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Capítulo 23

Falling for you - The 1975

Mientras observaba bailar a Harmonie y a Lucy, me fue inevitable no revivir todo lo que había pasado en esos últimos días. Aún no podía creer que todo el tiempo hubiese estado jugando conmigo, ¿qué demonios le costaba hablarme claro y decirme que salía con ese sujeto?, ¿por qué diantres no tuvo el coraje de terminar de tajo todo tipo de relación que se estaba dando en nosotros? En cambio, poco a poco me fue atrapando y sumergiéndome en su juego, poco a poco se fue adentrando en mi vida, adueñándose de mis pensamientos y cimentando en mí el anhelo y deseo de ella. Y la odiaba, la detestaba porque lo había logrado.

Me tenía en sus manos.

Solté un suspiro cansino, llevé un par de dedos al puente de la nariz, toda esa situación me provocaba jaqueca. Todo con ella era una completa locura. Todo con ella no tenia inicio ni fin, ni pies ni cabeza. Todo era un túmulo de complicaciones, un manojo inconexo de razones, nada con ella era fácil. Y eso me desquiciaba, ¡diablos! Me atraía como la luz a la polilla. Me hipnotizaba y atraía con fuerza, con ansiedad.

— ¿Todo bien? —Pestañé un par de veces, saliendo de mi ensimismamiento. Giré la cabeza, cortando mi escrutinio hacia donde estaba ella. Brandon yacía a mi lado, traía dos copas con alguna clase de bebida, me sonreía en un gesto tranquilizador al tiempo que me ofrecía una de las bebidas. La tomé sin titubeos y me la llevé a los labios, ingiriendo el líquido ambarino, sintiendo como al pasar por mi garganta quemaba, abriendo su paso hasta asentarse en mi estómago. Solo entonces, me armé de valor para hablar.

—No, nada está bien conmigo... con nada —confesé, mirando por una fracción de segundo a Harmonie.

— ¿Salió todo mal con ella? —preguntó, sin embargo, había sonado más como una afirmación. Me giré para verlo de frente, sus ojos me observaban con clara preocupación y curiosidad. ¡Diablos!, tenía tanto que contar pero sencillamente no hallaba por dónde comenzar.

—En realidad, nunca hubo algo con ella —apunté, lo que era obvio, al menos para mí, en ese entonces. Ladeó el rostro, mostrando su desconcierto. Hice una mueca con los labios y tomé otro trago de mi bebida, entonces añadí—: te diré esto... no con el afán de jactarme, porque eso sencillamente no viene al caso. —Asintió con la cabeza, toda su atención se centró en mí—. Ella y yo solo tuvimos... intimidad, unas cuantas veces y creí que todo estaba perfecto. Ambos habíamos dejado claro que sería sin ataduras y mucho menos etiquetas, sin embargo, hace unos días la vi coquetear con uno de los accionistas y ¡argh!, pude sentir como toda la ira se acrecentaba, de la misma forma de cuando pasó todo aquello con Paola, sino es que peor. Y eso me descolocó. Porque no tenía ni una puta idea del porqué me ponía así, pero sencillamente, odiaba la idea de saberla con alguien más. —Poco a poco las palabras iban saliendo de mi boca, le conté brevemente lo que habíamos acordado en México, todas las peleas y sobre todo las recientes, así como, desde que aquel hombre había llegado a su departamento, ella no había tenido el interés en buscarme y darme una explicación.

— ¿Qué es lo que te esta desquiciando exactamente?, ¿saber que no son exclusivos o lo que te está provocando sentir? —Rodé los ojos al cielo. ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Acaso no estaba claro que me enojaba que ella quisiera verme la cara?

