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2.- Apuesta.

El sábado había llegado antes de lo previsto, más pronto de lo pensado. El rugido emocionado de la estancia consigue escucharse a pesar de que me encuentro varios metros lejos, en la pequeña habitación que se nos asigna a cada competidor.

—¿Estás listo? —inquiere el entrenador ingresando.

Asiento.

—La pelea comenzará en cinco minutos, vamos —indica. Me incorporo, tomando las cosas que necesitaré antes de seguirlo.

Subimos las escaleras, estas rechinan a cada paso que damos, sacudo los brazos antes de golpear mis puños entre sí, en un intento de calmar la adrenalina que recorre mi cuerpo.

Los focos del pasillo parpadean en repetidas ocasiones, emitiendo una luz amarilla tan escasa que el pasillo está prácticamente a oscuras. Desde el lugar soy capaz de escuchar los gritos emocionados provenientes del otro lado del pasillo, estos parecen incrementar de intensidad apenas aparezco, varias personas gritan un par de cosas a las que no les presto atención mientras nos acercamos al cuadrilátero.

Una vieja bodega era usada a modo de estadio, un cuadrilátero viejo que probablemente había tenido mejores años se encontraba justo en medio, rodeado de barandales en donde la gente solía subirse a ver las peleas. No habían normas de seguridad, tampoco equipo médico, no había absolutamente nada que garantizara que podías salir vivo si algo ocurría.

Me quito la bata de color rojo que cubre mi cuerpo, mientras escucho al entrenador repetir todas las indicaciones luego de cada pelea, probablemente era uno de los pocos peleadores que traían a un entrenador consigo, no había nada que lo permitiese, claro, pero al no haber ninguna regla, prefería que Trevor estuviese en mi esquina. Era un par de ojos extra, analizando a los competidores, para luego darme instrucciones de que hacer en cada round.

—¡En esta esquina, señoras y señores...! ¡El favorito de jóvenes y grandes...! ¡Luke Thunderbreaker Lewis! —La voz suena por los altavoces y el entrenador me empuja hacia el cuadrilátero luego de colocarme los protectores, sonrío, elevando mis puños que se encuentran cubiertos por el guante de medio dedo, demasiado ligero si lo comparamos con los que se usan en el boxeo profesional. Mientras doy una pequeña vuelta, el rugido de gritos ansiosos me envuelve por completo.

La adrenalina corre por mis venas, el animador llama al contrincante y lo observo subir, es fuerte, joder, es probablemente uno de los favoritos de la noche. Conocía perfectamente a Robert, llevaba años dentro de las peleas ilegales, era conocido por no tener ninguna consideración con los oponentes, probablemente solo había perdido un par de peleas en toda su, si es posible llamarlo de ese modo, carrera como peleador.

Mi corazón golpea con fuerza cuando el réferi nos llama al centro, nos repite las escasas reglas que ya me sé de memoria y luego el primer sonido de campana se escucha.

—Esto va a ser divertido, niño —casi quiero soltar una carcajada ante la manera en la que habla. ¿Niño? ¿Pues qué edad tiene? ¿60?

Él ataca primero, consigo esquivarlo un par de veces antes de lanzar un golpe hacia su rostro, él se tambalea hacia atrás, oportunidad que aprovecho para golpear sus costados con fuerza.

Se recompone con demasiada rapidez y apenas consigo cubrirme el rostro ante sus golpes, amortiguo la fuerza con mis antebrazos, pero no consigo cubrirme el costado derecho ante el gancho que va directo a mi estómago.

Jadeo, ante la repentina oleada de dolor que invade mi cuerpo, seguido a eso le vienen una serie de golpes particularmente dolorosos en mi torso. Consigo escuchar los gritos del entrenador darme alguna clase de instrucción que no soy capaz de entender.

Me encorvo, intentando controlar el dolor y recuperar el aliento antes de ser capaz de distinguir su puño dirigiéndose a mi pómulo con fuerza.

