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10.- Promesas

Olivia ríe mientras caminamos por la acera hacia su casa.

—¿No estás demasiado adolorido? —inquiere con diversión mientras se detiene en la entrada y rebusca en el interior de su bolso las llaves.

—No —respondo con una sonrisa ladeada —la pelea de hoy no fue nada.

—¿Cómo que...?

—¡Olivia! —ella se sobresalta cuando alguien grita su nombre. Ambos volteamos hacia el chico que se encuentra a un par de metros de distancia.

—Zack...—al inicio no lo reconozco de inmediato, sin embargo, cuando consigue llegar frente a nosotros, sé de quién se trata.

Zack Brooks, campeón mundial en la categoría libra por libra. Mi mente encaja todas las piezas, porque Olivia parecía tan preocupada cuando conocí a su padre, y el por qué el apellido me sonaba tan conocido.

—Aguarda aquí ¿quieres? —cuestiona con suavidad dándome un leve empujón. Luce preocupada, así que simplemente asiento.

—¿Fuiste de nuevo a la pelea? —inquiere —¡Te dije que eso era peligroso! —exclama. Luego fija la atención en mí. —Y tú ¿Qué rayos haces con mi hermana?

—Zack...

—Soy Luke —me presento con una leve sonrisa mientras me acerco y extiendo una mano en su dirección. —Amigo he escuchado de ti. Zack "la furia" Brooks, hombre es...

No me permite seguir hablando, un par de segundos más tarde estampa su puño con fuerza contra mi mandíbula, y luego otro golpe contra mi estómago, jadeo, recomponiéndome tan rápido como puedo, pero antes de que pueda hacer algo, Olivia se interpone.

—¿Qué mierda te pasa? —Gruño mientras intento recuperar el aliento, cuando tengo la intención de acercarme las manos de Olivia se envuelven alrededor de uno de mis brazos.

—¡Maldición, Olivia! —reprocha en un grito —¿Con él? ¿Con un maldito delincuente? —espeta.

Me libero del agarre de Olivia, acercándome a él con rapidez y antes de que pueda reaccionar, golpeo su rostro. Algo cruje al contacto con mis nudillos, golpeo su rostro otra vez, antes de conectar mi puño contra su estómago un par de veces.

—¡Detente! —Olivia grita con horror detrás de mi cuerpo. —¡Luke, basta! —Zack cae, cuando intento acercarme, Liv tira de mi cuerpo hacia atrás.

Apenas consigue ponerse de pie, su nariz sangra y limpia la sangra de su labio mientras me observa.

—¿Delincuente? —inquiero con molestia —Repítelo de nuevo, idiota. —reto —¡Vamos!

—¡Ya, basta! —Olivia tiene que colocarse entre nosotros —Mira como lo has dejado —me reprocha.

—¡Él comenzó! —objeto mientras llevo una de mis manos hacia mi labio, ha golpeado en una de las pocas en las que consiguieron golpearme durante la pelea, así que la sangre no tarda en brotar.

Ella se aparta de mi cuerpo para acercarse a su hermano. Habla con él algo en voz baja que no consigo escuchar, y luego se gira hacia mí.

—Zack no tengo porque darte explicaciones —masculla ella con molestia. —¿Esto querías? ¡Puede matarte si te metes en una pelea con él! —pronuncia señalándome y me veo en la necesidad de retener la sonrisa de suficiencia.

—¿Matarme? Este imbécil no sabe nada de pelear.

—Bueno, tu nariz rota no opina lo mismo —siseo.

—¡Basta, Zack! —Olivia detiene a su hermano cuanto intenta acercarse. —Basta, no voy a darte explicaciones de con quien salgo, o no.

—¿Estás saliendo con este imbécil? —reprocha —¿Te has vuelto loca?

—Sí, estamos saliendo —responde ella con firmeza —y no tengo porque rendirte cuentas —afirma. —Yo no estoy cuestionando tu vida privada. Así que por favor...

—Papá jamás lo va a aprobar —advierte.

—¿Y eso qué? Tengo la edad suficiente para decidir a mis parejas ¿no lo crees? Ese no es tu problema.

Zack suelta una maldición mientras limpia la sangre que aún se encuentra en su rostro.

—Si quieres divertirte un rato hay chicos más interesantes —espeta —no tienes que arriesgarte con alguien como él.

—Juro que estas ganando que te parta la cara —mascullo intentando acercarme, Olivia no lo permite. Me dedica una mirada de advertencia que consigue dejarme atrás.

—Bien, ha sido suficiente —masculla ella con molestia —yo no cuestiono tu vida privada ni con cuantas mujeres te revuelcas en la cama, así que déjame en paz ¿quieres?

La firmeza con la que habla me sorprende, se planta delante de su hermano con seguridad, tanta que Zack termina por maldecir antes de darse la vuelta. No es hasta que se marcha en su auto cuando ella parece volver a relajarse.

—Hermana de Zack Brooks ¿Cómo no me di cuenta antes? —inquiero.

—¿Ahora me reclamarás por eso? —pronuncia cruzándose de brazos.

Sonrío, niego levemente mientras doy un paso hacia ella.

—Claro que no —murmuro —aunque me hubiese gustado saberlo. —confieso. —No hablaste sobre él, tu hermano es el campeón del mundo y no dijiste nada.

—Bueno, el campeón es él, no yo —responde con una leve sonrisa —estás sangrando. —señala.

Toco mi labio, las yemas de mis dedos se pintan de rojo y me encojo de hombros.

—He tenido golpes peores —afirmo. Olivia sonríe, se aparta un par de pasos mientras saca las llaves de su bolso. Se da la vuelta y la sigo hasta los escalones, cuando abre la puerta de la casa, ingresamos en silencio.

—Iré por el botiquín...

—Liv, no importa —pronuncio. —Solo necesito un poco de agua...

—Iré por un botiquín —repite con firmeza.

Resignado a que no puedo hacer nada más, tomo asiento en una de las butacas del comedor, Olivia regresa un par de minutos después, con una pequeña caja en color blanco.

—Mi madre siempre dice que debemos tener una de estas en casa —pronuncia mientras lo abre —por si se necesita.

Toma un pedazo de algodón antes de mojarlo con el agua oxigenada, y se acerca hasta mí. Palmea una de mis piernas y las abro levemente, lo suficiente como para permitirle acomodarse entre ellas.

El ardor se presenta en la zona apenas el algodón húmedo roza con la piel, arrugo la frente, y ella parece divertida.

—No seas quejica, Luke —pide riendo un poco. —eres un boxeador, los boxeadores no se quejan.

—Eso es una mentira —objeto apartando su mano —podemos quejarnos tanto como nos dé la gana.

Rueda los ojos, sin embargo, la pequeña sonrisa no desaparece de sus labios.

—Será un gran moretón —afirma cuando termina su labor de limpiar la herida.

—Lo sé —concuerdo. —Liv, tengo una pregunta.

Ella sonríe, guarda de nuevo las cosas dentro de la pequeña caja blanca antes de mirarme de soslayo.

—¿Cuál?

—¿Qué hacían Zack y tú esa noche en la bodega? —inquiero con curiosidad. —Quiero decir, no es común que boxeadores profesionales asistan.

—Zack es algo fanfarrón —confiesa —ama la diversión y las apuestas, suele asistir a algunas peleas, no ilegales, pero no pueden llamarse profesionales, solo para divertirse y pasar el rato, esa noche tu pelea fue sonada, así que me arrastró con él —dice eso ultimo con una ligera sonrisa en el rostro. —solo fuimos por diversión.

—¿Y de verdad no te importa? —ella me mira sobre su hombro.

—¿Qué cosa?

—El que pelee en una bodega —murmuro —quiero decir, tu ambiente es muy distinto al mío, lo mío son los barrios bajos y lo tuyo las zonas residenciales lujosas.

—No me importa —afirma. —No me fijo en esos aspectos, Luke. —asegura. Cierra la pequeña caja blanca antes de acercarse de nuevo a mí —si lo hiciera, no habría asistido a esa bodega en primer lugar, y no habría aceptado tu invitación a ese café.

Embozo una sonrisa.

—De acuerdo. Entiendo.

—Ahora soy yo quien tiene una pregunta —informa apartándose.

—Suéltalo.

Ella me observa con detenimiento por un par de segundos que me parecen eternos, como si considerara que es buena idea o no hablar.

—Liv, puedes preguntarme lo que sea.

—¿Por qué no has solicitado la licencia de boxeo? ¿Por qué no perteneces a un club de box? —la suavidad en su voz me hace saber que no está juzgando, parece verdaderamente interesada en saber. —Eres hábil, rápido, tienes condición, no entiendo que haces en esa bodega.

Un largo suspiro brota de mis labios mientras me acomodo, sabía que ella inevitablemente haría preguntas. Y estaba dispuesto a responderlas con la verdad.

—Mis padres jamás han aceptado la idea de mi deseo de boxear —murmuro —creen que me he vuelto loco al querer algo como eso. Nunca lo han apoyado, cuando vivía en Londres, asistía a un par de gimnasios que solían organizar peleas, nada grande ni profesional, así que me inscribía, fue bueno por un tiempo hasta que mi padre se enteró.

>>Dijo que era una pérdida de tiempo, y que necesitaba concentrarme en la universidad. Cuando regresé al gimnasio, mi sorpresa fue que el entrenador me echó, dijo que no quería problemas con mi padre. Y eso fue en cada uno de los gimnasios que visité. Ningún club me acepta, Liv y al no pertenecer a ninguno...

—No puedes solicitar la licencia —termina la frase por mí.

—Exactamente —concedo. Tomo una inhalación —las peleas clandestinas fueron la única alternativa que encontré, no es la gran cosa, pero hago lo que siempre he querido hacer, pelear.

El silencio se instala entre nosotros. Desvío la mirada por un par de segundos antes de seguir hablando.

—Así que me mudé, dejé mi vida entera en Londres, a mis hermanos, a mis padres y vine hasta aquí —paso una de mis manos por mi cabello —y creo que fue una buena decisión. Conseguí un entrenador y ahora, puede que tal vez pueda entrar a un club.

—¿Pero no dijiste...?

—¿Qué mi padre no lo permitía? Bueno, parece ser que luego de ver lo que las peleas en la bodega hacen, ha cambiado de opinión. Claramente no quieren saber de mí gracias a eso, así que no hablo más con ellos.

No puedo evitar que el tono de decepción se impregne en mi voz.

Olivia se acerca, se coloca tan cerca de mí que su aroma me envuelve por completo. Acaricia mi brazo con suavidad, antes de tomar mi barbilla y conectar nuestras miradas.

—Eres un gran chico —murmura —y vas a llegar muy lejos, estoy segura. —sonríe, lo hace de una forma tan bonita, que no puedo dejar de mirarla.

—Gracias, Liv—susurro fijando la mirada en sus labios. Se acerca, eliminando la distancia y sus labios se adueñan de los míos. El contacto es suave, y gruño cuando el dolor en la esquina de mi labio se presente, consiguiendo una risa de su parte.

—¿Quieres comer algo? —inquiere cuando se aparta. Cuando la miro con una sonrisa traviesa, ella deja un golpe contra mi pecho —Hablo en serio.

—Cualquier cosa. —aseguro.

—Bien, entonces veremos que hay aquí.

Se aparta completamente para moverse por la cocina. No aparto la mirada de ella, mirándola caminar con ese aire elegante, con esa aura brillante, Olivia Brooks es completamente bella.

Y comenzaba a perder la cabeza por ella, o tal vez, ya lo había hecho por completo.

Me detengo justo antes de ingresar al club de boxeo que se alza frente a mí. Trevor deja un par de palmadas en mi espalda, antes de hacerme un gesto con la cabeza para que ingresemos.

