16.- Sabor a gloria.
Golpeteo mi pie contra el suelo de la sala en la que me encuentro, el nerviosismo me recorre por completo, pese a eso, intento mantenerme sereno. Trevor a mi costado está demasiado entretenido con su celular, y Olivia, a unos pasos de distancia, habla por teléfono con alguien.
Había sido un proceso largo, varios días de exámenes completos, horas en el hospital en los cuales la ansiedad pocas veces me dejó tranquilo. Justin se había encargado de llenar todos los formularios en los cuales se requería el reporte detallado del entrenamiento que había llevado desde hace un par de meses.
Esperaba que fuese suficiente, realmente deseaba que todo estuviese en orden. También se requirieron videos para corroborar las sesiones de entrenamiento que había estado llevando a cabo durante las últimas semanas, según Justin, esto era con el fin de evaluar y corroborar que había estado llevando un entrenamiento como era debido.
Y hoy, después de una larga espera, sabría si la licencia fue aprobada o no.
—Comienzas a ponerme nerviosa —pronuncia Olivia con una sonrisa a mi costado—. Todo va a salir bien.
—¿Y si la rechazan? —inquiero con tono mortificado—. Liv ¿qué voy a hacer si me dicen que no?
—No rendirte, prepararte más e intentarlo de nuevo —murmura colocando una de sus manos sobre mi pierna, haciendo que el movimiento nervioso de esta se detenga—. Pero no estamos para pensar que la rechazarán.
—Siento que todo está yendo demasiado bien —mascullo con pesar.
—Lewis, necesitas tranquilizarte porque nos pondrás nerviosos a todos —reprocha Trevor —y cuando el comité llame, no seremos capaces de ir hacia ahí.
—¿En dónde se ha metido Justin? Se supone que debe de estar aquí.
—Él es tu entrenador oficial, así que seguramente está viendo algunos detalles. No te preocupes por él —manifiesta con tono despreocupado—. Ahora, tranquilízate.
Intento hacer lo que dice, Olivia entrelaza nuestras manos y no me suelta en todo el tiempo que permanecemos en la sala. Mi mente no deja de formar miles de posibles teorías para que la licencia sea rechazada, desde que mi padre se haya atrevido a intervenir, lo cual sería ridículo, pero no imposible, hasta que haya un mal resultado en los exámenes.
Y no dejo de sentirme de esta manera aun cuando tengo en mi poder los documentos, no me atrevo a abrirlos, sentía que, si los miraba y el resultado no era el esperado, perdería el control.
Y no quería eso.
—¡Vamos! —apresura Olivia—. No nos hagas esperar.
Nos encontramos en el auto, Justin al volante, Trevor a su costado y Olivia y yo en los asientos traseros.
—Anda, cariño, ábrelo —pide con suavidad.
Tomo una larga inhalación, y me reprocho a mí mismo el temblor en las manos mientras abro el sobre. Varios documentos se encuentran dentro, muchísimas hojas en las cuales se encontraban los reglamentos de boxeo, y ver eso, me da una mínima esperanza.
—¿Qué dice? —inquiere Justin —Lewis, habla. No nos dejes con la intriga —exige.
Tomo el papel, recorriendo con la vista cada una de las letras hasta que llego al resultado.
Licencia de boxeo aprobada.
En el mismo sobre, se encuentra una pequeña tarjeta, con mi fotografía y el nombre de la federación de boxeo al inicio.
—La han aprobado —mi voz sale en un susurro emocionado —¡La han aprobado!
El grito emocionado de las tres personas en el auto envuelve el espacio en el que nos encontramos, más de una persona que cruza por el estacionamiento nos observa con extrañeza, pero no importa.
Porque lo conseguí. Porque lo había hecho. ¡Joder, lo conseguí!
—¡Estoy tan orgullosa! —Olivia se lanza a mis brazos, la recibo con gusto, estrechándola contra mi cuerpo mientras la escucho decir lo emocionada que se encuentra, y lo feliz que está por mí.
—¡No había ninguna duda, muchacho! —exclama Trevor.
Lo hice, joder, lo hice.
—¡Esto merece un festejo! —sentencia Justin mientras enciende el motor del auto, y nos ponemos en marcha.
Y en todo el camino, no dejo de pensar en que lo tenía, en que, al fin, después de tanto tiempo, la tenía conmigo.
El sabor a gloria no me abandona, la maravillosa sensación de satisfacción no se va de mi cuerpo ni por un segundo, y esperaba que no se fuera nunca.
(...)
