38.- Alma rasgada.
Estoy aturdido, el dolor en mi cabeza es intenso, tengo la visión borrosa mientras intento incorporarme, sin embargo, no lo permite.
Gimo cuando alguien patea mi estómago, el aire abandona mis pulmones, me obliga a permanecer sobre el concreto sin tener ninguna oportunidad para defenderme.
—No pareces tan seguro ahora —pronuncia Zack colocándose en cuclillas—. Los medios decían que eres un buen peleador, no veo eso ahora.
Toso, intentando recuperar el aliento. Él se aparta, un segundo golpe es dejado contra mi espalda, luego otro, y pierdo la cuenta cuando siento los impactos de las botas contra mí.
Alguien me toma de la camisa, obligándome a incorporarme. El puño de Zack se impacta contra mi rostro y solo en ese punto me percato de los anillos que lleva puesto, anillos que se incrustan en mi piel y dejan una sensación dolorosa en ella.
Sacude las manos apartándose, maldición. El sabor a sangre llena mi boca, llena cada rincón mientras me obligo a mí mismo a ponerme de pie.
Apenas y lo consigo. Zack parece divertido ante esto.
—¿Tuviste que traer a tres porque solo no podrías? —inquiero colocando la mano en uno de mis costados, tengo la respiración entrecortada, pero elevo el mentón con suficiencia —. Eso es de cobardes, Zack.
—¿De cobardes dices? —cuestiona acercándose.
Tira un puñetazo en mi dirección, esta vez estoy preparado así que consigo esquivarlo, el descuido es suficiente para permitirme golpearlo, consigo conectar mi rodilla contra su estómago y lo escucho jadear cuando repito el movimiento.
Antes de que pueda hacer algo más, alguien tira de mí hacia atrás, me giro con el propósito de golpear al chico que está detrás de mí, pero no lo consigo, un estallido de dolor se produce en la parte trasera de mi cabeza, y me tambaleo, sintiéndome desorientado.
Alguien golpea mi rostro, mi visión se nubla ante el golpe en mi nariz con fuerza, y luego el metal golpeándome las costillas. Un grito doloroso brota de mis labios cuando caigo, mis rodillas tocan el concreto antes de sentir un nuevo golpe en mi espalda.
Alguien está usando el jodido tubo para golpearme, coloco los brazos sobre mi abdomen intentando protegerme mientras caigo de bruces contra el piso. Los golpes me han sofocado, apenas y consigo respirar, apenas y logro registrar la lluvia de golpes que vienen contra mí en cuestión de segundos, estallidos de dolor, uno tras otro.
Escupo sangre, el aire me falta, no consigo ponerme de pie, no puedo siquiera enderezarme así que lo deduzco, seguramente me han roto un par de costillas.
—¿En verdad creíste que podías competir conmigo? —gimo cuando Zack conecta su bota contra mi estómago—. ¿Competir conmigo y además enrollarte con mi hermana? ¿Eh? ¿Qué tan iluso tienes que ser para hacer algo como eso?
Alguien patea la parte baja de mi espalda y un nuevo quejido adolorido brota de mis labios.
Cuando retroceden un par de pasos, el alivio me invade. Sujeto mi costado, apoyándome en el concreto en un intento inútil de conseguir ponerme de pie.
—¿Tienes tanto miedo de perder que recurres a esto? —inquiero. No me permite incorporarme.
La orilla de su bota se encuentra con mi rostro, mi cuerpo cae con fuerza contra el concreto de nuevo. Siento el metal golpearme de nuevo en el estómago, estoy completamente seguro de que escucho algo crujir ante el impacto.
No retengo el grito lleno de dolor, es una sensación sofocante que me nubla por completo. Siento un peso colocarse sobre mi cuerpo, Zack sujeta mi barbilla y consigo mirarlo por una fracción de tiempo antes de sentir el impacto de sus nudillos contra mi rostro, siento el metal de los anillos clavarse en mi rostro, me golpea con fuerza que mi mente se aturde.
—¡Luke! ¡Hey, déjenlo en paz! —la voz familiar de Carter me llena los oídos y el peso sobre mi cuerpo desaparece.
Emito un gemido adolorido, no consigo ver con claridad así que sacudo la cabeza. La sangre brota de mi boca, escupo un par de veces el sangrado no se detiene.
Los chicos se apartan, permitiéndome escasos segundos para respirar.
