Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1.- Comienzo

Golpeo con fuerza el saco que cuelga frente a mí, el metal pesado ruge por los auriculares que traigo puestos mientras siento las gotas de sudor cubrirme la frente, y resbalar por toda mi espalda.

Mis músculos queman, consecuencia de haber pasado ya más de tres horas en el gimnasio. Siento el ardor extenderse desde mis muñecas hasta los hombros, pese a eso, no me detengo.

Dejo un último golpe con fuerza contra el saco, un suspiro exhausto brota de mis labios mientras coloco las manos en mi cintura, e intento recobrar el aliento.

—Es suficiente —volteo en cuando siento una mano colocarse sobre mi hombro. Me quito uno de los auriculares para poder escucharlo mejor —Has entrenado más de tres horas, creo que mereces un descanso.

Carter me observa con algo parecido a reproche. Sonrío, al tiempo que me alejo del centro de la estancia, tomo la toalla que se encuentra alrededor de mi cuello para poder secar el sudor en mi rostro.

—Tres horas no son nada —objeto —Hay una pelea el sábado. Tengo que estar preparado.

Él rueda los ojos, Carter Lerman era algo así como mi mejor amigo. Desde mi llegada a Portland él había sido una de las pocas personas con las que me había preocupado por mantener la amistad.

Nos conocimos gracias a que ambos entrenábamos en el mismo gimnasio, yo lo hacía porque debía prepararme para las peleas, él por simple diversión.

—Falta casi una semana para eso —me recuerda mientras me tiende la botella con lo que creo que es alguna especie de bebida energética —no debes exigirte tanto.

—Trevor no opina lo mismo —mascullo mientras observo a mi entrenador al otro lado de la estancia. A pesar de que estaba bastante lejos de poder competir en algún campeonato de boxeo, me había asegurado de tener a un buen entrenador conmigo. Trevor McGuirre no parecía tener problemas con entrenar a un chico para peleas ilegales, siempre y cuando no me asesinaran, esa había sido su condición.

Además, el dinero que le pagaba por eso era suficientemente bueno como para hacer que olvidara sus quejas.

—¿Cómo sigue el golpe en tu costilla? —cuestiona lanzando una mirada a mi torso mientras elevo la mojada camiseta de algodón. Una mueca se plasma en sus labios. —Ese moretón luce lo suficientemente serio —responde —¿has ido al médico?

Niego.

—No es importante —respondo dándole un último trago a la botella para después dejarla a un costado, junto con mis demás pertenencias. —estaré bien.

—Necesita curar para el sábado —objeta —deberías visitar a un médico.

—Carter, creo que tengo suficiente con mi madre llamando cada semana para recordarme la importancia de las lesiones que las peleas pueden provocar.

Mi amigo eleva las manos, está por decir algo más cuando el grito del entrenador se escucha.

—¡Lewis! —grita desde la otra punta. —¡Trae tu trasero hasta aquí!

Ruedo los ojos, Carter me dedica una mirada divertida mientras palmea mi espalda. Me quito la venda que rodea mis puños mientras camino hacia donde Trevor me espera.

—Entrenador —él me observa por algunos segundos antes de regresar su mirada a la libreta que sostiene entre sus manos.

—¿Cómo vas para la pelea del sábado? —cuestiona —¿Has hecho todo?

—Al pie de la letra —respondo con orgullo —no he faltado ni un solo día, ninguna hora menos, pero si muchas más. —aseguro.

Él sonríe. Me observa con detenimiento antes de volver a hablar.

—¿Has pensando en lo que te dije? —inquiere. Al tiempo que me extiende un pequeño folleto.

Dibujo una mueca en los labios. El nombre de uno de los clubes de boxeo se lee en la ciudad, y sé lo que vendrá a continuación.

Trevor insistía en que debía inscribirme a algún club de boxeo, decía que tenía potencial, que podía conseguirlo si era persistente. Claramente sabía de mi padre, estaba al tanto de todo y no entendía porque seguía con las insistencias.

—Luke, necesitas ir a una academia, necesitas tener un entrenador capaz de formarte como boxeador —me recuerda. —Yo hago lo que puedo, pero debes de saber que necesitas más, mucho más que solo este pequeño gimnasio.

—Trevor, sabes perfectamente que jamás me aceptarían —respondo intentando no darle importancia —Siempre hay una excusa para dejarme fuera, no está hecho para mí. —él toma el folleto, sin apartar la mirada de mi rostro.

