Capítulo 19
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Hight - SIVIK
Escuchar esa canción y haberla sentido tan apropiada para nosotros... fue como el detonante para lo que en mi interior residía, para acrecentar el maldito deseo que no parecía querer menguar con nada. Y ante esa realidad, hacerle aquella propuesta... fue lo único que concebí necesario para acabar de una vez por todas lo que ahí estaba surgiendo y se empecinaba por permanecer. Esa misma noche regresamos al hotel; nos saboreamos en el elevador, nos besamos como nunca antes, pues sentíamos la jodida libertad envolvernos, libertad de poder sentirnos, tocarnos y murmurar palabras lascivas que eran como gasolina para la llamarada que pronto se volvió en una explosión colosal y demasiado descomunal que nos arrastraría sin piedad, que nos haría, sin saberlo, esclavos de lo que ambos más detestábamos.
Sin embargo, nada importó, pensar pasó a un tercer plano, concebir los riesgos de lo que aquel suceso arrebatador nos acarrearía, sencillamente, valió un kilo y medio de mierda. Harmonie; era esa chispa que despertaba cada molécula que componía mi cuerpo. Ella era como el mejor de los elixires, mi marca personal de droga, tan enfermizo y adictivo.
Entramos a la que fue mi habitación por aquellos cortos días; nos adentramos sin detenernos a pensar, solo dejándonos llevar por ese sentimiento que había entre nosotros, por esa locura que se estaba apoderando de cada una de nuestras mentes y pensamientos. Necesidad, deseo arrebatador, pasión, urgencia por llegar hasta a aquel punto sin retorno, apremio por llegar hasta la cima del clímax y ahí dejarnos caer en picada, hasta estrellarnos y sumergirnos en las aguas del placer y la gloria. Mis manos se pasearon por todo su cuerpo, adentrándose por debajo de la tela, escalando, delineando sus curvas, alcanzando sus protuberancias y amasándolas con apremio. Mis labios saboreaban sus dos bombones como si al más exquisito manjar y poco a poco fui perdiendo el control de ese beso, mis labios se movían con urgencia, succionando y acariciándolos de una manera brusca pero jodidamente deliciosa, mi cadera se adhería a la suya para demostrarle el efecto que tenía en mí, sintiendo como por mis venas corriera lava, incendiando todo a su paso, en una combustión que desató una implosión en mi ser. Asimismo, siendo consciente en como Harmonie se adhería a mis hombros, en cómo sus uñas se encajaban en la piel, perdida en las sensaciones que experimentaba, mi poco autocontrol se esfumó en el aire. Entonces, cuando su vestido y mi camisa se deslizaron hasta formar un charco de tela sobre el suelo, ya no hubo vuelta atrás.
Mi lengua invadió su boca, sintiendo como el ritmo subía de forma vertiginosa, las corrientes a nuestro alrededor se enchispaban y explotaban, liberando toda la tensión sexual que traíamos acumulada.
Sin embargo, cuando ninguno de los dos podía postergar más aquello, sintiendo en como escalofríos de placer almacenada arremetían contra nosotros, con la transpiración empapándonos, con mi necesidad de sentirla más cerca, de sentir su piel contra la mía lo más antes posible me hizo, en un segundo, montarla sobre mi regazo. Soltamos un jadeó de satisfacción que quedó perdido en nuestras bocas, mientras nuestras lenguas unidas, bailaban en un son decadente y sexual, intentando dominar y marcar el control, pero que convertía ese beso en algo sumamente pasional y sugestivo.
Y yo... necesitaba más.
Bajé hasta su cuello y comencé a morderlo y a sorber, dejando mi aliento en la curvatura de su cuello y clavícula, perdiendo mis manos en la suavidad de su piel. Entonces, asegurando el momento, me adentré en su ser, provocando que soltara un gemido ronco y áspero, regresé a su boca, ansiando probarla de nuevo, deseando saborearla de tantas deliciosas y prohibidas formas. Su espalda arqueó, gemidos roncos y ásperos brotaban de su garganta, así como palabras inteligibles, frases incompletas. Entonces, pegando su espalda al colchón, comencé a marcar el ritmo, uno más fuerte, más veloz. Y de apoco fui consiente en como comenzábamos a llegar a la cúspide, mis movimientos se tornaron torpes, los pocos vestigios de lucidez me ayudaron a prolongar un poco más el momento, a intentar alargar más las embestidas, sin embargo, de pronto, un montón de luces explotaron en mi cabeza, corrientes me recorrieron de pies a cabeza, y sin poder postergarlo más... me dejé llevar hasta la cima y desde ahí... me desplomé, sin importarme nada, aun si me desquebrajaba en diminutos fragmentos.
