EPÍLOGO
Jungkook abrió grandes los ojos y se sentó en la cama de golpe con el corazón acelerado.
Abrumado, se talló la cara sintiendo las lágrimas en sus mejillas. Parpadeó varias veces intentando enfocar su visión.
Estaba a oscuras, pero pudo ver la luz del alumbrado público colarse por su ventana.
Tomó su celular de la mesita de noche y observó la hora.
Sábado, 4:48 hrs.
Inhaló profundo por la boca y sacó todo el aire de sus pulmones notando que estos no le ardían al respirar. Se palmeó el abdomen y solo pudo sentir la tela de su pijama, pero no había ni dolor ni sangre.
Se puso de pie y caminó hasta el baño. Encendió la luz y se recargó en el lavamanos, observándose en el espejo de pared, y todas las emociones comenzaron a atacarlo de nuevo. Bajó la tapadera del retrete y se sentó en ella, sosteniéndose la cabeza con ambas manos, intentando respirar con normalidad, pero las lágrimas volvieron a sus ojos.
Estuvo así, intentando calmarse durante unos minutos, porque aunque había sido solo una pesadilla, se había sentido tan real...
Cuando dejó de llorar, volvió al lavamanos y abrió el grifo viendo el agua correr. Introdujo sus manos en ésta, acumulando un poco en sus palmas y se mojó la cara, sacando sus cabellos de su frente, volviendo a observarse en el espejo.
Volvió a su habitación y tomó su celular. Desbloqueó la pantalla y marcó un número. Se llevó el aparato al oído esperando que contestaran su llamada.
—¿Bueno? — Se escuchó una voz ronca al otro lado de la línea.
— Yoongi. — Saludó.
—Kook, ¿qué pasó? — Preguntó asustado.
— No... nada, Yoon. Solo... necesito un favor.
—¡Son las cinco de la mañana, Jungkook! ¿Qué pasa?
Se mordió los labios un momento, tomando valor para preguntar lo que quería.
— ¿A-aún tienes el número de Jimin?
(...)
Aparcó el coche en la entrada del edificio, salió de éste y tomó el ramo de flores antes de cerrar la puerta.
Se moría de la ansiedad.
Tomó el celular y verificó una vez más la dirección que el rubio le había dado. Estaba en el lugar correcto.
Inhaló profundo tomando valor y se dirigió a la entrada. Subió hasta el 3er piso y se detuvo frente al 304.
Sentía que las manos le sudaban. Apretó los puños un momento y los relajó. Se acomodó la camisa y tocó el timbre, sin tener respuesta.
Sentía que se iba a desmayar ahí mismo, pero no se iba a ir.
No iba a esperar a que el mundo terminara para intentar recuperar todo aquello que quería, aquello que amaba, así que volvió a presionar el botón.
—¡Voy! — Se escuchó desde adentro.
Y la voz lo hizo tensarse y sudar frío, apretando el talló del ramo de flores en sus manos.
—¡Voy, voy, voy! — Escuchó cada vez más cerca de la puerta y destrabaron el seguro.
Taehyung corrió a la entrada y cuando abrió, sus ojos y su boca se abrieron demás, quedándose sin aliento al ver al chico frente a su puerta.
— H-hola, Tae. — Logró articular el pelinegro, extendiendo las flores al chico frente a él, pero las manos del castaño estaban aferradas al marco de la puerta.
— J-jungkook~... — Dijo por fin.
Fin.
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