14.- Locura.
Llevaba más de tres semanas sin venir a la bodega de Northwest, con todo el entrenamiento que tenía en el gimnasio de Justin, y además las prácticas con Trevor, no había tenido tiempo para pensar en las peleas. Sin embargo, sabía que no podía apartarme completamente, debía seguir peleando si quería conseguir el dinero suficiente para la licencia.
Muevo la cabeza, haciendo sonar los huesos de mi cuello mientras sacudo los brazos. Trevor habla algo con Carter mientras parecen discutir un pequeño detalle, mientras me repito mentalmente que está bien, he hecho esto antes ¿por qué tendría que ser diferente?
—Thunderbreaker, es tu turno. —Ronald aparece, acompañado de su habitual cigarrillo mientras me hace una seña—. En cinco debes de estar afuera.
—Bien —mascullo.
Él sale, Trevor me dedica una mirada, sé lo que está pensando.
—Estaré bien —aseguro—. Puedo hacerlo.
—No lo dudo —afirma—. Pero el trámite de la licencia está cerca, Luke, no puedes permitirte tener heridas. Además, Justin sigue sin estar de acuerdo con esto, recuerda que ahora perteneces a un club, no pueden relacionarte con peleas ilegales.
Aprieto los dientes.
—¿Y se te ocurre decirme eso ahora? —inquiero—. Trevor, sabes perfectamente que no puedo apartarme de esto. necesito el dinero, no seré capaz de pagar todos los estudios para la licencia sin esto.
—Bien, de acuerdo —pronuncia en medio de un suspiro—. Estaré en las gradas, no dejes que te asesinen.
Sonrío, lo observo marcharse de la habitación y entonces, el nerviosismo regresa a mi sistema. No entendía la razón, había hecho esto muchísimas veces, ¿por qué se sentía diferente?
No le había dicho a Olivia sobre la pelea, sabía que se interpondría debido a las innumerables conversaciones que tuvimos respecto a eso, estaba preocupada de que acudir a las bodegas de Northwest fuese un impedimento para conseguir la licencia.
Hago el camino acostumbrado cuando el momento llega, la bodega sigue igual de oscura que siempre, y la audiencia parecía no disminuir. Las reglas eran prácticamente inexistentes, y no me pasa desapercibida la presencia del grupo de hombres con traje que están en una parte especial de la bodega.
—¡En esta esquina, alguien a quien definitivamente echábamos de menos, Luke Thunderbreaker Lewis! —El grito efusivo me envuelve cuando subo al cuadrilátero, sonrío, mirando a mi alrededor y sintiéndome extraño. A pesar de eso, no borro la sonrisa de mis labios.
El presentador nombra al otro contrincante, y suelto una maldición al verlo. Meyer sonríe, como si supiera exactamente lo que pasará en esta pelea. Esta vez no nos dejaban saber a los retadores, aceptabas a ciegas y conocías al oponente, hasta que estabas sobre el cuadrilátero.
Cuando nos acercamos, la sonrisa burlona en su rostro consigue molestarme más de lo que debería.
—¿Listo para volver al hospital otra vez? —inquiere con diversión.,
—No estés tan seguro. —La campana suena, él se acerca con rapidez y lanza un golpe que consigo esquivar. Todas las indicaciones de Trevor regresan a mi mente, la manera en la que entrenamos durante semanas ahora se reproduce frente a mí, cubrir el rostro, esperar por la oportunidad para atacar.
Lanzo un golpe contra su rostro, él consigue cubrirse, pero eleva los brazos lo suficiente como para darme la oportunidad de golpear sus costillas. Mis puños impactan contra sus costados, una y otra vez mientras me concentro en hacerle daño para hacerlo caer. La rapidez que Trevor me ha obligado a adquirir me ayuda, también parece ser que la intensidad de sus prácticas, ahora comienzan a rendir resultados.
Sin embargo, no es débil. Meyer es ágil, y fuerte. Posee una resistencia extraordinaria que hace que se incorpore, y lance un golpe directo a mi abdomen, con suficiente fuerza que el aire me abandona por completo.
Cierro los ojos, aun cuando sé que es lo único que no debo de hacer y eso es suficiente, siento su rodilla impactar contra mi costilla derecha un par de veces antes de dejar una patada en el rostro.