Nos quedamos uno al lado del otro, tratando de acompasar nuestra respiración y en mi caso, de asentar en mi cabeza lo que recién había pasado. Y es que, había sido increíble, sin embargo, había sido real, demasiado maravilloso pero real. Inhalé aire con fuerza, tratando de aminorar la arritmia de mis latidos. ¿Y ahora qué? Inevitablemente me pregunté, sin duda que estar con ella era fantástico y si esa era el cierre de ese capítulo, aunque muy dentro de mí esperaba lo contrario, estaba feliz y tremendamente satisfecho, en mediana parte.
— ¿A qué hora tenemos la comida con el señor Villanueva? —cuestionó Monie, sacándome de mis pensamientos. Giré la cabeza, tenía su mirada fija en el techo, sus mejillas estaban sonrojadas, sus labios imposiblemente hinchados y toda su melena rojiza y flameante desparramada sobre el colchón y algunos mechones surcando su rostro. ¡Santa mierda! Sentía como el deseo regresaba. Aclaré mi garganta.
—A las doce del medio día, pero ya sabes, debemos salir con tiempo para evitar cualquier contingencia —respondí, mientras apretaba mis manos, encajándome las uñas, tratando de distraer mis pensamientos. Pero era imposible, tomando en cuenta que ella estaba a mi lado... desnuda.
—Aún tenemos tiempo —murmuró. Entorné mis cejas y volví a verla, al simple movimiento que percibí, sintiendo como cada una de mis terminaciones nerviosas estaban a un maldito roce de explotar. Estaba sentada sobre la mullida cama, su cabello caía como una cascada fluorescente cubriendo a duras penas su torso desnudo, mostrándome su par de redondos y turgente protuberancias, ¿qué clase de tortura era esa? Solté un suspiro, tratando de recargar todo el autocontrol.
— ¿Eh? —cuestioné, perdido. Soltó una corta y ronca risa, ¡diablos! El simple sonido envió olas cálidas que se expandieron por todo mi cuerpo al tiempo que sentía como mi pulso se aceleraba y mi respiración volvía a ser errática.
—A esto —murmuró en respuesta, alcé una ceja, me sentía preso de una confusión, sin embargo, al notar en cómo se inclinaba en mi dirección, todo cobró el sentido que debía. Sonreí casi imperceptiblemente al ver su cabello derramándose sobre mi pecho, cubriéndonos como una cortina de fuego, sus labios rosaron los míos y todo por fin estalló, de nuevo. Y todo en esa nueva ocasión fue más salvaje... más intrépido e igual de asombroso.
Estando en mi departamento en Greenville, comencé a rememorar lo que habían pasado en esos últimos días. Todo había sido una locura con Harmonie; un día estábamos bien y al otro peleábamos como un absurdo matrimonio, rodé los ojos ante ese repentino pensamiento, ella era tan explosiva no solo en la cama sino que su carácter. Era un puto volcán que al más mínimo comentario estallaba y arrasaba con todo, sin embargo, ella podía convertirse en el ser más frio en un segundo. Así era ella; en un instante una llamarada cálida y un segundo después un témpano de hielo.
Al día siguiente debíamos presentarnos a una junta, debíamos presentar el contrato con las estipulaciones que se acordaron. Solté un bufido, apenas tenía un día de haber regresado de Acapulco, sin embargo, sentía demasiado presentes cada una de las caricias de Harmonie sobre mi piel, podía cerrar los ojos y revivir sus quejidos, sus palabras sugerentes, sus ojos color oro llenos de lujuria, su mata roja siendo movida por nuestro actuar. ¡Demonios!, si en algún momento creí que el deseo, luego de un par de encuentros, mermaría estaba muy equivocado pues tal parecía que el deseo se había incrementado de forma exponencial. Y eso comenzaba a inquietarme.
La tarde era fría, me encontraba en la sala de estar viendo una película, mientras comía un tazón de cereal de chocolate con malvaviscos; tenía hambre pero nada de ánimos para salir en busca de algo de comer y la opción de la pizza la estaba dejando para la cena. Entonces, mi teléfono comenzó a sonar. Relamí mis labios y acerqué el móvil y de inmediato, al ver quién era, mi pulso se disparó como si fuese un cohete espacial siendo impulsado al espacio.
—Aló —dije, tratando de mantener a raya la emoción en mi voz.
—Hola, ¿cómo estás? —preguntó, su voz se escuchaba más que melodiosa y caliente.
¡Joder!
—Súper, ¿y tú? —Un par de segundos pasaron hasta que ella volvió a hablar.
