Capítulo 3.
Culpas.
"Lo más valiente que he hecho fue continuar con mi vida cuando quería morir"
Juliette Lewis.
Nate.
Veo que Nelly se aleja con lágrimas en los ojos y mi corazón se hace pequeño en un segundo.
Eres un idiota, Nate.
Sí lo soy.
—Doctor Albert.
Lo llamo antes de que se vaya.
—Nate —se sorprende al verme acercarme a él.
—Necesito hablar con usted.
Se acerca y quedamos cara a cara.
—Quiero ir a casa con Nelly y mi...hijo —trago saliva. No estoy seguro de lo que estoy diciendo —. ¿Podría usted hablar con Nelly y decirle que...
—Se lo he dicho, Nate.
—¿Y qué dijo ella?
—Que no es un buen momento para que vayas con ella a su casa.
—¿Somos esposos, no?
—Así es —frunzo el ceño.
—¿Entonces por qué no quiere que vaya con ella a su casa?
—Esto es más difícil para ella de lo que tú te imaginas, Nate, han pasado muchos meses, antes estabas en coma ¿Te imaginas lo difícil que es para ella esto? Los meses en coma, embarazada y ahora no la recuerdas, no sabes quien es ella y no tienes ni idea de lo que ustedes dos han vivido.
—Yo...creo que lo entiendo.
—Mira, le voy a llamar y le voy a explicar esto, que tú quieres ir con ella a su casa. Espero que diga que sí.
Pone un brazo en mi hombro y me sonríe.
—No te preocupes, Nate, el tiempo te ayudará a que recuperes la memoria.
—No sé si el tiempo esté de mi lado, doctor.
—Es normal que te sientas frustrado al verla así, pero debes entender que este proceso es largo y que no es fácil.
Me siento tan mal por esto, por verla así, porque sé que es por mi culpa que ella lo esté pasando así de mal. Sé que es mi culpa y a la vez no.
No sé exactamente que pasó para que yo perdiera la memoria, ella tampoco me quiere decir que pasó. Hay muchas cosas que ella no me quiere decir y la verdad me siento frustrado por eso. No entiendo que puede ser tan malo cómo para que yo no sepa.
Quisiera recordar todo, aunque sea malo, sea lo que sea quiero recordar todo.
Nelly.
Quiero decirle a Nate toda la verdad, quiero decirle que su madre está muerta, que Seth y yo tuvimos una relación antes de todo lo que pasó entre nosotros, antes de ser esposos y tener un hijo, quisiera decirle todo el más mínimo detalle pero será muy doloroso para él. Todas las mentiras, todos los secretos, todo es mucho para él, para su noble corazón.
Para la nobleza en su alma.
Cuando llego a la casa Katrina me espera con Mael en la sala. Mi madre se ha ido hace rato. Siempre es así después que ella se va, siempre hay un vacío que se llena solo con pensar que al final del día tengo a Mael, que él nunca me va a fallar y que no importa lo que pase, quien me deje y quien regrese, él siempre estará conmigo. Siempre.
—Estoy aquí —dejo el bolso encima del sofá y me acerco a Katrina que me entrega a Mael. Está completamente dormido.
Sus ojos están cerrados, su boquita tiene forma de boca de pescado.
—Debe estar soñando que toma leche —dice Katrina cuando sonrío al ver a mi bebé.
—Es tan hermoso —paso mi nariz por su mejilla y olfateo su cuello. Huele a bebé recién nacido.
—Nell —volteo a verla.
—Dime Katrina.
—¿Cómo está Nate?
—Bien, en lo que cabe está bien, no me recuerda pero está vivo —encojo un hombro.
—Lamento mucho todo esto.
—No te preocupes, Katrina, el tiempo lo cura todo —suspiro —. O eso dicen.
