Capítulo 22
Gateway drug - Bebe Rexha
¡Argh!
Tenía una suerte de mierda.
Cuando Charles se perdió por las escaleras, me regresé donde Gerard aguardaba y lo eché. No sé si fui pésima, fría o qué, sencillamente no podía borrarme de la mente la expresión de Charles, estaba llena de desilusión, coraje y decepción. Entré de nuevo a mi departamento y busqué mi móvil, estaba debajo de los cojines del sofá. Marqué su número con dedos temblorosos y torpes. Sonó y sonó pero él nunca contestó. Entonces pensé, que quizá, no me respondía porque iba conduciendo. Entonces calculé el tiempo en que más o menos le llevaba llegar hasta su departamento.
Una hora después, volví a marcar.
Y nuevamente, nada.
Charles no respondía. Intenté llamarle tres o cuatro, siete o diez veces más, pero cuando su numeró me envió al buzón de voz, deje de insistir. ¡Qué se vaya al infierno! Pensé, molesta, furiosa en realidad. ¿Qué le costaba aguardar a que echara a Gerard? ¿Qué le costaba esperar que le diera una puta explicación? ¡Pues no, claro que no! Era mucho más fácil pensar lo peor de mí, le era mucho más fácil pensar que era una cualquiera que se acostaba con quien se le pusiera enfrente.
Y dolía reconocerlo.
¡Argh! ¡Se podía ir muy al carajo!
El lunes de regreso en la oficina me lo topé a la hora de la comida; no me habló y si me vio, pues era lo más seguro, no hizo intento alguno de hacerlo notar. Y eso me molestó sobremanera, ¿qué no muy maduro? Ya no lo creía, se estaba comportando como un niño de instituto, caprichoso e inmaduro. ¡Te fue a buscar otro!, ¿qué querías que pensara? Refutaba mi consciencia. Pero mi orgullo estaba tomando las riendas de aquella situación. Porque si él quería creer que era una fácil, pues que lo creyera y si no, ahí estaría esperando a que viniera a pedirme una explicación.
Los días siguieron pasando, llegándose el viernes y más de una vez me lo encontré en un pasillo, en el elevador, el comedor o en el estacionamiento. Y aunque más de una vez nuestros ojos se encontraron, la situación parecía como si fuésemos dos desconocidos, dos enemigos que se odiaban a muerte y que no tenían intensión alguna de hablarse o solucionar las cosas. Ninguno quería dar su brazo a torcer.
—Hola, Ken ¿sucede algo? —pregunté, mientras revisaba unos documentos que yacían en mi escritorio.
— ¿Ya te dijo Charles? —De inmediato, con tan solo la mención de su nombre, mi corazón pegó un vuelco.
—No, ¿qué cosa? —pregunté, agradeciendo a que no pudiera verme y descubrir que algo pasaba. Se tardó varios segundos en responder y yo ya me estaba impacientando, ¿le habría comentado algo? Lo descarté de inmediato.
—Que ahora la familia O'Donnell hará una cena para celebrar el cumpleaños de Mishelle y has sido invitada, a petición de la cumpleañera y de Lucy. —Una sonrisa se coló en mis labios, la sensación de ternura me embargó por un segundo.
— ¿De verdad? —cuestioné.
—Sí, ¿te parece si pasó por ti a eso de las seis de la tarde? —cuestionó. Sospesé los pros y contras de exponerme a ir a esa cena, de estar en un mismo lugar donde él estuviera, la incomodidad a la que nos sobrepondríamos. ¿Qué debía hacer?
—Está bien, a esa hora te espero —respondí, luego de entender que no porque él fuera dejaría de ir a una cena a la que me habían invitado. Era absurdo igual que quisiera dejar de ir a trabajar para no verlo.
