sí? —Sabe a qué me refiero, retiene la sonrisa mientras se incorpora y camina hacia la puerta.

—No puedo prometer nada —me observa sobre su hombro y antes de salir, añade: —Espero que te quedes a cenar, tu madre estará encantada.

—Papá —él voltea cuando me escucha hablar. Tomo una inhalación antes de decirle lo siguiente: —Lo que sea que planees hacer, déjala fuera ¿sí? Por favor.

No tengo que mencionar su nombre para que el entienda a quien me refiero.

—No quiero hacerle más daño. Ella...solo déjala fuera. Lo está pasando mal y no quiero ser un factor más para que sea peor.

—Si eso es lo que quieres...—asiente con ligereza—. En serio espero que aceptes quedarte a cenar —dice antes de darme la espalda y salir del estudio.

Accedo a su petición así que paso un par de horas en casa de mis padres, Luisa había estado pasando más tiempo con Caleb y Montserrat, prácticamente solo regresaba al departamento a dormir así que mi sospecha de que estaba evitándome, fue confirmada.

—Media noche, Lu —reprocho cuando la observo ingresar—. ¿Sabes lo peligroso que es andar sola con un bebé a estas horas?

—Tu hermano me trajo —informa—. No tienes que comportarte como mi padre.

La sigo hasta la pequeña habitación que habíamos acondicionado para Andrew, la observo dejarlo en la cuna y resopla cuando se percata de mi presencia.

—Estás enojada conmigo, y lo entiendo —ella me hace una seña para callarme, pero la ignoro—. Pero no puedes abandonarme.

Su gesto serio falla.

—¿Abandonarte?

—Los vecinos pensarán que tienes una aventura. Todos los días sales temprano con Andy y vuelves pasada la media noche. Quiero cuidar mi reputación, Luisa. La señora Robinson me ha preguntado esta mañana si estamos en proceso de divorcio.

Una carcajada brota de sus labios. Nuestra vecina, una señora de poco más de ochenta años había insistido en creer que somos un matrimonio desde el momento en que llegamos. Cuando Andrew nació le dijo a Luisa que se parecía a mí y me reprochó el no haberle entregado un anillo a mi "esposa", aún nos causa gracia como nos desea años felices de matrimonio.

Había querido aclararle el hecho de que solo somos mejores amigos, pero Luisa dice que no debemos romper su ilusión. Así que no pone objeción cuando la llama "señora Lewis".

—Pero hablando en serio, no puedes ignorarme por siempre.

Ella se toma el cabello en una coleta, sus rizos se mueven cuando lo hace y a pesar de que parece un tanto desarreglada, no pierde el porte. Luisa Lane jamás lo perdía.

—Caleb y Montserrat quieren asesinarte —expresa—. Y yo también. Pero hemos comprendido que no podemos interponernos entre tus sueños. No queremos hacerte pasar por eso otra vez.

Suspira, da un par de pasos y toma mis manos cuando está lo suficientemente cerca.

—Si lo haces, si esa pelea se da, quiero que ganes, necesito que lo hagas porque no soportaría perderte. Andrew te necesitará, todos lo haremos. Así que, tienes que acabar con él.

Sonrío. Mis brazos se envuelven alrededor de su cuerpo, apegándola a mí.

—Estoy segura de que tendrías el apoyo de Carter —murmura aún abrazada a mi cuerpo—. Así que, no te preocupes que los vecinos dejarán de pensar que te abandoné —dice apartándose.

—Gracias, Lu. —Sonríe con suavidad.

—No se agradece por apoyar a los amigos —sentencia dejando un apretón n mi mano y luego sale de la habitación.

Una semana había pasado, una en donde Zack no se había pronunciado al respecto así que la posibilidad de tener una pelea, se esfumaba cada vez más. Montserrat y Caleb aún se mostraban renuentes a la posibilidad de la pelea, había perdido la cuenta de las veces en las que mi hermano había intentado hacerme "entrar en razón", pero no obtuvo ningún resultado favorable.

La música estridente me llena por completo mientras golpeo el saco con fuerza, los movimientos son rítmicos y no me detengo ni un segundo sino hasta que el ardor se presenta en los brazos.

Tomo una inhalación, intentando recuperarme mientras me aparto. Justin me había llamado hace un par de días, lo tuve largos minutos gritándome al teléfono sobre lo irresponsable que era, me dijo que no olvidara que seguía siendo mi entrenador y que esa clase de decisiones, debía consultárselas.

—Luke —volteo en cuanto la voz de Bruno se escucha—. Tienes que ver esto.

Me quito los guantes para entrenar, mis dedos agradecen liberarse de la presión y abro y cierro las manos para liberar la tensión.

—¿Qué pasa? —él me hace una seña para que ingrese a su oficina. Sube el volumen de la televisión y la señala con el control.

—Zack está en una entrevista —informa.

Me apoyo contra el escritorio, cruzándome de brazos mientras mantengo la atención en la pantalla. Duran un par de minutos haciéndole preguntas sobre su carrera, sobre sus planes, y estoy por decirle a Bruno que no tengo tiempo para perder, cuando el entrevistador hace la pregunta.

