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Ser hombre

-- ...kawa. Rukawa, despierta. ¡Despierta, zorro!

Rukawa adormilado, abrió levemente los ojos al ser sarandeado. Ahí vio a Sakuragi, ya enojado porque no despertaba, pero cuando vio que abrió los ojos, lo dejó en paz.

-- ¿Qué pasa? --preguntó el pelinegro--. ¿Qué haces en mi habi-

Detuvo su habla, cuando vio que esa no era su habitación. ¿Dónde demonios estaba? Vio a Sakuragi, el cual estaba sólo con bóxer, luego se vio a sí mismo. ¡¿Qué diablos hacía desnudo?! De pronto todo lo de antes se le llegó a la cabeza. Se sorprendió, y su rostro se llenó de color rojo.

-- ¿Estás bien? ¿Te dio calor? --preguntó Sakuragi confundido, al ver el rojo intenso.

-- T-tú y yo... ¿nos acostamos?

-- ¿Ya se te olvidó? ¿Tan poco importante fue?

-- ¡No! Torpe.

Rukawa lo quedó mirando unos segundos, luego se acercó a Sakuragi, muy cerca, iba a besarlo. Sin embargo, Hanamichi vio sus intenciones, alejó su rostro y detuvo a Kaede, poniendo su mano en su pecho.

-- Mi mamá va a llegar pronto, deberías irte.

-- Oh, claro...

Rukawa se alejó, decaído por el rechazo. Se levantó de la cama, y recogió su ropa. Le gustaría mucho darse una ducha para quitarse los restos de semen de su interior, y para quitarse lo pegajoso del cuerpo, pero Sakuragi no lo iba a dejar. Se vistió, mientras Hanamichi lo veía, estaba pensativo. Ya se estaba arrepintiendo de lo que acababa de pasar ¿verdad? Sakuragi se puso una remera. Cuando el número 11 estuvo listo, salieron de la habitación y se dirigieron a la puerta de salida. El pelirojo abrió la puerta, Rukawa salió, pero se dio la vuelta para mirar a Hanamichi.

-- Gracias por guardarme la bicicleta en estos días --agradeció el pelinegro.

-- No fue nada, después de todo yo fui el que te mandó al hospital.

Rukawa quería decir algo más, o esperaba que el contrario dijera algo. Pero sólo se miraron unos segundos.

-- Adiós --despidió Rukawa.

Se volteó, sacó la bicicleta fuera de la cerca, y se subió a ella. Miró a Sakuragi por última vez, el pelirojo lo despedía con la mano, sonrió fingidamente. Sí, se estaba arrepintiendo, pensaba Kaede. Sin pensar más, empezó a pedalear hacia su hogar.

Cuando Rukawa estuvo fuera de su rango de visión, Sakuragi suspiró, y se llevó una mano a su sien. ¿Qué demonios acababa de hacer? ¿De verdad se folló a Rukawa después de que éste le confesara sus sentimientos? Sabe que el número 11 está al tanto de que fue rechazado pero ¿y si se ilusiona al haber tenido sexo con él? Mierda, ese zorro. Pero en realidad, el zorro no tuvo ninguna culpa, él fue el que empezó a toquetear a Rukawa en la bicicleta, él fue el que dijo que quería tener sexo, Kaede sólo aceptaba porque gustaba de él. ¿Qué iba a pasar de ahora en adelante? ¿Debería fingir que no pasó nada?

Bueno, al menos hay una cosa menos de qué preocuparse, Rukawa no corresponderá a Haruko porque le gustan los hombres, pero hay muchas más cosas que se agregaron a la lista de preocupaciones. Cerró la puerta de entrada, y fue a su habitación. Su madre había dicho que ella llegaría a preparar la cena, así que iba a esperarla.

Pero ni cuando llegó su madre estuvo libre de esos pensamientos, pues cuando estuvieron cenando, su madre lo miró, sospechosa.

-- ¿Estás bien, Hana? Te veo distraído.

-- Estoy bien, mamá. Está rica la comida.

Sakuragi siguió comiendo, ignorando todo. Su madre no quiso preguntar más.

