49.- Fortaleza
No se salten la nota del final, porfis.
Tuve que esforzarme tanto como nunca en mi vida para intentar ser el mismo, para conseguir asistir al club y no sentirme miserable por eso. Pero a pesar de mis fuertes intentos, no conseguí tomar los guantes otra vez.
—¿Todo bien? —inquiere Luisa.
—Si —respondo sin mirarla.
Nos encontrábamos en el pasillo del consultorio en donde Luisa tenía su cita médica. Estaba entrando al cuarto mes de embarazo, el bulto en su vientre comenzaba a hacerse más notorio cada día y debido a su petición, hoy la había acompañado.
—¿Seguro? —insististe—. Si no quieres...
—No, Lu, no es eso —la interrumpo—. Estoy encantado de estar aquí, de verdad. Solo que han sido días difíciles para mí, es todo.
Ella asiente con comprensión, no dice nada más y el tiempo que resta hasta que la recepcionista nos informa que podemos pasar, lo pasamos en silencio.
Sigo a Luisa en silencio, parece conocer a la perfección a la doctora que la atiende, ambas se enfrascan en una entretenida conversación antes de llegar al tema por el que estamos aquí.
Escucho con atención las cosas que la doctora tiene para decir y cuando nos pasa a la pequeña habitación para hacer el chequeo, mi cuerpo parece colapsar.
Luisa toma mi mano, me regala una sonrisa mientras susurra un "está bien" y luego, centra su atención en la pantalla.
—Y ahí lo tenemos —fijo mi entera atención en la pequeña forma que aparece en el recuadro negro. Unas líneas punteadas lo rodean, apenas y tiene forma, o a lo mejor soy yo quien no consigue distinguirla.
—Todo parece estar en orden —continúa la doctora—. Es un bebé muy sano, ¿quieren escuchar el corazón?
—¿Eso es posible? —la doctora sonríe.
—Es completamente posible. —informa—. La observo tomar una especie de aparato raro, Luisa luce completamente tranquila sobre la camilla mientras que yo estoy a punto de sufrir un maldito colapso nervioso.
—¿Listos? —ambos asentimos.
Ella activa algo y entonces el sonido llena la sala. Sonrío, Luisa lo hace también y se aferra a mi mano mientras sus ojos se cristalizan. El sonido es fuerte, constante y rápido.
Su recuerdo se cruza por mi mente, me arrebata la felicidad momentánea porque algo me repite que no soy yo quien debe de estar aquí. Que el que debería de estar escuchando esto, es Carter, el que debería disfrutar de su hijo es él, no yo.
No sé cómo consigo tolerar el resto de la consulta, Luisa parece haberse dado cuenta de que algo va mal y tan pronto como la doctora nos despide, salgo.
Me siento aliviado cuando estoy en el estacionamiento, tomo una profunda inhalación mientras me repito una y otra vez que no puedo ni debo caer en lo mismo.
—Luke —la voz de Luisa se escucha a mis espaldas—. ¿Qué pasa?
—No debo estar aquí —mascullo sin mirarla—. Yo no...
—Hey, entiendo que sea complicado —dice tomando una de mis manos—. Pero está bien.
—No, no lo entiendes —pronuncio con pesar—. Lu...se supone que debería de ser él quien disfrute de todo esto, no yo. Debe de ser él quien escuche el latido de su hijo, el que te acompañe a las citas, Luisa... le quité esa oportunidad, yo...
—¡Basta! —grita interrumpiéndome—. Deja de hacer esto, tienes que parar.
—Lu...
—No, ha sido suficiente, Luke —pronuncia con firmeza—. Es suficiente. Debes dejar de culparte, tú no tuviste la culpa de absolutamente nada y estoy segura de que no soy la primera que lo dice. Han pasado más de tres meses desde su muerte, y aunque no es tiempo suficiente para superarlo, no puedes seguir de este modo porque va a acabar contigo también.
No soy capaz de responder.
—¿Quieres saber lo que Carter diría? —inquiere con molestia—. Estaría decepcionado de ti.
Sus palabras se clavan en mi pecho, una sensación de ardor me llena por completo, incapaz de creer lo que Luisa ha dicho.
—Estaría tan decepcionado de la forma en la que estás viviendo ahora. De la manera en la que estás destruyéndote a ti mismo. No fue tu culpa ¡Maldición, Luke! ¡No fue tu culpa! —grita plantándose ante mí.
