Somos de Nueva York pero eso no significa que éramos inmunes al frío. Seattle no estaba siendo nada justos con nosotros y apenas salimos del avión el frío aprovechó y caló en nuestros huesos.

Durante el viaje Blake y yo no nos dijimos ni una sola palabra. Aprovechamos para descansar, dormimos un montón y por mi parte traté de relajarme lo máximo posible. En mi cabeza pinté diferentes escenarios y trataba de buscar una manera de saber llevar cada una de esas situaciones, casi nunca podía llegar a una solución y salía más lastimada. Luego me regañaba por pensar tan negativo y me daba palmadas imaginarias en la espalda diciendo que todo estaría bien.

En fin, entre nuestras cosas rápidamente empacadas no había ropa de invierno pero afortunadamente Blake y yo cargábamos un suéter cada uno para cubrirnos un poco. Debo confesar que antes de salir del aeropuerto corrí hacia un baño y coloque debajo de mi ropa otra pieza de pantalones y camisa, tratando de cubrirme un poco más.

En el momento de tomar un taxi Blake y yo aún no cruzábamos palabra alguna, él solo le dio la indicación al taxista y en silencio empezamos nuestro camino.

No había sido el nombre de un hotel, era la dirección de una calle, me sonaba un montón porque ya había estado en otras ocasiones en ese lugar por algún evento a organizar.

—¿Ella vive ahí?—Pregunto después de tantas horas en silencio.

—No lo sé—responde Blake—. Colton solo me dijo que nos veríamos en ese lugar.

Estrecho mis manos con fuerza, como una manera de castigarme, había estado tan cerca de ella y no tenía ni idea.

Blake al parecer nota mi consternación, toma mi mano con la suya y entrelaza nuestros dedos para después dar un ligero apretón. Me acerca más a él y, aunque en el taxi había calefacción estando contra su cuerpo sentía que realmente estaba entrando en calor.

—Quiero que me prometas algo—Me obligo a subir mi mirada para poder verlo a los ojos—. Si por alguna razón piensas que es demasiado y quieres volver a huir no me dejes fuera de tus planes, Stella, porque tengo pensado ir hasta el fin del mundo contigo.

—Adoro tus momentos de cursilería—Trato de ponerle un poco de gracia al momento porque sus palabras en serio se han penetrado el fondo de mi corazón—. Pero para que veas que soy buena y que realmente te amo, te lo prometo.

—Yo también te amo, Pebbles. ¿Hasta el fin del mundo?

—Hasta el fin del mundo, Bam Bam.

—Me recuerdan tanto a mí y a mi señora esposa—un suspiro de añoranza es soltado por el taxista. Con todas las cosas que tengo en la cabeza no me había percatado de quien nos llevaba hacia nuestro destino. El señor mayor se percata de que lo miramos con atención y por mi parte con unas manchas rojizas sobre mis mejillas—. El muchacho verdaderamente te quiere, niña.

—Lo sé—me limitó a responder para después besar la mejilla de Blake—. Y él sabe que también lo quiero muchísimo.

—Eso es bueno. Con mi señora esposa estuvimos cuarenta y dos años casados, hasta que ella enfermó y no me quedó de otra que demostrarle durante los últimos días de su vida que ella siempre sería lo más importante para mí y que la amaba... muchísimo.

—Lamento mucho su pérdida.

—Oh no muchacho, no tienes nada que lamentar. Solo ten presente esto, las palabras se las lleva el viento, las acciones siempre son las que cuentan, no dejes de tomar su mano, besar sus labios o incluso abrazarla cuando todo se esté desmoronando. Eso es importante, porque así le demuestras cada día lo mucho que la amas y que la respetas. Construyan su relación con el pilar de la confianza. Se los digo yo, una relación sin confianza está destinada a fracasar.

Durante todo el camino el señor Paul nos habló de su historia. Un inmigrante francés que vino a los Estados Unidos por una mejor calidad de vida. Nos contó cómo llegó aquí solo limpiando los zapatos de las personas de la más alta elite, el cómo conoció a su esposa quien era de una familia muy humilde y conservadora, cuando se casaron, cuando alquilaron su primer lugar, cuando logró comprar su primer carrito y su primera casa. Era impresionante escucharlo y debo admitir que de alguna manera u otra ayudó a distraerme. Pensé, hay persona que están o estuvieron en situaciones peores que las de uno y pudieron o están luchando por pasar sobre cada escalón que la vida les ha puesto en el camino.

El señor Paul es fuerte y luchador. El señor Paul es una persona admirable y de la que debemos tomar como ejemplo.

Para el momento que detiene el auto mi mirada busca sola la casa en donde está ella. Empiezo a sudar frío de los nervios y mi muy amena conversación con el señor Paul muere al instante.

—Muchas gracias por traernos.

—Es mi trabajo, muchacho.

El señor Paul se baja con nosotros y ayuda a Blake a sacar nuestro equipaje del maletero. Por mi parte, solo miro la puerta de la casa con atención. Sabía lo que vendría una vez que cruzara esa puerta, estábamos en la etapa final y por cómo se veía nosotras, Apple y mi persona, éramos las de perder.

—Si me permites decirte algo, mi niña—Aparto mi mirada de la casa y me concentro en el señor Paul—. Deja de huir, porque mientras más huyas seguirás dejando a personas que te quieren atrás. Haces que sufran y que sufras tú porque también los necesitas.

—Tengo miedo de que salgan lastimados por mi culpa.

—No será tu culpa, si ellos quieren estar en las malas contigo es su problema—Ese comentario provoca una sonrisa en mi—. ¡Esa sonrisa! Esa es el arma más poderosa para las personas que intentan hacerte daño.

—Gracias por sus palabras, señor Paul.

—A veces necesitas que alguien ajeno a ti te diga lo que necesitas escuchar.

Blake y yo nos despedimos del taxista y deseo de todo corazón poder volverlo a ver. Es de esas personas que apenas cruzas la mirada sabes que son unos ángeles que han sido puestos en tu camino por una razón.

Con nuestras maletas en mano abrimos la pequeña puerta de la valla del jardín y caminamos hasta la puerta principal. Cuando estamos frente a ella solo puedo mirar a Blake, él me sonríe y me regala un guiño que quita mucha presión de mi espalda. Y es en ese momento que sin pensarlo presiono el timbre.

No pasa mucho tiempo cuando la puerta es abierta y no, no es Colton quien la abre, lo hace ella, la chica que tantas veces me vio jugar con fuego, la chica que está en la misma pesadilla que yo.

Es ella, la chica que me salvó la vida.

—Apple.

—Tanto tiempo sin verte, Berry.

Y como siempre, cada vez que alguien dice ese apodo los vellos de mi espalda se erizan.

Jijiji este es el capítulo que les prometí por instagram, sé que lo debí haber subido ayer pero recuerden que soy de Venezuela y el internet es especial <3

¡Y se viene otro! En un ratito se los subo 😏

Capítulo dedicado a VMDramaQueen ❤ Espero y te guste

Recuerden que en un rato subo otro capítulo...