—Me enfurece el hecho que me ha puesto como un maldito segundo plato de mesa, ¿no crees que eso es humillante para un hombre? Yo ya lo viví muchas veces y esta vez no voy a permitirlo —zanjé iracundo—. Pero ¿sabes qué es peor? ¡Qué no sé qué diablos quiere de mí! Me la paso preguntando porqué no me deja tranquilo; yo le deje muy claro que no quería ser un segundo, le deje muy claro que si esas eran sus intensiones se podía ir muy al carajo, sin embargo, lo negó todo y yo... ¡puta madre! —alcé un poco la voz, froté mi rostro con ansiedad—, le creí como un imbécil, le creí y acepté.

—Y ahora te encuentras aquí sin saber una mierda de lo qué debes hacer o esperar. Estas aquí parado ahogado en los sentimientos que esa chica te está despertando. —Lo miré incrédulo, ¿qué demonios?—. Es la verdad y lo sabes; esa chica que está ahí... —Apuntó con su dedo índice en la dirección de Harmonie—... no solo te atrae física y sexualmente, esa mujer se ha robado tu paz mental y ¿sabes cómo se le llama a eso? —Lo miré entornando los ojos, no me gustaba el rumbo de esa conversación, no me gustaba lo que comenzaba a desatarse con mayor libertad e ímpetu en mi pecho. Entonces dijo algo que deshabilitó mi ser entero—. Charles, estás endemoniadamente enamorado de ella y tú ni siquiera te has dado cuenta o, en realidad, no lo haz querido aceptar —concluyó. Sacudí la cabeza en una negativa, no podía ser tan imbécil para caer de nuevo, mucho menos con ella.

— ¡Estás loco! —dije, Brandon sonrió con autosuficiencia.

—Está bien, táchame de loco, como gustes. —Alzó sus manos en señal de rendición y una mueca de condescendencia—. Pero yo solo he dicho lo que veo. —Di un paso hacia atrás, entonces añadió—: ahora ve a hablar con ella y pídele una explicación. Porque yo dudo mucho que esté jugando contigo, quizá todo ha sido un malentendido. No la juzgues sin antes haberla escuchado, porque a mi parecer, ella no te ha buscado porque se siente enojada y decepcionada.

— ¿Decepcionada? —pregunté incrédulo, aquí el único decepcionado podía ser yo.

—La he observado... y ella te mira con una especie de dolor y pesar, pero no con remordimiento. Porque si todo lo que crees fuera cierto, ¿crees que hubiese tenido cara de venir? Lo dudo mucho, a mí más bien me parece que está ansiosa porque hables con ella y le permitas que te explique todo. Pero como te digo, eso es lo que yo veo, está en ti querer averiguarlo y confirmarlo por ti de una buena vez. —Entonces se fue, dejándome solo y siento víctima de una estampida de pensamientos que se comenzaban a acumular en mi cabeza, ¿acaso tendría razón?

Estuve alerta, esperando el momento en que pudiera acercarme sin tener que hacer tanto aspaviento para hablarle. Entonces, cuando la vi alejarse, la seguí hasta uno de los jardines que tenía aquel restaurante. Y vi como apretaba sus manos, en como inhalaba aire, la preocupación se arraigó en mi sistema de inmediato, ¿y si se sentía mal? Me acerqué con pasos lentos, cuidando de no hacer ruido y evitar alterarla, porque se miraba muy ansiosa.

—Harmonie, ¿podemos hablar? —cuestioné, usando un tono de voz suave. De inmediato noté como toda su espalda se erguía y poco a poco fue girando sobre sus pies, hasta que estuvimos de frente. Y se miraba muy mal, la tristeza estaba difuminada en cada una de sus facciones, sentí como si una mano invisible me estrujaba el corazón, la mera sensación era incómoda y desagradable. Sus ojos me miraron de una forma que no logré descifrar, entonces sacudió su cabeza en una negativa.

—Ahora no, por favor —murmuró, con su voz queda y suplicante. Caminó en mi dirección con la intensión de pasar de largo, pero no podía dejar perder esa oportunidad. La tomé de su antebrazo con suavidad, evitando que se marchara. Sin embargo, una intensa corriente me recorrió por completo.