—Él siempre vio en ti a alguien digno de admirar, a un chico que no se rendía, que a pesar de los cientos de obstáculos que tenía enfrente nunca dejó de luchar. Estaba tan orgulloso de que fueras por ese cinturón, hablaba horas de lo mismo, diciendo que gritaría tanto que estarías avergonzado de él. Confiaba en ti, eras su mejor amigo y siempre tuvo fe en que lo lograrías, no lo dudó ni un solo segundo y si fue ahí, si fue a ese maldito callejón fue porque sabía que estabas en peligro.
Está agitada, intento hablar, decirle que se detenga, pero no me lo permite.
—Sabía los riesgos ¿crees que no pudo irse? ¿Qué no pudo aprovechar y marcharse a buscar ayuda? ¡Claro que pudo! ¡Pudo hacerlo perfectamente, pero eso hubiese significado abandonarte! Carter tomó su decisión, Luke. No debes recriminarte eso, tuvo opciones frente a él y eligió quedarse a defenderte, así que, de una maldita vez, deja de culparte.
No encuentro que decir, nada se siente correcto.
—Ya lo perdí a él —su voz tiembla—. No quiero perderte a ti también, no quiero ver cómo te consumes por esto, Luke. No lo mereces.
—No vas a perderme —susurro.
Ella sonríe levemente, sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello y me apega a ella.
—Deja de culparte —suplica—. Porque este bebé necesitará a su tío tan fuerte como nunca.
Sonrío, apartándome de ella.
—Gracias, Lu—. Se encoge de hombros.
—Siempre puedo hacer que reacciones —bromea—. Ahora ¿puedes llevarme por hamburguesas? Que muero de hambre.
—Bien, entonces iremos a un McDonald's y comeremos hasta reventar —aseguro.
—Eso es algo que Carter haría —dice y esta vez, sonrío con más ganas.
—Por eso lo haremos.
Y sin decir más, ambos subimos al auto dispuestos a comer tantas hamburguesas como fuese posible.
Luego de las palabras de Luisa y de Justin, tomé una decisión. Saldría de esto, no podía quedarme en la fosa de autocompasión para siempre, necesitaba continuar.
Tenía que seguir con mi vida.
—Mamá quiere saber si iremos a casa para acción de gracias —murmura Caleb mirando el celular.
—¿Volver a Londres? —inquiero.
—Efectivamente. Dice que le encantaría tenernos a ambos ahí —se deja caer sobre la cama, mirándome con curiosidad—. ¿Quieres ir?
—Supongo que si —responde—. Dile que lo pensaré.
—De acuerdo —lo observo teclear con rapidez en su celular, y luego resopla.
—Estupendo, ahora tengo una amenaza con no dejarme comer el delicioso pavo que prepara sino vienes conmigo —dice con pesar enseñándome la pantalla de su celular.
Una leve risa me invade.
—¿No tienes que regresar a Londres de todas formas? —inquiero—. ¿O es que acaso papá te despidió?
—Digamos que me tomé los días de vacaciones que me deben desde hace tres años —manifiesta—. Puedo hacer perfectamente el trabajo desde aquí.
—Mejor múdate ¿no? —bromeo.
—No tendrás tanta suerte —dice entre risas—. ¿Entonces? ¿Puedo asegurarle a mamá que iremos?
—Bien, solo porque soy buen hermano y no quiero que te quedes sin probar el delicioso pavo que cocina mamá —aseguro con un fingido tono de amabilidad.
Mi celular vibra, lo tomo y una sonrisa inmediata se apodera de mis labios al notar de quien es el mensaje.
"La navidad se acerca y Sander insiste en que usemos estos ridículos uniformes rojos. ¡Es patético!"
Una fotografía acompaña el mensaje, Alessandra aparece frente al espejo portando un traje que simula ser de la señora Claus, luce adorable por lo que no dejo de mirar la fotografía, tan concentrado estoy que no noto que mi hermano se ha incorporado, y un par de segundos después, me arrebata el celular.
—¿Qué crees que haces? ¡Dame eso! —exijo intentando acercarme, Caleb ríe mientras se aparta y forcejea conmigo—. ¡No husmees en mi privacidad!
—¡Por Dios! ¡Sales con alguien! —grita casi con horror.
—¿Qué? ¡No! ¡Dame eso! —chocamos con los estantes en mis intentos de arrebatarle el celular, no lo consigo, claramente—. ¡Caleb dame el maldito teléfono!
