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Capítulo 33

Easy love - Lauv

Una semana fue el tiempo que fingí que volvería con Paola y había sido lo más difícil y desleal que he hecho jamás. Tenía que fingir que estábamos juntos, planear qué haríamos cuando ella saliera del hospital... planificar toda una vida juntos, algo que no pasaría jamás por la sencilla razón que ella sería internada en un psiquiátrico y entre nosotros ya no había amor ni un futuro. Sin embargo, cuando la desesperación y la telaraña de mentiras comenzaban a enredarse en mí, a apretarme con tal de no dejarme respirar, Harmonie aparecía para motivarme a seguir, para hacerme entender que todo aquel sacrificio —por muy mal que se escuchara—, era por el bien de Paola y el nuestro. Además todo aquel engaño no era solo planeado y motivado por mí, los padres de mi ex estaban enterados de todos, ellos mismos habían estado de acuerdo en que lo hiciera el tiempo que Paola durara en aquel hospital con tal de no repetir el incidente.

Y ya había pasado una semana desde la última vez que vi a Paola; había salido de su habitación minutos antes que los enfermeros y doctores entraran para informarle lo que pasaría. Ni siquiera Ken sabía lo que había estado haciendo, lamentablemente ya no confiaba en ella, por lo que fingí clara sorpresa cuando "nos informaron" sobre el traslado de Paola al sanatorio. Aún recuerdo los gritos, el cómo gritaba llamando a sus padres y a mí. Y eso me hizo sentirme más mezquino, pero inevitablemente me repetía una y otra vez que era lo mejor.

Ese día sábado por la noche, iba rumbo al departamento de Harmonie; teníamos una reservación en un bonito restaurante y he de admitir que estaba muy nervioso, pues en un principio no sabía sí le agradaría la idea de ir a cenar... como en una cita, pero decidí tomar el riesgo y hacerle la propuesta, aceptó más entusiasmada de lo que creí y eso  fue como si un enorme peso fuera removido de mis hombros. Pues aunque no era la primera que vez que salíamos... sí era la primera vez que teníamos una especie de cita y la llevaría a cabo con todo lo que la misma implicaba; flores, una cena romántica en un restaurante muy bonito, luego una caminata a la luz de la luna y para sellar con broche de oro, le pediría que fuera mi novia.

¡Dios! Estaba realmente ansioso y temeroso.

La incertidumbre estaba acabando conmigo; había pasado varias noches batallando para determinar en si ya éramos o no novios, ¿pero qué más podríamos ser? Lo que nosotros teníamos no era de una amistad normal, nosotros desde hace mucho tiempo habíamos cruzado esa línea. Entonces, alegando a que para asegurar lo que comenzábamos a tener en ese momento... se lo propondría. Y para eso quería una cita perfecta, me había esmerado demasiado, Brandon me había ayudado para conseguir la reservación, Camille me había ayudado con las flores y yo ya tenía listo mi pequeño discurso.

¿Estás seguro de hacer todo eso?, ¿y si le parece cursi a Harmonie?, cuestionaba mi consciencia y esas eran preguntas que me había hecho y aunque cabía la posibilidad que ella no aceptara aquel gesto de mi parte como yo esperaba, lo haría. Yo así era, detallista, romántico, y la amaba demasiado. ¡Pero nunca había estado tan nervioso y temeroso que una chica me rechazara! Porque en esa ocasión no era cualquier chica, era la mujer que había escogido mi alma, Harmonie era esa melodía que la sinfonía casi extinta de mi vida y de mi alma con tanta locura necesitaba. Ella le había dado sentido a todo, le devolvió la razón de ser a mi tonada.

Toqué a la puerta, inhalé aire un par de veces, con el propósito de disminuir el golpeteo arrítmico de mi corazón, sin embargo, todo empeoró cuando escuché como quitaba el pestillo y desde el momento en que la puerta se abrió, develando la majestuosa imagen de Harmonie, todo el aire abandonó mi cuerpo, mis órganos olvidaron cómo funcionar, puedo jurar que la tierra detuvo su marcha para renovarla en sentido contrario. Solo me bastaba tenerla frente a frente para sentir como mi mundo entero se ponía de cabeza. Y es que se miraba hermosa con un vestido color negro ajustado a cada una de sus curvas, sus piernas se alargaban gracias a los tacones dorados, su cabello caía sobre sus hombros y pecho... se miraba hermosa.

