Capítulo 2
—Bueno... Puede que caminar por el parque no sea mi cita ideal, pero contigo es bastante agradable.
Comentó Kirino, ya se encontraba cansado pues no habían hecho mucho más que caminar y conversar sobre temas de interés mutuo, que en términos generales, no eran muchos.
—Bueno... Honestamente esto fue algo improvisado, te prometo que la próxima vez será más divertido.
Aseguró el más alto, algo nervioso pues no estaba seguro si realmente Kirino la había pasado bien o lo decía por cortesía.
—Podemos hacer algo mañana, ahora se está haciendo tarde... ¿Quieres acompañarme a casa?
El pelirosa lo invito naturalmente, no quería parecer eufórico, por lo que procuro mantener la calma, la verdad es que se la había pasado de perlas con el delantero, aunque fuera una simple cita, era agradable y tranquilo, lo que a él le gustaba.
—Oh... Me encantaría, nunca he ido a tu casa.
Aseguró el contrario, sintió unos nervios ligeros, quizás tuviese que entrar a saludar por educación, no quería causar una mala impresión dada su "Inusual" vestimenta.
—No te preocupes por eso, eres bienvenido.
Kirino jalo el brazo de Tsurugi, intentando que este lo siguiera.
—Ahora vamos, no quiero que se haga tarde y que mamá me regañe por ello.
Comentó, notando como el más alto comenzaba a hacer caso a su petición.
—Entonces apresuremonos, no quiero que tus padres piensen que soy una mala influencia para ti.
Respondió, siguiéndole el paso al defensa.
—Hey ¿Desde cuando eres tan considerado? Estás cambiando mi opinión de ti.
Kirino fue provocativo con sus palabras, pues lanzó aquella pregunta con un dejo de burla.
—Woah... No quiero generar una mala impresión, no soy ningún patán.
—Bueno, eso puede que sea verdad, pero tú apariencia no te ayuda, chico rudo.
—¿Aún no superas mi faceta de cuando llegue al raimon? Vaya...
Tsurugi se mostró pensativo en aquella pregunta, estaba considerando si en realidad era muy buen actor, o si de verdad era una persona distinta en aquel entonces.
—No es eso... Es que quizás... Me gustaba bastante.
El mayor de los dos se sincero con aquellas palabras.
—¿Lo dices en serio? Juraría que te desagradaba por eso de agarrar a balonazos a los del equipo B y a Tenma.
—En aquel entonces estaba con Shindou, no podía demostrar que me gustaban los chicos malos...
—¿En ese tiempo estabas con Shindou? Bueno, eso explica bastantes cosas.
—No es que me moleste el tema, la verdad me gustaría conversarlo, pero ahora llegando a casa no es que tenga muchas ganas de hablar de Shindou.
—¿Ya vamos llegando? El viaje se paso rápido.
—Sip, de hecho ya llegamos, déjame tocar a la puerta.
Dicho y hecho, el pelirosa tocó a la puerta, pues no tenía llaves, y a los pocos segundos un adulto de cabello largo y azulado atendió.
—¡Ranmaru, has vuelto!
Exclamó el adulto, no es necesario dar detalles, todos sabemos que es Kazemaru.
—¡Hola mamá! Traigo visitas.
Saludo animadamente el más bajo.
—¡Buenas tardes!
Saludo Tsurugi, haciendo una ligera reverencia.
—Oh... Eres tú Tsurugi...
Kazemaru no se mostraba muy complacido por la presencia del delantero.
—¿Puede pasar? Es que lo invite a cenar.
Kirino pidió permiso con una sonrisa angelical a la cual Kazemaru no se puso resistir, dando paso a ambos jóvenes.
Tsurugi entro completamente confundido, el pelirosa en ningún momento lo invito a cenar, pero tampoco se iba a quejar.
—¿Papá aún no llega?
Pregunto Kirino, mientras guiaba a Tsurugi a las escaleras, rumbo a su habitación.
—No, regresará en un rato, no se acomoden mucho... La cena estará lista en unos minutos.