Zack ¿qué opinas del hecho de que Luke Lewis quiera pelear contigo de nuevo? —Me aparto del escritorio, dando un par de pasos para acercarme a la pantalla.

Me tiene sin cuidado —responde encogiéndose de hombros—. Tal y como la primera vez.

Una lástima que no haya podido darse la pelea—. Ejerzo fuerza en las manos cuando Zack emplea un tono de fingida comprensión para responder.

Maldito imbécil.

El público opina que ha mejorado —sonrío cuando la expresión de molestia se filtra en el rostro de Zack—. ¿Crees que sea diferente esta vez?

Lo que creo, es que no importan los meses que hayan pasado, él siempre será el chico que viene de los barrios bajos, y yo siempre seré el campeón —una ola de abucheos se escucha en el set en el que se encuentran, el presentador luce incómodo—. Es la verdad, si Lewis quiere la pelea, entonces no seré yo quien le rompa las ilusiones.

—¿Quieres decir que aceptarás?

Fija la atención al frente, como si supiera que voy a verlo.

—Soy un Brooks, no soy un cobarde y no tengo nada que perder. Así que, si él quiere una pelea, tendrá una pelea.

El presentador se despide luego de eso, Bruno apaga el televisor y gira hacia mí.

—Ahí lo tienes —dice—. Y de verdad que tengo unas ganas de que subas a un cuadrilátero y le des una paliza.

Una leve risa me invade.

—¿Crees que Tom y Justin opinen lo mismo? —cuestiono.

—Si no opinan lo mismo, yo me encargo de convencerlos —asegura—. Pero tienes que cerrarle la boca a ese hijo de perra.

—No quiero sonar arrogante, pero...será un completo placer.

Ambos reímos.

—Ahora ve y continúa con tu entrenamiento —indica.

—Como ordene, entrenador.

Bruno tenía un método muy distinto al de Justin. Desde el momento el que puse un pie adentro, me exigió que, sobre el cuadrilátero, fuera otra persona. Nunca quise hacerlo, siempre consideré que tenía que mantenerme igual, el Luke real debía ser el mismo que subía al cuadrilátero, pero Bruno no opinaba lo mismo.

Con los meses aprendí que tenía razón. Así que le hice caso, empleé más fuerza en los golpes, menos temor a golpear a mi atacante, y funcionó.

Siete peleas ganadas por nocaut, ni una sola derrota. Sobre el cuadrilátero no temía atacar, no media la fuerza de mis golpes, simplemente hacía lo que debía hacer. Y eso no me hacía otra persona.

Tuve que tener una larga charla con Alessandra al respecto, ella opinaba igual que Bruno, decía que nada cambiaba por la manera en la que era sobre el cuadrilátero, decía que todos conocían al Luke real, que nadie dudaría de eso.

Así que lo decidí, en cada pelea dejaba lo mejor de mí, dejaba hasta mi última gota de energía, no importaba si el otro contrincante acababa sobre la lona ensangrentado, respetaba las reglas, claro que sí, todas mis peleas eran limpias.

Además, los chicos del club eran agradables, todos ellos parecían emplear la misma técnica, sus peleas acababan del mismo modo, ojos cerrados por los golpes, labios rotos, cejas sangrando, parecía que en este club eso era algo normal.

Son cerca de las cinco de la tarde cuando vuelvo a casa, el silencio me recibe. Camino hacia la habitación de Luisa y la encuentro durmiendo, luego, voy hacia la de Andrew. Él, contrario a su madre, se encuentra completamente despierto.

—Hola, campeón —saludo dejando a un lado la mochila—. ¿Llevas mucho despierto?

Me inclino hacia la cuna, tomándolo en brazos y acomodándolo en mi pecho.

—Oh, parece que si —dejo un beso en una de sus regordetas mejillas y sonrío cuando él me observa.

Era increíble el parecido que tenía con Carter, el mismo color de ojos, la misma mirada. Ver al pequeño Andrew era como mirar una fotografía de Carter cuando era bebé. Los señores Lerman estuvieron aquí para el nacimiento, y opinaban exactamente lo mismo.

—Tú padre estaría presumiendo el parecido —aseguro con una leve sonrisa—. Ya lo imagino alardeando de eso. Estoy seguro de que hubieses sido muy afortunado de tenerlo como papá.

Lo acomodo entre mis brazos, sin dejar de observarlo.

—No intentaré nunca ocupar su lugar, porque evidentemente nadie podrá hacerlo. Pero le prometí que cuidaría de ti y de tu madre, así que, tendrás que tolerarme. —Camino por la habitación, meciéndolo en mis brazos—. Prometo ser el tío genial, ese con el que puedes hablar de futbol, o al que tienes la confianza para decirle que te han roto el corazón. Haré mi mejor esfuerzo, te lo prometo.

Carter me había confiado a las dos personas que más quería en este mundo, y yo no planeaba fallarle otra vez.

No hubo noticias de Zack, más de lo que dijo en televisión. Sin embargo, su promotor no había llamado y Tom no quería ser quien diera el primer paso.

