11.- Hablando en serio.
Todo esto parece irreal, mi padre habla, intentando hacernos entender los motivos de su actuar, justificando sus acciones, pero en realidad no lo estoy escuchando.
Él, Matías Brooks, estaba admitiendo frente a sus hijos que las empresas estaban a punto de irse a quiebra. Él, un hombre con más de veinte años en el mundo de los negocios, temía porque su imperio llegara a su final.
—Entonces Lucas tenía razón. Has estado tomando dinero del capital para tus viajes —reprocha Zack —papá ¿Cómo es que siquiera pensaste que eso era buena idea?
—Iba a reponerlo, maldición, pero el banco me negó los préstamos. Y los intereses fueron creciendo, no tuve opción. —intenta justificarse, pero en este punto es en vano.
—¿El consejo lo sabe? —inquiero —¿sabe de la situación real de la empresa?
—Tienen que saberlo, Olivia —el tono duro con él que Zack se dirige a mí solo evidencia su molestia, sentimiento que no tenía absolutamente nada que ver con lo que mi padre nos había dicho—. Son accionistas, deben estar al tanto.
—Lo saben —interviene mi padre —están al tanto de todo, lógicamente no que tomé el dinero para otro fin, pero están al tanto de que la empresa ahora no está en mejores condiciones.
—¿Y qué piensas hacer? —inquiero con impaciencia—. Debemos encontrar una solución.
—Los créditos absorben casi todos los ingresos de la empresa, varios miembros del consejo vendieron sus acciones a un precio ridículo, si seguimos así pronto no quedará consejo alguno. Tengo que saldar los créditos o conseguir un ingreso de dinero lo suficientemente grande para permitirnos seguir a flote.
—Le diré al entrenador que organice peleas —Zack se apresura a hablar —le diré que acepto a los retadores de este año, ganaremos el dinero suficiente con eso, papá.
—La única manera para que obtengamos el dinero, es una pelea por el cinturón, en el cual tú debes resultar campeón —la firmeza con la que mi padre habla me estremece —tal vez podemos comprar la pelea, no sé, Kurt debe tener mejores ideas para eso. Hay más de un idiota dispuesto a venderse por unos miles de dólares.
—A ver, deténganse —pido —¿comprar una pelea? ¿de verdad? —casi quiero reír ante lo ridículo que eso parece —¿Y si pierdes? ¿Y si nadie acepta ese arreglo que es lo que haremos?
—Olivia por favor, no estamos para que comiences con tu pesimismo —reprende mi padre —aprovecharemos la fama de tu hermano, haremos lo posible porque gane y cuando obtengamos el dinero, saldaremos los créditos y entonces todo seguirá igual.
—¿Y en cuanto tiempo será eso? —cuestiono cruzándome de brazos —¿un mes, dos tal vez?
Los hombres frente a mí comparten una mirada.
—Para cuando la pelea llegue la empresa estará por los suelos y ni todos sus cientos de dólares, podrán salvarla.
Me doy la vuelta con la completa intención de marcharme, sin embargo, Zack me sujeta con firmeza impidiéndome seguir caminando.
—¿Qué crees que haces? —reclamo liberándome de su agarre.
—¿A dónde vas? —inquiere, mantiene la frente arrugada y por la manera en la que me mira, sé a qué lugar cree que me dirijo.
—Al trabajo —mascullo —¿por qué? A comparación de ustedes tengo que pensar en soluciones reales para salvar nuestras empresas.
—Olivia —la voz de mi padre se escucha, la firmeza con la que me habla me obliga a centrar la atención en él —¿Crees que no he intentado buscar otras soluciones? El nombre de la empresa figura en más de un banco de la ciudad, los socios no quieren aportar más capital porque temen perderlo todo ¡Yo temo perderlo todo! —grita dando un paso en mi dirección—. Que tu hermano tenga esa pelea, gane y se mantenga como el campeón, es lo único que puede salvarnos.
—Sí, pero al parecer tu adorada hija ya no tiene fe en los cinturones ¿no es cierto, Olivia? —Inquiere Zack en tono retador —creo que ahora le interesan más las bodegas de Northwest.