Intento cruzar por su lado, sin embargo, él toma uno de mis brazos. Impidiéndome continuar con mi camino.

—No estoy entrenando a un mediocre —masculla con molestia. Mi cuerpo se tensa, mientras me giro hacia él. —No estoy entrenando a un chico conformista.

—Entrenador...

—Acepté ser tu entrenador porque sé que tienes potencial, Lewis —asegura —sé que puedes llegar lejos, solo necesitas a alguien que te ayude. No puedes esperar conseguir lo que quieres si te resignas a permanecer aquí. He contactado a un par de clubes, están dispuestos a ver cómo te va.

—No me aceptarán —repito con amargura. —Lo he intentado, lo sabes, ¿no? No hay lugar para mí en esos sitios. Mi lugar está en el cuadrilátero de las peleas del barrio, creí que lo sabías.

Él suspira.

—Bien, entonces debes prepararte para la pelea del sábado —responde sin mirarme —tu contrincante es fuerte, debes estar listo.

Asiento.

No me mira, lo observo arrugar el folleto antes de lanzarlo hacia el bote de basura que se encuentra cerca.

El sentimiento de decepción se incrusta en mi pecho, para ser sustituido por el de la ira. Me coloco los audífonos de nuevo, subiendo el volumen de la música y encaminándome de nuevo al centro del gimnasio.

Mis puños golpean con fuerza contra el saco, una y otra vez. El ardor regresa, mis músculos comienzan a protestar y el ligero temblor, característico de un calambre, se presenta.

Suelto un gruñido mientras dejo un golpe demasiado fuerte sobre el saco. Mi respiración es irregular, y cierro los ojos solo para conseguir tranquilizarme.

Odiaba esto, odiaba no poder aspirar a algo mejor que las peleas del barrio bajo de Portland. Yo sabía que podía dar más, claro que lo sabía. Solamente que no se me permitiría.

Sabía que, si en algún momento me presentaba, en cuanto mi nombre figurara en las listas mi padre haría todo lo posible por eliminarme de ahí. No le importaba gastar enormes cantidades de dinero si eso significaba que su hijo se mantuviera "a salvo". Pero lo que no sabía, lo que no tenía ni una jodida idea, es que con eso solamente me estaba condenando.

Mudarme a cientos de kilómetros de mi familia no sirvió de mucho, tenía la falsa creencia de que, si estaba lejos, mis padres terminarían por aceptar lo que yo deseaba ser. Pero no fue así, aun estando lejos, encontraban la manera de controlar todo.

Sacudo los brazos, intentando eliminar el ardor en mis músculos antes de volver a formar los puños con mis manos. Mis nudillos se han enrojecido, debido a la ausencia de la venda en las manos, pero no importa.

Golpeo de nuevo, sintiéndome dejar en cada golpe solo un poco de la furia que me llena el pecho.

Joder. Quería llegar lejos, quería que mi nombre formara parte de las listas de los boxeadores posibles para competir por un cinturón, quería aparecer en televisión, quería darme a conocer, quería que se supiera mi potencial.

Maldición, quería tantas cosas, pero no me atrevía a ir por ninguna. Las peleas ilegales, además de la gran cantidad de dinero que dejaban, solo traían el riesgo de ir cualquier día de estos a prisión, con una gran multa por delante y ahí sí, mi camino hacia los campeonatos estaría más estrecho. Sino es que se cerraría por completo.

Un grito frustrado brota de mi cuerpo, y me reprendo por captar la atención de los demás chicos del gimnasio. Doy un último golpe con fuerza, antes de girarme y pasar la mirada por toda la instancia.

Me quito los audífonos en un movimiento rápido, mientras camino hacia el bote de basura en donde el entrenador ha dejado caer el folleto. Lo tomo, haciendo a un lado todas las posibles hipótesis sobre lo que podría ocurrir, cuando estoy por ir hacia donde el entrenador se encuentra, me detengo.

La duda se clava de nuevo en mi pecho, así que termino por guardar el arrugado papel dentro de uno de mis bolsillos, y voy por mis cosas.

—¿Has decidido terminar? —inquiere Carter apareciendo de nuevo mientras guardo mis pertenencias en el interior de la mochila deportiva que Montserrat, mi hermana menor, me había obsequiado en mi cumpleaños.