—Hola —saludé, extendiendo mi mano con el ramo de flores. Sus ojos brillaron con un sentimiento que no logré distinguir debido al maremoto que estaba causando destrozos en mi pecho.

— ¿En serio son para mí? —cuestionó con su voz entre sorprendida y feliz. Las tomó y de inmediato se las llevó a la nariz para aspirar su aroma. Luego, me miró y sus labios se ladearon en una sonrisa, le devolví el gesto con mayor fuerza—. Muchas gracias, están hermosas —dijo, acercándose para rozar mis labios, el mero contacto me dejó pasmado, me invitó a pasar, alegando a que solo las ponía en agua y tomaba sus cosas para poder irnos.

Y así pasó, conduje por la ciudad, serpenteando entre los autos para evitar perder nuestra reservación. Durante el camino la música de mi estéreo sonaba llenado los cortos espacios de silencio, cuando de vez en cuando comentábamos cualquier cosa, sintiendo como el ambiente era relajado y agradable. Y en ese momento, con Harmonie a mi lado, mientras podía ser testigo de su enorme sonrisa, me juré que no permitiría que nada arruinara esa velada. Logramos llegar al restaurante a tiempo, cenamos en un ambiente cálido y romántico, con luces tenues y música de fondo, mientras conversábamos que ya quedaba poco para que terminara mis estadías, lo cual me llenaba de felicidad pero también de nostalgia pues gracias a Ken y a la oportunidad de poder hacerlas ahí, yo había logrado acercarme a Harmonie. Eran tan increíbles las vueltas que daba la vida, en cómo te alejaba de personas que creíste permanecerían y te acercaba a otras que jamás concebiste posible.

— ¿Es en serio Charles? —cuestionó divertida. Estaba narrándole una anécdota de  mi infancia, en como acostumbrábamos ir a la iglesia con Brandon con tal de ver niñas.

—Te lo juro. Brandon siempre terminaba con los dulces o cualquier otra cosa de esas pobres niñas... —dije, adentrándome en mis pensamientos—... mientras yo les regalaba flores y él absolutamente nada, ¿puedes creer? —Asintió con la cabeza, sonriendo. Esos recuerdos, todo aquello que había hecho de niño me hacia reafirmar que yo desde siempre había sido así y que no importara cuánto tiempo pudiera pasar o qué pudiera sucederme, yo sería siempre el mismo. ¿Tan malo era ser enamoradizo?, ¿darlo todo sin pensar?, ¿enamorarte y entregar el alma?

—Y déjame adivinar: Brandon se llevaba la mayoría de las conquistas, ¿no es así? —Asentí con la cabeza al tiempo que me llevaba una mano al pecho de forma teatral. La escuché reír—. Que estúpidas podemos llegar a ser las mujeres —murmuró, la miré y aguardé a que prosiguiera, sin saber a qué venía ese comentario. Yo dudaba mucho que ella alguna vez hubiese sufrido por un chico, ella era de esas chicas que siempre fueron inalcanzables, de esas que no les importaba lastimar, pero que su interior estaba más dañado que cualquiera con heridas más profundas que las que pueden dejar un corazón roto—. Me alegra mucho poder haberme quedado con el premio mayor, con lo que todas ellas dejaron ir por ilusas —dijo, sonriendo y mirándome de aquella forma que instituía una calidez en mi pecho sorprendente y era como si las heridas del pasado ya no importaran. Porque a la larga, todo ese sufrimiento había valido mil veces la pena, porque no hay amor sin sufrimiento, no existe un amor que sea fácil. Y en ese momento lo entendí a la perfección.

Luego de comer, salimos a caminar en un parque que quedaba cerca del restaurante. Anduvimos por los caminos adoquinados que eran iluminados por pequeñas luces, así como los árboles y faroles que ayudaban a dar una apariencia más surreal y mágico a aquel parque. Y me sentía tan jodidamente feliz, sentía que la plenitud la tenía a un roce de mis dedos,  al lado de Harmonie me sentía poderoso e invencible.

