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Capítulo 1: ¡Arrivederci Toscana, Ciao Milano!

La suave y cálida brisa de la mañana se abría paso junto a los primeros rayos del sol, en el verano de Italia. En los verdes campos de la Toscana, allí se encontraba Gianna sentada en las afueras de su acogedora casa, sosteniendo una taza de café recién molido mientras observaba el amanecer. Era una costumbre que disfrutaba cada mañana; desde allí, podía contemplar a la perfección el color violeta de los viñedos.

El inigualable aroma de las uvas inundaba sus pulmones. Mientras observaba aquel increíble paisaje, su corazón saltaba de emoción ante la nueva vida que se avecinaba. Había sido aceptada como pasante en la prestigiosa empresa de modas "Stellare Creazione" en Milán, y hoy era el gran día. Aunque aquello también le generaba ciertos nervios, estaba determinada a seguir adelante, después de todo, ser diseñadora de modas siempre había sido su sueño desde niña.


Toscana, Italia - 12 de julio de 2003

Una pequeña Gianna, de solo seis años, estaba sentada en el fondo del aula, su largo cabello castaño esparcido sobre el pupitre, mientras sus grandes ojos café se concentraban en el dibujo que estaba creando en las últimas páginas de su cuaderno. De fondo se oían las voces de la maestra y los alumnos que respondían a sus preguntas sobre la clase de matemáticas, pero la mente de la niña estaba en otro mundo muy lejos de los números.

Uno lleno de colores y texturas, en el que podía crear todo aquello que imaginara. Con pequeños trazos, esbozaba un vestido color azul marino que había imaginado en sus sueños la noche anterior.

—¡Gianna!—la voz severa de su maestra la sacó de su ensueño—¿Qué es esto que estás dibujando en clases?

La pequeña se sonrojó ante el llamado de atención de su maestra e intentó esconder su cuaderno amarillo, pero era demasiado tarde. La mujer se acercó y vio el boceto.

—Debes prestar más atención en clase. Las matemáticas son importantes —dijo viéndola a los ojos y, tras una pausa evaluando el dibujo, añadió con una sonrisa—. Es un bonito dibujo.

La niña suspiró aliviada, temiendo que, al igual que pasó antes con su maestro de historia, esta le llamara a la dirección. Al terminar su día de clases, la pequeña se dirigía en su bicicleta roja hacia su casa, el paisaje con verdes colinas y coloridos viñedos se abría paso a medida que llegaba a su destino. Cómo era habitual, cada tarde encontraba a su madre haciendo los pedidos de las mujeres en el pueblo; la pila de hermosos vestidos con diseños únicos yacía sobre la gran mesa de la habitación de costura. Parada en el marco de la puerta, Gianna veía a la mujer de cabello dorado como la miel con gran admiración, soñando algún día crear vestidos tan hermosos cómo los que hacía su madre.

—¿Qué haces ahí, piccola?— preguntó su madre ajustando sus lentes— ven aquí, te enseñaré algo— agregó con una cálida sonrisa.

La niña se acercó con una clara fascinación en sus ojos. Su madre extendió ante ella el que creyó el vestido más hermoso que jamás había visto.

—Es como el de una principessa —expresó con emoción—, pero... ¿No crees que es muy pequeño para la señora Vecchi?—agregó con confusión en sus ojos.

La risa de su madre inundó la habitación de costura ante aquella ocurrencia.

—Así es —asintió—. Pero te equivocas en algo, tesoro mío, este vestido no es para la señora Vecchi —agregó con su característica entonación italiana

—¿Entonces para quién es, mamma?

—Es para ti, amore mio.

El brillo en sus ojos era inigualable al ver la expresión de felicidad en el pequeño rostro de su hija.

—¿Lo dices en serio, Mamma? —preguntó emocionada y su madre asintió.

—¡Grazie mille, es hermoso! Me veré como una principessa —agregó, tomando el vestido y dando un giro mientras lo rodeaba con sus brazos.

—Tu sei già la mia piccola principessa —dijo su madre con emoción, a lo que la pequeña respondió con un cálido abrazo.



Toscana, Italia - Presente.

Saboreando el café y contemplando los verdes campos iluminados por el intenso sol de la mañana, Gianna dejó escapar un suspiro de nostalgia al recordar aquellos momentos, sabiendo que sería la última vez, al menos por un largo tiempo, que vería aquel paisaje. Se levantó de su asiento y entró en la casa para encontrar a sus padres esperando con una expresión en su rostro que mezclaba orgullo y tristeza.

—Estamos muy orgullosos de ti, Gianna —dijo su madre, abrazándola fuerte—; sabemos que harás grandes cosas en Milán.

—Prometo que haré todo lo posible para triunfar 

—No olvides llamarnos en cuanto llegues a la casa de tu tía —agregó su padre, mientras colocaba la maleta en el auto, Gianna lo abrazó asintiendo con una emotiva sonrisa.