—Estamos arreglando algo aquí —masculla Zack—. Te recomiendo regresar por dónde has venido.
—Carter, largo de aquí —pido con la voz entrecortada por el dolor—. Vete.
Él me mira, la visión se esclarece así que soy consciente de la manera en la que me observa, la forma en la que la duda se incrusta en él, debatiéndose entre lo que debe, y quiere hacer.
—¡Largo! —el grito me produce un dolor insoportable en el torso. Pero necesito que se vaya, necesito que no se involucre en esto.
—Escúchalo, y vete. No quieres terminar como él. —advierte Zack.
—Ese de ahí, es mi amigo —contesta con firmeza—. Zack Brooks ¿no? Bueno, déjalo en paz, largo de aquí. No creo que estés muy contento con que la prensa se entere de la forma en la que de deshaces de tus contrincantes.
Palpo mi bolsillo, consiguiendo tomar mi celular.
Marco el 911 en un movimiento apresurado. Apenas y consigo registrar lo que pasa después, Zack golpea a Carter en un movimiento rápido, en uno tan fuerte que no tiene tiempo de defenderse.
—Novecientos once ¿Cuál es su emergencia?
Alguien me arrebata el artefacto antes de que consiga responder. Un nuevo impacto contra mi torso me doblega, el dolor se incrementa de una forma exponencial, de una forma que no había sentido nunca.
Escucho a alguien quejarse, cierro los ojos mientras mi mente me grita que se acabó, que este es el final. Que el camino se acaba en este maldito callejón.
El chico frente a mí se detiene, consigo verlo tomar algo de bolsillo y pronto la navaja se deja ver. Mi cuerpo se tensa, cuando tiene el propósito de atacarme con ella, un grito lo hace voltear.
—¡Hijo de puta! —Zack se queja, Carter usa el mismo tuvo para golpearlo en el rostro.
Está sangrando, y en el suelo. El chico frente a mí se aparta, y cuando Carter eleva el metal para golpear a Zack...
—¡No, Carter! —un grito horrorizado brota de mis labios. Mi grito se ahoga cuando un quejido adolorido brota de él, el metal cae. —¡No!
Me paralizo, el pánico me llena por completo al entenderlo. Le han dado una maldita puñalada por la espalda, y parece que no tienen suficiente porque lo repite, clavando la navaja contra su cuerpo un par de veces más.
—¿Pero qué mierda has hecho? —Zack se incorpora.
Carter cae al piso, mi cuerpo entero duele. No consigo ver con claridad, el sabor a sangre en la boca se incrementa y cuando intento ponerme de pie, no soy capaz.
—¡No, esto no era lo acordado! —Zack está fuera de sí, su mirada recae en mí. Sé que quiere hacerlo, sé que quiere asesinarme ahora mismo, pero no lo hace, por el contrario, los cuatro corren lejos de donde estamos.
Respirar me duele, se siente como si miles de cuchillas se incrustaran en mi piel. Me arrastro el par de metros porque no consigo levantarme, cuando llego a su lado, el pánico explota en mi cuerpo.
—Hey, amigo —me apego a su cuerpo, intentando colocar las manos en la herida en un fallido intento de detener el sangrado. Es imposible, la sangre brota, el charco que se ha formado debajo de su cuerpo me indica que ha sido más de una herida, posiblemente tres.
—¿Estás...estás bien? —pregunta.
—Me han roto varias costillas seguramente —me quejo—me duele respirar, pero...estaré bien. Al igual que tú—. Hago tanta presión en la herida como me es posible.
Él niega.
—Carter, escúchame. Vas a estar bien —aseguro—. Vas a estar bien amigo.
Tose, la sangre brota de sus labios y muerdo el interior de mi mejilla en un intento de contener las lágrimas.
—¡Ayuda! —el grito me produce un dolor exponencial en mi torso.
—No...—dice débilmente.
—Carter...
—Dedícame ese saludo ¿quieres? —pide con voz débil—. Cuando...—se detiene, toma una corta respiración antes de enfocarme—. Cuando...
—Shht, no hables —pido.
—En...televisión —dice antes de toser.
—Lo tendrás, pero estarás conmigo —susurro—. Lo estarás Carter, tienes que estarlo.
Niega, cierra los ojos y el dolor incrementa en mi cuerpo.