— ¿Ya pensaste si iras conmigo al ensayo de la fiesta de compromiso? —cuestioné, deseaba que ella me acompañara, Brandon me había mandado a decirle que estaba más que bienvenida, pero por alguna extraña razón Harmonie se resistía a acompañarme. La escuché soltar un suspiro cansino, llevaba desde varios días atrás insistiendo por una respuesta.

—No creo que sea una buena idea, yo soy prácticamente una extraña —dijo. Volví a ver con cara de: ¿en serio? ¿Harmonie una extraña para los O'Donnell?

—Qué excusa más barata —refuté. Me situé frente a ella, debido a los tacones estábamos casi de la misma altura, la miré directo a los ojos, intuía que había algo más, ¿pero qué podía ser? Ella, por alguna extraña razón, se negaba a decírmelo—. ¿Por qué no quieres ir? —pregunté. Echó su cabeza hacia atrás—. ¿Qué es lo que en verdad sucede?, ¿no quieres ir conmigo, eso es? —pregunté, deseando solucionar esa duda que desde días atrás venía rodando mi mente. Volvió a ver, incrédula. Me encogí de hombros, no entendía nada.

—Te diré qué es lo que pasa pero prométeme que no dirás absolutamente nada —dijo, al tiempo que me señalaba con el dedo índice. Asentí con la cabeza, entonces comenzó a contarme que no quería incomodar a Camille pues luego de lo que había pasado con Ken y que eran primas, las cosas entre Camille y Harmonie se volvieron tirantes e incomodas.

— ¿En verdad no iras? Creo una de las mejores formas para demostrarle a Camille que no temes ni debes nada es yendo a esa celebración, además deja que el tiempo aclare las cosas. Si gustas puedo hablar con...

—No, porque no debes decir nada, ¿recuerdas? —Asentí con la cabeza, resignándome—. Pero tienes razón, si me escondo lo único que demostrare en que en verdad tuve algo que ver. —Seguimos andando, crucé los dedos sobre mi espalda—. Está bien, iré contigo —murmuró en respuesta. Hice con mi puño un ademan de victoria, Harmonie rodó los ojos murmurando que era muy infantil. Solté una risa divertida, entonces tomándola de su antebrazo, la hice girar para que quedara frente a mí, la abracé y delineé con mi nariz sus labios, notando como los entreabría.

—No deberías de salir con menores —canturreé. Su boca se abrió pero nada a excepción de su aliento afrutado salió. Sonreí y besé la comisura de su labio, sintiéndola temblar bajo mi tacto. Entonces añadí—: Pero lo bueno es que a mí me gustan mayores... —Y la besé sin darle tiempo a que hiciera algún reclamo. Sus manos se colaron a mi cuello y aferrándome me atrajo, acercándome más de lo que era posiblemente admitido para todo público. Seguimos caminando, para evitar seguir dando un espectáculo en pleno parque. Sin embargo, mientras la escucha reír por alguno de mis malos chistes, bajo la luz de la luna... algo sumamente pesado de instaló en mi pecho, esa necesidad de siempre saberla mejor se incrementó en mi corazón, de ser yo quien siempre provocara esa sonrisa en sus labios, ser nada más que yo el causante de sus risas. Ser el único en su vida, porque ella lo era en mi vida, siempre seria así—. Harmonie... —llamé, ella se calló de golpe y me miró curiosa. Tragué grueso, sentía mi pulso acelerado y el repiqueteo de mi corazón en mis orejas—... sé que a ti nunca te han gustado las etiquetas, pero... pero yo quiero... no debes aceptar, solamente es una propuesta un poco infantil —balbuceé.

—Solo dila y yo te diré si es infantil —dijo, cortando de tajo mi balbuceo.

—Te gustaría... ¿te gustaría ser mi novia? —dije, sintiendo como otra carga pesada se liberaba. Lo había dicho y lo que a partir de ese momento pasara estaba en sus manos. Nuestros ojos se conectaron, podía percibir como la electricidad a nuestro alrededor se encrespaba.

—Debes saber que... en otro momento de mi vida, lo que estoy por hacer, no lo concebiría ni siquiera lo pensaría. Pero contigo todo siempre ha sido diferente, tú me has hecho darme cuenta de muchas cosas y has despertado otras... —Sus manos se fueron a mis hombros, pegó su cuerpo al mío—... solo por ti me arriesgaría a decir que sí, por supuesto que sí.