Lo sigo, apenas consigo poner un pie adentro puedo percatarme de la gran diferencia que hay entre el gimnasio de Trevor y este lugar. El piso está perfectamente pulido, hay más instrumentos de ejercicio en este lugar que es cerca del doble de tamaño que el antiguo gimnasio en el que entrenaba, un cuadrilátero se forma en el medio, y un par de chicos pelean en él con protectores en el rostro.

—¡McGuirre! —Una voz gruesa se escucha detrás de nosotros —¡Es un milagro verte por aquí! —pronuncia con una sonrisa cuando giramos, el hombre que es prácticamente medio metro más alto que Trevor, lo abraza con fuerza antes de dejar un par de golpes contra su espalda.

—¿Qué hay, Justin? —inquiere —Parece ser que te ha ido bien.

—Este año conseguí que dos de mis muchachos ganaran cinturón —afirma con aire orgulloso. Es hasta que dice eso que repara en mi presencia. —Tú debes de ser Luke.

—Este es mi muchacho —Trevor se coloca a mi costado sujetando uno de mis hombros —Fuerte, rápido, hábil, sé lo que te digo, Justin.

—Esos golpes —el hombre señala mi rostro —¿Dónde te los hiciste?

Cuando intento responder, Trevor se adelanta.

—Es peleador —informa —Pero se apartará de eso una vez que comience su entrenamiento por la licencia.

—Mucho gusto —extiendo una de mis manos hacia él, sonríe antes de tomar la mano y dejar un fuerte apretón.

—Si Trevor dice que eres bueno, entonces debo creerlo —afirma —La academia tiene un plan de entrenamiento intensivo, si quieres ir por la licencia, tienes mucho trabajo por delante —informa —Cinco horas diarias de entrenamiento, los siete días de la semana. No hay descanso y si faltas un día, suben a siete horas.

—Bien —el hombre me mira con escudriño por un par de minutos antes de asentir.

—¿Comenzarás hoy? —inquiere.

—Sí, sería estupendo —respondo.

—Bien ¿en dónde tienes tus cosas? —cuestiona. Arrugo la frente, antes de que pueda preguntar, él lo aclara —tus protectores, guantes de box, vendas.

Tengo la intención de responder, pero Trevor extiende la mochila que cuelga de su brazo.

—Tiene todo lo necesario justo aquí —afirma.

—Entonces prepárate y ven conmigo —indica —Un gusto verte, McGuirre —se despide de Trevor y me hace un asentimiento antes de apartarse y regresar con un par de chicos que se encontraban en el ring.

—En realidad yo no tengo...

—Claro que tienes —asegura Trevor. —Anda, echa un vistazo —pide entregándome la mochila.

La tomo, abro el cierre y no hace falta abrir más la mochila para saber qué es lo que hay en el interior.

Dos tipos de guantes, unos de box rojos, relucientes con una franja azul debajo, un par de protectores bucales, y uno de rostro, además de unos guantes un poco más ligeros para entrenar.

—Trevor...

—No me agradezcas —pide —lo mereces, Thunderbreaker. —asegura —ahora, ve a entrenar y hazme sentir orgulloso.

—¿No te quedarás?

—Digamos que Justin tiene mejores cosas para enseñarte que yo, pero vendré a ver tu avance, quiero ver resultados mejores así que, sabes lo que tienes que hacer.

Me acerco a él, lo envuelvo en un abrazo mientras él golpea mi espalda con ligereza. Trevor McGuirre siempre ha confiado en mí, y no voy a decepcionarlo.

—Ahora, ve ahí que Justin es muy exigente —pronuncia con diversión —y no quiero que te aumente horas en tu primer día.

Sonrío. Me cuelgo la mochila mientras retrocedo algunos pasos.

—Gracias, entrenador —él dibuja una sonrisa en los labios antes de darse la vuelta y salir del establecimiento.

Tomo una inspiración, mirando a mi alrededor y retengo el impulso de soltar un grito eufórico.

Lo conseguiría, sin duda alguna lo haría. 

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¡Nuestro chico está cada vez más cercaaaa! 

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