Mi padre luce confundido, intercala miradas entre mi hermano y yo, antes de finalmente centrar su entera atención en mí.
—¿De qué está hablando tu hermano? —inquiere —¿Interesada en las peleas de esa bodega?
—Anda, hermanita, dile a papá lo que haces mientras dices estás "trabajando" —la sonrisa fanfarrona que mantiene en los labios me hace enfurecer así que me giro, plantándole frente a mi padre quien luce confuso ante lo que ocurre.
—Estoy saliendo con Luke Lewis —le informo —estoy saliendo con el chico con el alias de Thunderbreaker —el rostro de mi padre se contrae con sorpresa. Arruga la frente, la mirada que me dedica por un par de segundos me tienta a encogerme, pero me mantengo firme.
—¿Estás saliendo con un peleador de las bodegas de Northwest? —inquiere, su tono es lento, pero la firmeza no lo abandona. Zack luce satisfecho detrás de él, lanzándome miradas de "te lo dije" que me hacen querer darle un par de golpes en el rostro.
—Así es —me sorprende lo estable que sale mi voz—. Y parece ser que a Zack eso le molesta demasiado ¿o no?
—Es peligroso —ruedo los ojos —esos delincuentes...
—Silencio, Zack —mi padre eleva una de sus manos, haciendo callar a mi hermano. Luego, una leve sonrisa se posa en los labios de Matías Brooks, sonrisa que en realidad no sé cómo es que debo de tomar. —Me alegra que al menos seas inteligente, tu hermana no se relaciona con cualquier peleador, Zack. Luke Lewis es fuerte, y hábil, de haber estado en otro ambiente, sería buen boxeador.
Aprieto los labios intentando retener la risa que amenaza con asaltarme al ver el semblante desencajado de Zack.
—¿Qué...qué dices? Papá por favor ¡Es un peleador! ¿Dejarás que tu hija...?
—¡Suficiente! —el grito consigue sobresaltarme —Zack, ahora tengo problemas más importantes que el estar preocupándome por los chicos con los que tu hermana sale, no me interesa, tú deberías de concentrarte en tus propios asuntos y dejar a tu hermana en paz.
Abandona la habitación sin dejarnos oportunidad de replicar, un largo silencio consume la habitación, mientras dejo que la sonrisa esta vez adorne mi rostro.
—Una lástima para ti ¿no crees? —inquiero con fingido tono de pesar —hasta papá admite que Luke en realidad es buen peleador ¿eso daña tu ego? Bueno, creo que la nariz rota que tienes me lo confirma.
Zack había tenido que mentirle a nuestro padre y a su entrenador sobre la fractura de tabique que Luke le había ocasionado, estaba completamente segura de que moría por decirlo, pero eso solo le ocasionaría más problemas a él que a Luke, su entrenador odiaba a los buscapleitos y debía de admitir que Zack era uno de ellos.
—Adiós, campeón —lo escucho maldecir en voz baja y un par de segundos después, me encuentro saliendo de la habitación siguiendo los pasos de mi padre.
No había tenido oportunidad de hablar con Luke, parecía ser que su entrenamiento era más intensivo ahora, o al menos, eso me había dicho durante la corta llamada que hicimos la noche anterior.
Así que me sorprende el verlo esperando por mí en la entrada de mi hogar.
—¿Qué haces aquí? —inquiero ajustándome el abrigo —hace mucho frío.
Él se encoge de hombros, lleva un gorro en color negro, a juego con la chaqueta que lleva puesta y los pantalones entallados, luce demasiado apuesto con las mejillas sonrosadas por el frío y el leve humo de vapor brotando de sus labios.
—Quería sorprenderte —pronuncia mientras emboza una sonrisa —aunque claramente no esperé que la temperatura descendiera tanto —confiesa.
Le hago un gesto con la cabeza para que me siga al interior de la casa, el calor de la misma se siente reconfortante y escucho a Luke suspirar con alivio mientras frota sus manos.
—Prepararé café —informo mientras me deshago del abrigo. Él hace lo mismo, luego, me sigue hasta la cocina.
