They don't know about us - 1D
Cerré los ojos, tratando de disfrutar del cálido sol y de la brisa cálida que ondeaba. La molestia en mi costado ya casi era imperceptible, había sido una suerte que la bala no hubiese dañado ningún órgano vital, me encontraba bien, al igual que Antonio que aún seguía con una férula en su brazo derecho. Cuatro meses habían pasado ya, tiempo en el cual había perdido a personas que en algún momento habían sido importantes en mi vida, y era tan difícil pensar en que ellas ya no estaban con nosotros. Dolía, dolía mucho sobre todo la muerte de ella...
Kenneth había entrado en coma luego de haber sometida a una intervención quirúrgica, pasó mucho tiempo en ese estado, pero las balas habían dañado muchos de sus órganos internos, sumado a toda la sangre que había perdido, los doctores no habían dado muchas esperanzas y un mes después de todo aquel caos, ella falleció. Y Para todos era un misterio comprender que había motivado a Ken a obedecerle a Paola, pero ninguno de nosotros tenía conocimiento del alcance de mi ex, de todo el poder de manipulación que había ejercido en una de mis mejores amigas. Pues Paola... ella había sido quien planeó todo aquel complot, todo aquel mezquino plan, motivada por su enfermedad, por todo el odio que sentía, por todo el dolor que no le permitía seguir su vida sin lastimar a los demás.
Pero de algo si estábamos seguros y era que Ken nunca había querido en realidad participar en aquello, pues si no hubiese sido por ella, Paola hubiera conseguido su propósito, hubiese acabado con mi vida y en el proceso me hubiese arrancado el alma. Pues si Ken no hubiese encontrado las fuerzas necesarias para empuñar el arma y dispararle a tiempo a Paola para detenerla, la autora intelectual de todo aquel complot, hubiese acabado con la existencia del amor de mi vida. Pero al final fue Paola quien murió casi al instante y quien se llevó, con el paso de los días, a aquella mujer que por años la consideré casi como una hermana, pero que había sido contagiada de todo el odio y rencor de mi ex.
Sin embargo, de nada habían valido todos sus intentos —por odio, despecho o manipulación—, por separar a Brandon de Camille y a Harmonie de mí, pues estos primeros un mes atrás se habían comprometido, anunciando que en un par de meses, diciembre, iban a casarse. No querían esperar más tiempo, pues sabían de primera mano que la vida podía dar un giro de trescientos sesenta grados en un abrir y cerrar de ojos, además que, prácticamente vivían juntos, casarse solo seria formalizar, aún más, lo que desde tiempo atrás ya tenían. Y en lo concerniente a Harmonie y a mí, pues íbamos de apoco, disfrutando cada día lo que este sentimiento nos obsequiaba, saboreándolo, explorando nuestras personalidades, profundizando nuestra relación hasta niveles que jamás creímos posibles, sobre todo ella. Harmonie estaba en una expedición nunca antes vivida, poco a poco iba aprendiendo, develando parte de su personalidad, esa que había tenido cohibida durante años y que, afortunadamente, yo era el que estaba gozando y ayudándole a que poco a poco fuera conociéndose más, sin temor ni inhibiciones.
—Charles... —Abrí los ojos de golpe, de inmediato su melena rojiza acaparó toda mi atención, estaba arrodillada a mi lado. Sonreí y aclaré mi garganta, no quería que se diera cuenta de por donde habían andado mis pensamientos, pero era imposible no recordar todo aquello, no sentir todo el terror y pánico nuevamente en mi sistema, era como revivir todo, inevitablemente así era.
— ¿Qué sucede, amor? —pregunté, incorporándome. Estaba recostado sobre el tronco de un árbol, mientras le daba privacidad a Harmonie para que pudiera hablar con Blanca.
—Mi mamá quiere hablar contigo —dijo, sonriéndome condescendiente. Ella sabía en qué había estado pensando pero no dijo nada, pues no era un tema agradable de hablar. Fruncí el ceño, demasiado extrañado. Era la primera vez en todo el tiempo que llevábamos visitándola que ella pedía hablar conmigo. Nos pusimos de pie y caminamos uno al lado del otro, mi brazo estaba alrededor de sus hombros, pegándola a mi costado derecho sano—. Será rápido, lo prometo. Solo quiere conversar contigo... —Me alejé un poco para verla a la cara, ¿acaso ella sabía qué quería decirme su mamá? Soltó una corta risa al tiempo que negaba con la cabeza—... y no, no sé qué desea decirte.