El día siguiente era sábado de descanso. Hanamichi salió a la orilla de la playa, para despejarse. Estaba sentado en la arena, frente al mar. De pronto se imaginó estando al lado de Haruko, mirando el atardecer, sin decirse nada pero con su presencia diciéndolo todo. Era un lindo pensamiento, que ojalá algún día se cumpla. Sería estupendo que Haruko justo se encontrara con él ahora, y de hecho, cuando sintió una sombra tapándolo, creyó que sería así. Miró para atrás, con una gran sonrisa, que se quitó de inmediato al ver a Kaede Rukawa. Sin ganas de observar más al que está harto de pensar, volteó su cabeza y siguió mirando el mar.

Esto le cayó como una puñalada al pelinegro, que después de las palabras de ayer que le dijo al confesarse, era un gran cambio recibir esto ahora. Sin embargo, no iba a rendirse. Se sentó al lado del pelirojo, también mirando el mar. Estuvieron en silencio bastante tiempo, en los que Sakuragi ignoraba a Rukawa, y éste pensaba en cómo empezar una charla. De pronto Rukawa vio la mano de Hanamichi apoyada en la arena, cerca de su propia mano. El número 11 empezó a acercar su mano, de a poco, hasta que su dedo tocó otro dedo del contrario. Lo único que recibió fue que Sakuragi levantara su mano, y lo mirara con seriedad.

-- ¿Qué demonios haces? --preguntó--. No sé si lo que dije o hicimos ayer te confundió o algo, pero no malinterpretes las cosas.

-- ... Lo siento...

Rukawa desvió su mirada. Pasaron otros segundos en completo silencio, hasta que Sakuragi suspiró.

-- Escucha, no quise hacerte sentir mal, zorro. Pero no me trates como si de repente fuera tu novio, porque no lo soy.

-- Lo entiendo...

-- ... ¿Qué haces aquí? --Empezó una charla, para no hacer del silencio una total incomodidad.

-- Me gusta caminar los fines de semana en la playa, es relajante, y te vi aquí.

-- ¿Caminar por la playa? Qué aburrido eres.

-- Por si no te has dado cuenta estás sentado sin hacer nada en la playa, eso es más aburrido.

-- Estoy pensando.

-- ¿En qué?

-- En cierta persona con la cual tuve sexo y ahora no puedo hacer que las cosas estén como antes --dijo el pelirojo, con sarcasmo.

-- ¿Por qué te molesta que las cosas no estén como antes? Sabes que soy gay por lo tanto no estaré detrás de la hermana del capitán, así que ya no tienes razones para odiarme.

-- No sólo te odio por eso, estúpido, es porque eres un maldito creído que se luce con todos.

-- Yo nunca he querido lucirme.

-- ¡Pues lo haces siendo tú!

-- ¿Y qué me dices de ti? Presumiéndote siempre, aunque no tengas nada de especial, diciendo cosas estúpidas creyéndote la gran cosa cuando eres un total idiota inepto.

-- ¡Eso no es algo que le deberías decir a alguien que te gusta, Rukawa!

-- Y aún contigo siendo así, me terminaste gustando, quizá es porque empecé a ver lo que tú veías en ti --Terminó por decir.

Sakuragi se sorprendió notoriamente, con sus mejillas levemente rosadas por lo que las palabras de Rukawa significaron.

-- C-claro que ves lo que yo veo en mí, al igual que todos --El pelirojo rió con total nervios, incluso tartamudeando.

Rukawa lo quedó mirando unos segundos, para luego voltear su cabeza al lado contrario. Sakuragi pensó, lo está haciendo otra vez ¿cierto? Ocultar su sonrisa.

-- Entonces... es en serio que te gusto ¿verdad? --preguntó, algo decaído, pues tenía esperanzas de que no fuera cierto, porque le causaba tanta pena el hecho de que al fin alguien gustara de él, pero que justo fuera un hombre.

-- Sí... ¿Tan difícil es creer que le gustes a alguien?

-- Eres un estúpido, Rukawa --dijo, mirándolo con dientes refunfuñando por la ofensa--. ¿Por qué de entre tantas chicas bonitas... tuviste que ser tú el que se confesara?

-- ...

Rukawa no respondió, simplemente miró el mar. Por primera vez en su vida, se lamentaba el ser hombre.

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