Mi cuerpo choca contra la madera vieja, y con un demonio sé que tengo que levantarme sino quiero ingresar de nuevo al hospital. Me incorporo, con tiempo suficiente para devolver un golpe, no consigo respirar, así que eso me dificulta el trabajo de protegerme. Mis pulmones queman en mis intentos desesperados por llevarles oxígeno.
"No debes de tener miedo de atacar"
Meyer se aparta, con una sonrisa en el rostro porque seguramente piensa que puede ganarme esta vez. Cuando se acerca y lanza su puño izquierdo hacia mi rostro, me cubro con la izquierda y utilizo mi brazo derecho para dejar un fuerte golpe contra él, algo cruje al contacto de mis nudillos, el gime de dolor mientras aprovecho esa pequeña oportunidad, para acabar con él.
Mis manos se posan sobre sus hombros al tiempo que hago exactamente lo mismo que él hizo conmigo en la pelea anterior, lo atraigo contra mi rodilla, lo golpeo en repetidas ocasiones hasta que cae. Necesito acabarlo, necesito asegurarme que no conseguirá ponerse en pie.
El aire comienza a ingresar a mis pulmones, brindándome un poco más de fuerzas. Los gritos no cesan, por el contrario, parece ser que incrementan de intensidad cuando Meyer consigue levantarse, se tambalea y es todo lo que necesito para dejar golpes en su cuerpo, con fuerza, sin titubear. Lanzo un golpe hacia su rostro, impactando justo de nuevo en la nariz y cae hacia atrás.
La cuenta regresiva comienza, y estoy ansioso por que acabe, porque él no se levante. Intenta hacerlo, sin embargo, tras un par de intentos fallidos, cae sobre la madera.
—¡Tenemos un ganador! ¡Señoras y señores, Thunderbreaker se lleva la pelea! —el grito efusivo llena la bodega, me aparto, sonriendo tanto como me es posible antes de bajar del viejo cuadrilátero.
Trevor me sostiene cuando estoy abajo, es imposible mantenerme enderezado porque mi costado izquierdo duele. Cuando consigo llegar a la habitación, me dejo caer sobre la silla, intentando retener la mueca de dolor que amenaza con delatarme.
—Tendrás un gran moretón en el rostro —afirma Trevor—. Y en tu costilla, sin duda alguna habrá otro.
—Lo sé —sentencio.
Él suspira, pasa las manos por su cabello antes de observarme.
—Luke, tienes que dejar esto, hijo. —Su voz es firme.
—Lo sé. —Él asiente con ligereza—. En un par de semanas son los exámenes para la licencia, y volveré a pelear.
Trevor parece un tanto más tranquilo, Carter ingresa un par de minutos después, con una sonrisa tirando de sus labios mientras me enseña la gran cantidad de billetes que trae en manos.
—¡Sabía que mi mejor amigo ganaría! ¡Ve todo esto, Lewis!
—¿Decidiste apostar esta vez? —inquiero con diversión—. Parece que te fue bien.
—¡Más que bien!
El entusiasmo de Carter se ve interrumpido por la presencia de Ronald en la habitación, como es costumbre, deja caer el maletín negro frente a mí.
—Nos sorprendiste esta noche —confiesa —todo tuyo —asegura señalando el portafolio.
—Gracias, Ron.
—La siguiente semana hay...
—No pelearé más. —Él parece algo incrédulo ante lo que he dicho —esta ha sido la última pelea, Ronald.
—Estas de joda ¿no es cierto, Lewis? No puedes marcharte así como sin nada. Lo sabes ¿verdad?
—Lo que sé, es que no hay nada que me obligue a seguir peleando en esta bodega —le recuerdo —no hay tratos, he cumplido siempre con el porcentaje de ganancias, Ronald. No has tenido problemas conmigo.
—El problema aquí, Lewis, es que hay gente que apuesta por ti, grandes sumas, como las de hoy —señala el dinero entre nosotros —¿vas a dejar todo eso?
—Tengo otros planes.
Él chasquea la lengua, me dedica una mirada seria antes de asentir.
—Danos una última pelea, y no tendremos objeción en dejarte tranquilo.
Sonrío.
—Ronald, no hay tratos aquí. Fue lo primero que dijiste cuando entré ¿no es cierto? Me aseguraste que no había trato ni ninguna otra obligación más que pagar el porcentaje de las ganancias que les correspondían, nunca he tenido problema con eso. Lo siento, pero esta ha sido mi última pelea.