Exclamó Kazemaru.
—Si mamá...
Tsurugi sencillamente se limitó a escuchar mientras subía las escaleras.
Una vez arriba, ambos entraron en la habitación del pelirosa, un espacio de cuatro paredes bastante reducido pero acogedor... Dejaron sus bolsos en el asiento que daba con el escritorio y se sentaron en la cama.
—Tengo el ligero presentimiento de que no le caigo muy bien a tu madre.
Comentó el pálido.
—Mamá es algo... Sobreprotectora. Tampoco ayuda el que te veas como un "criminal"...
—No me veo como un criminal...
—Oh vamos, llevas cadenas, brazaletes, la chaleca agarrada a tu cuello y pantalones hanchos, no pareces precisamente un estudiante modelo.
—Bueno, es mi forma de vestir, no debería ser prejuiciosa.
—Dejala, mamá es así, tarde o temprano se acostumbrará a ti, además tú ya conoces a papá, a él le agradas.
—Hablas como si ya fueramos pareja... En fin ¿Como que ya lo conozco? ¿De que hablas?
—Ya te darás cuenta cuando llegue, por lo demás no te preocupes ¿Si?
Esto último Kirino lo comento acariciando levemente a Tsurugi, intentando inspirarle confianza.
Dicha al menor no le faltaba, siempre había sido una persona segura de si misma, no obstante tenia algo de miedo de que Kazemaru arruinara sus más que buenas intenciones con el pelirosa.
—¡La cena está lista, bajen a comer!
El tiempo había pasado rápido, más de lo que Tsurugi se esperaba, por lo que los 2 jóvenes decidieron bajar.
—Kirino, yo te alcanzó, olvide que tengo que avisar a mis padres que me quedaré a cenar.
—Esta bien, abajo te veo.
Tsurugi busco su celular en su bolso y le mandó un mensaje a su madre explicando que llegará tarde a casa y que no lo esperen a la cena, obviamente comentando que un compañero suyo lo invito a cenar.
Espero a que el mensaje se enviara y se dispuso a bajar finalmente.
Encontrándose con 3 platos en la mesa, 2 con una exquisita comida en la que Kirino y Kazemaru ya estaban sentados.
El plato que restaba era suyo, y la comida se veía algo extraña, inusual, parecía una ensalada de condimentos raros, muy poco apetitoso.
—Esto...
Murmuró el pálido antes de acercarse a oler su comida y verificar que su aroma era horroroso.
—Vamos chico, tienes que comer bien para que tu piel tome color, estás muy pálido.
Las palabras de Kazemaru iban con una intención algo humillante para el delantero, el cual sencillamente tomo el plato como lo que era, comida.
—Mamá...
Reprochó Kirino, molesto con Kazemaru por el evidente sabotaje a Tsurugi.
—No te preocupes Kirino, estoy muerto de hambre.
Dicho y hecho, Tsurugi ignorando cualquier rastro de maldad en la madre de Kirino, procedió a sentarse y comer sin cesar.
—Esto está exquisito
Kazemaru estaba evidentemente sorprendido por el caso omiso que el delantero había hecho a su putrefacta cena, estaba comiendo gustoso y sin detenerse.
Por su lado Kirino no sabía si sentir oegullo o preocupación por los que aquella comida le hiciera al estómago de su acompañante, sea como fuera estaba enojado con su madre.
Ranmaru se acercó al oído de Tsurugi y le susurró.
—Esto es culpa de mamá, pero no te preocupes, mañana yo cocinaré.
Lo que Kirino no imaginaba es que Kazemaru lo había escuchado, pero no tuvo tiempo para reaccionar gracias a que el picaporte de la puerta se estaba abriendo.
Todos voltearon hacia la entrada, preguntándose quien era, el dichoso entro sin contemplaciones con una cálida sonrisa.
—¡Papá!
Exclamó Ranmaru.
—Amor...
Dijo Kazemaru.
—¡¿Señor Goenji?!
Pregunto Tsurugi, sorprendido.
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