
4. Tal vez
—Mamá, ponga los números que le salen ahí en el primer cuadro y abajo su nombre — indico.
—Pero y las letras que salen abajo, no sé, Anny, esto es muy confuso, ¿Por qué no le ponen una cosa más fácil para poder conectarme a esa reunión? — se queja.
—No lo sé, mamá, Zoom es la nueva moda, solo haz lo que te digo, ¿Pudiste? — pregunto.
—Ahora me pide una contraseña.
—Es la que esta debajo de los números — informo.
La escucho quejarse por lo bajo por lo complicado que es la tecnología.
La puerta se abre y me volteo para ver a Ger.
¬—Prepare un plan excelente para hoy — menciona.
Le muestro mi teléfono donde sale la llamada con mi madre y él se encoje de hombros.
—¡Lo logre, Anny! — escucho a la mayor.
—Bien, ahí tiene que salirte algo del audio por el cuadro azul y ya, abajo sale el micrófono y la cámara, apágalas, tiene que salirte como una barrita encima del logo y cuando quieras hablar aplastas ahí y ya puedes.
—Gracias, cariño.
—De nada, mamá.
—Ahora si ya no te molesto.
—Tu nunca me molestas, cuídate.
—Tu igual, cariño, salúdame a German.
—Está bien, adiós.
Cuelgo la llamada y le sonrió al chico frente a mí.
—¿Cómo esta tu mamá? — pregunta.
—Bien, me pidió ayuda para entrar a una reunión en Zoom, te manda saludos — contesto mientras me acomodo en mi cama.
—Me hubiera gustado saludarla.
—Le hare llegar tus saludos, bueno, dime ¿Qué te trae por acá? — rio nasalmente al saber que solo una pared nos separa todos los días.
—Pues… como tu vecino — el de rulos se acuesta junto a mí, yo estoy sentada con la espalda recostada en la pared — Ya casi cumplimos un mes como roomies, así que espero, no, quiero suponer que ya somos amigos — me mira con intriga a que diga algo.
—Claro que lo somos Ger — una sonrisa resplandeciente se coloca en su rostro haciendo que mi corazón lata con fervor — Eres la persona más amigable que he conocido en toda mi vida, haces que me mantenga con una sonrisa a pesar de toda la situación que se está viviendo.
—Sabes que se ha comprobado que las personas ahora mueren más por su estado de animo que con el covid — lo miro sorprendida.
—¿De verdad?
—Si, así que yo soy la estabilidad de este hogar por ahora, no dejare que te enfermes.
Le sonrió y me recuesto a su lado, mientras ambos nos miramos, era raro estar a su lado, se sentía extraño, pero no extraño de algo malo, solo… diferente.
Me remuevo un poco en la cama y el pelo cae en mi cara, ambos reímos instantáneamente.
Su mano se coloca sobre mi rostro y coloca mi cabello detrás de mi oreja, pero no aparta su mano de mi nuca y deja caricias levemente sobre mi cabello.
Su respiración se siente tan cercana a la mía y noto como su mirada se desvía a mis labios, no puedo evitar no hacer lo mismo. Hay algo en el ambiente que se vuelve más fuerte con el pasar de los segundos.
Por mi lado, no intento nada por miedo, pero el argentino se acerca poco a poco y aunque estamos a escasos centímetros y solo falta dar ese pequeño empujón que esta a punto de suceder, su teléfono suena devolviéndonos a la realidad.
Él se levanta instantáneamente de la cama y pasa su mirada de mi a la habitación y a su celular con mucho nerviosismo por la anterior escena.
Ger sale de la habitación mientras yo me quedo sentada en la cama, fundida en mis pensamientos sobre todo lo que acaba de pasar.
Tal vez solo era por el encierro, a todos nos esta afectando, tal vez nunca lo quiso hacer y solo fue un impulso…
Solo espero que tal vez no haya sido nada de lo que este pensando,
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