—Bien, solo te llamaba para contarte que... mi mamá ya está bien —murmuró. Sentí un revoloteo en mi corazón, que ella me hubiese llamado para contarme eso, era sencillamente asombroso.
— ¿En serio?, ¡Dios! ¡Esa es una noticia estupenda! —exclamé, muy feliz por ella, entonces añadí—: ¿Te dijeron algo los doctores?, ¿ya la fuiste a ver? —Silencio.
—Solamente que debe estar en cuidados intensivos unos cuantos días para ver si no hay un decaimiento. —Y no pasó desapercibido por mí el que ignorara mi última pregunta, sin embargo no tenía ningún derecho de indagar más o de presionar.
—Me alegra demasiado, ya verás que pronto estará como nueva.
—Sí, sí y gracias. —El silencio que se asentó a continuación fue tirante e incomodo.
—Bien, te veo mañana entonces...
—Claro, cuídate y gracias. — ¿Y si la invitas a salir? Alentó mi conciencia, sin embargo, antes que pensará en hacerlo, ella ya había colgado. Y desde momento fui preso de una ansiedad, ¿por qué sabiendo que todo estaba bien con su madre sentí que Harmonie, en cambio, no lo estaba?
Al día siguiente me apresuré en salir de casa, con la intensión de no perder más tiempo y ver a Harmonie. De cerciorarme que en verdad se encontraba bien, ¿qué si su llamada había sido un pedido silencioso?, pero... ¿un pedido de qué o para qué? No tenía idea, pero en el tiempo que tenia de tratar a esa chica había aprendido que le era muy difícil hablar de lo que le pasaba, que muchas veces sus sonrisas eran solo una fachada. Y por eso, algo en esa llamada no se había sentido del todo bien. Asimismo, esperé la hora de la comida con demasiadas ansias, quería verla y hablarle. Sin embargo, estando en la cafetería, la visualicé, venía hablando con una de sus compañeras, su sonrisa era tenue y sus risas ligeras, iba ataviada con un conjunto de oficina que, aunque era formal, no perdía oportunidad para vérsele demasiado sensual. Compré mi comida, entonces antes de buscar una mesa, pues tenía la absurda idea de poder sentarme con ella, me acerqué a hablarle.
— ¡Ey!, hola —saludé. Harmonie dejó de hablar con su compañera, a la cual le sonreí educadamente.
—Hola —respondió, su voz había sonado recta y fría. Alcé una ceja con escepticismo, ¿era en serio?
— ¿Qué tal? —pregunté, tratando de ignorar esa molestia al notar su desinterés.
—Bastante bien, gracias —respondió tajante ¡Guau!, ¿dónde había quedado la Harmonie que había conocido en México y la de la noche anterior? Me pregunté, demasiado incrédulo, ¿qué demonios le pasaba a esa mujer?
—Me alegra mucho... —Asintió con la cabeza, sus ojos mirando a cualquier lado menos a los míos, ¡bien!, sí eso quería, entonces conocería que yo también podía ser el hombre más frio y desinteresado que hubiese conocido jamás—... bien, solo venia a hablarte para decirte que la junta la tenemos después de la comida y que yo llevaré los elementos visuales en una memoria USB y el equipo. —Asintió con la cabeza con parsimonia—. Okay, con su permiso señoritas —dije, tratando de reemplazar esa pequeña humillación con un gesto galante. Di media vuelta y me di a la tarea de buscar una mesa, caminando con pasos apretados y sintiendo como la indignación e ira viajaba por todo mi cuerpo, ¿qué demonios se creía esa mujer?
Me senté a comer con mis compañeros de piso y ahí el mal rato se esfumó con un poco de dificultad, pero casi terminando de comer ya me sentía como yo. Y mientras degustaba mi comida, traté de encontrar una respuesta a su comportamiento repentino pero sencillamente no encontraba otra respuesta que sustituyera a la que alegaba que ella estaba loca. Entonces una resolución llegó a mi mente: no la buscaría. Si ella quería algo pues me buscaría, pero yo ya no me prestaría a sus juegos, ya no me expondría a humillaciones en público. Porque eso que ella había hecho, era eso.
Y el momento de la junta se presentó. Llevé mi computadora portátil y ahí la presentación de las clausulas estipuladas en el contrato, así como las proyecciones financieras que ella me había enviado. Y mi trato fue meramente profesional, si ella me llamaba yo acudía a solventar los problemas técnicos, pero luego de eso, yo ya no buscaba ninguna clase de acercamiento. Era lo mejor. Ya demasiado había pasado por situaciones así, por malos ratos ocasionados por una mujer, que en ese momento, ya no me expondría por mi propio pie.
Harmonie se podía ir muy a puto infierno.