No dice nada más, nos da la espalda y el fuerte sonido de la puerta al cerrarse, es todo lo que se escucha a su partida.
—¿De verdad lo vas a dejar? —inquiere Carter.
Sonrío.
—Vámonos de aquí —y nunca me había sentido tan bien, de decir algo como eso.
Para mi mala suerte, al día siguiente tenía que ir a entrenar al club de Justin. Trevor tuvo razón, los golpes de Mayer habían dejado más de un moretón, demasiado visibles como para intentar ocultarlos.
—¿Te dieron una paliza, Lewis? —el tono burlón que emplea Charlie me hace rodar los ojos. El chico parecía tener un problema conmigo, era un idiota al que, de tener la posibilidad, golpearía con todo gusto.
—No tan mala como la tuya en ese cuadrilátero —mascullo con una leve sonrisa recordándole la pelea que perdió hace un par de días —dime, Charlie, ¿qué se sintió perder ese cinturón?
Su amigo tiene que tomarlo por uno de sus brazos para impedir que se acerque. Sonrío, elevando con ligereza la barbilla mientras me acomodo los guantes ligeros en mis manos.
—No podrías entenderlo, ya que no tienes ninguno —expresa con molestia — y dudo que lo tengas ¿Cuánto dinero pagó tu padre para que te dejaran entrar al club? —cuestiona librándose del agarre de su amigo—. Supongo que Nicolás Lewis, el exitoso empresario de Londres tuvo que pagarle una gran suma a Justin para aceptar a un pobre imbécil como tú.
Ahora es mi turno de acercarme, sin embargo, algo, o más bien alguien, lo impide.
—No seas tan fanfarrón, Charlie. Que, si Luke subiera al cuadrilátero contigo, estarías noqueado en un par de minutos —un chico del cual no sé el nombre se coloca a mi costado. Su presencia es suficiente para que el idiota de Charlie se marchara sin decir algo más.
Lo había visto por el gimnasio, es uno de los boxeadores con los que Justin pasa más tiempo. Sin embargo, no sé su nombre.
—Adam —se presenta con una sonrisa.
—Diría mi nombre, pero veo que ya me conoces —respondo embozando una sonrisa ladeada.
—Sí, bueno, digamos que se ha hablado mucho de ti por aquí —confiesa mientras se acomoda los guantes.
No sé cómo debo tomar eso y él parece notarlo.
—Lewis, no esperas que no se sepa tus participaciones en la bodega de Northwest —informa con una sonrisa —todos lo saben. Esos idiotas te envidian, no conseguirían sobrevivir a una pelea en esa bodega. Tu fama es sensacional.
Sus palabras dejan un sabor extraño en mi boca.
—Sí, bueno, creo que no me hace mucha gracia eso —una leve risa brota de él.
—Úsala a tu favor —dice. Sonríe, se acomoda los guantes antes de dedicarme una última mirada, y subir al cuadrilátero del centro.
Suspiro, sacudiendo la cabeza con ligereza antes de concentrarme de nuevo en el saco que cuelga frente a mí. De un momento a otro este se aparta, y si no fuera por los grandes reflejos de Justin, seguramente hubiese terminado con un golpe mío en el rostro.
—¿Ahora quieres golpearme, Lewis? —inquiere cruzándose de brazos.
—Lo siento, entrenador —mascullo, no quiero decirle que en realidad es su culpa por atravesarse, así que solo sonrío a modo de disculpa.
—Peleaste anoche ¿no es cierto? —inquiere con molestia.
—No —miento.
Él arquea las cejas. Dibuja una sonrisa divertida en su rostro mientras niega.
—¿Y esos moretones? —cuestiona señalando mi rostro.
No lo digas, no lo digas.
—Me asaltaron —Justin arruga la frente. Soy consciente de la mirada que se posa en mis auriculares, luego, voltea hacia la mochila que está a un lado.
—Y extrañamente no te quitaron nada —pronuncia cruzando los brazos sobre el pecho. —¿Me crees idiota, Lewis?
No respondo.
—No acepto en mi club a peleadores, ¿crees que no sé qué peleabas en la bodega de Northwest, y que incluso aún lo haces? Todos aquí lo saben, Luke. —informa señalando a nuestro alrededor—. Trevor me aseguró que eras un peleador excelente, hábil, no he visto nada de eso.
