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Cap. 14

Pasado

--¿Vas a estar bien? - Le preguntó Jimin, y asintió con la cabeza en respuesta, aunque sus ojos decían lo contrario. - Tae...

El castaño suspiró profundo e intentó sonreír para su mejor amigo. Una sonrisa llena de tristeza.

- Estaré bien.

Bajó del coche y caminó hasta la puerta del edificio de Jungkook.

El rubio bajó la ventanilla.

- Okey, vengo por ti en cuanto me llames. - Le gritó, y el castaño asintió de nuevo. - ¿Seguro que no quieres que te ayude? - Negó con la cabeza.

- Gracias, Chim. Te llamo en un rato, ¿sí?

Tres horas más tarde, Jimin estacionó de nuevo frente a aquel edificio y bajó del auto para ayudar a su mejor amigo a subir todas sus cosas al maletero y al asiento trasero.

Esa noche, Jungkook entró a su departamento y la sangre se le congeló.

No estaban los zapatos de Taehyung en la entrada, ni las figuritas de gatitos en la mesa de la sala, ni las fotografías de Taehyung en la repisa.

- ¿Amor? - Gritó desde la entrada, mas no recibió respuesta.

Caminó ansioso hasta la recamara, y no halló el cojín favorito de Taehyung sobre la cama. Abrió el closet y solo pudo encontrar su propia ropa. Se quedó ahí, con la puerta del closet en la mano sin saber qué hacer, con un hueco en el estómago haciéndose cada vez más grande.

Negó con la cabeza, incrédulo de lo que veía, de lo que sabía que estaba pasando. Porque esta vez no era como las demás. Las cosas de Taehyung no estaban más.

Regresó tras sus pasos, tomó las llaves de la mesita de la entrada y corrió escaleras abajo hasta su coche.

La puerta del departamento de Jimin fue golpeada de manera ansiosa.

El rubio y el castaño se voltearon a ver al mismo tiempo.

- ¿Quieres que abra yo? - Preguntó Jimin, el castaño solo asintió, así que se puso de pie y caminó hasta la entrada.

Al abrir la puerta, se encontró con un Jungkook que no podía reconocer. Con el cabello despeinado, con la camisa mal acomodada y la cara roja respirando agitadamente porque probablemente había subido corriendo las escaleras.

- Hola Jimin.

- Hola... - Respondió, con la mano en la puerta.

- ¿E-está Taehyung aquí? - Tragó saliva. El rubio asintió chiquito. - ¿P-puedo hablar con él? - Lo vio dudar antes de contestar.

- Dame un momento, ¿sí? - Y cerró la puerta del departamento, dejándolo solo en el pasillo. Se estaba muriendo de ansiedad, cuando por fin lo vio salir de nuevo. - Me voy para que puedan hablar. Regreso más tarde.

- Gracias, Jimin. - El rubio le dedico una pequeña sonrisa apesadumbrada y salió del lugar.

Se adentró inseguro, sintiendo el corazón acelerado y lo vio ahí en el sillón de Jimin. Sus bonitos ojos y su preciosa cara con un tono rojizo por el llanto.

- Tae... - Le llamó, pero el castaño no volteó a verlo. - Amor... - Insistió, pero el chico solo agachó la mirada a la alfombra de la sala. - ¿Qué pasó? ¿P-por qué...?

Y Taehyung volteó a verlo. Las lágrimas corriendo por su rostro, intentando ser limpiadas con el dorso de su mano, sin conseguirlo, pues eran reemplazadas por nuevas al instante.

- ¿Enserio? - Preguntó con frustración.

Jungkook no sabía que decir o hacer. Desde la noche anterior, Taehyung no había querido hablar con él, y sabía por experiencia que obligarlo a hablar cuando no quería no acababa bien -como aquella vez que olvidó la cena-, así que ni siquiera lo intentó, solo durmió a su lado.

- Tae... si me explicas...

Un bufido salió del pecho del castaño y rodó los ojos, negando con la cabeza.

- ¡Es que de verdad ni siquiera lo sabes! - Chilló bajito. - Y eso es lo peor. Que sigues sin darte cuenta.

Dio un paso más hacia él e intentó tocarle el rostro, pero Taehyung le apartó la mano.

- Tae...

- Jungkook, ayer fue nuestro cuarto aniversario.

El pelinegro se quedó en silencio, cayendo en cuenta apenas de la fecha que había dejado pasar y comprendiendo.

- Bebé, lo siento. - Tomó asiento a su lado en el sillón, con la mirada en el suelo. - Perdón. No me di cuenta de la fecha. - Pero el castaño solo negó.

- No es por eso. - Soltó en un suspiro necesitado de aire, intentando calmar un sollozo que no pasó desapercibido por Jungkook. - En mi cumpleaños... intente entenderte. Te disculpé con mis padres cuando no llegaste, aunque ni siquiera tuviste el detalle de enviar un mensaje avisándome que no irías.

Jungkook se mordía el labio, intentando no llorar.

- Y todas las veces que llegabas del trabajo y me decías que no tenías ánimos de hablar por que estabas cansado... también intenté entenderte. Pero... - Hizo una pausa. - Yo también me canso, ¿sabes? Yo también tengo malos días. Yo también soporto mucha mierda en la revista. Yo también estoy de mal humor, o tengo sueño. Pero a ti no te importa. - Las lágrimas parecían no tener fin en los ojos de Taehyung. - Ya ni siquiera me preguntas cómo estoy.

Solo así, escuchando cada cosa que se le decía, entendió que Taehyung no se estaba yendo solo porque había olvidado su aniversario. Eso solo había sido la gota que derramó el vaso.

Se estaba yendo por -y ahora recordaba- por esa vez que lo vio llorar en la cocina y no insistió cuando el otro dijo que no era nada. Por esa vez que Taehyung lo intentó besar en la fiesta de fin de año de la oficina, pero él lo rechazó porque su jefe estaba a su lado y no consideraba aptas esas demostraciones de afecto en público. Por esa vez que Taehyung estaba tan entusiasmado porque acababan de estrenar una película y se moría por verla, pero él no quiso ir porque estaba cansado. Por todas la cenas incumplidas, por todas las conversaciones no tenidas antes de dormir, por la falta de besos, por la falta de atención...

Y no pudo decir nada más, no podía decir nada.

Toda su cara temblaba, las lágrimas se le escurrían sin permiso, pero sin intención de detenerlas.

Se acercó al cuerpo del castaño, y lo abrazó fuerte. Muy, muy fuerte, porque sabía que era el último. Y lloraron en el hombro contrario como niños pequeños, porque no solo estaban rompiendo. Se les estaba rompiendo el alma.

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