No creo que yo pueda resistir por mucho tiempo, he pasado por muchas cosas en estos meses, he cuidado de mi hijo yo sola y no digo que esté mal pero necesito a Nate, quiero que él sea parte de la vida de su hijo, quiero que lo vea crecer y que después no se arrepienta de no hacerlo. Solo quiero que Nate quiera ser parte de nuestras vidas y si no es así, si él no quiere yo lo voy a aceptar.
Lo dejaré ir.
Katrina nos sirve de comer y lo hacemos las dos mientras Mael duerme, me gusta comer con ella porque me platica muchas cosas, me hace sentirme menos sola y las dos nos hacemos compañía, además de que es una chica muy amable.
—Nelly —Katrina asoma la cabeza. Estoy en la sala revisando algunos balances.
—Dime.
—Te llama el Doctor Albert —señala el teléfono en su mano.
—Gracias —le sonrío mientras agarro el teléfono. Katrina sale de la sala —. Doctor Albert ¿Qué se le ofrece?
—Nate y yo estuvimos hablando después de que te fuiste y él me ha dicho que quiere ir a vivir contigo y su hijo.
—¿Qué?
—Así cómo lo oyes, Nelly.
—¿Y usted cree que sea una buena idea? —suspiro —. No sé si sea buena idea que él...que esté aquí.
Y es lo que más he querido en estos últimos meses, que Nate esté aquí conmigo.
—No lo vamos a saber si no lo intentamos. Creo que lo mejor para Nate es que vea a todas las personas que son parte de su ahora presente.
—Pero eso es...
—Sí, Nelly, es regresar a Nueva York.
Dios mío. Eso es lo que menos quiero.
—Está bien —acepto —. Lo quiera o no esto iba a pasar tarde o temprano y lo mejor es que sea ahora antes de que sea demasiado tarde ¿no?
—Sé que es difícil para ti, pero si quieres que tu esposo recupere la memoria es mejor que regresen. Sabes que me puedes llamar cuando necesites algo, lo que sea ¿lo sabes verdad?
—Lo sé.
—Mañana mismo puedes venir por él y regresar a Nueva York cuando ustedes quieran.
—Mañana lo veo.
—Hasta mañana, Nelly.
—Hasta mañana, Doctor Albert.
Cuelgo y me pongo de pie.
—Katrina —le llamo y sale de la cocina.
—Dime, Nelly.
—Prepara la habitación de invitados, Nate se viene a vivir con nosotros.
—¿De verdad? —me mira sorprendida —. Pero ¿por qué?
—El doctor cree que es lo mejor, que regresemos a Nueva York.
—¿Nueva York? —veo de inmediato un dejo de tristeza en sus ojos.
—No te preocupes, Katrina, no es definitivo y si lo fuera tú te vienes conmigo, ni pienses que te voy a dejar aquí —me sonríe.
—¿En serio?
—De verdad, te tengo mucho aprecio cómo para dejarte en este lugar.
—Gracias, Nelly.
—No me agradezcas nada, soy yo quien debe agradecerte a ti por toda la ayuda que me has dado.
Me da un pequeño abrazo, se separa de mí y se limpia los ojos.
—Voy a preparar la habitación.
—Por favor.
Me sonríe y se aleja.
****
Observo a Mael, él duerme tan plácidamente, él no sabe lo que pasa a su alrededor, es mejor así, que no sepa nada de lo malo que lo rodea.
—Te prometo que, no importa si tu papá quiere convivir con nosotros o no, no importa si se quiere quedar, yo te voy a cuidar por los dos, yo te voy a proteger de todos los males, de quien te quiera hacer daño, yo seré el escudo que te proteja de todo y jamás, jamás te voy a dejar.
Paso mis dedos por su cabeza, tiene unos cuantos cabellos rubios y los peino de lado.
Creo que Mael es la viva imagen de su padre y es por eso que a pesar de todo él siempre está en mi mente.
Seth.
Estamos otra vez, frente a su casa. Esperando que salga, enfrentarla o yo qué sé. No sé exactamente cómo presentarme ante ella, no sé cómo decirle todo lo que quiero decirle.