Un minuto y medio después, la primera campana suena anunciando el fin del primer round. Lo que me da un respiro ¿Qué carajo ocurría conmigo? Le estaba dando todo demasiado fácil.

—¡Debes concentrarte! —reprocha Trevor cuando escupo el protector lleno de sangre. —¿Qué paso con tus reflejos? —inquiere con molestia. —¿Te sientes bien?

Asiento.

—Es demasiado rápido —pronuncio en un jadeo.

—Es rápido, pero no tiene reflejos, cubre tu torso cuando ataque, es el único punto en el que se centra. No piernas tiempo intentando golpear su rostro, lo protege demasiado, y por nada del mundo dejes que consiga que te lleve contra las cuerdas. Las apuestas están de tu lado, Lewis, no los defraudes.

Asiento.

Me enjuago la boca con un poco de agua antes de ser capaz de tomar un trago.

Cuando la campana vuelve a sonar, me incorporo para regresar al centro del ring. Espero que él sea el primero en atacar, hago lo que Trevor dice, cubriéndome y consiguiendo amortiguar sus golpes que se dirigen hacia mi torso, cuando retrocede, encuentro la oportunidad.

Dirijo un golpe rápido y preciso contra su costado derecho, lo escucho jadear y baja las manos, apenas algunos centímetros, pero es suficiente para darme la oportunidad de atestar un golpe fuerte contra su mandíbula, es su turno de encorvarse, cuando se endereza para defenderse, vuelvo a atacar en el mismo sitio.

Él se tambalea, bajando por completo los brazos y eso es todo lo que necesito, lo ataco con una serie de golpes contra su rostro, y luego, con un gancho en el estómago, jadea, antes de dejarse caer hacia atrás. Lo observo tocar el suelo mientras un gemido adolorido brota de él.

Consigue ponerse de pie, como jodidos lo consigue, no tengo idea.

La campana suena, regreso a mi esquina sintiéndome repentinamente agotado.

—Lo has encontrado —pronuncia Trevor —sigue así, descubriste su punto débil.

Él dice un par de cosas más, luego el sonido de la campana llamándonos de nuevo al centro. Me cubro, esperando que ataque, pero no lo hace, así que es mi turno de hacerlo. Me abalanzo contra él, golpeando las áreas en donde no consigue cubrirse, justo por encima de su guardia, un golpe tras otro.

Él lanza un golpe descuidado y consigue darme en el rostro, doy algunos traspiés mientras intento recuperarme, momento que aprovecha para golpearme con fuerza, nos separan varias veces, pero no dejo que consiga acabarme, necesito ganar esto.

Cuando viene a mí, lo recibo con una serie de golpes en sus costados, mis puños estampan con fuerza contra su costilla derecha, y luego dirijo mi puño hacia su mandíbula, escucho algo crujir cuando mis nudillos impactan en su rostro, luego, un gancho fuerte y certero contra su estómago es todo lo que necesito para hacer que caiga al piso.

Me alejo un par de pasos, bajando la guardia un poco solamente esperando ver si consigue levantarse esta vez, él apoya una de sus manos sobre la madera del ring mientras intenta ponerse de pie, cuando no lo consigue, la cuenta comienza.

Mi corazón late con furia, el sabor a sangre se adueña de toda mi boca mientras permanezco mirando al hombre frente a mí.

—¡Cinco! —un rugido furioso envuelve la estancia.

Robert intenta incorporarse, pero termina cayendo al suelo otra vez.

—¡Cuatro! —mi ansiedad aumenta, me obligo a mantener el control mientras ruego porque los segundos pasen.

—¡Tres! —lo observo negar, soltando un gruñido frustrado.

—¡Dos! —él parece darse por vencido, se deja caer sobre golpeando su cuerpo con fuerza contra la madera.

—¡Uno!

El rugido emocionado me envuelve por completo.