—Porque no me ha dado oportunidad —replico e inmediatamente suelto una maldición —. Lo que quiero decir es...
—Sé exactamente lo que quieres decir —murmura.
—No me parece que lo sepa. —Bien, si me iba a correr del club, al menos le daría motivos. —Me tiene corriendo, brincando la cuerda y golpeando el saco como si eso no lo hubiese hecho antes, me deja subir al cuadrilátero solo para servir como medio de entrenamiento para otros, no para mí. No se molesta ni por un segundo en enseñarme algo, Trevor dijo que usted era mucho mejor, pero ahora me toca decir, que no he visto nada de eso.
Justin aprieta la mandíbula.
—Si no me quiere aquí, si no quiere a un peleador en su club entonces tal vez deba irme y buscar otro lugar en donde estén dispuestos a enseñarme algo—. Mis palabras son firmes, tanto que me sorprendo.
Él no responde, así que me trago todas las palabras que quiero decir, y le doy la espalda. Tomo con movimientos bruscos mis cosas mientras las coloco en el interior de la mochila.
—Gracias, Justin. Por este poco tiempo en el club —cruzo por su lado, sin embargo, él me detiene. Me toma del brazo en un movimiento fuerte y me hace retroceder.
—No, Lewis, nadie se va de mi club si no lo digo yo —sentencia. —Ve a casa, mañana te quiero aquí, a las cinco de la mañana, ni un minuto menos.
—¿Me aumentará dos horas como castigo por ser mal educado? —él sonríe.
—No, comenzarás a entrenar como es debido —asegura. Y con eso, me da la espalda para marcharse a la otra punta del lugar.
(...)
Olivia terminó por enterarse de la pelea. Lógicamente no podría ocultárselo y ahora, estaba enojada conmigo.
—Liv, por favor —pido cuando cruza por mi lado sin mirarme.
—Pudiste decirme —reprocha—. Al menos pude haber ido como apoyo.
—Claro que no, porque estoy seguro de que hubieses hecho todo lo posible por detenerme —objeto —. Sé que estas preocupada por mi reputación, pero ahora mismo no hay problema alguno con eso.
—Luke, yo mejor que nadie sé cómo puede ser la presa, cuando comiences a coger fama...
—¿Quieres decir que crees que seré famoso? —inquiero con diversión.
—Claramente quiero decir eso —confirma —. Se aprovecharán de cualquier cosa para echarte abajo. Necesitas cuidarte las espaldas, Luke.
Ella luce realmente preocupada, así que me decido a contarle.
—Las he dejado —confieso—. No pelearé más en la bodega. Esa fue mi última pelea.
—¿De verdad? —inquiere.
—De verdad —repito—. Tienes razón, si quiero comenzar en esto, tengo que hacerlo bien. Alejarme de la bodega era el primer paso.
—Supongo que ganaste ¿no es cierto? —Dibuja una sonrisa en los labios mientras me observa con curiosidad.
—Gané —soy consciente del gesto orgulloso que se apodera de su rostro.
—Me alegra escuchar eso —asegura—. Vine porque hay algo que quiero decirte —confiesa.
—¿Qué pasa?
—Mi hermano pelea mañana en la noche, no es una gran pelea, pero me gustaría que fueses conmigo —expresa—. Será a las nueve de la noche, te puedo pasar a recoger a nos vemos ahí.
—Tus padres estarán ahí, y dijiste que tu papá iba...
—¿Tienes miedo de conocer a mi papá? —inquiere—. Bueno, técnicamente ya lo conoces, así que...—Se encoge de hombros—. No me importa lo que digan, me gustaría muchísimo que vinieras conmigo.
—¿Mañana en la noche? —cuestiono.
—Mañana en la noche —repite. —¿Qué dices? ¿Quieres venir?
Embozo una sonrisa, asintiendo levemente.
—Creo que es una buena idea —respondo con suavidad —y a mí también me gustaría muchísimo ir contigo.
Olivia sonríe, da un par de palmaditas mientras emite un grito emocionado que me hace reír, luego se lanza contra mi cuello y se abraza a él.
Rodeo su cintura con mis brazos, mientras disfruto de la sensación que me provoca tenerla tan cerca.
¿Era una locura sentir esto por ella en tan poco tiempo? Bueno, si la respuesta era sí, no había duda de que yo, había perdido por completo la cabeza a causa de Olivia Brooks.
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