—Ya vamos, se te hará tarde —interrumpió Francesca, su hermana mayor.

—Va bene, Francesca— respondió la menor, acercándose al Fiat 500 color rojo que la esperaba a escasos metros, ambas se apresuraron a subir al auto, mientras Gianna sacaba su cabeza por la ventana para ver a sus padres saludando y con lágrimas de emoción.

—¡Torna presto, piccola principessa! ¡Ti amiamo! —gritaron ambos al unísono.

—¡Anche io li adoro! ¡Arrivederci, Toscana!—exclamó Gianna con emoción.

El tren hacia Milán la esperaba, y mientras el paisaje de la Toscana se desvanecía, a pesar de tener una sensación de nostalgia, la joven sentía una inevitable emoción sabiendo que una nueva aventura estaba por comenzar en su vida.


Ciudad de Milán, Italia - 12 de julio de 2024.

El aire rápidamente se notó diferente en cuanto la joven bajó del tren. El ambiente era tan innovador que quedó maravillada; el bullicio de la gran ciudad era muy diferente a los tranquilos campos de la Toscana. Sus ojos brillaron de emoción al caminar por las calles de la ciudad de la moda, viendo los escaparates de las boutiques más reconocidas a su alrededor: Gucci, Versace, Dolce & Gabanna, Valentino. Creyó que estaba soñando, uno más de aquellos sueños en los que se rodeaba de modelos desfilando elegantes trajes hechos a medida creados por ella.

—Mi scusi, signorina, ¿sei tu Gianna?— pronunció un hombre de aspecto amable y cabello tan negro como el anochecer.

—Esa soy yo, ¿quién es usted? —preguntó con ligera confusión en su voz.

—Mi scusi, soy Donatello. Trabajo para su tía... Ella me envió para que la lleve a su casa —explicó con amabilidad.

—Capisco, andiamo. ¡Ya quiero verla! —indicó la castaña ansiosa, a lo que el hombre asintió y juntos se dirigieron al pequeño auto azul.

—¿Le molestaría si pongo algo de música?

—¡Vai avanti!

De fondo, empezaron los acordes de "Volaré", una canción que le traía recuerdos de su vida en la Toscana, pues era la favorita de su padre. La joven observaba el paisaje de las pintorescas y elegantes calles de Milán mientras disfrutaba de la música, el azul del cielo era intenso y el cálido aire del verano abrazaba su rostro, mientras su cabello ondulado volaba a su ritmo. Llegando a Portofino, el pequeño pueblo pesquero en la costa de la Riviera italiana, dónde vivía su tía, se podían visualizar claramente a los lejos las bellas costas italianas.

En el camino por las calles adoquinadas, la vista de Gianna se enriquecía con cada cosa que veía a su alrededor: las casas color pastel y los lujosos yates en el puerto eran sólo una pequeña parte del lugar.

«La gente de aquí parece ser amigable», pensó.

Finalmente, luego de dos horas, llegaron a su destino. Donatello salió del auto ayudando a Gianna con las maletas. La joven se adentró en el jardín de la casa de su tía y, como supuso, allí estaba ella, con su largo cabello negro cubierto bajo una pañoleta de color celeste que la protegía del intenso sol del lugar, junto con un largo vestido veraniego del mismo color con sutiles flores blancas... La mujer se encontraba demasiado concentrada como para notar que ya había llegado. Acomodaba las flores de lirio, que parecían estar en su máximo esplendor, con especial delicadeza.

—Estaba segura de que te encontraría aquí —dijo Gianna, interrumpiendo su concentración y la mujer se dio la vuelta para verla con una enorme sonrisa en su rostro.

—¡Gianna! ¡Mio caro! —exclamó corriendo hacia la joven y abrazándola con emoción.

—¡Mi sei mencanta cosí tanto, zia!

—¡Pero mira cuánto haz crecido! Cuándo me fui de la Toscana, eras así de pequeña —mencionó Alessandra, su tía, haciendo un gesto con sus manos, a lo que la joven soltó una risa.

—Tú sigues tal cómo te recordaba, tía —hizo una pausa—. ¿Por qué nunca regresaste a la Toscana?— el rostro de su tía pareció entristecerse, como si el recordar esa ciudad le trajera nostalgia.

—Ya habrá tiempo para hablar de eso, mio caro —expresó, tratando de cambiar el tema.

—Está bien, tía. Dime... ¿Dónde se encuentra Nina? Ya quiero verla —dijo buscando con la vista a su prima.

—Ella seguro está en la floristería. Puedes tomar la bicicleta que está adentro para ir, no queda muy lejos de aquí.

