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Capítulo 30

One last nigth - Vaults

Estaba hablando con Paola, sobre lo que había sido de mi vida mientras estuvimos separados, y me esforcé mucho en querer contarle pero mi mente se veía entorpecida por la imagen de Harmonie, pues todo lo bueno que recordaba y tenía más presente había sido con ella. Y dolía tanto no poder compartir mis días nunca jamás con ella.

— ¿Cómo son las personas en la empresa de padre de Ken? —cuestionó interesada. Rasqué la parte posterior de mi cabeza, esa era una pregunta que no tenía ánimos de responder. Todo en ese lugar me recordaba a Harmonie.

—Son amables y muy agradables —respondí. Paola me miró con atención, sin embargo, su mirada ya no poseía aquel encanto hipnotizador que adormecía mis sentidos. Traté de ahuyentar esa sensación de incorrecto—.Pero ya basta de mí, ¿cómo te sientes?, ¿qué te han dicho los doctores? —cuestioné. Sus ojos se empañaron, tomé una de sus manos en un gesto confortante, sin embargo, el único sentimiento que sentía era la compasión.

—Pues dicen que me recuperaré pronto, que en un par de semanas o antes, si es que todo marcha como hasta ahora, me darán de alta.

— ¡Esa es una noticia estupenda! Ya verás que muy pronto todo eso solo será un recuerdo —alenté. Ella me regaló una sonrisa, pero la felicidad no estaba presente.

—Hay más —murmuró. Asentí con la cabeza, motivándola a que hablara—: me dijeron que debido al daño que ocasionó el accidente y que el parto fue muy... complicado... mis ovarios se vieron seriamente dañados, por lo que posiblemente ya no pueda tener hijos. —Su voz conforme iba hablando se iba quebrando. Me senté a su lado, sobre la cama y la abracé. Mientras acariciaba su espalda, tratando de consolarla. No podía imaginar el dolor que sentía en esos momentos.

—Pero solo es una posibilidad, además hay muchas formas para que puedas quedar embarazada. No te atormentes con eso, aún nada está escrito sobre piedra —dije, sosteniéndola entre mis brazos.

—Tienes razón... —susurró, moviendo su rostro en mi pecho al tiempo que aspiraba mi olor—... no sé qué haría sin ti. —No dije nada, porque la verdad era que no tenía nada que decir. Tiempo después, Paola se separó buscando una forma más cómoda para estar. Fue cuando sus padres entraron y a regañadientes permitió que me marchara para que ellos pudieran pasar un poco de tiempo con su hija que según ellos, gracias a mí, ya se encontraba de mejor ánimo.

Salí de aquella habitación que estaba comenzando a asfixiarme. Respiré un par de veces, tratando de aminorar esa opresión en mi pecho, me sentía miserable... realmente contrariado en lo que mi orgullo me decía que hiciera y lo que mi corazón me dictaba. Me fui a la sala de espera, entonces pronto Ken apareció en mi campo de visión, me senté de inmediato. La vi titubear, pero al final se acercó. Me saludó como si nada y comenzó a preguntarme cómo estaba Paola.

— ¿Porqué lo hiciste? —pregunté, cortando de tajo su interrogatorio. Su ceño se entornó, sin embargo, la claridad surcó su rostro entonces rodó los ojos y se encogió de hombros.

—Estoy haciendo exactamente lo mismo que Paola está haciendo por ti —dijo con aire fresco. Hice mis manos puños y apreté mi quijada, tratando de mantener a raya el enojo que estaba comenzando a tomar fuerzas.

—No me vengas con esa estupidez. ¿Qué mierdas buscabas al besar a Brandon a sabiendas que esta por comprometerse? —En sus ojos negros brilló la ira.

—Solo estoy luchando por lo que quiero, Charles. Yo amo a Brandon, ¿qué no lo entiendes? —Sacudí la cabeza en una negativa. Tantos años habían pasado ya y ella en todo ese tiempo no había movido ni un tan solo dedo por buscarlo, siempre había recurrido a mí. Y no le creía su repentino interés, sencillamente no lo creía.

—No te creo. Dime, Kenneth, ¿a qué se debe tu interés repentino? ¿Será acaso porque ahora Brandon cuenta con un mejor futuro?, porque ahora que sabes que es millonario te diste cuenta que aún lo amabas. No me vengas con ese cuento que no me lo trago —espeté. Por un momento la vi herida, sabía que no era tan mezquina pues ella también tenía mucho dinero.

—Me importa una mierda si me crees o no —dijo.