—Ha sido suficiente —me excuso. No era verdad, sabía que podía entrenar muchísimo más, pero si seguía en este lugar, no podría apartar todos los pensamientos de mi mente y desquitarme con el saco no me ayudaría en lo absoluto.

Así que era mejor estar en casa.

Me cuelgo el saco para encaminarme hacia los baños del gimnasio, el ardor en mis músculos aún continúa, ni siquiera el agua parece aliviar la sensación y comienzo a creer que tal vez por esta vez me he excedido.

Cerca de veinte minutos es lo que me toma salir de las duchas, me aseguro de no haber olvidado nada mientras salgo del establecimiento, me despido de Carter cuando cruzo por su auto, y luego localizo el mío a unos metros de distancia.

Un suspiro cansado brota de mis labios cuando me encuentro dentro, lanzo la mochila en el asiento de alado antes de meter las llaves y encender el auto. Mi hogar no estaba demasiado lejos del gimnasio, perfectamente podría venir caminando, pero en ocasiones, como esta, cuando tenía demasiada pereza prefería venir en auto.

No puedo apartar el pensamiento sobre lo que el folleto en mi bolsillo dice. Lo había intentado, demasiado. Había perdido la cuenta de a cuantos clubes de boxeo me había inscrito, y siempre por cualquier requisito estúpido, terminaban rechazándome.

Sabía perfectamente que el hecho de que no tuviera la "condición" para los entrenamientos, o la sospecha de que no pasaría los exámenes médicos no eran razones suficientes para tacharme de las listas, mucho menos cuando eran pretextos inventados, porque cumplía con absolutamente todo. ¿Cómo sabrían de mi potencial si ni siquiera me aceptaban?

Nicolás Lewis tenía absolutamente todo que ver en eso.

Llamar a mi padre y reclamarle tampoco resultaba muy bien. Siempre terminábamos discutiendo, mamá intervenía, y luego todo se iba al carajo. Yo siempre era el culpable de causar disgustos entre ellos. Así que opté por dejar de llamarlo.

Con pesar, me bajo del auto. Las energías en mi cuerpo estaban agotadas y no estaba seguro de si se debía a la larga jornada de entrenamiento, o al desánimo que leer aquel papel me había causado.

Mi celular suena en el momento justo en el que me recuesto en la cama. El nombre de mi hermana se deja ver en la pantalla, así que respondo casi de inmediato.

—Hola —saludo. —Que sorpresa que llamas —bromeo.

—¿Cómo está mi hermano favorito? —inquiere con aire emocionado.

—Que Caleb no te escuche decir eso, porque soy hombre muerto —aseguro con diversión. —¿A qué debo tu llamada?

—Solo quiero saber cómo estás —responde. —Hace meses que te mudaste de la ciudad, y no te has dignado a venir de visita.

—Me gustaría, pero sabes que no puedo —le recuerdo —el entrenamiento me ocupa demasiado.

—¿No tienes planes de venir pronto? —inquiere con curiosidad.

—No lo creo, Montse —respondo en un suspiro.

—Bueno, en ese caso, creo que tendré que darte la noticia por teléfono —responde con pesar.

—¿Qué noticia?

—Estoy embarazada —me incorporo con rapidez apenas escucho a mi hermana decir aquello —Jack y yo vamos a tener otro bebé.

—¡Joder! —exclamo —¡Es increíble! —aseguro —¿Dónde está tu esposo? Quiero darle mis felicitaciones.

—Oh, por favor —masculla con molestia —soy tu hermana, debes felicitarme a mí, no a él. Yo puedo darle tus felicitaciones perfectamente —asegura.

—Me alegro muchísimo por ustedes —confieso con una sonrisa —Aunque...ahora no puedo dejar de pensar que el idiota se acostó de nuevo contigo, Ugh, debo eliminar esa imagen de mi mente.

—¡Luke Lewis! —reclama —¡Soy tu hermana, no tengas pensamientos sucios sobre mi intimidad!

Una sonora carcajada abandona mi cuerpo cuando escucho su grito horrorizado.

—Y no lo llames idiota —objeta —dejó de serlo hace mucho tiempo.

—Ya, ya —cuando consigo controlar mi risa, tomo una inhalación —me gustaría estar ahí para abrazarte y darte mis mejores deseos, pero creo que debes conformarte con escucharlo.