La hora de salida del trabajo, pronto llegó. Tomé todas mis cosas, debía de pasar al centro comercial para obsequiarle algo a Mishelle, lo cual, gracias a Ken, ya tenía más o menos una idea de lo que podía regalarle. Salí del elevador y me dirigí a mi automóvil, entonces justo cuando desactivé la alarma, lo escuché:
— ¡Harmonie! —Volví sobre mis pies, con lentitud. Entorné los ojos, ¿era en serio o solo estaba alucinando? Pero no, Charles venia a paso apresurado en mi dirección. Se detuvo a unos cuantos metros de distancia, añadió—: Me dijo Mishelle que te diera un recado. —Alcé una ceja con escepticismo, ¿en serio me lo iba a decir a unas cuantas horas que fuera la celebración?
—Dime —pedí, fingiendo demencia, como si desconociera lo que estaba por decirme.
—Ahora es su cumpleaños y le harán una cena... entonces me dijeron que quieren que vayas —dijo, mirándome indiferente. Asentí con la cabeza.
—Muchas gracias entonces —respondí y comencé a caminar para mi auto.
—Espera —pidió—, necesito saber si iras. —Volví a verlo sobre mi hombro, ¿a él que más le daba saber si iría o no?
— ¿A ti qué más te da saberlo? —reviré. Se encogió de hombros, ausente a mí recién insulto.
—A mi me importa una mierda, es solamente que debía avisarle a Brandon —respondió con seriedad. Me encajé las uñas en las palmas de mis manos. Di un paso más, moviendo mi cabeza para el frente, evitando verlo.
—Entonces hablaré yo con él, descuida. —Y me fui.
Pasé al centro comercial, busqué en una de las librerías que habían en el recinto y me fui directo a la zona de romance. Según mi prima me había dicho, a Mishelle le encantaban las historias de romance, lo cual se me antojó cursi, sin embargo, para gustos los colores, ¿no? Leí un sinfín de títulos, así como, sin poder negarlo, hubo ciertos libros que me llamaron la atención, sin contar que tenían contenido para mayores de dieciocho años. Al final, tomé un titulo de un amor juvenil que me llamó la atención su sinopsis y titulo, solo esperaba que a ella le gustara.
—Me vende este, por favor —pedí a la cajera. Esta tomó el libro, lo facturó y lo introdujo una bolsa de plástico junto a un separador.
—Aquí tiene el ejemplar de "A pesar de todo", esperamos que lo disfrute. —Le dediqué una sonrisa amable y luego me fui a un lugar donde pudieran envolverme el libro y ponerla una cinta o algo bonito.
Regresé a mi departamento con el tiempo justo para ducharme y cambiarme. Me enfundé en un vestido negro, que me quedaba un poco arriba de las rodillas, el mismo contaba con detalles de pedrería, acomodada discretamente en el busto, la falda caía desde la cintura hasta las piernas, así como, me calcé unos tacones rojos y un pequeño bolso a juego. Dejé mi cabello suelto y laceo, desparramado sobre mi espalda, hombros y pecho. Me maquillé, esmerándome un poco más; remarcando mis ojos, mis labios y aplicando un poco de color a mis blancas mejillas. Cuando Ken llegó, me encontraba prácticamente lista. Tomé mis cosas, el obsequio y salimos. Nos iríamos en el auto de mi prima, ella luego quedó de venir a pasar la noche a mi casa.
Cuando transitábamos por las calles, por un momento creí que la cena seria en casa de los O'Donnell, pero para mi sorpresa tenían reservación en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad. Dimos nuestros nombres y de inmediato nos escoltaron hasta una habitación que estaba fuera del alcance del público en general que iba a comer a ese lugar, dicha habitación era un tanto más lujosa y exclusiva, y eso ya era decir mucho, tomando en cuenta el restaurante en el que estábamos. Una tan sola vez había ido a comer ahí, para una cena de negocios, sin embargo, la habíamos tenido en el otro salón. Cuando entramos, una larga mesa llena de velas y con bajía de plata, fue lo primero que noté. Luego, a lo lejos vi a Brandon y a Antonio, ambos enfundados en unos trajes muy elegantes. Muy cerca de ellos se encontraban Lucy y Camille, ambas se veían muy hermosas. Mishelle se acercó a darnos la bienvenida y a agradecernos el que hubiésemos accedido a llegar, también se miraba muy hermosa. Pronto los demás se acercaron a saludarnos.
