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34.- Infierno.


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Justin estuvo enojado conmigo por varios días más, desquitando ese enojo con entrenamientos pesados toda la semana.

Detengo mis saltos cuando la respiración me falta, me inclino hacia adelante cerrando los ojos por una brevedad de tiempo, intentando recomponerme.

—La campana no ha sonado —elevo la vista, Justin se encuentra frente a mí con los brazos cruzados.

Elevo una de mis manos, en una seña para pedirle que aguarde. Pasan varios segundos en los que el entrenador parece divertido, cuando puedo hablar sin jadeos de por medio, me enderezo.

—¿Estarás molesto conmigo para siempre? —inquiero—. No debatiré contra eso, pero... ¿entrenamiento pesado toda la semana?

—Es un castigo justo por llegar con resaca a mi club—. Plasmo una mueca.

—Ya dije que no volverá a pasar algo como eso, de verdad. —Él se encoge de hombros—. ¿Puedo tener entrenamientos ligeros, por favor?

—Oh, pareces una nena quejándote, Lewis —masculla con diversión. —Harás carga pesada hasta que considere que ha sido suficiente. No es por enojo contigo, es porque quiero que estés preparado para lo que sea que Zack está preparando para ti.

—Justin, quiero preguntarte algo —dejo a un costado las cuerdas, él asiente dándome la indicación para que continúe—. ¿Tú crees que tengo oportunidad? ¿Crees que pueda ganar esa pelea?

No me había atrevido a preguntar algo como eso, sabía que tenía la confianza del público, de los patrocinadores, pero eso no significaba que en verdad pudiera hacerlo.

Justin suspira.

—Escucha, confío en ti, en que puedes hacerlo. Creo en tu potencial, por eso me cabrea tanto que consideres tan solo por un momento bajar la guardia. No voy a mentirte, Zack Brooks es un muy buen boxeador, lleva años en esto. Tiene la experiencia, la fuerza y la capacidad para defender su título, no por nada es el campeón y se ha adueñado del cinturón por varios años.

Mira a nuestro alrededor, el semblante que coloca me hace deducir de que probablemente está considerando las palabras que dirá a continuación.

—Creo que tienes oportunidad —una leve sonrisa aparece en sus labios—. Creo que puedes ser el campeón, pero no será fácil. Tan pronto como subas ese chico querrá hacerte pedazos, no dudará en usar sus mejores golpes, en dejar toda su fuerza sobre ti.

—Va a ser el infierno ¿no?

Sonríe.

—Posiblemente se le parezca —confiesa—. Necesitas estar listo para lo que pueda pasar, para noquearlo, o para terminar tú sobre la lona. No podemos predecir el resultado, pero podemos hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para aumentar las probabilidades de que seas el campeón.

Asiento levemente.

—Ahora continua, que esta charla motivacional no me ha hecho olvidar que debes hacer carga pesada —indica con autoridad antes de darse la vuelta.

Sonrío, negando un par de veces antes de tomar los extremos de la cuerda y continuar con el entrenamiento.

Regreso a casa luego de medio día, la estancia de Caleb en Portland se había alargado más de lo previsto, según él, quería quedarse el resto de la semana y yo no había tenido ningún inconveniente por eso, más que el hecho de que Olivia no había dormido en mi departamento desde la llegada de mi hermano.

El pesaje está planeado para este fin de semana —me informa Tom por teléfono—. He hablado con Justin y tendrá todo lo necesario, sigue como hasta ahora ¿quieres? No llegues tarde, debes estar ahí a la hora acordada y por favor, no hagas caso si Zack Brooks dice alguna estupidez.

—Es una tarea complicada, ya que dice muchas.

Tom ríe.

Ignóralas lo más que puedas. —pide—. Te mantendré al tanto de todo.

—De acuerdo Tom, gracias.

Por cómo había resultado la conferencia de prensa no esperaba que Zack se guardara sus comentarios, era imposible pasarlos por alto. El pesaje, tal y como Tom lo había informado se llevaría a cabo el fin de semana y luego habría otro el mismo día de la pelea, la Federación quería asegurarse de que todo estaba en orden.