Gianna sólo asintió, adentrándose en la acogedora casa de su tía. Jamás la había visitado antes, pero el lugar se veía tal como ella lo describía en las cartas que solía enviarle a su madre cada semana. A las afueras, la casa era blanca con el tejado de un rojizo desgastado y, al entrar, las paredes blancas contrastadas con un azul intenso, adornadas con flores llamativas a su alrededor, tomó la bicicleta amarilla que se encontraba reposada en una de las paredes de la casa y salió de allí.

—¡Ci vendiamo, zia e Donatello! —exclamó Gianna haciendo un gesto de saludo con su mano, mientras pedaleaba con prisa en su bicicleta.

—¡Ten cuidado, Gianna! —gritó su tía a lo lejos, y la joven sólo sonrió como respuesta.

El viento soplaba suavemente en la tarde de Portofino, en las costas azules se veían a los pescadores en sus barcos, y las señoras caminaban por las calles adoquinadas modelando sus vestidos más finos. Todo en ese lugar le resultaba inspirador, mientras en sus audífonos empezaban a sonar los primeros acordes de la melodía de "Super Trouper" de ABBA, una de sus canciones preferidas.

Luego de unos minutos, ya había llegado a la floristería de su tía, "Fiori di Nina", un rincón encantador en el corazón de Portofino, rodeado por los característicos restaurantes de mariscos del lugar... Al entrar, pudo visualizar las flores más vibrantes y exóticas, adornando las vitrinas, atrayendo a locales y turistas por igual con su fragancia embriagadora y su colorido despliegue. Para Gianna, aquel lugar le evocaba un sentimiento de belleza y calma.

—¿Prima?—se escuchó a lo lejos la voz de Nina provocando que Gianna volteará hacia dónde provenía aquella voz familiar que desde niña no escuchaba.

—¡Nina! —exclamó emocionada.

Su prima se acercó a ella; su aspecto no había cambiado mucho a como la recordaba de niña, con su largo cabello rubio que se ondulaba sutilmente en las puntas y su piel ligeramente bronceada por las costas del lugar.

—¡Sono così felice di vederti! —expresó, con una sonrisa.

—Yo también lo estoy, prima—dijo Gianna abrazándola—. No sabía que trabajabas aquí; es muy bonito el lugar —agregó caminando y viendo cada una de las flores de allí.

—No me quejo.

—Andiamo, prima. Me dirás que no es ideal esté lugar —la voz de Gianna se notaba emocionada.

—Lo es, prima. Pero tú sabes lo que siempre quise hacer —empezó a explicar antes de ser interrumpida por la castaña.

—Sé que tu sueño es ser cantante, prima —hizo una pequeña pausa acercándose a ella—. Y aún no es tarde para cumplir ese sueño —finalizó con una sonrisa reconfortante.

Luego de aquel reencuentro, Nina le mostró a su prima algunos lugares encantadores en Portofino. La noche no tardó en hacerse presente y el brillo de las estrellas junto a la luna llena le daba un aspecto mágico al lugar.

—¿En qué piensas?— preguntó Nina.

—En que mañana será mi primer día. ¿Crees que pueda hacerlo, Nina? —preguntó Gianna, dejando escapar un suspiro de sus labios.

—Claro que lo harás, es más, ¡serás la mejor! —se paró en una de las bancas que estaba en las adoquinadas calles del puerto—. ¡Gianna D'Angelis será la próxima diseñadora famosa de Italia! ¡Qué digo de Italia, del mundo entero!—exclamó con emoción.

Gianna soltó una risa ante la ocurrencia de su prima, aunque debía admitir que eso es lo que más extrañaba de ella; siempre sabía como hacer que se sintiera mejor. Era su mejor amiga en el mundo.

—¡Sembri una ragazza, ya bájate de ahí! —dijo entre risas.

La noche avanzaba su curso, y con él la creciente emoción de Gianna por el día que estaba por venir. Las preguntas inundaban su mente, pero su corazón daba saltos en su interior, indicándole que estaba haciendo lo correcto.




Glossario di Italiano:


Ci vediamo: Nos vemos.

Sono così felice di vederti: Estoy tan feliz de verte.

Andiamo: Vamos.

Fiori di Nina: Flores de Nina.

Sembri una ragazza: Pareces una chica.

Grazie mille: Muchas gracias.

Principessa: Princesa.

Piccola: Pequeña.

Zia: Tía

Mio caro: Mi querida.

•Ti amo: Te amo.

Arrivederci: Adiós.

Capisco: Entiendo.

Mi scusi: Disculpa.

Mi sei mancata così tanto: Te extrañe tanto.

Torna presto: Vuelve pronto.

•Va bene: Esta bien.

Signorina: Señorita.

Avanti: Adelante.


Queridos lectores:

Bienvenidos al primer capítulo de esta nueva aventura, el cual quizás sea un poco extenso, pero quería enfocarme en perfeccionar cada detalle.

¡Espero lo disfruten!


Con cariño,
Valerie Vento.

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