Me dejó a solas con su Blanca, mientras alegaba a que iría a hablar con la directora del centro. Los ojos de mi futura suegra me miraban inquisidores, eran casi del mismo color que el de mi novia. Alcé una mano en modo de saludo y sonreí. Ella palmeó el asiento a su lado, asentí con la cabeza y sin mayor espera me senté. Pasó un buen rato en silencio, solo observándome, y traté de no bajarle la mirada, y no es que me hubiese costado demasiado, pues sus ojos, su forma de mirarme era demasiado penetrante, pues podía sentir como se iba adentrando a mi alma con demasiada facilidad. ¡Guau!
—Gracias —murmuró despacio, como si no quisiera que nadie nos escuchara. No dije nada, pues no sabía con exactitud qué decir, solo aguardé a que ella prosiguiera—... muchas gracias por regresarme a mi hija. —Mis ojos se abrieron con escepticismo.
—No tiene nada que agradecerme —respondí, porque era la verdad. Ver a Harmonie feliz, recuperando una de las relaciones más importantes en su vida, sencillamente me hacía feliz.
—Debo hacerlo —puntualizó—. Harmonie ha sufrido mucho, durante gran parte de su vida se recluyó no solo de su padre sino que también de mí —dijo, adentrándose en sus pensamientos y entendía muy a lo que se refería, pues por poco más de dos años mi novia había desistido de visitarla y seguramente había sido una época muy oscura y dolorosa para ellas—. Porque por mucho tiempo creí que no volvería a ver a mi hija, a aquella jovencita risueña y feliz. Y tú me la devolviste, así que te estaré eternamente agradecida, porque sé que ahora que está contigo, mi pequeña Harmonie es muy feliz. —Un pesado sentimiento se situó en mi pecho, los ojos de Blanca estaban anegados y yo no tardaba en estar igual—. Sin embargo, solo una cosa deseo pedirte...
—Lo que sea. —Me adelanté a decir.
—No te rindas. Vendrán días muy difíciles, en donde hasta la misma Harmonie va a dudar de ella misma, de su relación... —Mis ojos develaron el miedo que sus palabras me provocaban. Me dedicó una sonrisa tranquilizadora—... pero cuando ese momento llegue, no dudes que ella te ama. Eres su primer amor, siempre será así, por favor no lo dudes —pidió con premura, tomando una de mis manos y dándoles un leve apretón, asentí con la cabeza, gravando con fuego sus palabras. No iba a ser fácil, nunca lo había sido, sin embargo, no sería imposible.
—Yo amo a su hija con mi vida —dije, abriéndome por completo, exponiendo mi alma—, le prometo que lucharé por ella y si es necesario por ambos. —Me sonrió más tranquila y complacida con mis palabras. Yo era capaz de dar mi vida por ella, sin temor lo comprendí.
—Eso quería escuchar. Ahora por favor, no me hagan esperar mucho por nietos, que precisamente no me estoy haciendo más joven —bromeó, bueno con la ultima parte. Sonreí, mientras sacudía la cabeza en una negativa.
Tiempo después que mi plática con Blanca terminó, llegó Harmonie y sin perder tiempo a nada, tan pronto nos tuvo juntos, nos hizo la misma petición: quería ser abuela pronto. ¡Dios! El rostro de mi novia se había tornado escarlata, había sido muy incomodo, sin embargo, esa mujer tenía razón, no podíamos seguir perdiendo el tiempo. Y solo entonces otra idea se cruzó por mi cabeza.
Por la tarde me ocupé en buscar un lugar para llevar a Harmonie al día siguiente, encontré una opción que me puso famélico. Por la noche salimos a cenar, mi novia se miraba muy feliz y renovada, pues siempre luego de ver a Blanca una sonrisa se apoderaba de sus labios y ¡diablos!, me encantaba verla así.
— ¿Tienes algo qué hacer mañana? —pregunté, justo después de poner el vehículo en marcha. Hizo el amago de pensar, con tal de torturarme un poco. Cuando se lo proponía podía ser muy mala, pero no me quejaba, eso era algo que me encantaba de ella, que desde el principio me atrapó.
—No, no tengo nada, ¿tienes algo en mente? —preguntó. Asentí con la cabeza, había tenido muy poco tiempo para planear todo, pero ¡cielos! Entre más rondaba la idea por mi cabeza, más convencido estaba—. Esa sonrisa no sé si debe de alegrarme o aterrarme.
—No lo sé, ambas quizá —respondí. Sus labios se fruncieron y sus ojos se entonaron—. Solo una cosa puedo decirte y es que: mañana voy a secuestrarte. —Mi novia soltó una corta risa, la curiosidad comenzaba a posarse sobre y sabía que las siguientes horas iban a ser difíciles, pues Harmonie haría lo que fuera por sacarme la verdad. Y así hizo, volviéndome una tarea titánica el mantener mi boca callada y la sorpresa a salvo. Harmonie me sedujo, al punto de casi sacarme toda la verdad, pero al final, quedamos tan exhaustos que pronto el cansancio nos venció.