—Por favor, será rápido —pedí, manteniendo a raya el tumulto de sentimientos que se agolpaban en mi pecho. Harmonie bajó el rostro y soltó un suspiro cansino.

— ¿Qué quieres? —preguntó al tiempo que se zafaba de golpe.  Me encaró, mirándome directo a los ojos, los cuales estaban llenos de reto y tristeza.

—Yo... — ¿Qué demonios debía decir? Abrí la boca un par de veces, pero las palabras no acudían a mi mente para poder decirlas. Debes decirle la verdad, debes aclarar lo que pasó, murmuraba mi consciencia. Escuché como soltaba una risa que carecía de diversión, entonces hizo el amago de irse... entonces lo solté—: por favor dime la verdad. —Se detuvo en seco, me miró por encima del hombro.

—No le veo el caso. ¿Qué me asegura que vas a creerme? —preguntó, con su voz entre dolida y enojada. Me acerqué, podía sentir como la sangre corría a través de mis venas, llenando mi pecho, alentando los latidos de mi corazón.

—Solo dila —animé. Giró sobre sus pies y me miró directo a los ojos, quitando toda barrera, dejando expuestos todos los sentimientos que la asediaban en ese momento: tristeza, dolor y miedo.

—Tú muy bien sabes que no somos nada y que no te debo explicaciones. Que puedes creer lo que mejor te parezca, porque siempre es más fácil creer lo peor de mí, ¿cierto? Para qué entonces intentar que pienses lo contrario —dijo, su voz sonaba cansada y fría. Di otro paso en su dirección, se sentía dolida y herida. Entonces la verdad cayó de golpe sobre mí, ellos no eran nada, no en ese tiempo que nosotros estábamos descubriendo lo que nos pasaba. Harmonie tenía su barbilla alzada, preparada para que me repelara y creyera lo peor de ella, porque estaba acostumbrada a que eso pasara, estaba acostumbrada a que la gente desconfiara siempre de ella y yo... me sentía un imbécil por haber hecho exactamente lo mismo.

—Entonces te creo —dije, tratando que mis palabras sonaran lo más sinceras posibles—. No me importa una mierda lo que ustedes hayan tenido en el pasado...

— ¿Qué quieres de mí, Charles? —interrumpió—, ¿qué buscas de mí? Yo no puedo darte eso a lo que estas acostumbrado —objetó y sus palabras fueron como un golpe sordo, directo al estomago. No hice amago a nada, solo sonreí.

—Yo no pretendo de más... yo solo quiero lo que me puedes dar, porque es justo lo que yo puedo darte también —respondí, haciendo uso de toda mis fuerza de voluntad y coraje para no dejarle entrever nada. Y así, auto-convencerme que todo lo que había dicho Brandon era mentira. Quería creer que aún tenía arreglo lo que comenzaba a sentir, que lo iba a poder controlar. Sin embargo, algo parecido a la tranquilidad mezclada desilusión surcó sus posos dorados, pero el sentimiento desapareció tan rápido como hizo su aparición, así qué lo achaqué a mi imaginación.

— ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo? —preguntó dubitativa, mirándome de forma minuciosa.

—Tan cierto como que tú y ese tipo no tienen nada —afirmé, porque de esa forma esperaba que rectificara lo que estaba intentando de creer. Me miró con sus ojos entornados unos cuantos segundos, en una forma de buscar algún vestigio de mentira o duda, entonces hice lo mismo.

— ¿Entonces qué me propones? —cuestionó, elevando una de sus cejas. Mordí mi labio inferior frenando una sonrisa. Aclaré mi garganta, ese era el momento de poner todos los platos sobre la mesa.

—Que si bien no somos nada oficial, quiero exclusividad —dije, directo al grano y eso pareció agradarle, pues estaba casi seguro que una sonrisa estaba a punto de asomarse a sus labios.

—No sabía que eras tan posesivo —dijo, pero el comentario en lugar de tomarlo como insulto me resultó gracioso.