—¿Por qué una chica te manda fotos vestida de la señora Claus? —inquiere—. ¿Estás saliendo con ella?
—¡Que no! —grito con molestia. Él se queja cuando aplico más fuerza de la necesaria y se encorva con ligereza, lo que me permite quitarle el artefacto de las manos.
Bloqueo el celular, guardándolo en mi bolsillo y mirando con fastidio a Caleb.
—No estoy saliendo con ella, es solo una amiga —aclaro—. Así que deja de pensar lo que sea que estás...
—¡Es la chica del café! —exclama después de unos segundos—. Hermano, tengo la responsabilidad de decirte que recurrir a sexo...
—¡Que cierres la maldita boca! —bramo, él parece sorprendido ante mi grito. —¿Sabes qué? Vuelve a Londres sin mí, te quiero fuera de mi casa.
Salgo de la habitación dando un portazo.
—Luke, espera...hermano no quise...
—Yo no cuestiono tu vida —espeto con molestia—. No te cuestiono absolutamente nada así que no tienes ni un solo derecho a preguntar sobre la mía. Sobre lo que hago o dejo de hacer.
—Lo sé, y lo lamento. No pensé que te molestara tanto, lo siento.
Suspiro.
—Se llama Alessandra, y te juro, Caleb, que es solo una amiga —sentencio—. No hay nada entre nosotros más que amistad. Maldición, aún estoy loco por Olivia ¿acaso lo olvidas? Y aunque no fuera así, estar en una relación es lo que menos necesito ahora, no tengo tiempo para eso.
Eleva las manos.
—De acuerdo, no volveré a molestar —afirma—. Luke, lo siento. No quise ser entrometido.
—Ser entrometido es tu principal pasatiempo —mascullo dándole la espalda—. Y dije en serio lo de Londres, no planeo tenerte aquí por más tiempo.
—¡Solo estoy preocupado!
—¿Ahora resulta que no puedo tener amigas? —inquiero girándome hacia él—. ¡Es solo una amiga, joder!
—¡Ya entendí eso! —grita de vuelta—. Pero la forma en la que sonreías...
—La forma en la que sonreía es solo porque con ella olvido toda esta mierda —confieso—. Porque no tengo la necesidad de aparentar que me encuentro bien, porque no sabe absolutamente nada de mi vida y no me obliga a fingir que estoy bien.
—Luke...
—Cosa que todos ustedes si hacen, repitiéndome constantemente que tengo que sobreponerme, que tengo que superar todo esto, que tengo que continuar. No dejan de presionarme, y esto está a punto de volarme la cabeza. Tratándome como si lo que ocurrió me hubiese convertido de cristal, o como si en algún punto decidiera lanzarme de un puente.
—¿Sabes lo que sentí cuando papá me informó lo que había ocurrido? —inquiere—. ¿Tienes una idea de lo aterrado que estuve al pensar que te habían asesinado?
Da un par de pasos en mi dirección, por primera vez luce afectado. No lo había visto así en ningún momento, ni siquiera en el hospital.
—¿Tienes una maldita idea del terror que sentí al entrar a tu habitación y ver la forma en la que estabas? Fue horrible, Luke. Por un instante creí que te había perdido. Yo realmente pensé que te perdí.
Toma una inhalación.
—Eres mi hermano, maldición, toda mi vida la he pasado junto a ti, cada recuerdo de mi infancia es contigo que el imaginar que morías, fue completamente aterrador.
Se aclara la garganta, sus ojos se cristalizan y me doy cuenta de que no fui el único afectado en todo esto.
—¿Tienes idea de lo afectada que mamá estuvo? ¿Lo asustado que papá estaba en el hospital? No era el hombre imponente que conoces, era un padre que temía por la vida de su hijo. ¿Imaginas el pánico de Montserrat? Todos creímos que te perdíamos, Luke.
Toma una inhalación.
—No me reproches por cuidar de ti cuando he visto el daño que te han hecho. No me reclames por temer que puedas lanzarte de un puente, sé que no eres de cristal, pero Luke, hasta el acero más resistente se dobla con tanta presión.
—No voy a lanzarme de un puente —aseguro, Caleb sonríe.
—Eso ya lo sé —murmura—. Escucha, lo siento. Nunca he querido presionarte, solo...solo temo que puedas volver a caer.