A la mañana siguiente, salimos mucho antes que rayara el alba, pues quería evitar a toda costa el tráfico. Y, durante todo el camino, fue nuevamente una lucha constante el evitar contarle a dónde íbamos, pues Harmonie era muy persuasiva y se valía de sus artimañas para lograr sacarme la verdad, porque muchas veces había estado a punto de lograrlo, pero segundos antes reaccionaba y eso la frustraba. Hasta había intentado seducirme otra vez, pero había sacado a relucir todo mi auto-control, pues solo de esa forma había evitado caer rendido a sus pies y confesarle toda la verdad.
—Bienvenidos a Washington city —leyó— ¿me llevaras a ver al presidente? —bromeó, pues en realidad estábamos muchos kilómetros de distancia de la capital. Sonreí y asentí con la cabeza.
—Tenemos una cita en media hora —dije. Soltó una exclamación demasiado exagerada y dramática.
— ¡Y yo en estas fachas! —recriminó. Sacudí la cabeza en una negativa, se miraba hermosa en un short de mezclilla corto, una blusa sin magas color rojo, sus lentes de sol y un sobretodo blanco.
—Te ves preciosa y lo sabes —refuté. Di un vistazo a sus piernas descubiertas para demostrar mi afirmación. De inmediato la vi sonrojarse, ¡santo cielo! Verla de esa forma era tan surreal.
Poco tiempo después aparqué en River Road una zona acuífera famosa por ser un lugar ideal para pescar. Bajamos del vehículo, ya dentro del parque, sacamos todas las cosas que habíamos preparado, los alimentos y demás para pasar el día entero ahí. Solo esperaba que el lugar no le desagradara a Harmonie, ella era una chica de ciudad. Tomé mi chaqueta y cuando ella no veía tomé aquel objeto plateado y lo guardé en el bolsillo de la misma. Entonces, luego emprendimos camino. El sol pegaba con fuerza pero no era del todo incomodo debido a que llevábamos puestas unas gorras —cuestión no muy estimada por mi novia—, lentes de sol y a que la vegetación regalaba muchos espacios con sombra en el camino.
—El día esta precioso para un picnic —dijo, mientras nos acomodábamos en una sección de mesas, rodeada de arboles y césped. Me reí por lo bajo, sí tan solo supieras, pensé.
Sacamos una frazada y la depositamos sobre la superficie de concreto, sacamos unos emparedados y fruta, para desayunar. Luego, comenzamos a conversar, quería distraerla lo más posible de mis intenciones, sin embargo, no era del todo fácil pues más de una vez habían pasado familias o parejas con implementos para pescar y mientras la escuchaba comentar que debía de ser muy interesante practicar esa actividad, yo me regodeaba con mi maldad.
— ¿Y ahora qué haremos? —preguntó, luego de guardar las cosas en las mochilas. Me encogí de hombros, restándole importancia, como si en realidad no tuviera nada planeado.
—Acá adelante hay una tienda de suvenires podemos pasar y comprar algunas cosas para Lucy, ¿qué dices?
— ¡Claro! —exclamó entusiasmada. Nos tomamos de las manos y avanzamos hasta la tienda y no le estaba mintiendo del todo, en el lugar si vendían recuerdos, pero también todo lo que necesitaría para darle mi sorpresa.
Entramos y de inmediato ella se fue a la zona de recuerdos, mientras yo comencé a comprar las cañas de pescar, las carnadas vivas, así como pagué el alquiler de un bote de remos y un par de chalecos salvavidas. Me hice de un par de gorros típicos de un pescador, ¡Dios! Me moría por verla lucirlo. Me acerqué hasta donde ella estaba y le dije que la esperaba afuera, frente al río, ni siquiera se molesto en volver a verme, estaba inmersa viendo una lámpara tallada en madera.
Afuera el sol pegaba con más fuerza, llevé todas las cosas hasta la zona donde yacían los botes, le mostré al encargado el ticket de pago y me entregó los remos del bote —a petición mía—, llamado: Sirena Road. Dejé las mochilas en el centro del bote, así como las cañas de pescar, me enfundé en lugar de la chaqueta, luego de haber sacado mi sorpresa, en un chaleco salvavidas y me puse el gorro. Y justo cuando terminaba de arreglar mi accesorio, noté como Harmonie salía de la tienda y me buscaba con la mirada. Al verme, se acercó recelosa, sonreí por completo, ya sin intenciones de ocultar mi propósito.
— ¿Qué dices si damos una vuelta? —pregunté. Sus ojos se entornaron.