—¡Oh, sabía que lo conseguirías! —Carter se lanza contra mi cuerpo apenas le doy la noticia—. ¡Serás todo un campeón!
Sonrío.
—Vamos a eso —aseguro soltando una risa—. No puedo creer que lo he conseguido, Carter, esto es jodidamente sensacional. Me siento como si hubiese tomado mil dosis de la mejor droga del mundo.
Una carcajada brota de sus labios.
—No había ni una sola duda de que lo conseguirías —insiste —siempre has tenido potencial, solo que no se te permitía demostrarlo —me recuerda—. Pero con esto, hermano, con esto ¡puedes restregarles en la cara tu triunfo!
Él se abraza a mi cuerpo de nuevo y tiene que pasar mucho rato hasta que su emoción disminuya. Cuando su efusividad ha pasado y parece estar un tanto más sereno, sus cuestionamientos comienzan.
—¿Los llamarás? —inquiere.
—Solamente a mis hermanos —informo al tiempo que tomo el celular—. A mis padres no, me mantendré fiel a su petición.
—En ese caso, te dejo para que hables con ellos —indica mientras señala el celular.
Le agradezco con una sonrisa, lo observo salir de la sala hacia algún otro lado de la casa, y cuando me encuentro solo, marco el número de Montserrat.
Mi hermana contesta casi enseguida, parece ser que ha olvidado como se saluda, porque lo primero que pregunta al atender, es cual había sido el resultado.
—¡Tienes que decirme! —exige.
—La han aprobado, Montse —informo —ya tengo la licencia.
Me veo en la necesidad de apartar el celular ante su grito emocionado al otro lado de la línea. Cuando lo apego de nuevo a mi oído, soy capaz de escuchar la voz de Jack, su esposo, cuestionándole el porqué de sus gritos.
—¡Luke ha obtenido la licencia! —exclama. —¡Estoy tan feliz por ti!
—Gracias, significa mucho para mí —confieso con suavidad—. Lo hace, de verdad.
Un silencio se apodera de la línea.
—Siempre has tenido mi apoyo, lo sabes ¿verdad? Sé que no lo digo seguido, pero eres mi hermano, me pone los nervios de punta lo que haces, pero...pero siempre has tenido mi apoyo, Luke. Lamento si en algún punto pensaste lo contrario, siempre he creído en ti.
Algo se remueve en mi pecho con furia cuando la escucho hablar de ese modo. Las comisuras de mis labios se elevan, formando una sonrisa mientras mantengo el celular contra mi oreja.
—Es importante para mí saberlo —confieso—. Gracias por decirlo.
—Y cuando tu primera pelea llegue, espero la invitación. Estaré con los ojos cerrados toda la pelea hasta que ganes, pero estaré ahí.
Una carcajada brota de mi cuerpo cuando ella dice aquello. La imagen graciosa de mi hermana haciendo exactamente lo que dice que hará no consigue abandona mi mente. Y no creo que lo haga por un rato más.
—Espero que esa pelea llegue pronto —expreso—. Montse, estoy saliendo con alguien.
Un nuevo grito se hace escuchar.
—Deja de gritar de ese modo o no volveré a llamarte —advierto —vas a dejarme sordo.
—¡Dios mío, Luke! Es que son demasiadas noticias para mí —reprocha —¿es la misma chica del hospital? ¿Cómo es que se llama?
—No voy a decirte su nombre —la fastidio—. Tú me ocultaste el nombre de tu esposo por semanas —le recuerdo —es lo justo.
Un reproche es lo que obtengo como respuesta.
—Tal vez te visite pronto entonces —informa —y no podrás hacer nada para evitar que la conozca.
Sonrío, negando un par de veces como si ella pudiera verme.
—Me alegra que llamaras —pronuncia después de unos segundos —mantenme al tanto de todo ¿quieres? Tengo que colgar, Hanny está algo inquieta.
—Claro, adiós —me despido, la llamada se cuelga un par de segundos después y cuando lo hace, tomo una profunda inhalación.
El siguiente al que llamo es a Caleb, quien asegura que tomará el primer vuelo hacia Portland tan pronto le sea posible para festejar como era debido. Cuando cuelgo la llamada, busco entre los contactos el nombre de mi madre.
La tentación que tengo por llamarla es tan grande, que estoy cerca de presionar el botón, pero no lo hago.
¿Qué caso tendría? El boxeo profesional no haría ninguna diferencia en su opinión, no cambiaría nada. Entonces ¿por qué seguía sintiendo que los necesitaba?