—¡Luke Thunderbreaker Lewis se lleva la pelea! ¡Señoras y señores, tenemos un ganador! —el animador grita por los altavoces, sonrío, elevando los puños mientras disfruto del rugido emocionado que la gente a mi alrededor emite.

—¡Así se hace! ¡Joder, ese es mi muchacho! —grita mientras me envuelve en sus brazos, suelto un gemido de dolor cuando se abraza a mi torso.

—No tan fuerte —pido entre risas.

—¡Lo hiciste pedazos! —Carter se apresura a subir al ring. —¡Así se hace!

Siento a alguien poner una clase de ungüento en mi pómulo, y el ardor se presenta de manera inmediata. Coloco una de mis manos en mi costilla izquierda, lugar en donde más golpes recibí y camino con dificultad por el pasillo.

Sonrío cuando un par de sujetadores caen a mis pies, las chicas gritan y solamente consigo dedicarles un guiño antes de ser arrastrado por Trevor hacia la pequeña habitación.

—Maldita sea, creo que es el hombre más fuerte que me ha golpeado —me quejo mientras me dejo caer con descuido sobre la silla de plástico. Una mueca de desagrado se plasma en mi rostro al mirarme mi reflejo en el espejo.

Una de mis cejas está hinchada, y el corte en mi pómulo parece ser profundo, joder, necesitaré más que solo una gasa para eso. Mi labio reventado, y el sabor a sangre en mi boca no se va a pesar de que me enjuago varias veces con el agua que Carter me ofrece.

El entrenador se acerca a mí con una especie de botiquín. Gracias a él muchas veces no tenía necesidad de ir al hospital, Trevor tenía habilidades médicas que me hacían sospechar de que en algún punto fue paramédico.

—No necesitarás puntos, agradezcamos eso —masculla mientras lo siento pasar una gasa sin ninguna delicadeza sobre la herida.

Se aparta cuando un chico, al que reconozco de inmediato, ingresa.

—Las apuestas estuvieron de tu lado —pronuncia con orgullo colocando una sonrisa que enseña todos sus dientes —Lo cierto es que muchos pensamos que te iba a moler a golpes.

—Gracias por la confianza —respondo con ironía.

Él deja una gran bolsa de dinero frente a mí.

—Cincuenta, limpios —asegura —Todos tuyos. Recuerda ser discreto al salir, hay un par de informantes que lograron colarse hoy —informa —no queremos problemas, Lewis.

—¿Alguna vez lo has tenido conmigo? —inquiero tomando la bolsa.

Él sonríe.

—Te esperamos el sábado siguiente —se acomoda las pulseras en sus brazos —Será una pelea esperada, sabes a que número enviar la confirmación —es todo lo que dice antes de salir de la habitación.

Carter lanza un chiflido mientras me arrebata la bolsa de las manos.

—Amigo, con esto puedes vivir tranquilamente por un año entero —asegura.

Ruedo los ojos, sin embargo, una sonrisa se dibuja en mis labios. Observo el reloj, tenía diez minutos para salir de aquí antes de que el siguiente peleador entrara.

—Bien, tenemos que irnos —disimulo la mueca de dolor al incorporarme, me aseguro de guardar la bolsa llena de billetes dentro de la mochila deportiva y tras eso, salimos del cuarto.

Conocíamos perfectamente la salida de la bodega, un oscuro pasillo que conducía directamente hasta la parte trasera del estacionamiento, siempre procurábamos dejar el auto cerca, por si alguna emergencia surgía, poder salir de ahí tan rápido como pudiésemos.

—Hay una fiesta hoy —informa Carter cuando Trevor ya se ha marchado en su auto —Al parecer la han organizado en tu honor —tomo el celular de sus manos cuando él dice aquello.

—Si es en mi honor, entonces creo que no podemos faltar —pronuncio —necesito darme una ducha, ponerme un par de gasas y estaremos listos.

—Así se habla —Carter enciende el motor del auto y pronto ya nos encontramos conduciendo lejos del barrio bajo de Portland.