—No seas paranoica —espeté divertido—, es lo justo, ¿no? —Hizo el amagó de pensar con exhaustividad. Entonces asintió con la cabeza.

—De acuerdo, pero yo también tengo una regla. —La alenté con un ademán a que siguiera hablando, entonces añadió—: por favor no te enamores de mí, que yo nunca podré sentir eso ni por ti ni por alguien —dijo, cuidando sus palabras, tratando que no fueran del todo veneno, sin embargo, en ese momento fueron recibidas como una especie de motivación, que no logré descubrir del todo, pero que ahí se mantendría, oculto pero listo para desplegarse en el momento oportuno.

Los días comenzaron a pasar, en los cuales coordinábamos el quedar y así vernos. Ya fuera en su departamento o en el mío, porque eran los únicos lugares donde podíamos ser nosotros mismos y desfogar todos los sentimientos que se acumulaban con el pasar de las horas y lejanía. Porque solo encerrados en aquellas cuatro paredes, donde lo único que esperábamos recibir era placer, borrar por extenuantes segundos nuestros pesares y más grandes temores. Porque ambos estábamos rotos, lo cual nos hacia perfectos el uno para el otro, pues ninguno pretendía dar más ni recibir demás, solo lo necesario para disfrutar. Sin embargo, lo que ninguno concibió fue que entre esos encuentros fortuitos, mientras compartíamos nuestros cuerpos, algo más comenzaba a colarse en nosotros, algo comenzaba a surgir, aumentando su fuerza a pasos agigantados. Y que de un día para otro nos sometería, haciéndonos esclavos o quizá, solo quizá liberándonos de todo el suplicio que nos atenazaba.

Nos encontrábamos en su departamento, nos habíamos reunido por asuntos de la empresa, lo cual nos fungía como el pretexto perfecto para hacer de las nuestras. Estábamos envueltos entre su cobertor violeta, reíamos por una tarugada que había dicho, pues había descubierto mi afición por hacerla reír, la risa de Harmonie era la melodía más jodidamente hermosa que había escuchado jamás, era ronca y enviaba corrientes vibrantes que erizaban cada milímetro de mi piel.

— ¿Porqué te ríes? —acusé, pichando su costilla de inmediato se encogió en su lugar. Estaba apoyado sobre mi codo, lo cual me otorgaba un poco de altura y así me aventuré a mirarla con atención, deteniéndome en cada una de sus delicadas y marcadas facciones, en sus ojos amielados y revolcados con oro, en su nariz respingada y en sus labios largos y proporcionados, sus clavículas sobresalían debido a su delgadez, así como su cabello estaba alborotado y regado por toda la almohada, como una hermosa y suave llamarada.

— ¿Qué dices? —preguntó de pronto, sacándome de mi ensimismamiento. Fruncí el ceño, no había escuchado ni una sola palabra.

—Disculpa, ¿qué? —Rodó los ojos al cielo.

—Te estaba diciendo si... —De inmediato su timidez me atrajo por completo, la miré directo a los ojos, esperando a que prosiguiera—... ¿podrías ir conmigo mañana a ver  a mi madre? Sé que no es lo que te gustaría hacer un sábado pero odio ir sola y... — ¡Mierda! Me abalancé sobre ella, sin evitarlo, amasé sus labios y me deleité en su sabor y en la calidez de su reciente invitación. Apoyé mi frente sobre la suya, sintiendo como su aliento afrutado chocaba contra mis labios imposiblemente sensibles.

—Claro, me encantaría —murmuré. Para luego adentrarme en su interior sin prorrogas y para mi deleite, siendo recibido gustosamente.

Y a partir de ese momento me perdí en su calidez y en su alma.

N/A: ¡Al fin Harmonie lo está dejando entrar! Quiero que noten la significancia de lo que este hecho significa: le pidió que la acompañara a ver a alguien que significa mucho para ella y que también representa esa parte dolorosa de su pasado. ¿Sí o sí es genial? Y bueno, de Charles ni le digo nada.

¡Nos leemos pronto! 😍❤️

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