Jamás me había sentido tan estúpido ante ella. Nunca había tenido tanto miedo de enfrentarme a ella.
—¿Crees que ella te deje verlo, que convivas con él?
—No.
—¿Seguro? —me mira.
—Sí. La conozco y no dejará que me acerque a él, ni un solo centímetro.
—¿Y qué vas hacer entonces? Digo si ella no te quiere cerca de él.
—Lo que sea —señalo a Nell que va saliendo en su auto y Gale pasa su mirada a mí.
—¿Que vas hacer? —suspira pesadamente.
—Ya te dije —me desabrocho el cinturón y abro la puerta. Gale me agarra de la camiseta que sobresale de mi chaqueta y lo miro.
—No hagas una estupidez —niega con la cabeza.
—No prometo nada —me suelta y camino hacia la casa.
Nelly.
—Katrina —bajo las escaleras y ella sale de la cocina —. Voy por algunas cosas que necesito para mi trabajo y otras para la casa. No tardo —se seca las manos en un trapo —. Cuidas a Mael, eh.
—Sí, Nelly —le sonrío y sube con mi hijo.
La puerta principal se abre y salgo. Voy por el pequeño camino y al llegar a la carretera principal me fijo que no haya ningún auto.
He ido por algunas cosas que necesito para mi trabajo. Y por otras para la casa. Al llegar a casa, abro la puerta del garaje. De inmediato entro y me estaciono. Abro la puerta de la cajuela y saco las cosas que necesito. Al subir no escucho nada y eso es raro ya que Mael es muy ruidoso.
Dejo las cosas en la mesa de la cocina.
—¡Katrina ya llegué! —escucho pasos arriba y cuando voy subiendo las escaleras la veo de pie, frente a mí, pálida . —¿Mujer qué te pasa? Estás pálida —entre sus dedos retuerce un pedazo de papel.
—Es-es Mael —empieza a llorar —. Él-él —mira el suelo. Empiezo a sentir miedo de que algo malo le haya pasado a mí hijo.
—Dime que le pasa a Mael —la tomo de los hombros y la sacudo un poco —. ¿Está bien?
—Sí —me mira —. Pero... — suspira.
—¿Pero que? —pregunto desesperada al ver que no dice nada. Mi impaciencia aumenta.
—Alguien entro a la casa, es un muchacho, rubio, como de un metro ochenta un poco más, ojos verdes claro. Dice que es el tío de Mael.
¡Seth! ¡No! No, no. No puede ser Seth. Me estiro un poco y escucho las risas de Mael y de él. ¡Es él! Es Seth. Está aquí. En mi casa. Con mi hijo.
—Katrina, baja —me acerco a la mesita que está a un lado de las escaleras —. Baja y llama a Blake —busco debajo de la mesita y tomo la pistola que tengo ahí escondida —. Dile que es urgente que venga.
Me doy la vuelta y la cara de Katrina lo dice todo. Está sorprendida por la pistola que sostengo en mis manos y el miedo se instala en sus ojos claros. No se mueve ni un centímetro, puedo ver un dejo de miedo en su cara.
—Katrina por favor —apoyo mi mano en su hombro y ella por fin me mira a los ojos.
—S-sí —baja las escaleras.
Camino hacia la habitación de Mael. Me acerco un poco. Veo la cama, veo los pies de Seth. Veo a Seth acostado y a Mael a su lado, jugando con unos peluches. Cruzo la puerta. Seth tarda unos segundos en darse cuenta de mi presencia. Pero cuando nuestras miradas se cruzan, lo dicen todo. Camino hacia la cama. Los tacones de mis zapatos resuenan sobre el suelo.
Seth mantiene su brazo apoyado en el colchón y su cabeza apoyada en el puño de su mano.
—Seth Beckett —trago saliva pesadamente.
—Nelly Záitsev.