— ¿Qué estas tramando? —preguntó inquisidora. Me encogí de hombros.
—Solo quiero ir a dar una vuelta contigo y pescar un rato —dije. Su boca se abrió con escepticismo, negó con la cabeza, decidida—. ¡Oh, vamos! Será divertido, solo ponte esto y veras que nada te pasara —dije. Luego de convencerla, le ayudé a ponerse el chaleco y el gorro, a regañadientes.
—Te detesto, eres tan ruin. Apuesto a que estas disfrutando mucho esto, ¿no es así? —Me encogí de hombros al tiempo que hacia una mueca de desconcierto. Bufó.
Comencé a remar, acercándome al otro lado del río, que era muy apacible, muchos otros botes andaban cerca de nosotros, entonces busqué un lugar un poco alejado, en medio de toda aquella masa de agua. Y poco a poco Harmonie fue olvidando su enojo y a participar en la conversación que intentaba entablar. Le pasé una caña de pescar y le expliqué lo mismo que una vez mi padre me había explicado, tomé una carnada viva, e ignorando sus comentarios de asco, lo introduje en el gancho y sin dificultad logré lanzar el asuelo. Harmonie tiempo después hizo lo mismo, pero fui yo quien logró pescar primero.
— ¡Oh mira! —dije—, estoy seguro que es el pez más grande que has visto de cerca —dije alardeando. Monie rodó los ojos al cielo y siguió esperando a que un pez picara su anzuelo, mientras yo volvía a preparar mi caña de pescar, decidido a llenar esa hielera. Pero entonces lo imposible sucedió: Harmonie comenzó a pescar más que yo. Y fue tanta su emoción que prácticamente le perdió el asco a la carnada—. Todo esto es gracias a mí, no lo olvides.
—Sí, como no —respondió socarrona. Seguí fingiendo indignación, permitiendo que ella disfrutara menospreciando mis habilidades masculinas, cuando en realidad me encontraba muy feliz de verla así, sonrosada debido al sol, con el viento desordenando su cabello y con esa sonrisa pegada en su rostro—. Pásame otra carnada, por favor —pidió, mirándome con la barbilla alzada, rodé los ojos en respuesta.
—Dame un segundo —respondí. Ella siguió fija viendo el agua, entonces sin que ella lo viera venir saqué el brillante y plateado objeto—. Aquí tienes, amor —dije, depositándolo en su palma abierta. Entonces, cuando notó lo que había dejado ahí, me observó incrédula y demasiado confundida. Sonreí a mis anchas.
— ¿Para qué es esta llave? —cuestionó, frunciendo el ceño y mirándola con atención.
—Sellé el trato sobre el departamento que te comenté —dije, entonces sus ojos se abrieron con sorpresa, pero no con la que estaba por experimentar—. Harmonie, quiero que vivamos juntos. Y si aceptas, esa sería tu llave del departamento. —Sus ojos se abrieron mucho más, si era posible. Pestañó un par de veces, demasiado anonadada, entonces añadí—: Te amo, como nunca voy a amar a alguien. Harmonie, por favor, no perdamos más tiempo, y es que te aseguro que ahora que comenzaré a trabajar para tu tío, mis ingresos serán mejores... podremos tener una mejor calidad de vida, podremos disfrutar este amor a nuestras anchas. Preciosa, te amo y quiero comenzar una vida contigo, deseo verte cada mañana y por las noches... quiero hacerte el amor en nuestro propio espacio, quiero... —Entonces, se levantó y me besó, sintiendo como pirotecnia salía disparada de mi pecho, amarla era efusivo, explosivo y vivificante.
— ¡Por todos los cielos, Charles! Claro que acepto... vivir contigo es lo que más anhelo. ¡Te amo tanto! —confesó. Nos besamos de nuevo, en uno diferente, más posesivo y cargado de emociones. Porque ambos sabíamos lo que ese paso significaba, ambos sabíamos que por fin nos estábamos abriendo por completo al amor, que al fin habíamos logrado dejar todo el miedo, todas nuestras inseguridades y todos esos malos recuerdos que por mucho tiempo nos habían servido de tropiezo, en el pasado. Y ahora Harmonie era mía en todos los aspectos y yo sería, de cuerpo, corazón y alma, por siempre suyo.
Fin
N/A: Muchísimas gracias por permanecer a mi lado en esta historia que fue todo un reto para mí, a pesar de todas esas veces que la pause, que tardé tanto en actualizar gracias por lo que esperaron pacientes y los que se fueron agregando en el camino.
Asimismo, los invito a que vayan a mi perfil y busquen la tercera parte de esta trilogía, ya esta publicada para que la agregue a sus bibliotecas y estén pendientes de todo. Nuevamente gracias y en un rato subo el epílogo.
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