—Solo una cosa te voy a advertir y es que no intentes arruinarle su relación a mi mejor amigo. Te quiero Ken, eres como una hermana para mí pero no voy a permitir que arruines la felicidad de Brandon y que estropees tu vida. Entiéndelo, él no es para ti. Porque no se trata solo de tu vida, está la de Brandon y Camille también. Solo recapacita, esta es una locura... —Fue entonces que su teléfono comenzó a sonar.

—Hola, papá. Si, ¿qué pasa? —preguntó cortante, fue entonces cuando todo vestigio de enojo fue reemplazado por su semblante pálido—. ¿Cómo pasó?, ¿cómo está ella? —De inmediato las campanas de alerta resonaron en mi cabeza, ella... ¿acaso hablaba de Harmonie? ¡Dios! El temor a que algo le hubiese pasado se inyectó en mi torrente, dificultando mi capacidad para respirar—. Si, si, voy para allá.

— ¿Qué sucede? —pregunté. Ella me regaló una mirada cargada de veneno, me importó poco. Una sonrisa malévola se dibujó en sus labios, entorné los ojos, sospesando la posibilidad que no fuera a decirme nada, sin embargo, soltó un suspiro casino.

—Es mi tía Blanca tuvo otra recaía y esta grave en el hospital... —Mis ojos amenazaron con salirse de sus cuencas al tiempo que sentía como mi corazón era estrujado, la sola imagen de Harmonie sufriendo envió olas y olas de dolor a mi cuerpo. Me levanté.

— ¿Dónde la tienen? —pregunté con apremio.

— ¿Acaso piensas ir? ¡Estás loco! Esto no le va a gustar a Paola...

— ¿Me dirás o no? —dije, cortándola. Masculló un improperio, entonces cuando me informó del hospital donde estaban, salí corriendo hasta el estacionamiento. Importándome una mierda Paola, mi promesa, el dolor que sentía por el desprecio de Harmonie, todo. Enfocándome solamente en ella y en querer estar a su lado para sostenerla, porque estaba seguro que se encontraba a punto de desquebrajarse.

Durante todo el camino me la pasé sumergido en una batalla interna. Pues muchas veces quise dar la vuelta y regresar, preguntándome qué demonios tenía que hacer yo ahí, pero entonces, la imagen de ella ahogada en el llanto, con el dolor arraigado en cada una de sus expresiones me motivaba a olvidar todos esos pensamientos que me desalentaban y así enfocarme en ella. Llegué mucho más rápido de lo que creí. Me estacioné y comencé a correr, sintiendo como una fuerza invisible comenzaba a halarme, que atenazaba mi interior. Una enfermera me indicó donde podía encontrar la sala de cuidados intensivos, entonces apresuré mi marcha, sintiendo con mucho más poder esa fuerza que empujaba de mí. Llegué hasta el pasillo de cuidados intensivos, entonces la vi. Estaba sentada, con su mirada perdida y su cuerpo temblando debido a los sollozos que la atacaban. Mi corazón dio un vuelco, para luego emprender su marcha preso de una arritmia. Di un par de pasos, con mis ojos fijos en ella, nada más. Sintiendo las corrientes emerger de nosotros, atrayéndonos, entonces su barbilla se alzó y me vio. Sus ojos me atraparon en aquel tan familiar trance, todo mi cuerpo olvidó trabajar y solo la necesidad de envolverla en mis brazos se hizo presente, tan fuerte que me estaba enloqueciendo. Harmonie poco a poco se fue poniendo de pie, sin perder la conexión de nuestras miradas, su rostro mostraba desconfianza como si el que yo estuviese ahí fuera una alucinación. Sin embargo, conforme la claridad iba surcando su rostro, ambos apresuramos el paso, hasta que Harmonie se estrelló contra mis brazos quienes la recibieron más que gustosos, deleitado en lo bien que se percibía su cuerpo contra el mío, sintiendo su calor irradiando, calentando el mío.

Sus manos aferraron mi chaqueta y el llanto fue incontenible. La encarcelé en un abrazo apretado pero cargado de emociones demasiado fuertes, sintiéndome completo y con todo el poder del mundo, listo para sostenerla, listo para cuidar de ella. Varios minutos después, se alejó un poco, mis manos acunaron su rostro, acaricié sus mejillas, limpiando la humedad. Sus ojos llenos de dolor y miedo, fueron como un golpe sordo directo en el estomago. Su labio inferior temblaba y su respiración era errática.

—Todo estará bien —murmuré con mi voz ronca debido a las emociones que sentía.

— ¿Cómo lo sabes? —murmuró, su voz estaba rota. Sonreí de lado.

—Porque es tu madre y ella es igual de fuerte que tú, preciosa —respondí. Sus ojos volvieron a empañarse y el llanto volvió a emerger. Su mejilla se posó sobre mi pecho, afianzando su agarre torno a mi cintura, la abracé de vuelta. Minutos después nos separamos debido a que Kenny había llegado.

— ¿Cómo te enteraste? —preguntó, nos acabábamos de sentar en un sofá un poco lejos de su familia. Señalé a su prima con mi cabeza.

—Estábamos juntos en el hospital cuando me enteré... —respondí. Ella asintió con la cabeza.

—Estabas con Paola —afirmó, sin embargo, hubo algo más en su tono de voz que me hizo sentir miserable, ¿había sido tristeza?

—No en realidad —repuse. Ella asintió con la cabeza y se erguió en su asiento, comencé a sentir como las barreras se interponían entre nosotros. Abrí mi boca varias veces, pero no sabía qué decir... porqué como iba a decirle que la amaba, si acaba de aceptar la propuesta de Paola, ¡Dios! Me sentía mezquino. Sus ojos amielados me miraron atentos, tantos mensajes ocultos en ellos, tantas señales que no logré descifrar en ese momento. Mi corazón gritaba que le dijera de una buena vez lo que sentía, pero mi mente me recordaba la estupidez que había cometido y que me servía de freno.

— ¿Cómo está ella? —cuestionó, minutos después de un silencio tirante.

—Bastante bien en realidad —respondí. Ella asintió con la cabeza. Abrió su boca, pero luego la cerraba—. Vamos dime —alenté. Hizo una mueca con sus labios, ¿eso era vergüenza? Le había tinado, pues sus mejillas comenzaron a teñirse.

—Sé que no es de mi incumbencia pero... ¿aceptaste? —preguntó. Sus ojos me miraron esperanzadores, ¡diablos! ¿Ahora cómo le decía que si lo había hecho? Pero antes que respondiera, añadió—: Por favor no lo hagas —suplicó. De inmediato todo mi mundo perdió balance—, ella no es buena... sé que te dije que lo intentaras pero... —Mordió su labio inferior, la duda en sus ojos me impulsó a presionarla.

— ¿Pero qué cosa? —pregunté bajito. Acuné su barbilla, obligándola a que me mirara, de inmediato nuestros ojos se enlazaron.

—Pero no era verdad, te mentí. —Fruncí mi ceño, entonces ella se apresuró a decir—: Ella no te hará feliz, Charles. —Sus ojos brillaban, mi corazón latía de forma errática—. Ella no ha cambiado, lo sé... y también sé que posiblemente no me creas pero te juro que algo dentro de mí... me dice que ella no ha cambiado... que solo te quiere utilizar.  —Sus palabras fueron como un golpe, pero a su vez, al ver la preocupación plasmada en cada una de ellas y sobre todo en sus ojos, me sirvieron como bálsamo que aminoró el dolor.

— ¿Qué más te dice tu corazón? —cuestioné con voz ronca. Sus ojos dejaron de verme y sus mejillas se tornaron rojas, ¡Dios! Que alguien me golpeara, ¿todo eso estaba pasando?

—Que Paola no te haría feliz... que tú mereces a alguien mejor, a alguien que se esfuerce cada día por ti, por ambos. Que tú mereces a alguien que te ame con cada milímetro de su piel... a alguien que te amé de verdad y con toda el alma —murmuró. Mi pecho se sentía hinchado, una marea de sentimientos estaban revolcándome. Mis ojos se posaron en sus labios, ella los humedeció con la punta de su lengua y pude ser consciente en como el deseo comenzaba a embargarme.

— ¿Conoces a alguien? —Me atreví a preguntar, su respiración chocaba contra mis labios ansiosos por romper distancias. Se encogió de hombros.

—Aquí la pregunta es si tú... ya encontraste a alguien... —Solté un suspiro y haciendo uso de un rayo de valentía hablé.

—Sí pero no sé si ella sentirá lo mismo —respondí. Ladeó el rostro, su mirada penetrante llegó hasta el último rincón de mi alma.

— ¿Porqué no se lo preguntas? —preguntó. Sonreí, ¿debía en verdad hacerlo?, ¿arriesgarme pese a no saber si era me rechazaría? Debía abrirle mi corazón y confesarle que ella era esa mujer que, minutos atrás, había descrito. Si no lo haces ahora, nunca sabrás si ella siente lo mismo, alentó mi mente.

Nos miramos a los ojos por segundos que parecieron eternos y es que así lo hubiese deseado. Y en esa ocasión todo se sentía diferente, el aire transportaba mensajes que nadie más, a excepción de nosotros, los entendían. Podía sentir el latido de mi corazón detrás de mis orejas, así como un tumulto de sentimientos y emociones emerger, salirse de donde las tenía encarceladas. Y era la primera vez en mi vida que sentía una cosa similar. Ni siquiera con Paola logré sentir un ápice de lo que Harmonie me provocaba sin siquiera tocarme. Entonces cada una de las palabras de esa chica de melena rojiza se asentó en mi cabeza, se arraigó en mi corazón. Paola nunca lograría hacerme feliz, porque mi felicidad nunca había estado con ella... mi corazón y mi alma habían estado pacientes esperando un destello de fuego para fundirse. Harmonie era ese destello de fuego que mi vida necesitaba para cobrar sentido.

Por fin abrí mi boca, con la intención de confesarle todo, pero justo en ese momento el doctor salió y nuestra conexión se rompió. La señora Blanca estaba bien, sin embargo, la mantendría en cuidados intensivos durante cuarenta y ocho horas para ver su evolución y evitar que otro derrame cerebral la atacara. Aún no sabían qué repercusiones tendrían en ella, solo esperaban que la mala racha pasara para proceder a los análisis. Entonces, cuando estaba por acercarme, llegó Héctor. Y juro que vi rojo, sentí como la ira se inyectaba en mi torrente sanguíneo. Me encajé las uñas en las palmas y me di media vuelta, no deseando seguir viendo como se abrazaban... cómo él la tocaba. ¡Demonios! Deseaba matarlo, dejarlo sin brazos. Pasó un buen rato en el que ese viejo no la dejaba. Y mi paciencia colapsó, me hice hacia una de las paredes y aferré con tanta fuerza uno de los muebles, tratando de liberar mi enojo por esa forma.

— ¿Porqué tan enojado, Charly? —cuestionó Ken. Volví a verla, sintiendo que en cualquier momento explotaría.

—Yo no estoy enojado —dije, con la ira contenida. Ella hizo una mirada rápida por encima de su hombro, justo donde Harmonie estaba con ese sujeto.

— ¿Por qué será que no te creo nada? —dijo con tono juguetón.

—Pues me vale madres —respondí. La esquivé, tenía que largarme de ese lugar de inmediato o iba a cometer una estupidez—. Me disculpas con tu familia, dile que se me presentó un problema... —Asintió con la cabeza, entonces comencé a dar grandes zancadas alejándome de ese sitio.

¡Había sido tan estúpido! ¿Cómo se me había ocurrido ir a ese lugar? Cerré los ojos con impotencia, había estado tan cerca de contarle todo, tan cerca de dejarme expuesto y vulnerable y lo peor de todo era que saber que aún tenía mis sentimientos escondidos, no favorecía en nada al nudo que se había alojado en mi garganta. Porque algo me decía que debí de haberle dicho todo, pero era un cobarde, era un... ¡maldición! Iba por el estacionamiento, el lugar estaba siendo iluminado por unas cuantas luces puestas en los postes eléctricos, lo cual favorecía a que no se me notara mi rostro desencajado y rojo de la cólera. Desactivé la alarma, deseaba largarme de ese lugar con urgencia. Me sentía preso de los celos, de la ira... ¡Había sido una estupidez buscarla! ¡¿Cómo se me había podido ocurrir?! Estaba ya al pie de mi camioneta, dispuesto a marcharme de una buena vez, cuando la escuché...

— ¡Charles! —Giré sobre mi eje de inmediato. Harmonie venia corriendo en mi dirección, su pelo ondeaba debido al viento frío, se miraba con una flameante llama. Me dejó embrutecido. Me odié en ese instante, no que muy enojado, ¿dónde había quedado toda la ira? Llegó hasta donde me encontraba, se tomó unos segundos para respirar, entonces añadió—: ¿te ibas a ir sin despedirte? —reprochó, hice una mueca con mis labios. En realidad ese era mi cometido pero no podía decírselo.

—No fue mi intención, lo siento —mentí, pero mi voz había sonado seria y monótona. Me miró inquisidora.

— ¿Porqué estas molesto conmigo? —preguntó, y hasta creí percibir un tinte de diversión. Rodé los ojos al cielo, decidido a cortar de tajo el rumbo de esa conversación.

—Yo no estoy enojado —dije, exactamente enojado—. Ahora si me disculpas, debo irme... —dije, abriendo la puerta de mi camioneta, dispuesto a irme antes que la ira de esfumara por completo y la besara en ese puto instante, como moría por hacer.

—Héctor no me interesa, Charles —dijo con firmeza. Me paralicé en ese momento, me giré para verla de lleno, ignorando todo lo que su sola presencia causaba en mi ser, destrozos  

— ¿Por qué me dices eso a mí? —cuestioné a la defensiva.

—No lo sé. Tú dime, ¿vale la pena que te lo diga? —reviró, alzando su barbilla. Todo mi mundo se tambaleó, de inmediato sentí como las corrientes a nuestro alrededor se encrespaban y nos comenzaban a envolver, a crear corrientes por todo ese reducido espacio, magnetizándonos y atrayéndonos como el imán al metal. Un silencio se posó sobre nosotros, largo y tirante pues me encontraba embrutecido y sin capacidad para articular una palabra. Sus hombros se hundieron y asintió con la cabeza, como si estuviese comprendiendo algo—. Que te vaya muy bien y gracias por venir. —Giró sobre sus pies y comenzó a caminar. Di un paso hacia adelante, de forma automática. Todo mi ser mi gritaba que no podía ser tan cobarde y dejar que se fuera de esa manera.

—Él no te merece ni Gerald —dije y creí por un momento que no me había escuchado. Pero su andar se detuvo. Y las palabras comenzaron a acumularse en mi garganta ansiando por fin ser liberadas—. Tú también te mereces a alguien mejor, a alguien que te ame con tanta fuerza, que este siempre para ti... tú mereces a alguien que te ame tal cual eres, cada parte de ti. —Y ese soy yo, yo te amo con cada molécula que compone mi cuerpo, pensé y quise decir, gritar más bien. Me miró por encima de su hombro.

— ¿Y sabes tú quien podría serlo? —preguntó. Asentí con la cabeza, Harmonie giró sobre sus pies y me miró desafiante, alentándome a que lo dijera.

—Sí. —Tragué grueso, liberando el nudo que se había formado en mi garganta, ese era el momento, contemplé emocionado—. Soy yo —dije, liberando una carga pesada de mis hombros. Sus ojos se abrieron debido a la impresión y sus pupilas brillaron con emoción. Humedecí mis labios y entonces ya nada pudo detener todo lo que, desde hace mucho, debí decir—. Estoy enamorado de ti, Harmonie. Estoy jodidamente enamorado de ti y no sé cómo lidiar con este sentimiento que arde en mi pecho. —Comencé a dar pasos acercándome a ella—. Eres lo mejor que ha pasado, Harmonie. Debes entender que nunca imaginé que me enamoraría de ti. Debes entender que... nunca pensé que llegaría a sentir algo como lo que ahora siento, pero en este momento comprendo todo... tú llegaste a mi vida cuando me encontraba perdido, tú llegaste a salvarme de mi mismo, tú llegaste cuando menos lo esperaba. Y pese a que contigo, nunca contemplé vivir mis días, mírame ahora, enamorado y decidido a todo por ti, solo por ti. Y lo único que justo ahora deseo saber es si tú... ¿Estás dispuesta a darlo todo por este amor?

— ¿Contigo? —preguntó de vuelta. Asentí con la cabeza, estábamos a un metro de distancia. Sus ojos me miraron con tal profundidad que me sumergí sin problemas en sus posos dorados—. Contigo... iría hasta el fin del mundo, Charles. ¡Santo cielo! Pues sé que solo... contigo, nunca más necesitaré a nadie ni nada, solo a ti. —Rompimos distancias, acuné su rostro y un par de lágrimas danzaron por sus mejillas. Delineé con mi nariz la suya, sus labios, aspirando su aliento amielado, entonces la besé. La besé como nunca antes había besado a alguien, con todo mi ser y ella besó mi alma.

N/A: Disculpas si hay errores ortográficos y eso pero traté de editar lo mejor que pude pues mis anteojos se estropearon 😭, si ando ciega y sumado me ha dado gripe, en serio no puedo conmigo en estos momentos jaja.

En fin, espero les gustara el capítulo, a mí sí me gustó, la canción me ayudó un montóooon para escribirlo y pues solo darles las gracias por todo el apoyo y el cariño. Y ya solo quedan cinco capítulos, besos 😘.

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