Su voz. Sus ojos. Todo él. Sigue siendo la misma mierda que hace meses.
Seth.
Está de pie. Frente a mí. Hacia tanto que no la veía y hoy, hoy por fin estamos cara a cara.
No ha cambiado en nada. Solo que su cabello es más largo de lo que lo tenía antes. Sigue igual. Misma mujer. O eso creo yo.
La miro de arriba abajo sin disimulo alguno. Me muerdo el interior de la mejilla y me pongo de pie. Cargo a Mael y veo como sus ojos siguen cada movimiento que hago. Debe estar pensando lo peor de mí.
—¿Creí que te ibas a sorprender de verme? —inquiero y levanto una ceja. Veo la pistola en su mano izquierda.
—Creíste mal, no me sorprende verte aquí es más, creo que ya te habías tardo en joderme la vida. Ahora vete —toma la pistola con las dos manos y con esta misma señala la puerta de la habitación.
—No me voy a ir, Nelly. He venido aquí por mi...por Nate y no me iré sin antes resolver esto —la puerta termina de abrirse y la chica de hace rato camina hacia Nell. Me mira a mí y debe sentirse intimidada porque de inmediato deja de mirarme.
—Ya viene —Nell asiente con la cabeza en su dirección y guarda su pistola en su espalda. Sin preguntar se acerca a mí y me quita a Mael de los brazos. Pero antes de que lo aleje lo suficiente le doy un beso en la mejilla a Mael.
—Katrina llévate a Mael y déjanos solos, por favor —Nelly entrega a Mael a Katrina y antes de que ella salga yo digo.
—Perdón por lo de hace rato —me estiro un poco y levanto un hombro y la chica me fulmina con la mirada. Nelly mira a Katrina y barre su mirada hacia mí, negando con la cabeza.
—¿Qué le hiciste? —se encoge de hombros y cruza sus brazos a la altura de su pecho.
—Solo la amenace un poquito para que me dejara entrar —pone los ojos en blanco y frunce la boca. Un gesto demasiado expresivo, un gesto que lo dice todo. Ella no me quiere aquí y lo que yo más quiero es lo contrario. Tomo entre mis manos un juguete de Mael y lo miro por unos segundos hasta que ella rompe el silencio que se había instalado en la habitación.
—Vete Seth. Tú no eres bueno para Mael. Él no se merece la porquería en la que tú y yo nacimos. Nada de eso. Por eso vivimos aquí para alejarlo de todo lo malo.
—He cambiado —se ríe en tono de burla. Ella nunca cree en mis palabras —. De verdad lo he hecho.
De repente todo se queda en silencio, excepto por los gritos de alguien que sube las escaleras rápidamente. Sus pasos son fuertes y decididos, sin miedo.
—¡Ángel! —¿Ángel? ¿Pero que carajo? Un tipo, puedo decir que de mi edad entra por la puerta y sin esperarlo saca una pistola de un costado de su pantalón. Levanto las manos con el juguete en una de ellas.
—Aléjate de ella si no quieres que te vuele la cabeza —su mano y la pistola bajan a la altura de mis bolas. Bajo las manos y me las llevo a la fábrica de bebés. Trago saliva cuando veo como le quita el seguro y lleva su dedo al gatillo.
—No vale la pena —dice Nell que me mira. Se acerca a él y le obliga a que baje la mano y guarde la pistola —. Él ya se va —niego con la cabeza una y otra vez.
—Te dije que no me voy. Necesito saber muchas cosas, tú sabes qué —sigo con las manos ahí abajo por si a este tipo se le ocurre disparar.
—Y yo no pienso decirte nada, no te debo explicaciones de ningún tipo, menos a ti —masculla enojada.
—Nelly, por favor, necesito...
—¡Que te vayas! —levanta la pistola a la altura de mi cabeza —. ¿Que no entiendes? —levanto las manos de nuevo.