Era ridículo sentirme de este modo. Jamás he contado con su apoyo o aprobación ¿por qué ahora lo necesitaba?
Pese a los cuestionamientos que hay en mi mente ahora, abro el chat de mi madre y escribo un corto pero directo mensaje.
"He conseguido la licencia"
Y sin esperar una respuesta, bloqueo el celular.
(...)
Los entrenamientos no bajaron de intensidad aun cuando obtuve la licencia, por el contrario, Justin se convirtió en un entrenador más que exigente. Las sesiones de sparring aumentaron de intensidad, las horas de entrenamiento se alargaron más de lo que me gustaría, pero tenía fe en que todo valdría la pena.
Pese a mi positivismo, sabía que debía tener una pelea pronto. El costo de los exámenes se había adueñado de gran parte de mis ahorros, no esperaba que fuese tan caro, y aún tenía que pagar la mensualidad en el club de boxeo, y mantenerme.
Odiaba admitir que me estaba quedando sin fondos. Antes de discutir con mi padre en el hospital, él solía depositar una cantidad de dinero en mi cuenta bancaria, correspondiente a las ganancias de mis acciones en su empresa, era su hijo después de todo, así que tenía cierto derecho de acciones, al igual que Caleb o Montserrat.
Sin embargo, eso se había acabado. Y yo era tan orgulloso como para pedírselo de vuelta.
Tampoco quería presionar a Justin para que me diera una pelea, él solía escoger a sus boxeadores, aquellos que tenían más experiencia en el área, aquellos que no eran "novatos".
—Lewis, parece que tu chica ha venido —Adam detiene sus golpes mientras me hace un gesto con la cabeza.
Volteo, Olivia se encuentra ahí, Luisa y Carter se encuentran con ella, así que no me queda duda de que ha sido este último quien la ha traído.
—¡Nada de distracciones, Lewis! —reprende Justin, obligándome a dejar de mirarla. Pese a eso, cuando el entrenador me da la espalda, la miro sobre mi hombro.
Ella sonríe, haciendo un saludo con una de sus manos, elevo el guante y ella parece satisfecha con eso. La sigo con la mirada, hasta que los tres se colocan en unos asientos libres que están a un par de metros.
Esquivo los golpes que Adam lanza en mi dirección, e intento apartar la idea de que ella está aquí, observándome.
Adam Wilson se había convertido en lo más cercano a un amigo que tenía en el club. Llevaba cerca de cinco años en el boxeo, y ahora estaba preparándose para una pelea por el cinturón de peso completo. Era fuerte, y ágil. Sus golpes eran certeros y rápidos, Justin nos hacía entrenar juntos, decía que yo podría mejorar mis reflejos con la presencia de Adam y él a su vez, practicar.
Me encorvo cuando él deja un golpe fuerte contra una de mis costillas.
—Joder, Adam —me aparto, intentando ocultar la mueca de dolor en mi costado.
—Nada de distracciones —responde con diversión —debes concentrarte. Vamos, continúa que en el ring no te van a dar oportunidad de recomponerte.
Se acerca y me veo en la necesidad de cubrirme ante sus golpes rápidos, si no lo considerara mi amigo, fácilmente pensaría que quería acabarme ahora.
Esquivo el derechazo que lanza en mi dirección para luego golpear su costado izquierdo, repito la acción, bloqueando con el antebrazo los golpes que lanza y luego, atacando las zonas que consigue dejar al descubierto.
—¡Bien, muchachos ha sido suficiente! —grita Justin—. Ha sido todo por hoy.
—¿Puedes darme tus reflejos? —inquiere con diversión Adam. Soy consciente del par de moretones que se han formado en sus costillas, las lesiones durante las sesiones eran comunes. Más de lo que nos gustaría admitir.
—Tal vez podamos hacer un intercambio justo —bromeo. Me libero de los guantes, mientras bajo del cuadrilátero.
Me detengo, observando a Charlie estar frente a Olivia. Carter me observa, y hace una seña que entiendo a la perfección.
—Me alegra que hayas podido venir, cariño —Pronuncio mientras observo a Liv. Charlie voltea en cuanto me escucha hablar. Luisa retiene la risa que amenaza con formarse en sus labios, Y Olivia arquea una de sus cejas mientras me observa —¿Qué hay, Charlie? —inquiero.
La molestia en su rostro se hace notar apenas me mira.
—Intento mantener una conversación —reprocha. Sonrío.