Llevábamos cerca de una semana sin vernos desde nuestro último encuentro, así que lo observo con detenimiento, luce un poco más delgado, y él parece notar la mirada que ejerzo en su cuerpo porque sonríe.
—Estás más delgado —murmuro —¿es por la nueva rutina?
—Algo así —responde. —es más tiempo del que estoy acostumbrado, y los entrenamientos son agotadores —confiesa —y mi entrenador creo que me detesta.
Una leve risa me invade mientras coloco todos los ingredientes dentro de la cafetera antes de girarme.
—¿Por qué lo dices? —inquiero. —¿tan malo es?
La mueca que dibuja en los labios me confirma la respuesta.
—Cuéntame —pido.
Él suspira, se acomoda sobre una de las sillas mientras deja de mirarme, juega con un trozo de papel que hay sobre la barra antes de atreverse a mirarme de nuevo.
—Vas a decir que soy un quejica —asegura.
—Claro que no —afirmo —vamos, cuéntame.
—Justin, mi entrenador, bueno, si es que puedo llamarlo como tal, en realidad parece ignorar mi presencia en el gimnasio, es como si solo hubiese aceptado tenerme ahí por Trevor y por la cuantiosa mensualidad que hay que pagar. Está concentrado en sus boxeadores, y es perfectamente entendible, pero creo que esperaba algo distinto.
—¿Distinto como qué?
—No lo sé, Liv —confiesa —en todo caso, no vine aquí a quejarme de mi entrenador. Vine porque te eché de menos —aclara.
Sonrío, rodeo la barra de la cocina para conseguir llegar a su lado. Él abre los brazos, me apoyo contra su cuerpo y el abre con ligereza las piernas permitiéndome acomodarme entre ellas.
—No tengo problema alguno en escuchar tus quejas sobre ese horrendo entrenador —pronuncio. El ríe.
—No quiero que tengas que escucharlo —se inclina hasta conseguir acariciar mis labios con los suyos y no me había dado cuenta de la forma en la que lo extrañaba hasta ahora.
Enrosco mis manos alrededor de su cuello, apegándome a él poniendo en evidencia lo mucho que lo había echado de menos.
—Oh, si —murmura aún contra mis labios —en definitiva, te eché de menos.
Sus manos viajan hasta mi cintura, envolviéndola por completo y apegándome aún más a su cuerpo, su rostro se esconde en el hueco de mi cuello y toma una inspiración.
—Hueles tan bien —susurra contra mi oído causando que un ligero escalofrío me recorra por completo la espina dorsal. Mueve el rostro, hasta conseguir librarse del cabello y retengo la respiración cuando su nariz roza la piel de mi cuello. Luego, siento sus labios posarse en el lóbulo de mi oreja y me creo capaz de perder el control.
—Luke...—mi voz brota en un susurro tembloroso, mientras cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás.
—¿Si, Brooks? —algo se remueve en mi vientre al escucharlo llamarme de esa manera. Su voz es ronca, más de lo normal y tenerlo tan cerca, me hace perder el poco autocontrol que tengo en estos momentos.
—El café...—el ríe, aún con los labios contra mi piel. Sin embargo, detiene el roce contra mi piel para apegarme más a su cuerpo si eso es posible, toma una segunda inspiración antes de apartarse.
Es entonces que reparo en los moretones que tiene en el brazo derecho que ahora son visibles gracias a la ausencia de la chaqueta. Y en el ligero tono rosado que está a un costado de su rostro.
—¿Peleaste de nuevo? —inquiero.
—No, son del entrenamiento —confiesa sin darle importancia —no importan.
—Mi padre sabe que estamos saliendo —informo —no es como si fuese la gran cosa, claramente soy mayor para decidir mi vida, pero...—me detengo por un par de segundos —creo que debía decirlo.
—¿Y no tiene problema con eso? —cuestiona adoptando un gesto serio —recuerdo que dijiste...
—Tiene problemas más importantes que preocuparse por el chico con él que salgo —confieso y soy consciente de la forma en la que sonríe. —¿Qué?
—Eso, el chico con el que sales, se escucha bien —afirma.
La cafetera emite el sonido característico que hace cuando el líquido se ha terminado, así que, en contra de mis deseos, me aparto de él para poder ir hacia el artefacto y servirnos un poco del líquido caliente.
—Bueno, solo digo la verdad —afirmo con una sonrisa. —¿o no?
—Claramente —concuerda —gracias —toma la taza que dejo frente a él, luego la eleva y la sostiene cerca de sus labios antes de dar un par de soplos. El vapor se dispersa, y lo observo con curiosidad.
—Luke —él eleva la mirada cuando me escucha llamar su nombre —¿seguirás peleando? —inquiero cuando tengo su atención —quiero decir, en la bodega.
Suspira. Da un pequeño sorbo al café antes de dejar la taza de nuevo sobre la barra.
—Supongo que sí, necesito el dinero para los estudios que la licencia requiere, además de que aún tengo que mantenerme —informa. —lo dejaré una vez que tenga lo suficiente para cubrir el costo de la licencia, y cuando comience a pelear de manera profesional, entonces no tendré que preocuparme por eso.
—¿No te preocupa que eso afecte tu reputación? —cuestiono con suavidad.
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes, las peleas clandestinas, que se sepa que perteneciste a ellas. La reputación de peleador ¿no te preocupa que pueda afectarte?
—Creo que no seré el único de venir desde abajo —asegura —además las peleas se mueven en un círculo tan cerrado, que no me preocupo por eso. —afirma.
Asiento con ligereza.
—Me alegra saber que vas por buen camino —confieso. —Aunque no sé si estoy preparada para la ola de chicas que estarán detrás de ti, ya sabes, un boxeador siempre les resulta taaan atractivo.
Una carcajada brota de él.
—¿Celosa, Brooks? —inquiere arqueando una de sus cejas mientras apoya el codo sobre la losa. La sonrisa juguetona que mantiene en los labios me desarma por completo. Es como si toda esa faceta de chica segura que me acompañaba siempre, se esfumase cuando Luke Lewis está frente a mí.
—Para nada, Thunderbreaker —afirmo elevando con ligereza la barbilla.
—Adoro que me llames así —confiesa —el alias nunca se había escuchado tan bien en alguien. Y me vuelve loco que sea en ti en quien se escuche así.
—¿Así como?
—De la forma en la me hace perder la cabeza y querer llevarte a la cama para...
—¡Luke! —lo interrumpo en un leve grito que lo hace reír.
—¿Qué? —inquiere entre risas —solamente digo la verdad. ¿Qué tiene de malo?
—Nada, pero quiero asegurarme de que vamos enserio —confieso.
El arruga la frente, como si no fuese capaz de comprender lo que digo.
—De acuerdo, creo que debemos aclarar eso porque yo definitivamente estoy yendo enserio contigo —asegura. —El hecho de que diga que quiero llevarte a la cama, no significa lo contrario.
—Lo sé —tomo una inhalación, repasando mentalmente lo que diré y asegurándome elegir las palabras adecuadas para no causar malos entendidos. —Lo que quiero decir es que no quiero apresurar las cosas, que terminemos enrollados y luego, te aburras de esto.
—Liv, no voy a enrollarme contigo y dar por terminado esto —asegura —vamos en serio, estamos saliendo, si nos acostamos o no, no será un factor para que decida terminar esto. No quiero hacerlo. Y tampoco voy a presionarte ¿sí? No soy ningún idiota, Brooks —asegura —si dices que no, para mi estará bien.
Tomo el cuello de la camiseta que tiene para atraerlo hacia mí, el acto hace que, lejos de conseguir lo que quería, Luke termine golpeando la taza de café y volteando el contenido sobre las losas.
—Mira lo que has hecho, Brooks —reclama con burla mientras sujeta la parte mojada de la tela de su camisa —La próxima vez que quieras besarme con tal desesperación, asegúrate de que no haya café entre nosotros ¿de acuerdo?
Una carcajada brota de mis labios. Luke Lewis es increíble, y puede que tal vez, yo comenzara a volverme loca por él.
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