—Es solo una amiga —insisto—. No la veo de otra forma que no sea esa. Y entiendo que te preocupe, pero quiero ser el mismo y para eso necesito que dejen de tratarme como un niño. Sé tomar mis decisiones.
—No me voy a ir de aquí —asegura—. ¿Lo sabes, no es cierto?
Sonrío. Negando levemente.
—No esperaba que te fueras.
Le doy la espalda, encaminándome a las escaleras.
—¡Y dile que se ve adorable en ese traje! —grita cuando ya estoy en el segundo piso, resoplo con molestia y lo que recibe como respuesta es mi mano enseñándole el dedo corazón.
El tiempo pasó, Caleb no había dejado de repetirme que esperaba que pasemos acción de gracias con mamá, pero lo cierto es que aún no estaba seguro de querer viajar a Londres.
Había visitado a Trevor un par de veces, su compañía me resultaba reconfortante, no sentía la necesidad de aparentar que me encontraba bien, sin embargo, él también me había recordado que necesitaba sobreponerme.
—Si quieres recuperar tu carrera, debes hacer todo lo posible por demostrar que estás en eso. Los patrocinadores necesitan verte en acción.
Sabía que tenía razón, no podía esperar conseguir más patrocinadores si me mantenía alejado del medio. Tom aseguro que ellos comprendían, que me darían el tiempo que necesitara, pero era consciente de que en algún punto se cansarían.
Así que hice todo, entrenar en la piscina como parte de las sesiones de terapia, correr los kilómetros que Justin exigía, los saltos con cuerda, los ejercicios de cardio y resistencia, pero nunca con guantes.
No volví a colocármelos,
Siempre practico con las vendas, Justin dice que terminaré ocasionándome una lesión en las manos, pero no importaba.
No me sentía capaz de portar unos guantes sin recordarlo. La imagen de Carter venía a mi mente en cada intento, era incapaz de conseguirlo así que dejé de intentarlo.
—Se ve mal —señala Less mientras la observo sorber el contenido de la malteada por la pajilla—. ¿Has estado entrenando?
Acaricio la piel de mis nudillos, algunos de ellos tienen marcas rojas, otros pequeñas costras ocasionadas por lesiones que deja golpear el saco sin protección.
—Si —respondo—. Desaparecerá pronto.
—¿Qué harás en acción de gracias? —inquiere con curiosidad.
—Aún no lo sé, probablemente viaje a Londres y la pase con mi familia, pero aún no estoy seguro. —confieso—. ¿Qué hay de ti?
—Una pequeña cena con Lili —responde con una sonrisa—. Es la única época del año en el que me permito gastar de más. Siempre he creído que en acción de gracias y navidad deben celebrarse de la mejor manera, son fechas especiales.
Se abraza a si misma cuando la fría brisa nos golpea, le había dado mi chaqueta al salir de la cafetería, pero parece que ni eso consigo eliminar el frío en ella.
—Oye, no es necesario que vengas todos los días —dice con una leve sonrisa—. Estaré bien, creo que tienes más ocupaciones en tu vida.
—Además de entrenar, ninguna —confieso—. Así que estoy libre todas las tardes para venir, y me agrada pasar tiempo contigo, es...refrescante.
Ella ríe.
Atravesamos el parque, Alessandra había insistido demasiado en que dejara de llevarla a su hogar, pero ante mi negativa, la condición fue que se marcharía en autobús. No pude hacer nada en contra de eso así que la recogía en el café, y luego atravesábamos el parque hasta la parada de autobuses donde ella tomaba el suyo, y yo volvía a casa.
—Vaya, gracias por el cumplido —bromea.
Aún lleva el vestido rojo que funciona como uniforme, la cafetería de Sander tenía un ambiente navideño aun cuando faltaba poco más de un mes para que las fiestas decembrinas llegaran.
—¿Quieres un poco? —pregunta de la nada extendiéndome la malteada—. Es la nueva especialidad de la casa, según Sander.
Tomo el vaso para darle un sorbo, el sabor a menta explota en mi boca y cierro los ojos ante la intensidad del sabor.
—Ay, Dios. —mascullo—. Con todo respeto, sabe horrible.
Una carcajada brota de ella mientras toma de nuevo el vaso.
—Eso es porque...
—¿Luke?
Mi cuerpo se tensa, me detengo abruptamente cuando reconozco la voz detrás de nosotros. Alessandra deja de hablar, la observo voltear y luego mirarme.