Pero en todo ese rato no vi por ningún lado a Charles, ¿acaso no iba a llegar? Lo descarté, esas personas era prácticamente su familia. Entonces, como respuesta a esa reciente pregunta, giré la cabeza, mirando hacia la entrada, donde él estaba siendo recibido por Mishelle. Un sentimiento extraño se posó en mi pecho; se miraba muy guapo, llevaba un traje grisáceo, un tanto platinado, se miraba muy guapo, su piel se miraba más blanca lo cual le regalaba protagonismos a sus labios y a esos hermosos ojos chocolate. Sin embargo, me obligué a ver a otro lado, no quería que me descubriera mirándolo. Pero casi al segundo después que deje de verlo fui consciente de su mirada puesta en mí, aunque no se acercó inmediatamente, pese a que estaba con Ken, su amiga del alma. Pero cuando anunciaron que pronto servirían la comida y que tomáramos asiento, se acercó, saludó primeramente a mi prima, habló con ella como si yo no existiera. Entonces, para no verme aun más humillada, caminé, aproximándome a la mesa, donde Camille me hizo señas para que me sentara con ella y Lucy, sonreí muy agradecida.
— ¿No piensas saludarme? —preguntó, su voz igual de gruesa y profunda. Me detuve en seco, sospesé mis opciones en una fracción de segundo: ignorarlo e irme a sentar a la mesa o saludarlo como si nada pasara, como si en verdad no me sintiera afectada por su cercanía. Volví sobre mis pies, ladeando mis labios en una sonrisa, me acerqué y besé su mejilla, de inmediato percibí su aroma, esa colonia que me encantaba.
—Hola —murmuré. Entonces al verlo, sus ojos estaban sorprendidos con mi acción, ¿qué esperaba? Inhaló fuertemente aire.
— ¿Qué les ha parecido el lugar? —cuestionó, viéndonos a Ken y a mí de hito a hito.
—Demasiado elegante —respondió Ken. Asentí con la cabeza.
—Creo que es hora de tomar asiento —comentó Charles, mientras observábamos como los meseros empezaban a entrar con charolas con comida. Tomé a Ken del antebrazo y la guié para que se sentara a mi lado. Me acomodé junto a Camille, le hice un comentario sobre su vestido que estaba demasiado hermoso, de inmediato sentí un apretón en mi muslo por parte de mi prima, me giré a verla con disimulo para encontrarla mirándome un tanto perdida. Moví mis labios, tratando de decir: después te cuento.
Después de la comida se abrió la pista de baile; Mishelle fue sacada a bailar por su hijo y luego por Charles, este último, tiempo después, invitó a bailar a Ken y Brandon aprovechó a que Lucy y Camille se divertían danzando para invitarme a mí. E intenté negarme, sin embargo, era demasiado terco o persistente, creo que ambas. Fue divertido, la música era movida y de pronto me encontré riendo. Lucy se acercó y me quedé bailando con ella, mientras que mi anterior acompañante se iba a buscar a su novia. Pronto me encontré observando a mi prima y a su ex danzando, mis ojos viajaron hasta donde Camille se encontraba bailando con Antonio y se miraba sonriente, feliz y demasiado ajena a lo que estaba pasando. Seguí la pista de ambas parejas, entonces cuando Camille le echó una mirada rápida a su novio esperé cualquier tipo de mala reacción, sin embargo, absolutamente nada, no hizo ninguna mueca de disgusto, solamente fui consciente del brillo en sus ojos, ese brillo que solo sale a flote cuando vez a la persona que amas.
Tiempo después llevaron el pastel y todos comenzamos a cantarle a la cumpleañera, primero en ingles y luego Charles en castellano, su voz era tan melodiosa a como la recordaba... México, la canción que nos quedaba tan bien, su propuesta y lo que vivimos en el hotel, esa y otra oleada de recuerdos se estamparon de lleno en mi mente. Habían pasado varios días y en ese momento él y yo ni siquiera nos dirigíamos la palabra y todo por mi culpa, por culpa de ambos en realidad.