—Hey, hey, el problema es entre esta mujercita y yo. Tú amigo mío no tienes vela en este entierro —los dos fruncen el ceño y se miran.
—Él tiene razón, Blake. Debo...
—¿Que? —pregunta el tal Blake sorprendido—. No voy a dejar que Seth entre en sus vidas de nuevo, no para hacerte daño. No —Nelly se acerca a él.
—Solo unos minutos —él niega con la cabeza —. Voy a estar bien, no te preocupes —le suplica mirándolo a los ojos. Como siempre pasa con esta mujer, él cede.
Que tonto eres amigo.
—Solo unos minutos —ella asiente con la cabeza —. Estaré abajo.
—Ve con Mael está en la cocina con Katrina —Blake se da la vuelta sobre sus pies y antes de salir me mira de arriba abajo, amenazante.
¡Uy! Qué miedo.
—Antes de que hables —cierra la boca —. He cambiado. Dejé la mafia de lado, dejé las armas, pero siempre llevo una conmigo por si acaso. He venido hasta aquí y me estoy enfrentado a ti porque...
—¿Qué quieres?
—Que directa —entorna los ojos —. Sabes que es lo que quiero —rueda los ojos.
—No soy adivina, Seth. Dime que haces aquí, en mi casa, en mi habitación.
—He pasado los últimos nueve meses culpándome de todo lo que pasó ¿sabes lo que es vivir con la culpa, Nell?
—Sí lo sé, Seth. Sé lo que es vivir con la culpa, siempre vivo con la culpa. ¿Qué quieres?
—¿Nate está vivo?
—Creo que te vas a quedar con esa duda.
—Nelly, por favor. Me lo debes —parece indignada.
—¿Disculpa? Yo no te debo nada, al contrario él que me debe y mucho eres tú ¿sabes lo fácil que hubiese sido para mí acabar contigo ese día? Y más sin embargo no lo hice, Seth, no te maté. Creo que quien me debe eres tú a mí, no yo a ti.
—Bueno —suspiro —. Hubiese sido mejor matarme en ese caso, he vivido en el infierno por no saber nada de Nate, ni dónde está su cuerpo y si está muerto o no.
Nelly no dice nada y eso me hace impacientarme, mucho. Quiero que hable, quiero que me diga lo que necesito saber pero no estoy seguro que esté dispuesta a hablar.
—¿Me vas a decir lo que necesito saber?
—No te mereces siquiera pisar el mismo suelo que yo piso.
Que linda es.
—Pero está bien...ven mañana después del medio día y te diré lo que necesitas saber. Solo hasta mañana, Seth —aclara antes de que hable —. Y ahora largo de mi habitación que la vas a infectar con tus Sethgermenes —levanto una ceja —. Ya me entendiste, vete.
Me empuja fuera de la habitación.
—¿Quien era ese tipo? ¿Tu novio?
—Eso no te importa —cierra la puerta cuando estamos fuera.
—Es tu novio —afirmo. Me doy la vuelta y la veo con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.
—Mira, te voy a aclarar esto de una puta vez para que tu cabeza loca no empiece a formar ideas que no son. Blake no es mi novio, es mi jefe y mi amigo y ya, solo eso Beckett. No te hagas ideas tontas y deja de mirarme así cómo lo haces.
Pasa a mi lado y baja las escaleras. Bajo detrás de ella y me detengo a un lado. Camino hacia la cocina. Entro y veo a Gale junto al tal Blake y Katrina que no deja de mirarme con miedo.
—Hola Gale —dice Nell a mi amigo que está todo confundido.
—Hola Nelly —Gale le da un beso en la mejilla y ella lo acepta —. ¿Cómo estás?
—Muy bien ¿Y tú? —Nelly se coloca al lado de Blake.
¿O soy yo o él la mira cómo si fuera más que su amiga?