—¿Con mi chica? —cuestiono. Me acerco hasta colocarme frente a Olivia, me inclino hasta dejar un rápido beso en sus labios, y luego giro hacia el idiota frente a nosotros.
Él me observa, una dura mirada es lo que obtengo como respuesta antes de que nos dé la espalda y se aleje de donde estamos.
—No me lo puedo creer ¿acaso te pusiste celoso? —inquiere Olivia con tono divertido.
—Solo le dejaba en claro algunas cosas—. Me excuso encogiéndome de hombros.
Una sonrisa divertida tira de sus labios, mientras asiente con lentitud.
—¿Qué los ha traído por aquí? —cuestiono. Siendo la mano de Olivia entrelazarse con la mía, y afianzo el agarre mientras observo a mis amigos.
—Trevor no ha dejado de alardear que "su muchacho" ya es un excelente boxeador —confiesa Carter—. Así que queríamos venir a comprobarlo.
—Estuviste impresionante ahí arriba —señala Luisa—. Me siento como una mamá orgullosa.
Sonrío.
—Déjenme ir por mis cosas, tomar una rápida ducha, y vuelvo enseguida —informo. Ellos asienten, giro hacia Olivia y dejo casto beso en sus labios antes de encaminarme hacia los casilleros en donde mis cosas se encuentran.
No me demoro demasiado, no quería que mis amigos esperaran tanto por mí así que hago todo tan rápido como puedo.
Cerca de quince minutos después, me encuentro listo. Luisa y Carter ríen a unos pasos de nosotros, Olivia y yo caminamos detrás.
—No dijiste que vendrías —pronuncio.
—Quería sorprenderte— confiesa.
—Si bueno, entonces...
—Lewis —Me detengo en cuanto reconozco al par de chicos apoyados sobre el capo de mi auto. Ronald, el animador de la bodega sonríe. Y a su costado, Damián, él encargado de las apuestas me observa con detenimiento.
—Ronald —saludo. Carter me observa, sabe tan bien como yo que su presencia no puede significar algo bueno.
—Oímos de tu licencia, felicidades —ellos se apartan del auto. Dan un par de pasos hasta conseguir acercarse.
—¿Qué es lo que quieres, Ronald? —cuestiono con impaciencia—. Creo que fui claro al pedir que no me buscaras fuera de la bodega.
Él chasquea la lengua.
—Tenemos una pelea para ti —informa Damián a su costado —La semana entrante, el retador es Tyson.
—Estoy fuera —aseguro —. ¿A caso no le dijiste, Ron?
—Lo hice, pero con dinero en juego, no puedo hacer nada —confiesa con fingido tono de pesar.
El agarre de Olivia se tensa, le dedico una rápida mirada antes de volver a mirar a los hombres frente a mí.
—Estoy fuera —repito.
Damián sonríe.
—Son cien mil dólares, limpios —afirma —más todo lo que las apuestas generen. No puedes rechazarla, Lewis.
Joder, cien mil dólares era muchísimo dinero.
—Aunque quisiera, no puedo involucrarme —él arque una de sus cejas —Lo siento.
—Lewis, hay mucho dinero en juego. Y no me puedo permitir un no como respuesta. —El tono de advertencia que usa no me pasa desapercibido—. Sería una lástima que tus peleas se dieran a conocer, y todo lo que haces en la bodega ¿no es cierto? Un mal comienzo para ti.
Mi cuerpo se tensa, al mismo tiempo que aprieto la mandíbula.
—No nos obligues a actuar, Lewis —advierte —Danos esta pelea, y te dejaremos tranquilo —asegura—. No arruines tu carrera antes de que siquiera comience.
—Tienes tres días —informa Ronald—. O te quedarás sin ambos.
No consigo apartar la molestia de mi cuerpo. Suelto una maldición cuando están lo suficientemente lejos. Sabía que librarme de ellos no sería tan sencillo.
—¿Te han amenazado? —inquiere Carter.
—¿A ti que te parece? —respondo con molestia —esos hijos de perra no se van a quedar tranquilos. Si han lanzado la pelea, no tengo opción.
—Claro que la tienes —asegura Olivia a mi costado—. Decir que no y...
Suelto una risa sarcástica.
—¿A ti te parece que puedo decir que no, Brooks? —inquiero —no están jugando, las peleas las tienen en video ¿sabes lo que me pasará si los hacen públicos? Justin me pateará el trasero del club y pueden quitarme la licencia. No puedo arriesgarme a que algo como eso ocurra.
—Luke...
—Solo vamos a casa —mascullo con molestia mientras le doy la espalda, y me encamino al auto.
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