—Hiciste una promesa ¿recuerdas? —asiento. Mis manos se envuelven alrededor de su nuca, sosteniendo su cabeza.
—Seremos valientes —dice—. Yo lo fui, hoy, ahora. Necesito que tú lo seas.
—Lo seré —susurro—. No rompo mis promesas.
Sus ojos se cierran.
—No, no te duermas. Carter, no te duermas —pido con desesperación dejando un par de palmadas a los costados de su rostro— quédate conmigo, por favor. —mi voz se rompe, sollozo ante la desesperación de no poder hacer absolutamente nada por él.
—Amigo, no cierres los ojos. —suplico—. ¿Me escuchas? Por lo que más quieras no los cierres, la ayuda vendrá pronto.
Elevo la vista, nadie sale de la maldita puerta. Nadie parece haberse dado cuenta de lo que está sucediendo aquí.
—Dile a Lu...que es la chica de mi vida ¿puedes hacerlo? —su voz se apaga cada vez más—dile que me perdone por ser un cobarde.
—No hables, shht, estarás bien.
—Dile que...—gime con dolor antes de continuar— que la quiero, que esperaba...esperaba que todo fuese diferente.
—Se lo dirás tú, amigo, no vas a morir—. La voz se me rompe y ahogo un sollozo. La intensidad del dolor en mi cuerpo aumenta, me obligo a mí mismo a ocultarla a pesar de que a cada respiración, siento punzadas de dolor atravesarme.
—Cuídalos —pide débilmente—. Promete que los cuidarás.
—¿A quiénes? ¿A quiénes debo cuidar?
—Solo...promételo.
Asiento.
—Bien, lo prometo. Los cuidaré.
Una respiración entrecortada brota de sus labios, luego me mira. Sus ojos se fijan en mí, un destello de emoción cruza por ellos.
—Eres mi mejor amigo —susurra, tose una vez más y la sangra cae por un costado de su boca.
—Y tú el mío —aseguro reteniendo el sollozo. Tomo una de sus manos, el deja un apretón en ella, no aparta la mirada de mi rostro, no titubea ni un segundo.
—Gana ese cinturón, Thunderbreaker —sonríe.
Es el último gesto que obtengo de él, luego, su mano se desliza hacia tocar con el concreto, su cabeza se mueve con ligereza hacia un costado, y su mirada se apaga antes de que sus párpados se cierren.
Mis manos se envuelven con firmeza alrededor de su nunca.
—No, no —la voz se me rompe, la respiración me falta—. Carter, abre los ojos amigo, por favor, ábrelos.
El dolor explota, más intenso mientras me escucho gritar.
Mi piel está manchada de sangre, de su sangre.
No responde, no respira, no abre los ojos.
—Por favor, necesito que despiertes, Carter no puedes dejarme, no tú. —Lo apego a mi pecho, como si de esa manera consiguiera hacer que despertara. —Por favor, no me dejes —mis súplicas son en vano.
—No, no, ¡No! —un grito aterrado brota de mi cuerpo al entender que no va a despertar.
—¡Luke! —la voz de Olivia resuena, escucho sus pasos apresurados, pero no puedo hacer nada más que sostener a Carter contra mi cuerpo, al mismo tiempo que sentir las oleadas de dolor golpearme con fuerza.
Mientras me aferro al cuerpo ya sin vida de mi mejor amigo.
Siento unas manos posarse en mi cuerpo, la voz se pierde entre mis gritos de desesperación. He perdido el control.
Alguien pide llamar a una ambulancia, pero en realidad no estoy seguro. Mis oídos zumban, el dolor punzante en mi cuerpo me arrebata la respiración. Mi corazón late con salvajismo, con tanta fuerza que creo puede detenerse aquí mismo.
Y desearía que eso ocurriera. Desearía que dejara de latir justo aquí.
—¡Maldición, Carter! ¡Despierta! ¡Levántate joder! —un grito agudo brota de mi garganta, raspándome las cuerdas vocales. —Amigo, amigo no me dejes. Carter no te atrevas a morir aquí.
Las manos de Olivia se envuelven alrededor de mi cuerpo, pero es imposible apagar el dolor. La genta ha salido del Club, luego Luisa aparece.
Un grito aterrado brota de ella, pronto la tengo aferrándose a Carter y solo en ese punto, me permito soltarlo.
Las cámaras de los celulares nos enfocan, Luisa grita abrazándose al cuerpo inerte de Carter, manchándose de sangre también.
Olivia me sostiene, sé que es ella por la forma en la que me abraza. La desesperación me envuelve, de un segundo a otro no consigo respirar.
Sensaciones aterradoras explotan en mi sistema, me llevan a un sitio oscuro, a uno en donde mi agonía se prologa y aumenta de intensidad.
Mi cuerpo colapsa. El dolor es insoportable y la angustia me consume, así que mi mente solo decide apagarse.
Y yo no puedo, ni quiero hacer nada para impedirlo.
El dolor vuelve apenas abro los ojos, la luz blanca me ciega tan pronto como intento mirar a mi alrededor.
Intento moverme, y eso solo hace que mi torso duela como nunca antes. Tengo un pequeño cable que lleva oxígeno a mi nariz, estoy aturdido, desorientado.
—Hola —Olivia aparece en mi campo de visión. Sus parpados están enrojecidos, y parece que se ha limpiado el maquillaje—. Has despertado.
—¿Qué...qué pasó? —inquiero débilmente. Respiro con dificultad, tal parece que el cable en la nariz no ayuda en nada. Un quejido brota de mis labios cuando intento moverme.
—Estás herido, no te muevas —dice con suavidad—. ¿Recuerdas algo? —inquiere con voz temblorosa, se acerca hasta mí, sus manos acarician mi cabello en un gesto dulce.
Niego.
—¿Dónde está Carter? —inquiero. —Estábamos en el club...nosotros...
—No intentes recordar, el doctor vendrá pronto y te dirá todo —pide.
Intento incorporarme, el dolor se presenta de nuevo. Olivia coloca las manos sobre mi pecho, empujándome hacia atrás.
—Estás muy lastimado, necesitas recostarte.
—¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy aquí? Liv ¿dónde está Carter? ¿Él está bien?
Ella cierra los ojos.
—No hagas preguntas, Luke —su voz tiembla—. Esperemos al doctor ¿sí?
—Dime que ocurre, Liv. Por favor —él médico ingresa en ese momento, pregunta como estoy y tras un breve chequeo, observa a Olivia.
—Creo que es mejor que lo sepa ahora —dice.
—¿Qué sepa qué?
—Es Carter —dice ella en un susurro.
Mi cuerpo se tensa. Cierro los ojos, fragmentos de recuerdos llegan.
—Sufrieron un ataque, atrás del club. Un grupo de chicos quería...—se detiene, un suspiro tembloroso brota de sus labios—. Un grupo de chicos estaba golpeándote, y Carter intervino.
Solo en ese punto mi memoria parece activarse. Los recuerdos llegan, de forma rápida produciendo la misma sensación aterradora.
—Uno de los chicos utilizó una navaja, Luke... Carter...
—No...—un susurro aterrado brota de mis labios.
La imagen de Carter en el suelo vuelve a mi mente. Me conduce de regreso a un sitio aterrador.
—Él murió, cariño.
Un jadeo brota de mi cuerpo, me arrebata el aire y ni siquiera el oxígeno es capaz de ayudarme. Me siento aterrado, me siento ansioso, perdido.
—No—repito.
Esto es un mal sueño, esto es una jodida pesadilla.
—Tranquilo, mi amor...—sus manos acunan mi rostro—. Necesitas tranquilizarte.
Cierro los ojos, todo lo que parecía haber olvidado ahora vuelve a mí. Regresa como un torbellino de emociones aterradoras, me envuelven y derriban.
—Se ha ido —el pánico explota en mi sistema—. ¡Liv, él se ha ido!
—Lo sé, cariño...—sus brazos me envuelven, me aferro a su cuerpo siento incapaz de tolerar el dolor.
—Liv...mi mejor amigo ha muerto. —El aire me falta, ahogo el gemido de dolor que me produce el intentar respirar—. Murió por mi culpa, el...
—No, amor, eso no —asegura acariciando mi rostro.
Cierro los ojos, el dolor en mis costillas se intensifica tan pronto como intento incorporarme.
—Luke, tranquilo. Tus costillas están fracturadas, no puedes...
Pierdo el control, arranco el cable que lleva oxígeno a mis pulmones y el aire es aún más escaso, jadeo, necesito respirar, pero al mismo tiempo lo único que quiero es salir de aquí. Tiro de los cables que se conectan en mis venas.