—Olivia —respondo. Ella nos observa de una manera que no consigo entender, una chica que no conozco está a su lado, mirándola con preocupación.
Soy consciente de la manera en la que reconoce la chaqueta, y luego me observa como si le hubiese clavado un puñal.
—¿Qué haces aquí con ella? —inquiere—. ¿Para esto necesitabas tiempo?
—Liv —la chica a su costado tira de ella, sin embargo, Olivia no cede.
Sonrío sin ganas.
—Ahórrate tus reclamos —mascullo—. Vamos, Less.
Tomo la mano de Alessandra, ella nos mira sin entender y no he avanzado un par de pasos cuando la voz de Olivia vuelve a escucharse.
—¡Qué bien pasas el duelo! —grita haciéndome girar—. Parece que has estado bastante ocupado con tu nueva amiga.
—Hey, no yo no...
—No tienes que darle explicaciones —intervengo mirando a Alessandra, luego centro mi atención en la mujer que aún me provoca colapsos con solo plantarse frente a mí—. Lo que hago o dejo de hacer no tiene por qué importarte.
—¿Así que ahora el sexo casual es tu método para superarme?
—Olivia más vale que cierres la boca —advierto—. Estás siendo ridícula.
—¿Ridícula? —inquiere dando un paso al frente—. Al menos yo estaba haciendo cuanto estuvo a mi alcance para solucionar lo nuestro, y en cambió tú...
—En cambio yo, ¿qué? —inquiero con brusquedad—. ¿Estoy tratando de recuperar mi vida? ¿Estoy intentando superar la muerte de Carter? ¿Estoy tratando de olvidar a una maldita mentirosa? —espeto, Olivia retrocede.
—Luke, no le hables así, basta —la suave voz de Alessandra se cuela en mis oídos. Me observa por un par de segundos, tiempo que fue suficiente para que se diera cuenta de lo que ocurre conmigo. Se gira hacia Olivia, manteniendo la atención en ella por un par de segundos antes de hablar.
—Escucha, no te conozco. Y no tendría razón alguna para darte explicaciones, pero no me acuesto con Luke. Ni siquiera hay algún interés romántico entre nosotros, somos buenos amigos así que toda esta escena es completamente innecesaria.
Siento su mano entrelazarse con la mía y el contacto me reconforta tan solo un poco.
—Y si nos disculpas, ahora nos vamos —muerdo el interior de mi mejilla conforme nos alejamos, no hablo, no digo absolutamente nada mientras Alessandra nos conduce de nuevo hacia el sitio en donde he dejado el auto.
Tan pronto como cierro los ojos, apoyo la cabeza contra el volante y tomo una inhalación.
—Lo siento —murmuro después de unos minutos.
—No tienes que disculparte —dice con suavidad. —¿Terreno peligroso? —inquiere.
—Terreno peligroso —respondo con pesar.
Asiente levemente, se acomoda el cabello y la escucho suspirar.
—¿Quieres hablar sobre eso? —la miro. Hay cierto grado de preocupación en su mirada, no hay curiosidad, ni se siente como si quisiera ser entrometida.
—Olivia fue mi novia, o bueno, casi lo fue. —No la miro cuando comienzo a hablar—. Salimos por varios meses y todo era realmente increíble. Pero iba a tener una pelea, quería ir por el cinturón de la categoría libra por libra, y su hermano es el campeón actual.
No aparta la mirada de mi rostro. Alessandra es la primera persona ajena a mi familia con la que hablo de esto, Justin, Trevor, Tom, todos ellos lo sabían claramente por estar relacionados, pero no había hablado con nadie más sobre lo que ocurrió.
—Parece ser que su hermano no quería arriesgarse a perder, así que le pidió que hiciera cuanto estuviera a su alcance para que yo no consiguiera ese título, y ella solo lo hizo —bajo la mirada. —El accidente del que te hablé, en realidad...—no me atrevo a continuar.
—En realidad no fue un accidente —murmura. Niego.
—Su hermano casi me asesina —mi visión se nubla y maldigo mentalmente. Joder ¿en algún momento dejaría de doler? —Fui a un club con mi mejor amigo, Carter, no tenía idea de que me venían siguiendo, en algún punto de la noche salí para hablar con ella y fue cuanto todo ocurrió.
Los recuerdos llegan mientras hablo, tan frescos y dolorosos, las imágenes aparecen en mi mente mientras me repito que está bien, que es normal.