La estruendosa música consigue escucharse a pesar de que nos encontramos a casi una cuadra de distancia. Carter maldice por lo lejos que tiene que dejar su auto, y yo solamente lo observo con diversión mientras me bajo del vehículo.

Le coloca la alarma mientras caminamos por la acera, él se acomoda la chaqueta y lo miro guardar las llaves en su bolsillo antes de esconderlas en su chaqueta.

—¿Buscarás una conquista esta noche? —inquiere con diversión —estoy seguro que habrá más de una chica dispuesta a divertirse con el ganador de la pelea.

Ruedo los ojos.

—Estoy demasiado adolorido como para buscar diversión —mascullo. La aglomeración de gente se distingue a metros de distancia, los gritos con felicitaciones no se hacen esperar en cuanto me miran.

—¡Lewis, así se hace! —grita un chico antes de dejar una palmada sobre mi espalda.

Sonrío, es todo lo que hago mientras nos abrimos paso hacia el lugar en donde las bebidas se encuentran. Carter me lanza una lata de soda, mientras toma una para él y le da un sorbo.

El sonido del gas escapando de la lata llena mis oídos antes de llevarla a mis labios, el sabor me refresca, barro la estancia intentando encontrar una cara, lo suficientemente conocida, como para acercarme.

Carter se pierde un par de minutos después, así que me apoyo contra la barra mientras miro el lugar. La gente brinca a mi alrededor, el humo de cigarro es penetrante y a lo lejos, me parece distinguir a un grupo de chicos inhalando alguna especie de polvo blanco.

—Luke —volteo en cuanto reconozco una voz a mi costado. Mis ojos inmediatamente se posan en Luisa Lane, ella abre los brazos y no dudo en acercarme a ella.

—Hola, Lu —saludo dejando un beso en su mejilla —¿Fuiste a la pelea de hoy?

—No podía perdérmela, mi chico favorito iba a pelear —asegura con una sonrisa —Por un momento creí que iba a acabar contigo.

Una risa ronca brota de mis labios mientras niego.

—No iba a dejar que eso pasara —aseguro con una sonrisa ladeada.

Luisa Lane, nos habíamos conocido por medio de Carter, mi mejor amigo parecía tener un flechazo por la chica y nos había presentado, luego, Carter pareció olvidar su interés en Lu, y los tres nos convertimos en algo así como un trio inseparable, por muy infantil que eso pudiera sonar.

—Quiero presentarte a alguien —entrelaza nuestros dedos mientras me conduce hacia el jardín trasero del lugar en el que nos encontramos. —¡Olivia! —no distingo a quien llama, hasta que una chica, lo suficientemente impresionante, repara en nosotros. —Quiero presentarte a Luke Lewis, alias Thunderbreaker.

—Solamente Luke —pido con una sonrisa.

Olivia, como he escuchado que Lu la ha llamado, da un par de pasos para acercarse a mí. Su cabello negro brillante roza sus hombros, y el top ajustado junto con los pantalones negros entallados, revelan una figura impresionante.

—Así que tú eres el famosísimo Luke —responde con una sonrisa —Luisa ha hablado mucho sobre ti —asegura. —Y debo darte las gracias.

—¿Por qué? —inquiero con curiosidad.

—Gracias a ti gané algunos cientos de dólares —confiesa —aposté por ti.

—No pareces ser una chica de apuestas —afirmo con una sonrisa ladeada en el rostro —¿Cuál es tu nombre?

Ella da un paso más para acercarse, luego, extiende una mano en mi dirección. Una sonrisa se dibuja en sus labios, reparo en el collar que trae puesto y en el par de aretes brillantes que adornan sus orejas. No parece ser de por aquí, al menos, no de los barrios cercanos.

Observo a detalle su ropa, es sencilla pero el aire elegante no la abandona, y luego el bolso, de una marca reconocida de la que Montserrat habla maravillas.

—Olivia Brooks —se presenta —Pero puedes llamarme Liv.  

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