—Detente, mi amor, vas a hacerte daño —consigo escuchar su voz desesperada, pero no consigo detenerme—. ¡Haga algo! —exige en un grito hacia el médico.
—Necesito verlo, Liv yo solo...solo necesito verlo —suplico. El doctor ingresa con rapidez, soy consciente de la manera en la que prepara una jeringa y sé lo que hará—. ¡No!
—Luke, es un sedante, estarás bien...
—¡Solo necesito verlo! —suplico—. ¡Solo necesito ver a Carter! ¡Por favor!
—Permítale verlo —Olivia se coloca frente al doctor—. Si lo ve estará bien, sedarlo será peor. Apenas está despertando.
Un par de enfermeros me sostienen, estallidos de dolor en mi cuerpo me hacen cerrar los ojos.
—Solo necesito verlo...—insisto.
—Está en shock, verlo solo aumentará el estado de estrés. No quiero arriesgarme a que sufra algún trastorno de estrés postraumático. Lo siento, señorita Brooks, pero como su médico, esto es lo mejor.
—¡No, Liv! —Ella voltea cuando escucha mi grito, envuelve mi mano entre las suyas al mismo tiempo que un piquete es colocado en mi brazo.
—Shht, está bien amor, está bien —susurra abrazándome —estarás bien.
—Solo necesito verlo —mi voz brota en un susurro débil.
Un par de segundos después, el dolor se apaga, llevándose consigo todas las sensaciones tortuosas de mi cuerpo.
(...)
Cuando despierto mi cuerpo entero se siente débil. Abro los ojos intentado acostumbrarme a la luz. Espero ver a Olivia ahí, sin embargo, no es ella la mujer que está en la habitación.
—Mamá —eleva la vista, soy consciente de la manera en la que la preocupación abandona su mirada. Su sonrisa cálida aparece mientras se incorpora y camina hacia mí. —¿Cómo...cómo llegaste hasta aquí?
—Hola cielo. —Susurra con dulzura. —Justin llamó a Tom, y él a tu padre —informa—. Utilizamos un avión de la empresa para venir tan rápido como pudimos.
Sus manos imparten caricias dulces en mi rostro.
—Estuviste sedado por largas horas—. Me informa.
—Siempre tuviste razón—mascullo—. Esto fue una mala elección.
—No, mi amor, nunca la tuve —asegura con los ojos cristalizados—. Lo único en lo que no me equivoqué fue en pensar que después de todo, lo harías. Esa parte tuya tan testaruda te ha ayudado a conseguir todo, cielo.
—¿Qué fue lo que me hicieron? —ella duda en hablar—. Dímelo.
—Tienes cinco costillas rotas, un traumatismo abdominal y daño en el hígado. Uno de tus pulmones fue perforado, y tienes muchas contusiones en el rostro. Gracias al cielo no hubo lesión cerebral. Uno de tus riñones está dañado por el traumatismo...
Dejo de oírla. Ella sigue hablando, enumerando los daños, pero soy incapaz de prestar atención.
—Luke...—su voz me regresa a la realidad.
—Carter murió —susurro y el dolor en el pecho regresa.
Ella asiente con lentitud.
—Sabes quién lo hizo ¿verdad? —inquiere—. Tu padre está afuera, con un par de oficiales de policía. Quieren tu declaración.
—No puedo hacerlo.
Sonríe, acaricia mi mejilla mientras asiente otra vez.
—Está bien, cariño. Ellos esperarán.
La miro, ella parece darse cuenta del estado tan jodido en el que me encuentro.
—Mamá...—mi voz se rompe. Contrario a la manera en la que reaccioné hace algunas horas, ahora solo soy capaz de escuchar mi llanto.
Los brazos de mi madre me envuelven, me aferro a ella como si de esa manera pudiese dejar de sentir esto, sintiendo como el dolor me rasga el alma.
Lloro porque me siento impotente, me siento tan malditamente culpable por todo, por no ser capaz de salvar a Carter, por estar aquí. Por acabar tan jodido.
Pero, sobre todo, lloro por él. Porque ha muerto, porque Carter Lerman había sido asesinado, mi mejor amigo se había ido, lloro porque lo he perdido para siempre, y no estaba preparado para eso.
Le prometí que sería valiente, pero justo ahora, creo que es la única promesa que romperé.
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¡Nos leemos el miércoles!
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