La decepción me embargó, me noqueó, cimentando de inmediato un pesar en mi pecho. Siempre, siempre tenía que estropear todo lo bueno que llegaba a mi vida. Di un par de pasos hacia atrás, tratando de pasar desapercibida, solamente le dije a Ken que iría al baño y me fui al exterior. Sentía que mi garganta quemaba, sentía que el aire no llegaba hasta mis pulmones, así como sentía que de un segundo a otro las lágrimas que se acumulaban en mis ojos, caerían. Y dolía, dolía como si vidrios rotos corrieran por mis venas, el reconocer que era una basura de mujer y de hija. Y me odiaba, ¡en serio lo hacía! Reconociendo que aun a sabiendas que mi madre estaba muy enferma no movía ni un solo dedo por querer verla, en cambio lo evitaba a diestra y siniestra. Ni siquiera recordaba la última vez en la que la había visto o que había logrado hablar con mi padre sin acceder a los gritos, por mi parte en la mayoría de veces.
¿Hasta qué punto quería llegar para cambiar? ¿Necesitaba acaso que mi madre o padre muriera para intentar remediar las cosas?
Estaba demasiado jodida, estaba pudriéndome por dentro, mis huesos estaban siendo carcomidos por el odio y rencor corrosivo que se expandía por todo mi cuerpo. Mis entrañas eran atenazadas por el desprecio del cual estaba repleto mi corazón. Mi alma estaba rota en diminutos fragmentos, mi esencia era veneno y mi corazón un pedazo de hielo. No sentía y no tenía el deseo de hacerlo.
Inhalé aire un par de veces, tratando de acomodar ese tumulto de sentimientos que me estaban queriendo desquebrajar, por completo. Elevé mi mentón, con la disposición de tragarme las lagrimas y lo estaba logrando, poco a poco me estaba tranquilizando o al menos parecerlo, sin embargo.
—Harmonie, ¿podemos hablar? —cuestionó. De inmediato sentí como una corriente me recorría de pies a cabeza, mi piel se fue elevando y mi corazón comenzó a trabajar de forma errática. Giré sobre mis pies y lo encaré, me sentía agotada física y mentalmente. Así como, comenzaba a sentir que las emociones volvían a salirse de su corral, amenazando con volverme una masa temblorosa y sensible. Sacudí la cabeza en una negativa, no tenia ánimos de pelear.
—Ahora no, por favor —dije, pero sonó más a una súplica. Intenté esquivarlo y así regresar a la celebración pues me sentía muy vulnerable, sin embargo, me detuvo de mi antebrazo y lo impidió.
—Por favor, será rápido —dijo. Solté un suspiro cansino. Rogándole al cielo el que no me echara a llorar en ese momento.
— ¿Qué quieres? —exigí saber, me zafé de golpe, sintiendo como nuestro contacto mandaba choques eléctricos. Lo miré directo a los ojos, a ese par de profundos y achocolatados ojos, de inmediato una lucha de miradas comenzó, mordí el interior de mi mejilla, así como hice mis manos puños, tratando de mantener mis nervios a raya, de controlar la necesidad que sentía de su toque.
¡Dios!, lo necesitaba tanto.
ADELANTO: (Perspectiva de Charles bombón Fitz)
— ¿Qué quieres de mí, Charles? —interrumpió—, ¿qué buscas de mí? Yo no puedo darte eso a lo que estas acostumbrado —objetó y sus palabras fueron como un golpe sordo, directo al estómago. No hice amago a nada, solo sonreí.
—Yo...
N/A: Muchísimas gracias a los que leen y también a los que comentan ❤️ (a estos últimos les estoy preparando una sorpresa).
¡Los leo en los comentarios! 😙
PD: Me dije a mi misma "mi misma, vas a actualizar de sorpresa hasta el jueves" y entonces mi misma, esperó hasta que llegara la media noche 😅😎
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