Sin embargo, mientras guardaba todo el equipo en sus respectivos estuches, noté por el rabillo del ojo en como uno de los socios, el señor Gross, se acercaba a Harmonie. Y sin poderlo evitar les seguí con la mirada todo el rato en el que hablaban, tratando de no hacerlo notar cuando sentía que la mirada de Harmonie podía ser puesta en mí. Y ¡diablos!, podía sentir como la tensión y rabia se extendía por todo mi cuerpo, verlos interactuar como si coquetearan, envió una descarga a todo mi cuerpo que alteró todas mis terminaciones nerviosas. Entonces, la claridad del asunto se asentó sobre mí y fue como si un balde lleno de cubos de hielo se derramara por encima de mi cabeza: ellos estaban juntos.
Esa era la única verdad.
La única razón que podría explicar el porqué del comportamiento de Harmonie para conmigo. Y me sentía furioso, iracundo no solo contra ella sino que, contra mí mismo. Rabioso porque sabía que algo así podía pasar, embravecido porque no tenía que importarme ni medio kilo de mierda pero, en cambio, estaba trastocándome. Tomé todas las cosas y salí como si alma que lleva el diablo. Salí dando grandes zancadas, sintiendo que si no me alejaba pronto iba a tomarla y a llevármela a rastras. Y eso no me lo podía permitir, sin embargo.
—Charles... —La voz de Harmonie me cortó de tajo toda resolución, mis pies de detuvieron en seco y apenas pude ser consciente de toda la tensión que irradiaba mi cuerpo.
— ¡Oh si!, si este es el muchacho que hace magia detrás de la computadora —comentó Héctor, sin embargo, fui consciente de la rivalidad en sus ojos, lo cual me hizo sentir menos miserable, el viejo me veía como un competidor fuerte. ¡Mierda!
—El señor Gross...
—Dime Héctor, Harmonie —interrumpió y reprimí el deseo de rodar los ojos, ¿qué problema tenía con qué lo llamara señor?, ¿acaso no era eso? Relamí mis labios, saboreando mi casi imperceptible sonrisa.
—Está bien, lo intentaré —dijo amablemente Monie. Entonces prestó su atención en mí—, Héctor me preguntaba si eras tan amable de enviarle la información que presentamos ahora a su correo —dijo, sonando amable. Asentí con la cabeza.
—Por supuesto, solamente necesitaré la dirección de correo y en un momento le hago llegar toda la información —respondí de forma casual, ignorando el hecho que los ojos de Harmonie estaban puestos en mí.
—Te lo agradecería mucho. Harmonie ya tiene mi contacto, ella puede proporcionarte esa información. —Y no pude evitar el dejo de veneno con el cual iban impregnadas esas palabras, él sabía que estaba interesado en ella y él en ese momento me lo dejo más que claro que sus intenciones era iguales, dejándome entrever que tenían contacto. Ladeé mi boca en una sonrisa, mis ojos estaban llenos de reto y él lo captó muy bien pues respondió de la misma forma. Giré la cabeza a Harmonie, quien estaba de lo más ausente de lo que ahí se estaba dando, sus ojos estaban puestos en mí y eso me sentir que ganaba esa victoria, aunque no la guerra.
— ¿Me acompañas para que me puedas dar el contacto? —pregunté, tratando de sonar casual. Y puedo jurar, que sus ojos amielados se llenaron de tranquilidad en el momento que dije esas palabras.
—Claro, lo dejé en lo cubículo. Vamos por él, ¿te parece? —respondió. Asentí con la cabeza.
—Harmonie, yo... —balbuceó Héctor.
—Fue un gusto hablar contigo, si me disculpas iré a mi cubículo para hacerte llegar la información lo más pronto posible. —Resignado, asintió con la cabeza. Ella ni bien dio un paso cuando ese... viejo, la tomó de su antebrazo y la hizo girar para luego plantarle un beso en la mejilla. Presté mi atención en algo más, tratando de reprimir mis impulsos por arrancársela de las manos. Libere un poco de tensión cuando se incorporó a mi lado. Caminamos hacia el elevador en silencio, cada uno sumidos en sus pensamientos. Entonces, mientras este avanzaba rumbo al piso de marketing, Monie aclaró su garganta y las palabras que dijo a continuación me desarmaron casi por completo—: Lo siento —murmuró, sus ojos llenos de culpa me sacaron el aire de un solo golpe.
N/A: Charles no quiere volver a vivir otro engaño, está demasiado lastimado y comprendo su dolor. Harmonie, ella está teniendo otro tipo de lucha que pronto la sabremos, para que entendamos que cada uno pelea contra sus demonios.
¡Muchas gracias por leer! ❤
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