—Bien —Gale levanta un hombro y hace una mueca de lado —. ¿Él es Mael? —con la barbilla señala a mi sobrino en brazos de Katrina. Ella simplemente evita mirarme y eso me da algo de risa.
—Él es Mael, el hijo de Nate —digo orgulloso. Blake mira a Nell. Frunce las cejas y ella solo le pide con la mirada paciencia.
—Mañana después de medio día —suelta ella y la miro.
¿Nos está corriendo muy sutilmente?
Nos está corriendo.
—Vale —le hago una señal a Gale, asiente y se despide de Nell.
Salimos de la casa y cruzamos el patio.
—¿Qué haces aquí? —pregunto a Gale mientras salimos de la casa.
—Vi que ese tal Blake entró echo una furia y creí que iba a pasar algo —levanta un hombro. Salimos de la propiedad y entramos a nuestro auto.
—¿Algún día te he dicho que eres el mejor amigo que tengo? —me abrocho el cinturón y lo miro.
—No me lo dices tan seguido pero acepto el cumplido.
—Creo que sí me dirá todo lo que necesito saber...
—¿Si Nate está vivo? —asiento con la cabeza mientras conduzco.
—No estoy seguro que así sea pero, sí, quizá él está vivo.
—¿Y crees que quiera verte?
—No tengo la menor idea.
Nate.
Después de la cena el doctor Albert me pide ir a su oficina. Me encuentro mirando cada detalle de esta, los reconocimientos que ha recibido, todos sus logros. Los libros en su librero, las revistas en las que ha salido hablando de sus investigaciones.
—He hablado con Nelly —me doy la vuelta y se está sentando en su sofá.
—¿Qué le dijo?
—Que firmará para que puedas salir de aquí.
—¿De verdad? —me acerco a él.
—Logré convencerla que lo mejor para ti es que convivas con ella y su hijo, que pases tiempo con ellos para que puedas mejorar. El encierro no te hace bien, Nate y hemos visto que retrasa las terapias.
—No pensé que ella fuese a ceder tan rápido.
—Creo que a ella le hará bien tenerte cerca.
—Bueno...yo espero que todo mejore —el doctor me sonríe.
—Vas a ver que sí. No te preocupes.
—Gracias doctor.
—No hay nada que agradecer, Nate, esto es bueno para ti. Ahora ve a dormir que mañana será un largo día para ti.
Le asiento con la cabeza y salgo de la oficina. Cuando entro a mi habitación empiezo a meter la ropa y los pocos artículos que tengo en una maleta. Escucho que la puerta se abre y veo a Rian.
—Hola.
—Hola, Nate. Me ha dicho el doctor Albert que mañana te vas —asiento con la cabeza —. Te vamos a extrañar pero es lo mejor para ti.
—Él dice que es lo mejor —dejo de meter ropa a la maleta —. Espero que así sea.
—Ya verás que sí, solo debes tener paciencia, solo eso. Tiempo al tiempo Nate.
—Tiempo al tiempo —repito.
Rian asiente con la cabeza y me da un abrazo, cómo despedida.
—Cuidate, Nate y cuida mucho de tu familia.
Ni siquiera me siento capaz de cuidar de mi mismo, no sé si pueda cuidar de ellos dos.
Rian me ayuda a guardar la ropa y me platica un poco de cómo es Suiza, los lugares que debería visitar y lo que debo comer. Yo solo quiero regresar a Nueva York, eso es lo que quiero hacer ahora.
🔥🔥🔥🔥
¡Hola! Aquí les dejo el capítulo 3 de esta bella historia. Espero les haya gustado y nada, espero que disfruten leerme. Les quiero hacer una pregunta ¿les gustan los capítulos largos o cortos? Solo quiero saber porque he visto que alguno capítulos de esta historia pasan de las 3 mil palabras y algunos de las 2 mil. A mí en lo personal no me molestan ninguno de los dos, pero quiero saber que dicen ustedes.
En instagram subo imágenes con adelantos de esta historia, nos vemos ahí.
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