Regresamos a mi departamento, pues turnábamos las noches para quedarnos en la casa del otro y en esa ocasión tocaba en mi casa. Harmonie estaba en el baño, mientras esperaba que saliera prendí la televisión, sin embargo, cuando estaba muy sumergido en el programa, mi teléfono comenzó a sonar. Y de inmediato al ver el nombre en la pantalla, un escalofrío recorrió mi espalda por completo. Atendí a la llamada.

Aló, Darío. ¿Sucede algo? —pregunté. Su voz sonaba cortada, entonces al notar que lloraba... sentí como el aire comenzaba a faltar—. ¿Qué pasa? —exigí saber.

—Paola, h-huyó del psiquiátrico... —Y solo esas palabras bastaron para estropear esa noche para mí. Hablamos un par de cosas más, quedando de estar al tanto por si ella decidía buscarme. Lo cual ambos sabíamos que, tarde o temprano, pasaría.

— ¡Oh mierda! —exclamó de forma moderada, no como hubiese querido pues Harmonie estaba cerca y no quería arruinar también la noche para ella. Así que, decidí callar por el bien de los dos, decidí no decirle que Paola, diagnosticada con trastorno obsesivo-compulsivo catalogada como un paciente peligroso, debido a su capacidad de obsesión enfermiza, se había escapado y que su última promesa con el psiquiatra había sido: encontrarme.

¡Mierda, mil veces mierda!

Debiamos encontrarla a como diera lugar, pues de contrario todo podía volverse un problema grave. Algo dentro de mí, lo intuía.

—Charles, ¿estás bien? —preguntó Harmonie, giré para verla y su imagen logró deslumbrarme a tal punto de casi disipar la preocupación que se estaba arraigando en mi sistema.

Harmonie me guió hasta la habitación, donde poco a poco su sabor fue distrayéndome de la realidad que nos rodeaba. Y traté de amarla, pero la sensación de peligro la sentía correr por mis venas. Sin embargo, lo hice, la amé con intensidad, pasión, de tal forma como si el mundo fuera a desparecer al día siguiente. Concentrándome solo en el momento, en ella nada más.

***

—Debes ayudarme... por favor, eres mi amiga —supliqué entre sollozos, esperando que mi teatro fuera lo suficientemente creíble para convencerla. Ken me miró de forma suspicaz. Bajó el rostro y negó con la cabeza, tomé una de sus manos y le di un leve apretón, logrando que volviera a verme—. Por favor, ayúdame y yo te ayudo... es más, si aceptas nos desharemos primero de ella... —Sus ojos se encendieron con un brillo que me dejó más que claro que le había atinado. Entonces añadí—: no permitamos que esas intrusas nos arrebaten nuestra felicidad.

—Está bien, lo haré solo porque no concibo mi vida sin Brandon en ella —dijo, evité rodar los ojos. La abracé y le agradecí el que me ayudara.

—Todo saldrá bien, será limpio y nadie se dará cuenta de nada ni que fuimos nosotras... y cuando menos sintamos estaremos disfrutando del amor que desde siempre nos perteneció. —Asintió con la cabeza y sonreí, si tan solo supiera que me iba a ayudar a deshacerme de su prima, de esa puta que no se saldría con la suya. Y había sido una suerte que Ken estuviera ajena a la relación que mi Charles tenía con esa perra, la cual descubrí rápidamente luego de seguirlo un día entero.

Y estaba decidida a deshacerme de quien se interpusiera en mi camino, porque si Charles no era mío... no sería de nadie. Y no importaba nada ni nadie, él sería solo para mí.

N/A: Charles en un bello 😍, su lado romántico al fin salió a flote y lo mejor de todo fue que a Harmonie no le intimidó, al contrario, le encantó dejarse llevar de la mano de él. Sin embargo, ahora vamos con esto último... What the hell?! Paola se escapó y lo peor de todo es que ésta enferma, eso está claro. Y ésta decidida a recuperar a Charles, a como de lugar. No sé ustedes, pero esto me preocupa.

Ahora, para aligerar el ambiente, les traigo una sorpresa... ¿Listos?

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Sigan bajando 🙊
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Ya casi...
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"Y a la oscuridad llegaste,
Todo con tal de salvarme
De arrancarme de las sombras
Que estaban a punto de matarme."

¡Próximamente!

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