4.- Tenemos un trato.
Cuando ingreso al gimnasio, el entrenador me observa con desaprobación.
—Deberías de estar descansando —reprocha mientras camina hacia mí —Tienes varios golpes, tu cuerpo necesita reponerse.
—Estoy bien —aseguro cruzando por su lado. Camino hacia el pasillo en donde los casilleros se encuentran, coloco ahí mis cosas de valor antes de dirigirme hacia el ring. Antes de que siquiera pueda subir, Trevor me toma del brazo.
—No, nada de entrenamiento hoy —sentencia. Intento protestar, y él rueda los ojos antes de volver a hablar —Permitiré que sea leve, si veo que estás excediendo el límite, te enviaré a casa de una patada —asegura.
Embozo una sonrisa ladeada, le dedico un asentimiento antes de cambiar la dirección de mis pasos hacia el saco de boxeo.
Dejo a un costado la mochila deportiva, y me coloco los audífonos conectándolos a mi celular, la música ruge en cuanto pulso play, y disfruto de la melodía mientras tomo las vendas para colocarlas en mis manos.
—¿Qué tal tu noche de diversión? —Carter me quita uno de los audífonos para sujetarlo entre sus dedos, se deja caer a mi costado mientras me mira con diversión.
—Creí haber dicho que no hubo diversión —respondo —es decir, si hubo, pero no esa clase de diversión.
Él sonríe, me devuelve el audífono mientras se acomoda la sudadera que lleva puesta.
—¿Aceptarás la pelea del sábado? —cuestiona.
—No lo sé aún —confieso elevando la mirada. —Aún tengo unos días para pensármelo.
—He escuchado rumores, parece que todos creen que estarás ahí.
Suspiro.
—No sé si Trevor esté de acuerdo con que la acepte —me excuso porque en realidad no sé si sea buena idea asistir —Es demasiado pronto.
—¿Desde cuándo una pelea te parece demasiado pronto? —inquiere con burla mientras se incorpora —He oído que será Mayer quien pelee —informa —ustedes dos tienen cierta rivalidad ¿no?
—Porque siempre gano —respondo con sorna mientras una sonrisa se dibuja en mis labios. Cuando he terminado con mis manos, tomo la toalla colocándome en la parte trasera del cuello —En todo caso, tal vez diga que sí.
Permanezco solamente con un audífono puesto porque Carter no parece tener intención alguna de marcharse, cruza las piernas, subiéndolas sobre la banca de metal en la que se encuentra, y mantiene su mirada fija en mí.
—Saliste con Olivia ¿no es así? —inquiere con curiosidad.
—¿Cómo sabes eso? —cuestiono girándome hacia él. —¿Y cómo sabes su nombre?
—En realidad no lo sabía, pero acabas de confirmármelo —pronuncia con satisfacción.
Ruedo los ojos, colocándome frente al saco antes de comenzar a golpearlo.
—Luisa me lo contó, parece ser que te vio demasiado interesado en su amiga —pronuncia con burla —¿Eso es cierto?
—No es algo que te incumba —mascullo. Termino por colocarme el segundo auricular, subiendo el volumen de la música un poco más. Me concentro en golpear el saco frente a mí, aumentando la velocidad y la intensidad entre cada uno.
—¿Desde cuando tienes citas? —gruño cuando quita uno de los auriculares de mi oído nuevamente y empuja el saco a un costado, colocándose delante de mi cuerpo.
—Vas a terminar por recibir un golpe en la cara, y eso no será culpa mía —advierto con molestia empujando su cuerpo a un lado para continuar con mi entrenamiento.
—Oh, vamos, solo responde —insiste. —¿La has invitado a la pelea del sábado?
—Maldita sea, Carter, cierra la boca —exijo —Salimos a tomar un café, eso fue todo —mascullo —ahora si me haces el favor, necesito entrenar.
Mi amigo eleva las manos, apartándose de mi camino. Lanza el audífono hacia mí, y consigo recibirlo con una de mis manos, luego, lo sigo con la mirada hasta que se reúne con un grupo de chicos al otro lado del gimnasio.
Permanezco mirándolo por varios segundos más antes de sacudir la cabeza, suelto un soplido antes de continuar con mi entrenamiento, la imagen de cierta chica de cabellera negra se cuela en mi mente en algún momento, Olivia Brooks era la clase de mujer con las que solía salir cuando vivía en Londres. La clase de chica que probablemente llevaría a casa y obtendría la aprobación de mamá.
Elegante, refinada, bellísima. Seguramente perteneciente a las altas sociedades en las que solía moverme hace un par de años. Ahora, todo era diferente.
Lo cierto es que esperaba algo más que una invitación a un café, probablemente no sé, nosotros dos en una cama ocupando la habitación de algún hotel o en mi departamento si hubiese aceptado la invitación de la otra noche, sin embargo, creo que Olivia en realidad no estaba en búsqueda de nada de eso.
O al menos, no con un chico de peleas clandestinas.
En todo caso, ahora mismo no tenía cabeza para eso. El desayuno que compartimos –particularmente caro a mi parecer- amenazaba con ser toda la convivencia entre nosotros.
Paso las siguientes dos horas entrenando, agotando mi cuerpo hasta que el entrenador prácticamente me echa del gimnasio, diciendo que no necesita que termine con alguna lesión.
Mis protestas parecieron no ser suficientes para conseguir que cambie de opinión, así que resignado y con un mal humor encima, salgo del establecimiento.
—¿Quieres animarte y hacer algo hoy? —Carter prácticamente llega corriendo a mi costado.
—¿Te ha echado a ti también? —Inquiero mientras lanzo la mochila sobre los asientos traseros.
—Digamos que he terminado la sesión por hoy —asegura escabulléndose en el asiento del copiloto sin esperar invitación. De haber sido otra persona, lo hubiese echado a patadas de mi auto, pero con Carter había la suficiente confianza como para no hacer algo como eso—¿Te llegó el mensaje de Luisa? —cuestiona.
—¿De la fiesta? Si —me coloco el cinturón antes me colocar las llaves en el auto y encender el motor —Fiesta un lunes ¿en dónde tiene la cabeza?
—No es tan mala idea —objeta él —Puede servir como método de diversión.
—La diversión y tú jamás se separan ¿no es cierto? —inquiero con burla. —No estarás pensando asistir.
—No lo sé, justo ahora lo estoy considerando —comenta mientras extiende la mano para cambiar la estación de radio. Se salta varias hasta llegar a una en la que se escucha música lo suficientemente aceptable como para pasar todo el trayecto.
—¿A dónde te llevo? —inquiero arqueando una de mis cejas —te metiste a mi auto y no me has dicho a dónde vas. ¿Crees que soy tu chofer o algo?
Él ríe.
—¿A dónde vas tú? —pregunta.
—A casa.
Lo miro de soslayo.
—Entonces voy a tu casa. —Responde —¿Has hablado con tus padres?
Niego. Carter era probablemente la única persona de mis amistades de que sabía sobre la difícil relación que mantenía ahora con mis padres. Solía mantenerse al margen, cosa que agradecía.
—No he hablado con ellos desde la última discusión con mi padre —confieso —Ya sabes, por lo del club de boxeo.
—¿Y le dirás que volverás a intentarlo? —cuando me detengo en un semáforo, me giro hacia él.
—¿Tú como sabes que voy a intentarlo? —cuestiono.
—Oh, vamos, Luke —pronuncia —porque en el último par de años has visitado casi todos los clubes de entrenamiento, no vas a rendirte—asegura —además, vi el folleto en tu mochila, supuse que no lo tendrías ahí por nada.
—Aunque hablara con él, la respuesta sería la misma —mascullo —no sé cuánto dinero más está dispuesto a gastar con tal de mantenerme fuera.
—¿Crees que sea dinero lo que da? —cuestiona casi incrédulo.
—¿Qué otra cosa sino? —mi agarre en el volante se hace más fuerte, piso el acelerador cuando el semáforo cambia de color y la molestia en mi sistema vuelve. —Son cosas demasiado estúpidas por las que me rechazan, Carter, es ridículo.
La amargura tiñe mi voz y no me molesto en ocultarlo.
—¿Qué te hace pensar entonces que esta vez será diferente? —sé que no lo dice para desanimarme, Carter sería incapaz de hacer algo como eso, pero inevitablemente se siente de ese modo.
—No lo sé —susurro. —Lo cierto es que una parte de mi espera que esta vez no se interponga. No voy a llamarlo para suplicar que me permita ingresar, aún tengo mi dignidad.
Mi amigo sonríe.
—Luke, vas a conseguirlo —asegura embozando una sonrisa —vas a demostrarle a ese hombre que eres capaz. Y cuando te llame para felicitarte por ser el campeón del mundo, podrás restregarle en la cara el cinturón. —la seguridad con la que habla me hace sonreír.
—Hablas como toda una mamá —respondo reteniendo la sonrisa en los labios.
—Has trabajado duro, Thunderbreaker —Murmura con una sonrisa ladeada —Cuando ganes, asegúrate de dedicarme un saludo ¿de acuerdo? Con eso me basta.
Una carcajada abandona mi cuerpo mientras sacudo la cabeza, Carter Lerman era una de las pocas personas que creían en mí, y no iba a decepcionarlas.
No sé cómo es que terminé aquí, arrastrado hacia la casa de Luisa en donde se estaba llevando a cabo la fiesta. Probablemente fue por la insistencia de Carter, quien amenazó con no marcharse de mi departamento si no lo acompañaba a la fiesta, y aquí estamos.
—¡Oh, vamos, puedes lucir más animado! —reprocha Carter mientras extiende una botella de cerveza en mi dirección —¡Diviértete!
La música es demasiado fuerte, siento el vibrar de mi pecho y el olor a cigarrillos solo aumenta las ganas que tengo de marcharme a casa.
—¡Mañana debo entrenar! —respondo en un grito para que él consiga escucharme. Lo observo rodar los ojos con fastidio, antes de obtener un grito como respuesta de la cual solo entiendo la mitad.
Consigo escabullirme hacia el jardín, el aire es mucho más ligero así que tomo una inspiración, como si consiguiese limpiar mis pulmones de todo el olor a tabaco que había en el interior de la casa.
Me sorprendía que los vecinos de Luisa no se quejaran, la música probablemente conseguía escucharse a un par de cuadras, y la gran cantidad de autos estacionados en la calle eran seguramente más de los permitidos.
—Pero miren quien salió a divertirse —volteo, reconociendo la melodiosa voz de inmediato. —Thunderbreaker, que sorpresa verte por aquí.
Olivia sonríe, porta unos estallados pantalones en color negro, resaltando las curvas de sus caderas y un top en color rojo, con la mitad del abdomen descubierto, su cabello en esta ocasión se encuentra recogido en una coleta, y un fleco adorna los costados de su rostro.
—Fuera del cuadrilátero, prefiero que me llamen Luke —embozo una sonrisa, guardando las manos en los bolsillos de mi chaqueta. —Dos veces en un día ¿es el destino?
Una leve carcajada brota de ella. Da un paso, consiguiendo posicionarse un poco más cerca de mi cuerpo.
—Tal vez el destino tiene nombre y apellido —pronuncia señalando con la barbilla a una parte del jardín, sigo el movimiento con la mirada, fijándola en Luisa.
—Asistes a una fiesta un lunes en la noche ¿Qué mañana no trabajas? —inquiero solo para molestarla.
—Puedo asistir a una fiesta e ir a cumplir mis obligaciones laborales —asegura reteniendo la sonrisa. —¿Qué hay de ti?
Me encojo de hombros.
—Tengo licencia de descanso, por los golpes —ella vuelve a reír y, por consiguiente, yo lo hago también.
Acomoda el pequeño bolso que cuelga sobre uno de sus hombros, y luego me observa con detenimiento.
—Me pregunto cómo lucirá tu rostro sin golpes —murmura.
—Más sexi y apuesto de lo que luzco ahora —bromeo. —Debes de admitir que el morado me sienta bien.
—¿Esta es tu forma de coquetear? —inquiere con tono juguetón.
—Eso depende de la forma en la que tú lo estés tomando —le dedico una sonrisa amplia.
Arruga la frente, luciendo ligeramente confundida.
—Eres realmente extraño —confiesa —¿Qué forma de coquetear con una chica es esta? —inquiere empleando un tono de indignación que no consigo distinguir si es real o fingido.
—Liv, me parece que no querías que coqueteara contigo —me defiendo —¿estoy equivocado? —ella rueda los ojos.
Antes de que pueda dar una respuesta, la entusiasmada voz de Luisa nos interrumpe.
—¡Luke, que bueno que has venido! —articula —Oh, ¿así que ya son amigos? —inquiere reparando en la presencia de Olivia. No me pasa desapercibido el tono divertido que emplea al preguntar eso.
—Algo así —respondo.
—He escuchado de la pelea del sábado —pronuncia Luisa —todos dicen que estarás ahí, la pelea con Meyer es la más esperada.
—¿Pelearas el sábado? —Olivia pregunta con curiosidad.
—No lo sé aún.
—¿Rechazaras la invitación? Por Dios, eso sería darle el gane a Meyer, sabes que es un maldito fanfarrón, se jactará de tu rechazo.
—Es demasiado pronto. Necesito recuperarme de la pelea anterior. No creo que Trevor...
—Te quedan cinco días por delante, estarás bien —asegura Lu —Además...—parece reparar en algún punto detrás de mí. Una mueca asqueada se apodera de su rostro antes de prácticamente empujarme a un costado y caminar hacia la chica que parecía haber pensado que devolver el estómago en una de las macetas era buena idea.
—Así que...pelearas de nuevo.
—Ese es mi trabajo —le recuerdo.
Ella sonríe, el silencio se instala entre nosotros y por un segundo, una loca idea se me atraviesa en la mente.
—Ven a verme pelear —las palabras brotan de mi boca tan rápido que no tengo momento para considerarlas —te conseguiré entradas.
—Creí que dijiste que no sabías si aceptarías la pelea —objeta cruzándose de brazos.
Chasqueo la lengua, inclinándome con ligereza hacia su cuerpo.
—Si gano, aceptarás salir conmigo de nuevo —Liv aprieta los labios, reteniendo una vez más la sonrisa que amenaza con adornar su rostro.
—Es una oferta tentadora —murmura con fingida inocencia —pero no lo sé... ¿Qué gano yo?
—Serás libre de pedir lo que quieras —aseguro. —¿Qué dices?
Ella parece pensarlo, pocos segundos después, emboza una sonrisa y extiende una mano en mi dirección.
—Creo que tenemos un trato —pronuncia con una sonrisa coqueta en el rostro.
—Oh, si —aseguro —Claro que lo tenemos.
_______________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro