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24.- Verdades a la luz.

Mis piernas arden cuando termino los kilómetros del recorrido, me apoyo contra mis rodillas inclinando el cuerpo hacia adelante mientras tomo un par de inhalaciones antes de entrar al club.

Me quito los audífonos, recorriendo la instancia con la vista hasta que localizo a Justin.

—Necesito que vayas por tus cosas, hoy tendrás sesiones de práctica —informa sin mirarme—. Dexter subirá contigo.

—Acabo de correr casi diez kilómetros ¿puedes darme unos minutos de descanso? —pido.

Él eleva la mirada, la forma en la que me observa me deja saber la respuesta.

—Eso pensé, iré por mis cosas —señalo los casilleros antes de encaminarme hacia el lugar. Tomo lo necesario, comenzando a colocarme las vendas en las manos mientras regreso a donde Justin se encuentran.

—Lo estás haciendo mal—. Alguien me arrebata las vendas de las manos—. Papá ¿de verdad este será tu mejor boxeador?

La hija de Justin se encuentra frente a mí, estira las vendas antes de tomar una de mis manos y hacer el vendaje por ella misma.

—Regina mis boxeadores son capaces de colocarse el vendaje ellos mismos —el entrenador aparta las manos de su hija de las mías, y me dedica una mirada de advertencia.

—Ha sido ella la que comenzó —me defiendo.

—Te he dicho que no me gusta que vengas al gimnasio —masculla con molestia.

La chica, Regina, como recuerdo que Justin la ha llamado, ignora a su padre y se gira hacia mí.

—Tu pelea fue buena, para ser un novato.

—Oh, vamos. Justin dile que he dejado de ser un novato—. La molestia es evidente en mi voz, y ella parece divertida ante eso.

—A los novatos les molesta que les digamos novatos—. Una sonrisa divertida se filtra en sus labios mientras centra su atención en el vendaje que ya he terminado en las manos.

—Cielito, ¿por qué no regresas después?

—¿Cuándo el gimnasio este cerrado? —inquiere ella con fastidio—. No molesto a nadie aquí.

—Ah, ¿no? ¿Y qué estás haciendo ahora? —La sonrisa divertida desaparece de sus labios tan pronto como escucha mi pregunta.

—Lewis, sube al cuadrilátero —ordena Justin.

—Como diga, entrenador.

Me coloco los protectores, Dexter ya está arriba cuando subo al cuadrilátero, intercambiamos algunas palabras antes de comenzar con la práctica, en determinado momento, alguien interrumpe.

—Fuera de aquí —pronuncia Regina hacia Dexter.

—¡Regina baja de ahí! —El grito del entrenador resuena por el gimnasio.

—Reggy, no quiero problemas con tu padre así que baja, no me obligues a bajarte en brazos. —Advierte Dexter con una sonrisa divertida.

—Oh, solo inténtalo —amenaza.

Dexter eleva las manos, baja del cuadrilátero de un salto y cuando voy a bajar, ella lo impide.

—Novato, práctica conmigo —dice mientras se coloca el protector en el rostro.

—¡Practicas con ella Lewis y te echo de mi club! —advierte Justin en un grito. —Regina baja ahora, deja en paz de mis muchachos.

—Solo obedezco a mi entrenador, Reggy —me excuso con gesto divertido, le doy la espalda. Cuando estoy por bajar, una de sus manos se coloca en mi hombro, obligándome a voltear.

No sé qué carajos hace, un dolor explota en mi costado derecho mientras su pie golpea contra mi pantorrilla, resbalo, gimo cuando mi espalda choca contra la lona en un golpe seco que se extiende desde mi espalda baja hasta mi cuello.

Se coloca sobre mí, presionando su antebrazo contra mi cuello lo que me impide respirar. Dexter termina subiendo y apartándola de mi cuerpo, toso al mismo tiempo que intento respirar con normalidad.

—¿Qué mierda te pasa? —grito incorporándome—. ¿A caso te has vuelto loca? ¡Justin controla a tu hija! —espeto con molestia.

—¿Ahora si quieres practicar?

—Definitivamente no, no quiero practicar con alguien que intenta asesinarme —espeto mientras bajo del cuadrilátero, me quito los protectores en un movimiento rápido mientras estiro la espalda, el ligero dolor aún persiste en la zona obligándome a formar una mueca en los labios.

Las voces discutiendo hacen eco en el club, pero no les presto importancia.

—Una chica te ha derribado, Lewis—. Adam pronuncia con diversión cuando me coloco frente al saco.

—No sé qué carajos ha hecho ahí arriba.

—Artes marciales mixtas, Regina practica boxeo y artes marciales, viene esporádicamente al club, y como vez, su única intención es fastidiar a los chicos. Parece ser que ahora tú fuiste su víctima.

Mis puños comienzan a golpear el saco, con movimientos coordinados y fuertes, una rápida mirada a mi costado basta para ver a la hija de Justin caminar hacia nosotros. Adam sonríe con diversión, palmea uno de mis hombros mientras se aleja y no pasa demasiado tiempo hasta que se Regina ha llegado a mi costado.

—¿Qué es lo que quieres? —cuestiono sin mirarla.

—Lo siento por lo de hace rato—. Contrario a todas las veces que hemos hablado, no hay un tono retador en su voz. Tomo una inhalación, girándome hacia ella.

—¿Por intentar asfixiarme?

—No intentaba hacerlo, no iba a pasarte nada.

—Oh, bueno. Gracias por aclarar ese punto —mascullo. Continúo golpeando el saco, ella no se mueve, no hace nada más que permanecer a mi lado lo que comienza a dejarme un tanto incómodo—. ¿Algo más, Regina?

—Creo que comenzamos mal. —expresa—. Mucho gusto, soy Regina, tú debes de ser Luke.

Arrugo la frente.

—Eres rara—. Sonríe, un par de hoyuelos aparecen, uno en cada una de sus mejillas.

—Se supone que debes decir: encantado de conocerte, o algo así. Se llama educación ¿sabes?

—Oh, perdona por no ser educado con la chica que intentó practicar artes marciales conmigo.

Echa la cabeza hacia atrás riendo, es un sonido divertido que consigue hacer que una pequeña sonrisa aparezca en mis labios. Su cabello se sacude, lo lleva trenzado, igual que en la vez anterior en la que nos encontramos.

—¿Cómo sabes que fueron artes marciales? ¿A caso has preguntado por mí? —Da un paso en mi dirección, y yo retrocedo uno.

—Me sentiré más seguro si permaneces lejos de mí. No vaya a ser que pierdas de nuevo la cabeza y termines intentando asfixiarme de nuevo.

—Ugh, eres insoportable. —expresa en un gesto de fastidio.

—No tanto como tú —le dedico un guiño antes de darle la espalda, y alejarme del lugar.

El club había regresado a consumirme gran parte de mis horas diarias, tenía otra pelea este fin de semana, tan solo un día después del evento al cual Olivia me había invitado a asistir.

Y es por esa razón, que me encontraba aquí, en una tienda de trajes elegantes intentando encontrar uno adecuado.

—Parece que estás en búsqueda de tu traje de novio —bromea Carter a mi costado.

—Necesito uno que sea lo suficientemente decente como para asistir a esa reunión. Si es parecida a las que mi padre me obligaba a asistir, no puedo presentarme solamente con camisa y pantalones elegantes.

Mi amigo ríe.

—Así que ¿quieres impresionar a los suegros? —inquiere con diversión.

—No sé porque siempre pido tu ayuda conociendo lo molesto que eres —mascullo.

El hombre encargado de atendernos regresa con los trajes que había pedido, muchas veces mi madre dijo que debía tener un traje negro en el armario, por si la ocasión se presentaba, y bueno, creo que esa ocasión había llegado.

—Con ese traje me haces dudar de mi heterosexualidad —no puedo retener la carcajada que abandona mi cuerpo cuando Carter habla, el hombre que nos atendía nos mira con extrañeza—. En serio, amigo, luces como todo un modelo de Calvin Klein.

—Los modelos de CK aparecen en ropa interior, Carter.

—De acuerdo, sería demasiado imaginarte en ropa interior.

Por más que lo intento, no consigo aguantar la risa.

—Lo siento —me disculpo con el hombre que está con nosotros—. Me llevaré este.

El hombre parece aliviado de escucharme decir eso, ingreso de nuevo al probador para cambiarme la ropa, y al salir, se la entrego al hombre quien desaparece de manera rápida.

—Pobre, creo que lo he asustado —dice Carter con una sonrisa divertida en el rostro.

Un par de minutos más tarde nos encontramos saliendo de la tienda, dejo la bolsa en los asientos traseros antes de subir al auto.

—Mamá dice que nos espera para comer —informa Carter mirando su celular—. Dice que no te ha visto en mucho tiempo.

Los señores Lerman eran las personas más amables sobre el planeta tierra, me habían acogido bastante bien, sabían de las peleas y me sorprendía el hecho de que no tuvieran problema alguno en que su hijo me acompañara.

—Acepto la invitación —respondo encendiendo el motor del auto—. Porque muero de hambre.

Así que la casa de los padres de Carter se convierte en nuestro siguiente destino, era agradable estar aquí, el ambiente cálido que emana de ellos y lo reconfortante que resulta pasar tiempo con los señores Lerman hace que no quiera marcharme.

—Carter me dijo que ganaste tu primera pelea. Eso es fantástico —pronuncia el señor Lerman—. No me queda duda de que pronto te veremos en alguna pelea televisada.

Sonrío.

—Espero que eso suceda pronto. Tengo una pelea el sábado en la noche, si quieren venir puedo hablar con mi entrenador para conseguirles entradas.

—Oh, eso sería estupendo —Luce verdaderamente emocionado por eso.

—Bien, entonces les haré llegar las entradas. —aseguro.

Permanezco algo de tiempo más en la casa antes de decidir marcharme, esta vez Carter no regresa conmigo, así que voy solo de regreso a mi departamento. Decido tomar una ducha antes de hacer cualquier otra cosa, sonrío cuando ingreso al baño y descubro un par de labiales en color rojo en el lavamos.

Me demoro más tiempo del planeado bajo la regadera, salgo en el momento justo en el que el teléfono suena.

—Hola, Caleb —saludo apenas respondo la llamada.

Hola. ¿Estás ocupado?

—No ¿qué necesitas?

—¿No puedo llamar para saludar? —inquiere con algo de reproche.

—Oh, vamos. Ambos sabemos que no llamas solo para saludar—. La risa al otro lado de la línea me confirma mis palabras.

Iré a la ciudad este fin de semana, viaje de negocios. Pero tal vez pueda pasar por tu departamento, y tener el festejo atrasado. Lamento no haber podido viajar para tu pelea, pero el trabajo me consumió.

—Lo sé, lo entiendo. —Me lanzo contra el colchón, colocando una de mis manos detrás de mi cabeza—. De hecho, tendré otra el sábado ¿estás libre? Tal vez puedas venir.

Claramente estoy libre. Bien, te llamaré apenas llegue a Portland. —asegura.

—De acuerdo. Estaré al pendiente.

Se despide, y la llamada se cuelga. Me remuevo sobre la cama, adoptando una postura más cómoda para abrir el chat de Olivia.

¿Ya has conseguido un traje?

Sonrío. Mi vista viaja hacia la elegante bolsa que está sobre el escritorio.

Lo he conseguido. Te irás de espaldas cuando me veas con él.

La confirmación de lectura aparece, así que aguardo mirando la pantalla del celular, esperando por la respuesta.

Entonces yo también debo de portar un vestido que esté a la altura ¿no lo crees?

Sonrío, el hecho de imaginarla con un vestido tan sexi no me desagradaba en lo absoluto, pero considerar que probablemente más de uno repararía en su presencia, no estaba seguro de tomarlo muy bien.

Me conformo con que no sea uno demasiado revelador. ¿Ya te dije lo celoso que soy?

Miro la pantalla, aguardando por la respuesta mientras adopto una postura más cómoda.

Si me iré de espaldas viéndote en traje, lo justo es que yo obtenga la misma reacción de tu parte.

No quería decirle que me iría de espaldas con lo que sea que se pusiera, muerdo uno de mis labios, leyendo las líneas que ya he escrito, y pulso el botón de enviar.

Hablo en serio, Brooks. No quiero sonar como un chico posesivo, pero si alguien te mira de más, tendré que presentarme a la pelea con algunos golpes.


¡Hasta el viernes, cariño!

Luego se desconecta, sonrío, negando un par de veces antes de bloquear el celular y dejarlo a un costado.

Definitivamente sería una larga espera.

Entre muchas horas de entrenamiento, sesiones de sparring y demás ocupaciones, el viernes llegó más rápido de lo que pensé.

Se suponía que la reunión era a las siete de la noche, y mi sentido de la puntualidad se había tomado vacaciones, así que aquí me encontraba, llegando casi una hora tarde.

La reunión es tal y como lo imaginé, autos demasiado flamantes estacionados en la lujosa residencia Brooks, meseros caminando por el jardín mientras hombres charlan entre ellos.

Mujeres con vestidos elegantes paseando entre ellas me hacen recordar a todas aquellas reuniones en Londres a las cuales mi padre me obligaba a asistir junto con Caleb.

Le envió un mensaje a Olivia, sin embargo, no responde. Así que hago mi mayor esfuerzo para localizarla entre todos los asistentes. Tomo una de las copas que un mesero me ofrece, el sabor amargo se instala en mi boca tan pronto bebo un sorbo, así que termino dejándola sobre la charola de otro chico que cruza por mi lado.

—Luke —volteo en cuanto alguien pronuncia mi nombre.

—Señor Robinson, que sorpresa—. El hombre frente a mí sonríe. Richard Robinson era la mano derecha de mi padre en la empresa, un hombre agradable, con el que mantenía buena relación estando en Londres.

—¿Qué haces aquí? ¿Trabajas en las empresas de Matías Brooks? —inquiere.

Estoy por dar una respuesta, cuando la voz familiar de Olivia se escucha a mis espaldas.

—Luke, te he estado buscando —ella entrelaza nuestras manos, el señor Robinson sonríe.

—Oh, vaya. Así que estás aquí por otra razón. —afirma con una leve sonrisa—. Fue bueno verte muchacho—. Me dedica una sonrisa antes de darnos la espalda y alejarse hacia el grupo de hombres que están a un par de metros.

Volteo, una sonrisa se filtra en mis labios cuando aprecio a Olivia. Lleva puesto un vestido rojo que le llega hasta la mitad del muslo, entallado lo que deja ver las curvas que su cuerpo posee.

Su cabello está suelto, con ondas más notorias que la hacen lucir realmente bellísima, y por más que lo intento, no puedo dejar de mirarla.

—Creo que puedo irme de espaldas justo ahora —murmuro colocando una mano en su cintura para atraerla a mi cuerpo.

Ella sonríe, sin embargo, no lo hace completamente.

—¿Ocurre algo, Liv? —inquiero.

—Primero, no tenía idea de quién era el empresario de Londres —comienza a hablar—. Te juro que no sabía nada.

La observo con confusión.

—¿De qué hablas?

Olivia suspira.

—Tu padre está aquí.

Hago el ademán de responder, sin embargo, no consigo atinar a decir una sola palabra. Pronto todas las piezas encajan.

"Empresarios de Londres" "Iré este fin de semana a un viaje de negocios"

Olivia hace un gesto con su cabeza, señalando un punto detrás de nosotros.

—Oh, grandioso —mascullo.

Nicolás Lewis está aquí, voltea, nuestras miradas se encuentran y parece tan sorprendido como yo de encontrarnos aquí. Sin embargo, termina recomponiéndose con rapidez, adoptando de nuevo la postura segura que siempre lo acompaña.

—¿Tu padre sabe...?

Ella niega.

—Bien, entonces por favor, Liv, no quiero que digas nada ¿de acuerdo? No tiene por qué saber que es mi padre, eso si es que no lo ha deducido ya.

Ella ríe.

—Créeme, no lo ha deducido. —asegura—. Está más preocupado por impresionar a tu padre que intentando reconocer los apellidos. ¿Te quedarás?

—En definitiva —respondo. Ella parece aliviada.

—Tenemos que ir con ellos.

Asiento, deja un apretón en el agarre de nuestras manos antes de caminar hacia el sitio en donde Nicolás Lewis y Matías Brooks se encuentran, y tan pronto me acerco, sé que probablemente esto no acabará tan bien como me hubiese gustado. 

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