Estoy solo en casa, Olivia me había enviado un mensaje informando que era posible que no viniera hoy a casa ya que el trabajo la consumiría hasta tarde. Caleb tampoco aparece pronto.

Sin embargo, cerca de las siete de la noche, el timbre suena.

—¡Ya voy! —grito desde la sala. El sonido se repite, resoplo mientras me limpio las manos eliminando el resto de comida que había en ellas y camino, casi corro, hasta la puerta.

En cuanto abro, no espero verlo a él aquí.

—Lewis —Zack sonríe. Un hombre vestido de traje elegante se encuentra detrás de él.

—Zack —examino la calle, no hay nadie más que ellos afuera—. ¿En qué puedo ayudarte?

Él señala el interior de la casa, sé que lo más inteligente no es dejar pasar a mi hogar al chico con el que pelearé, pero la intriga de su presencia aquí me hace apartarme del camino.

Ambos ingresan.

—Parece que te va mejor de lo que muchos piensan —comenta.

—¿Qué quieres? —él ríe. Le hace un gesto al hombre que viene con él, pero no responde a la pregunta.

—Hablamos con tu promotor, no quisiste el arreglo. —informa—. Pero creemos que tal vez, puedas cambiar de opinión.

Antes de que pueda contestar, él deja el maletín que trae consigo sobre la mesa de la sala, lo abre, una gran cantidad de billetes, más de las que puedo prever se encuentran dentro.

—Doscientos cincuenta mil dólares. Tal vez un poco más si lo pides. —El hombre me mira—. Nadie tiene que saber esto, ni siquiera tu promotor. Quedará entre nosotros. —Me enseña una hoja—. Solo firmarás aquí, ya sabes, para asegurarnos de que cumplas.

—Están dando por hecho que aceptaré —mascullo—. Creí que mi promotor había sido claro, sin arreglos.

—Escucha, Luke. Sé que todo esto puede parecerle a un sueño a un chico como tú, pero dejará de serlo si rechazas esto —Zack da un paso en mi dirección—. Te acabaré en ese cuadrilátero, lo juro.

—¿Cómo estás tan seguro? —inquiero con suficiencia—. Deja de creerte invencible, Zack. Si estás tan seguro de que me harás pedazos ¿por qué gastar tanto dinero en un arreglo? No tiene sentido.

Él no responde.

—Yo sé la respuesta, porque eres un maldito fanfarrón que cree que será el campeón por siempre, pero en realidad sabes que soy tan bueno como tú. Y sabes que puedo ganarte.

—Sé inteligente, Lewis. —masculla —y acepta esto. Sino juro que voy a destrozarte.

—Correré el riesgo. —aseguro —toma tu dinero y vete, Zack.

La puerta se abre, Caleb ingresa y se detiene en el momento justo en el que nos mira. Solo entonces Zack retrocede.

—Te lo advertí, Luke —expresa—. Pudiste haber hecho esto mucho más fácil.

—Largo, ahora.

Ambos se marchan, el sonido fuerte de la puerta al cerrarse es signo evidente de que la visita no resultó como esperaban.

—¿Qué es lo que vino a hacer?

—Ofrecerme dinero —mascullo—. Un último intento de comprar la pelea.

—Ese idiota. Alguien debería darle una lección —espeta con molestia mi hermano—. ¿Esto no te puede meter en problemas?

—No si nadie lo vio entrar.

—¿Crees que planee algo más?

—Creo que planea algo —mascullo observando la puerta—. Pero no tengo idea de qué. No quiere arriesgarse a perder su título así que no me queda duda de que hará todo lo posible por mantenerlo consigo.

—Debes tener cuidado con él entonces —pide—. Si vino hasta aquí, no debe sorprendernos que intente algo más.

Asiento levemente.

La sospecha de que Zack tenía algo bajo la manda no abandona mi cuerpo, la idea de que algo trae entre manos, pero no conseguía descifrarlo. Pero lo haría, y pondría todos mis esfuerzos en conseguirlo.

El encuentro entre Zack no pasó a conocimiento de Olivia, no quería causarle problemas, ni aumentar su preocupación. Así que me abstuve de contarle.

A poco más de tres semanas de la pelea, Tom había llamado. Informó que debería recibir una llamada de un canal televisivo, tenían planes de hacer una entrevista, algo para conocer un poco más sobre mi carrera, dijo que tal vez llamarían así que me pidió estar pendiente del celular.

—Liv, tengo que tomar una ducha. Alguien debe llamar, es importante pero el celular está muerto y no puedo cargarlo en el baño —expreso—Si alguien llama ¿podrías avisarme?

—Claro —ella sonríe.

—Gracias. —tomo lo necesario, y me adentro al baño.

Conforme la pelea se acercaba, me sentía más ansioso. Justin y Tom claramente supieron de la visita de Zack a mi departamento, ambos coincidían en que definitivamente planeaba algo, así que su petición fue que estuviese tan pendiente como me fuera posible.

El pesaje seguía en pie, y luego vendrían una serie de pruebas de dopaje para asegurar la pelea.

Cuando salgo del baño, Olivia está sobre la cama, con mi celular a un costado.

—¿Nadie llamó? —inquiero.

Ella niega.

—Lo conecté cerca de la cama, para tenerlo a la mano, pero no hubo ninguna llamada —expresa. —¿De que debía ser?

No le des detalles, no debe saber absolutamente nada.

Las advertencias de Justin vienen a mi mente.

—Algo relacionado con el club —miento. No me gustaba hacerlo, moría de ganas por contarle todo, sobre todo cosas como esta que significaban un gran avance, pero hasta no tener nada seguro, no lo haría.

Pelearía contra su hermano, eso siempre estaría en el medio y tenía que asegurarme de que Zack no tuviese herramientas en mi contra.

—Pero es importante.

—Lo es —afirmo.

Me acomodo al costado de su cama, cuando tomo el celular miro la pantalla, mis ojos recaen en la fecha, una semana exacta para el cumpleaños de Olivia. Con tantas cosas en la cabeza, lo había olvidado por completo.

—Cumples años poco antes de la pelea —ella voltea, una leve sonrisa se filtra en sus labios.

—Así es.

—No has mencionado nada —señalo—. ¿Qué es lo que quieres hacer?

Gira levemente el cuerpo, apoyando su codo sobre el colchón y sosteniendo su cabeza con su mano. Su cabello cae a un costado, deslizándose hasta rozar la sábana.

—No quería distraerte, creo que tienes cosas más importantes en las cuales pensar —murmura.

—Por favor, eso no es así —objeto—. Anda, dime. ¿Qué regalo quieres de cumpleaños? Prometo darte lo que pidas.

Ella ríe.

—¿Por qué mejor no me sorprendes? —cuestiona con suavidad.

Sonrío.

—De acuerdo, tomaré la oportunidad. Aunque advierto, no soy demasiado bueno preparando sorpresas, pero haré mi mejor esfuerzo.

El sonido de su risa se vuelve a escuchar. Su cabello se sacude con ligereza cuando lo hace, extiende una de sus manos hasta acariciar mi rostro mientras una leve sonrisa se apodera de sus labios.

—Estoy segura de que cualquier cosa que hagas, me encantará —asegura.

—¡Llegó la comida! —el grito de Caleb en la planta baja nos hace reír.

—Creo que debemos ir, antes de que suba a buscarnos —indico incorporándome de la cama. Extiendo una de mis manos hacia ella, cuando la toma, entrelaza nuestros dedos y entonces ambos bajamos hacia la cocina, en donde Caleb espera por nosotros.

Carter me observa con curiosidad.

—¿Así que planeas un encuentro romántico? —cuestiona.

—Algo así —confieso—. Ya sabes, algo privado.

—Luisa mencionó el otro día unas cabañas, a las afueras de la ciudad y...

—¿Luisa? —lo observo con diversión—. ¿A caso has estado pasando más tiempo con ella?

Carter rueda los ojos.

—No estamos hablando de eso. —Se queja—. Como decía, hay unas cabañas a las afueras de la ciudad, son muy cómodas y con la privacidad suficiente.

—¿Tú como sabes eso? —inquiero—. ¿A caso ya las visitaste?

—¿Por qué siempre eres tan molesto? Solo intento ayudarte, pero si no quieres...

—De acuerdo, no te enojes —lo interrumpo entre risas—. Supongo que tienes el contacto ¿no?

Él duda en responder.

—Anda hombre, envíamelo. No juzgaré.

—Imbécil. —masculla entre dientes con una sonrisa tirando de sus labios, sin embargo, mi celular suena un par de segundos después, y cuando lo miro, el nombre de contacto aparece.

—Hablo en serio, Carter ¿estás pasando más tiempo con Luisa?

Él se rasca la parte trasera del cuello, lo conozco lo suficiente como para saber que es un gesto nervioso.

—No, es decir, sí. —sacude la cabeza—. Hemos ido a un par de fiestas, y salimos a comer un par de veces solo...es agradable pasar tiempo con ella.

—Nunca dejó de llamarte la atención ¿no es cierto? —inquiero sin burla—. Entendería perfectamente que dijeras que aún te sientes atraído por Lu. No juzgaré. Eh.

Él ríe.

—No estoy seguro de cuál es la respuesta a eso.

—Luisa es una mujer radiante, y llama la atención a donde quiera que vaya. Si tienes algún interés por ella, díselo. Nunca sabremos que puede ocurrir el día de mañana.

Carter no dice nada más, su habilidad para cambiar el rumbo de la conversación deja en evidencia que no quiere hablar sobre eso, así que...no insisto más.

Para cuando la noche llega mi amigo se marcha de mi departamento, Caleb regresa tarde pero apenas llega se va a dormir, así que no hay mucho que hacer en casa.

La visita de Tom me sienta de maravilla, ingresa a la casa con su habitual traje elegante, comenzaba a creer que este hombre dormía incluso con el puesto.

—¿No te llamaron? —inquiere con curiosidad.

—No lo hicieron —murmuro—. Tal vez no lo querían en realidad.

—Nada de eso —parece confundido —ellos aseguraron que llamarían ¿ya revisaste tu registro?

Asiento, enseñándole el celular.

—No lo sé, Tom. Tal vez no estaban tan interesados como decían. O encontraron a alguien más.

Él chasquea la lengua.

—No, los llamaré. —asegura—. Déjamelo a mí, ¿quieres?

—No, escucha, si no llamaron debió ser por algo. No insistas, no estaré detrás para que me den una entrevista. Si lo quieren, llamarán. Ya sea a mí o a ti, tienen tu número de contacto.

No luce convencido.

—No perdemos nada con llamar.

—Si perdemos, la dignidad —él ríe ante mi respuesta—. Hablo en serio, no quiero tener que llamarlos para preguntar qué ha sucedido, estaba bien antes de esa entrevista así que todo será igual.

—De acuerdo, se hará como tú quieras —contesta—. Una sugerencia, antes del pesaje no hagas nada que pueda afectarte, nada de fiestas, alcohol o drogas. Necesitas estar completamente limpio para cuando los análisis de dopaje lleguen.

—No te preocupes por eso.

—Y no molestes a Justin, no quiero que sobrepases el límite de tu entrenamiento normal. Haz todo al pie de la letra. No podemos permitirnos errores en este punto.

—Lo sé, Tom.

—Tendré que salir de la ciudad, estaré aquí antes de la pelea y haré todo lo necesario a distancia. Promete que no harás ninguna locura.

Sonrío.

—Lo prometo, quédate tranquilo. Aún tengo a Justin para patearme el trasero si hago algo mal.

—De eso no me queda ninguna duda. —Se incorpora, acomodándose el saco antes de despedirse.

Cuando se ha marchado, tomo una profunda inhalación. Estaba ansioso, la pelea cada vez estaba más y más cerca y lo único que yo podía hacer, era sentirme como en un maldito sueño.

Un sueño que debía comenzar a creerme, todos tenían razón. Debía prepararme para cualquier cosa, incluso lo impensable.

Debía prepararme para lo peor, y estaba listo. O al menos, eso fue lo que creí. 

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