Estaba ansioso, demasiado. Quería saber si había oportunidad, si Zack estaba considerando o no, aceptar la pelea.

Olivia dejó de llamar luego de haber ignorado sus llamadas por casi una semana, no entendía porque seguía insistiendo, habíamos llegado a algo, cuando se marchó aquel día creí que no volvería a saber de ella.

Las siguientes semanas a nuestro último encuentro me convencí a mí mismo de que estaría bien, de que seguiría vivo aun cuando fuese lejos de Olivia. Creí que la había olvidado, creí que todo lo que pasó estaba superado, pero no pude estar más equivocado.

La seguía queriendo, tanto como la última vez que la tuve frente a frente. Olivia Brooks me había cautivado y yo estaba muy lejos de salir del hechizo que había dejado en mí.

Intenté no pensar demasiado en eso, me concentré en los entrenamientos y en las rutinas, en no bajar la guardia.

Y el tiempo siguió su curso.

Hasta que la respuesta llegó.

Sabía que era algo importante para que Tom me hubiese llamado a las oficinas de su agencia y no en el club, Bruno viene conmigo, y lo que supe, Justin había viajado desde Portland hasta Londres solo por esta reunión.

—¿Crees que hayan aceptado? —inquiero hacia Bruno mientras atravesamos el pasillo hasta la oficina de Tom.

—Ese chico es impredecible —asegura.

Tom y Justin ya se encuentran en la oficina, ambos detienen la conversación cuando ingresamos y centran su completa atención en nosotros.

—Qué bueno que has venido —Tom me hace un ademán para que tome asiento—. Iré al grano, tengo buenas y malas noticias para ti.

—Dijiste que irías al grano —objeto. Justin ríe.

—Intentaba hacer esto ameno, pero ya que estás tan desesperado —reprocha Tom reteniendo la sonrisa—. El promotor de Zack Brooks aceptó la pelea.

El silencio nos envuelve, mi cuerpo entero se tensa ante la noticia. ¿Qué ocurría conmigo? ¿A caso no es esto lo que quería?

—¿Cuánto tiempo?

—Tres meses a lo máximo—masculla—. Ese es el problema, dijo que la única condición es que sea en Portland. Los pesajes, el encuentro, todo en esa ciudad.

Toma una inhalación.

—Dijiste que lo querías, así que he aceptado —me informa—. Pero si has cambiado de opinión, siempre puedo llamarlos y decir que no.

—Luke, ha aceptado, pero no sabemos que trae entre manos. Sabemos de lo que es capaz, ahora más que nunca no puede darse el lujo de dejar de ser el campeón, todos saben que su familia está en la ruina, él es el único que los sostiene.

—Creen que pueda intentarlo de nuevo ¿verdad? Y que esta vez lo consiga.

—Tú padre me ha exigido un equipo de seguridad, le he garantizado que haré todo cuanto esté en mis manos para garantizar tu bienestar —afirma —. Guarda espaldas, video vigilancia, lo que haga falta.

—No soy una celebridad para tener tanto —reprocho—. Justin...

—Opino igual que Tom —concuerda—. Luke, ya intentó asesinarte. ¿Qué le impide hacerlo de nuevo? No vamos a correr ese riesgo.

Observo a Bruno, se mantiene sorpresivamente callado.

—Todos hablan sobre su seguridad antes de la pelea, a mí me preocupa su integridad sobre el cuadrilátero —dice con firmeza—. Tres meses no es tiempo suficiente. Tomando en cuenta que serán cerca de dos meses de entrenamiento porque los pesajes se hacen dos semanas antes. No puede aumentar el kilaje luego de eso.

—Puedes resolverlo—. Asegura Justin.

—No es tan sencillo, Justin. Es el campeón, está acostumbrado a esto. ¿Qué son siete peleas comparado con las de ese idiota? Al subir tendrá toda la intención de lastimarlo, tiene fama, puede comprar al árbitro para que le permita hacer golpes sucios. Tiene los recursos y los motivos.

—La decisión está en ti —sentencia Tom—. Tú tienes la última palabra.

Me incorporo, dejo de mirar a los hombres frente a mí para fijar la vista al gran ventanal de la oficina.

¿Valdría la pena el riesgo? ¿Valía la pena regresar al mismo sitio?

"Gana ese cinturón, Thunderbreaker"

Las palabras de Carter llegan a mi mente, entonces lo sé, esto es lo que debo de hacer.

—Pelearé con Zack en tres meses, y supongo que volveremos a Portland.

Bruno maldice, Tom y Justin sonríen con satisfacción y asienten.

—Así se habla, Thunderbreaker —dice Justin.

La sentencia estaba firmada, y el precio esta vez, lo desconocía por completo. Sin embargo, no importaba nada más, era todo o nada.

Y yo iba por todo. 

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¡Nos leemos el lunes! ¡No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí! 

La historia tendrá 60 capítulos + 1 epílogo. Y les tendré una sorpresa que les reservaré para el final (no, no habrá segunda parte) Pero es algo casi tan bueno como eso. 

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