—Uno de los chicos que venía con él tenía una navaja. Supongo que lo que quería hacer era matarme ahí mismo, pero Carter estaba intentando defenderme, salvarme, y...la puñalada se la llevo él —. Tomo una inhalación, soltando el aire de a poco.
—Murió en mis brazos, Less. Vi a mi mejor amigo morir frente a mí y no pude hacer nada para salvarlo.
—Luke, lo siento muchísimo—. Su mano se entrelaza con la mía.
—Es por eso que no puedo colocarme los guantes, por eso las heridas en los nudillos, porque sigo entrenando, pero no he conseguido hacerlo con los guantes de box.
—Te recuerdan a él ¿no es cierto? —Asiento.
—¿Por qué no compras unos nuevos? —cuestiona con curiosidad.
—Se siente igual —confieso encogiéndome de hombros—. Todo se siente igual.
—¿Aún la quieres, no es verdad? —inquiere con comprensión.
—Como no tienes una idea —confieso—. Es...es la mujer de la que estoy enamorado, Less, ¿Quién sigue amando a la mujer que lo dañó?
Sonríe.
—Alguien que da lo mejor de sí, alguien que ama sinceramente —dice. No respondo, no encuentro que decir.
Se estira en el asiento hasta acercarse, sus brazos se envuelven alrededor de mi cuerpo mientras me apega a ella y lo acepto, permanecemos así por un par de minutos, cuando nos apartamos espero ver la compasión en su mirada, espero encontrar la misma mirada que todos me dan, pero no es así.
—No imagino lo complicado que está siendo para ti, yo ni siquiera puedo intentar imaginarlo porque es tan fuerte. Luke, tú eres tan fuerte.
Sonrío.
—No lo sé en realidad.
—¿Sabes a cuantas personas he escuchado decir que no son fuertes cuando en realidad lo son? —inquiere—. Muchísimas, Luke. Parece ser que la fortaleza es solo una cualidad que se ve desde el exterior.
—No creo estar siendo fuerte —mi voz brota en un susurro—. Hay muchas cosas que me falta enfrentar, muchas que aún no me atrevo a hacer. Tengo miedo de todo lo que pueda resultar de eso.
—La única persona que puede detenerte de hacer lo que en verdad deseas, eres tú mismo. —murmura con dulzura—. Así que, Luke, ¿qué es lo que harías si no tuvieses miedo?
No respondo de inmediato, recuerdo la primera vez que pisé una bodega de peleas clandestinas, la primera vez que acudí a un club y me rechazaron, mi recién llegada a Portland siendo una ciudad desconocida para mí, comencé de nuevo porque no sentí miedo, en ningún momento.
—¿Qué harías si no tuvieses miedo de que algo resultara mal? —continúa—. ¿Si no temieras perder a alguien más en tu vida? ¿Si no te sintieras asustado de lo que significa estar pasando por esto?
No lo dudo, así que respondo.
—Comenzaría de nuevo. —aseguro. Ella sonríe.
—Creo que ahí tienes tu respuesta —afirma—. Sufre ahora, grita todo lo que quieras, está permitido, pero no te rindas. Esa es una palabra prohibida. No renuncies, sufre lo que necesites sufrir ahora, y vive el resto de tu vida como un campeón.
Le da un sorbo a la malteada, sin apartar la mirada de mi rostro.
—Creo que tu amigo opinaría igual que yo —dice elevando uno de sus hombros.
—Sí, definitivamente eso es algo que él me diría. —concuerdo—. Le hubieses agradado.
Ella se sonroja.
—Me alegra escucharlo. —asegura—. Ahora, no quiero sonar aprovechada, pero...
—Claro que te llevaré a casa —la interrumpo encendiendo el motor—. Tómalo como mi forma de agradecimiento.
—Chofer personal ¡Yuju! —grita elevando las manos en un grito emocionado, nuestras risas llenan el auto mientras avanzamos por la carretera, y por primera vez en meses, me siento genuinamente bien.
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¡Hola! Bueno pues paso por aquí para darles un pequeño anuncio.
La verdad es que he avanzado hasta el capítulo 54, así que tengo bastaaante avance y mucha emoción, por eso he decidido que haré actualizaciones diarias de Lunes a Sábado. El domingo será el único día que no subiré capítulo, esto es porque quiero avanzar rápido con la historia, ya que tengo un par de proyectos en mente que les dejaré saber pronto :)
¡Gracias por todo su apoyo!
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