La escucho reír.

—Te echamos mucho de menos por aquí —confiesa. —¿No planes venir pronto? ¿De verdad?

—No puedo hacerlo —susurro —sabes lo que pasará si lo hago. No podré hacer nada de lo que deseo.

—Las peleas ilegales son peligrosas, Luke —cierro los ojos, el repentino entusiasmo abandona mi cuerpo —Nos preocupamos por ti, no creo que ese sea el mejor camino para seguir ¿lo sabes, cierto?

—¿Qué más puedo hacer entonces? —inquiero con pesar —Papá se asegura de sacar mi nombre de las listas, Montserrat, él me cierra todas las puertas.

Sostengo el celular contra mi oreja, esperando por una respuesta que claramente no va a llegar.

—Tengo que dejarte —pronuncio.

—Luke...

—Adiós, y felicidades —cuelgo la llamada, sin darle la oportunidad de decir algo más.

Lanzo el celular contra el colchón, me obligo a tomar una profunda inhalación antes de dejarme caer sobre la cama.

No quería pasar toda mi vida en pelas de barrio, quería hacer algo más.

Observo la rojez que aún persiste en mis nudillos. Paso las yemas de mis dedos sobre una de mis manos, sintiendo el ligero ardor adueñarse de la zona. Me incorporo cuando siento que mi cabeza explotará por pensar demasiado en el mismo asunto, rebusco en mi mochila hasta dar con el arrugado papel.

La cuota de inscripción era alta, además de que, si quería ir por la licencia otra vez, el costo de los exámenes médicos y físicos no sería nada barato, necesitaba dinero para eso, si ganaba la pelea del sábado, perfectamente podría pagarla. Necesitaba ganar.

De un momento a otro, mi mente comienza a formar el camino hacia el campeonato, como si de cierta manera se establecieran cada uno de los pasos que tenía que seguir.

Y lo haría.

—A la mierda —mascullo mientras arrugo de nuevo el papel en mis manos —Solo una última vez.

Es así, que completamente decidido, me convenzo a mí mismo de que entraré a un club de boxeo a como dé lugar, no me importa tener que sobornar yo mismo a los directores del club, entraría.

No había otra opción, no había otra alternativa.

Tenía que hacerlo.

Al día siguiente llego a la hora acostumbrada al gimnasio, sin embargo, en vez de ir hacia el cuadrilátero del centro, donde debía comenzar a entrenar, busco a Trevor con la mirada, ansioso de encontrarlo. Él está hablando con un par de chicos, les dice algo en cuanto me ve y ambos se retiran.

—Deberías estar....

—Si vas a ayudarme a llegar ahí, necesito que lo hagas en serio —pido interrumpiéndolo al mismo tiempo que le entrego el folleto.

Él parece un tanto sorprendido, sin embargo, asiente. Una sonrisa orgullosa se dibuja en sus labios mientras toma el papel arrugado entre mis manos.

—No tengas dudas de eso —responde.

—Necesito que estés conmigo porque si me dicen que no, tendré muchas ganas de romperle la cara alguien y necesito que me detengas. —Una leve carcajada brota de sus labios mientras asiente.

—Hablaré con ellos ¿de acuerdo? Son viejos amigos, me harán el favor de seguro.

Antes de que pueda marcharse, tomo uno de sus brazos.

—Necesitaré dinero —él suspira —no puedo dejar las peleas de la bodega tan de repente, lo sabes ¿no? —inquiero —me retiraré tan pronto como tenga lo suficiente.

—Luke, si se enteran...

—Si se enteran entonces tendrán un motivo válido para echarme —mascullo —¿no lo crees?

—Bien, seguirás entrenando para las peleas, pero necesitaremos tu concentración al máximo para cuando esto comience en serio. ¿bien?

Asiento.

Deja un par de palmadas fuertes sobre uno de mis hombros, un asentimiento es todo lo que recibe como respuesta y me alejo de él, sin darle la oportunidad de decir algo más.

No perdía absolutamente nada con intentarlo una última vez. Tal vez, podía ser que esta fuese la oportunidad por la que tanto estaba esperando. 

______________________________________________________________________________

¡Que emociooooooon!

No puedo describirles lo emocionada que estoy por comenzar esta historia, como he dicho ya tengo varios capítulos escritos así que el lunes o martes habrá otra actualización. 

¡Espérenlo pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro