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Capítulo 28

Dangerously - Charlie Puth

Mi rostro se contorsionó en una mueca que reflejaba dolor; podía sentir como el aire me faltaba y mi pecho se comprimía, mi corazón se había encogido en su lugar, todo por su rechazo. Sus palabras aún danzaban en mi cabeza y eran como la más jodida canción. Mis manos hormigueaban debido al vacío que había dejado su cuerpo, sentía como si alacranes me atenazaran, dejando su veneno por todo mi cuerpo, como lava que quemaba mis neuronas. Inhalé aire, tratando de asimilar lo que recién había pasado. ¿Por qué demonios tenía que doler tanto? Minutos después, de sentirme el más patético en todo el mundo, entré de nuevo al edificio y a duras penas logré terminar todo el trabajo que tenía pendiente, que aunque era poco, me costó un esfuerzo sobrehumano el no lanzar todas las cosas por la ventana e irme al carajo. A la hora de mi salida, me esfumé del edificio lo más pronto posible. Iba conduciendo cuando de pronto mi teléfono comenzó a vibrar, alertando una llamada.


—Hola, ¿dónde estás? —preguntó Brandon al otro lado de la línea. Fruncí mi entrecejo, no se escuchaba bien.

—Ando por el centro, ¿por qué? —Lo escuché soltar un bufido.

—Estoy en un bar, ¿crees que puedes venir? —Mi entrecejo se pronunció más, ¿Brandon en un bar?

Luego que me indicó donde estaba, conduje lo más rápido que pude. Pronto entre al mismo bar donde una vez había salvado a Harmonie, la oleada de recuerdos me dejó con un mal sabor de boca y con la necesidad de beberme todos esos recuerdos para por fin olvidar. No me costó dar con mi amigo, estaba cerca de la barra con una botella de whiskey a medio acabar. Cuando me vio, no dijo nada, se limitó a darme un trago, sin quejas ni comentarios, la acepté y me la tomé de un solo sorbo. Lo vi tomar y tomar por varios minutos, esperando a que se animara a decirme qué le pasaba, sin embargo, estaba tan ensimismado en sus pensamientos, que su apariencia era miserable. No había que ser un adivino para ver que sufría.

— ¿Me dirás de una buena vez qué demonios te sucede? —pregunté, quitándole el trago que estaba a punto de beberse, para hacerlo yo en cambio. Me dedicó una mirada fulminante y prosiguió a llenarse otro, derramando el contenido ámbar sobre la mesa. Estaba a unas cuentas copas de caerse de borracho.

—N-no me lo va a p-perdonar —dijo, arrastrando las palabras. Entorné los ojos, no entendiendo nada.

—Explícate que no te entiendo. —Me bebí otro trago. Sacudió su cabeza en una negativa, mientras frotaba con urgencia su rostro, su semblante estaba contorsionado del dolor que sentía.

—Y-yo... no q-quería, te... te lo juro.

— ¿De qué demonios estás hablando? —exigí saber. Sus ojos azules atormentados, me miraron con atención. ¿Qué había pasado para que estuviera así de mal?

—Ahora fui con Camille a ver a Paola... ¡Oh, mierda! —dijo lastimoso—. Ella fue a la cafetería a comprar un par de cafés, en eso llegó Kenneth —escupió como si fuese la persona más despreciable en el mundo, sus palabras poco a poco fueron uniéndose, completando el rompecabezas, que esperaba, no fuera lo que pensaba—. Comenzamos a charlar, entonces dijo algo de mi compromiso... estaba por disculparme cuando... me besó.

—No me jodas —murmuré, demasiado atónito. ¿Ken lo había besado? Sacudí mi cabeza, tratando de asimilar los recientes acontecimientos.

— ¡No te estoy jodiendo, cabrón! —refutó iracundo. Alcé mis manos en una señal de rendición, hizo una mueca de pesar con sus labios, entonces prosiguió—: Estaba tan sorprendido... que de la puta impresión no logré reaccionar a tiempo... entonces... —Cerró los ojos al tiempo que su quijada se apretaba con tanta fuerza que temí fuera a quebrarla. Aguanté la respiración, esperando que la suerte de mi amigo no fuera tan perra—... Camille apareció, fue cuando de golpe la realidad cayó sobre mí y logré deshacerme de Ken, ¿te imaginas el rostro de mi ángel? Sus ojos estaban llenos de lágrimas y el dolor con la decepción tan claros en sus gestos —contaba, perdido en sus recuerdos. Sus ojos estaban rojos, estaba sufriendo mucho. Pensé, sospesando las palabras adecuadas para alentarlo.

—Estoy seguro que si hablas con ella entenderá las cosas —dije, creyendo fervientemente que pronto todo se solucionaría. Negó con la cabeza.

—Me dejó muy claro que no quería verme nunca más, no me dio tiempo ni de explicarle, se largó... mi ángel me dejó y me odia —murmuró, ahogado en el alcohol y el dolor. Se sentía muy culpable.

—Sabes que no fue tu culpa... —Hizo un ademán para que me callara—... no lo es, ¡escúchame, maldita sea! Debes dejar que se le pase el coraje y cuanto tú estés sobrio, las buscas, le exiges que te escuche y solucionan las cosas. Deberá creerte, tú nunca le has dado motivos para desconfiar, ¿o me equivoco?

— ¡Claro que no! Si ella es mi vida. —Alcé mis manos al cielo.

— ¡Ahí lo tienes! Ella tendrá que entenderte, si o si. Y si no, si se hace la difícil ya veremos qué hacemos, siempre habrán formas... podemos hasta secuestrarla un par de días... —dije divagando en mis pensamientos, y con las ganas que tenia de llevarme a Harmonie muy lejos de todo y todos, para volver a presenciar a aquella mujer sonriente, despreocupada... esa que en ese momento había desparecido y que tanto necesitaba.

— ¡B-bien, v-amos ahora! —dijo, terminando su trago, levantándose de su asiento y tambaleándose. Sacudí la cabeza en una negativa.

—Ella no puede verte así, no le des ese lujo. Ve mañana, con la cabeza fría podrás pensar mucho mejor todo lo que le dirás. —Intentó levantarse de nuevo, ignorando mis palabras. Lo tomé de los hombros y lo senté de un tirón, estaba a poco de caer semiinconsciente, era fácil lidiar con él en ese estado—. Si vas así, lo único que conseguirás es ponerte en ridículo y que ella se enoje aún más. ¿Acaso crees que le gustaría verte ahogado en el puto alcohol? —Negó con la cabeza, resignándose.

Lo llevé hasta su casa, con ayuda de uno de los trabajadores lo entramos hasta su búngalo, sin que nadie se diera cuenta. No quería alarmar a Mishelle ni a Antonio, además, suficientes problemas tenia Brandon como para que lo reprendieran por su comportamiento de tonto adolescente hormonal.

Al día siguiente, Brandon me llamó a mediana mañana para preguntarme qué había pasado la noche anterior y si había impedido que hiciera una locura. Le narré en cómo me había convertido en su súper héroe. Me lo agradeció mucho, alegando a que hubiese sido todo un desastre si él se hubiera atrevido a buscar a Camille en esas condiciones.

—Descuida, es lo que hacen los amigos. Además, no te creas, me debes una, eh cabrón —dije divertido.

—Claro, claro. Ni lo dudes. —Entonces, antes de colgar le conté sobre lo que me había dicho Paola, bueno sobre todo su proposición—. ¡¿Cómo es posible qué me lo estés contando hasta ahora?! —preguntó con fingida indignación. Rodé los ojos al cielo.

— ¡Ay sí, ay sí! Como si ayer hubieses tenido cabeza para algo más... —espeté. Murmuró una disculpa—. ¿Qué dices si nos vemos para el almuerzo?

—Claro, paso por ti y vamos a algún lugar a comer pizza. Mira que ando un hambre de los mil demonios, pero no he querido ir a casa por temor a que me vean así, lo menos que quiero es una reprimenda de mi mamá o de mi abuelo.

—Pero bien merecida que te la tienes —refuté.

Terminamos la llamada, quedando de vernos a la hora de la comida. Y así, con gran esfuerzo el tiempo comenzó a transcurrir. Sin embargo, durante todo ese rato de mi mente no pude alejar todos esos pensamientos, todos esos recuerdos y los sentimientos que se agolpaban en mi pecho, exigiendo salir y liberarse a sus anchas. Así como, algunos de los recuerdos de Paola y lo que había sido de nuestras vidas mientras estuvimos juntos, todo había sido básicamente bueno, sin sobresaltos... casi perfecto pero al fin de cuentas, una completa y absoluta mentira. Asimismo, Harmonie, la otra dueña de mis pensamientos... aparecía, recordándome todos esos malos ratos, todas esas peleas, encuentros fortuitos y todas esas veces que ella había expuesto su alma frente a mí, pero todo se sentía tan real. Provocando una conmoción dentro de mi pecho, nunca antes vivida con tal intensidad. Pero entonces, cuando me dejaba llevar por los vestigios de ese sentimiento abrumador, el peso de la realidad se asentaba sobre mí y todos estos impulsos emocionales poco a poco eran suprimidos, hasta regresarlos a su lugar. Enamorarme de Harmonie había sido un error, el peor que pude haber hecho en mi vida.

Brandon me escuchó atento; reprimiendo insultos, pues la sorpresa era tanta que le era inevitable no querer decir algún improperio para demostrarme lo indignado que estaba con la propuesta de mi ex. Y era un alivio que alguien más viera todo aquello como una locura, que alguien ajeno a mí, estuviera de acuerdo con mi renuencia a aceptar. Entonces, como cereza del pastel, le solté todo lo reciente con Harmonie, desde el descubrimiento —o aceptación—, de mis sentimientos por ella hasta el frío y crudo rechazo que ella me había propinado.

—No lo entiendo, casi puedo jurarte que lo que vi en ella... sobre todo en la forma en que te observaba, que no le eras del todo indiferente, casi puedo jurarte que tú le gustas y mucho —dijo perdido en sus recuerdos. Algo se removió en mi pecho, una sensación refrescante y esperanzadora. Sacudí la cabeza en una negativa, no debía permitir que las conjeturas de mi mejor amigo calaran tan pronto y tan hondo.

—No lo creo, Brandon. Me rechazó, así sin más y te juro que no vi ni una pizca de remordimiento, duda o algo que me dijera que esa decisión le estaba provocando el mismo dolor que a mí —dije, perdiendo el aliento en el proceso. Hablar de los sentimientos siempre había sido una tarea extenuante, la lucha que liberaba en el interior tendía a ser tan sofocante, sin embargo, solo bastaba confesarle a alguien para que la sensación fuera libertadora.

—No lo sé... —Llevó una de sus manos hasta su barbilla, en un gesto de concentración total en sus pensamientos—... puede ser que en verdad te haya botado y esto de Paola fuera la excusa perfecta para terminar lo de ustedes... —Oculté la mueca desagradable que su comentario me había ocasionado—... sin embargo, está la posibilidad que ella se haya querido hacer a un lado para que tú pudieras intentar algo con Paola. Al fin de cuentas sabe que es tu ex, quizá supuso que aún sentías algo por ella y no quiso servirte de estorbo. De cualquier forma, no la entiendo, se miraba tan cómoda a tu lado... con esa rara relación que ustedes dos manejaban.

—Estoy más jodido que antes —murmuré, froté mi rostro con exasperación.

— ¿Porqué no le preguntas? Así dejamos de hacer conjeturas que pueden estén muy alejadas de la realidad. Habla con ella, averigua lo que pasa y dile todo lo que sientes.

— ¡¿Estás loco?! —Pero era más una afirmación—. ¡No puedo hacer eso!, ¿acaso no entiendes que ella me advirtió que no me enamorara? Ella fue muy clara.

—Pero te acabo de decir que...

—Pero no es seguro —dije cortándolo de tajo—, tú mismo has dicho que ninguna de tus conjeturas puede ser cierta.

— ¡Y por eso mismo debes de preguntarle qué mierdas le pasa!, ¡ponte los putos cojones y dile tus sentimientos! —exclamó, logrando que varias miradas molestas y otras curiosas se posaran sobre nosotros—. Porque hay algo que sí te puedo afirmar y es que: lo tuyo con Paola no va para ningún lado. Ella está pasando por un momento muy duro, se siente sola y se está aferrando al pasado y eso es injusto. Ella no tiene ningún derecho de arrastrarte con ella, no está en ningún derecho ni tú en la obligación de aceptar.

—Lo sé... —murmuré, cerrando los ojos y llevando mis manos a mis sienes, la cabeza comenzaba a dolerme.

—Más te vale que así sea, más te vale que no vayas a ser tan estúpido de aceptar con tal de no enfrentar tu situación con Harmonie. Te conozco y por eso temo que hagas una locura. —Sacudí la cabeza en una negativa con firmeza.

—No lo haré —respondí.

—Bien. Ahora hay que irnos y tomar al toro por los cuernos de una vez por todas —dijo, sacando apresurado el dinero de sus bolsillos. Fruncí el ceño y de inmediato al notar mi gesto, añadió—: Yo iré a buscar a Camille para solucionar las cosas y tú, animal, iras donde Harmonie y hablaras con ella. ¿Entendido? —Rodé los ojos al cielo, pero asentí resignado. Era el momento de solucionar mis problemas de una vez por todas, antes que todo se me saliera de las manos, como temía sucediera.

Brandon me pasó dejando a unas calles de la empresa; alentado por mí para que no perdiera mucho tiempo y fuera por Camille. Además, caminar ese par de calles me ayudó a poder aclarar mis pensamientos y pensar en cada una de las palabras que iba a decirle. Escribí un monologo en mi cabeza, el cual iba repitiendo hasta memorizarlo. Porque estaba decidido, mi charla con Brandon me había ayudado a abrir los ojos, a hacerme entender que debía enfrentar mis miedos e inseguridades, pues de lo contrario lo que más temía iba a hacerse realidad, la perdería.

Sé muy bien que no tenemos ningún derecho uno sobre el otro. Sé muy bien que tú fuiste muy clara, pero debes saber que yo no lo busqué, solo pasó. —Llevaba ya varias veces repitiendo el mismo monologo y cada vez los nervios se acrecentaban en mi interior, temía mucho ver su reacción y sabía que, el gran porcentaje de probabilidad estaba en su rechazo. Pero si eso llegaba a pasar, no me rendiría, estaba decidido a conquistarla hasta que me aceptara y diera una oportunidad. Porque ambos éramos buenos el uno para el otro, ambos sabíamos qué era no tener nada de amor, ambos sabríamos apreciar ese sentimiento. Solté un suspiro, moví mi cuello, tratando de liberar la tensión acumulada en esa zona. Y proseguí mi ensayo—. Yo me enamoré de ti y debes saber que no te estoy exigiendo que me aceptes ahora, yo sabré espe... —El fluido verbal se cortó de tajo, todo mi organismo dejó de trabajar, el dolor y la decepción se abrieron paso en mi pecho, congelando todo lo que ahí había, mi mente se volvió en blanco y respirar se tornó una tarea casi imposible.

Reanudé la marcha, tratando de acercarme para cerciorarme que todo lo que estaba viendo era verdad, para gratificar que nuevamente había sido un completo y absoluto imbécil que le gustaba hacer castillos en el aire. Sin embargo, solo bastó esa escena para matar cada uno de mis sentimientos, para aniquilarlos hasta dejarme sin nada. Harmonie iba muy sonriente caminando junto a Héctor, ambos se subieron al vehículo de ese sujeto para luego perderse en el tráfico. Sacudí la cabeza en una negativa, mis ojos se empañaron y mi corazón fue preso de un dolor semejante a dagas siendo clavadas.

Yo sabré esperarte y sabré enamorarte. Porque te quiero en mi vida y lucharé por eso —concluí, sintiendo como esas palabras se volvían acido y quemaban mi garganta. En como esas palabras iban a quedar por siempre suspendidas en el aire.

El enojo burbujeó en mi sangre, me sentía como el más grande estúpido que había existido jamás. Terminé mi trabajo con parsimonia, perdido en mis pensamientos, en la realidad que trataba de ocultarme de obviarme, porque de lo contrario dolía. ¡Joder, dolía mucho! Estaba sumido en mis pensamientos cuando recibí un mensaje de mi mejor amigo, entré a la aplicación de mensajes, encontrándome con otro de Kenny.

Brandon: ¿Adivina quién solucionó ya las cosas con su novia? ¡Estoy tan feliz! Y solo espero que tú ya hayas hablado con ella y si no, pues hazlo antes que algo pase.

O alguien, pensé. Le respondí felicitándolo por su reconciliación, pasando por alto lo demás. Entonces abrí en de Ken.

Kenny: Hola, ¿cómo estás? Quería saber si irías a ver ahora a Paola, ha estado preguntando mucho por ti. Te lo pregunto porque quiero verte y que hablemos. Respóndeme, por favor.

Solté un suspiro, no iba a ver a Paola desde el lunes, ya era miércoles. Envié un mensaje rápido, diciéndole que en una hora estaba por allá. Llegué un poco más tarde, encontré a los padres de Paola en la sala de espera, su alivio fue muy notorio cuando me vieron. Me dijeron que Ken andaba por la cafetería y me dijeron que Paola no había querido ver a nadie, que a duras penas los había aceptado a ellos. Me suplicaron que entrara a verla, accedí resignado, no me encontraba en ánimos para oponerme. Me hallaba tan desilusionado y con un corazón roto a cuestas. Entré a la habitación y de inmediato sus ojos verdes se encontraron con los míos, la emoción fue tan clara en sus gestos, una sensación tan familiar y agradable me envolvió. Quizá ella es tu salvación, mi consciencia murmuró. Le sonreí, no con la misma fuerza, pues el dolor nublaba cualquier otro sentimiento positivo.

—Viniste —murmuró, alzando su mano y haciendo un ademán para que me acercara. Asentí con la cabeza e inevitablemente no puede no comprarlas, pero aceptando ciertas diferencias y similitudes. Ambas me habían destrozado el corazón y pisoteado mi alma, sin embargo, había una que si estaba dispuesta a enmendar todo y a luchar por un nosotros. Paola estaba dispuesta a darlo todo por mí, quizá yo también con el tiempo lo haría—. ¿Pensaste lo que te dije? —preguntó, tomando mi mano cuando le fue accesible. Asentí con la cabeza, escuchando las palabras de Brandon retumbando en mi cabeza, diciéndome que aceptar era la peor locura. Pero él no ha sufrido todo lo que tú , refutó mi consciencia. Asentí con la cabeza, entonces, en ese momento marqué el final de mis días, lanzándome en un abismo.

—Está bien, hay que intentarlo.

N/A: Lo sé, me odian. Pero yo los quiero 🙈.

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