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Capítulo 16.

Capítulo 16. Venganza.

"El hecho de que estés acostumbrado a algo, no necesariamente significa que te hace feliz"

Maritere Lee.

Nate.

He dejado a Nelly con su primo. No he podido evitar venir con mi padre, necesito ayuda y sé que puedo confiar en él.

Desde que llegamos aquí puedo ver que él es otra persona, o al menos eso parece. No sé que haya pasado estos meses para que se comporte de esta manera pero es bueno saber que ya no es el hombre de hace años.

Entro a la propiedad de mi padre y estaciono el auto al lado de una camioneta. Bajo y camino hacia la puerta principal.

Paso por la sala y lo veo sentado en su sofá favorito, me quedo mirando la televisión que está encendida y apoyo mi hombro en el marco de la puerta. Está viendo una película a blanco y negro, de esas que le gustan mucho a él.

—¿Qué haces aquí, hijo? —baja el volumen de la tele y me mira.

—Vine a pedirte un favor.

—Ya me imagino que favor me quieres pedir.

Me acerco y me siento en el sofá a su lado.

—Se trata de Travis —aprieto las manos.

—Lo suponía.

—No sabemos donde se pudo haber metido esa rata inmunda y necesito...

—Nate —arrastra cada letra de mi nombre cómo advirtiendo por adelantado lo que ya sabe que le diré.

—Papá, necesito hacer esto.

—No necesitas hacer nada, deja que los demás nos hagamos cargo de todo. No quiero que manches tus manos con Travis, él no se merece que te condenes por su maldita culpa. Estoy buscándolo, Nate, y te aseguro que Vera está haciendo lo mismo, y quien sea que lo encuentre primero le hará pagar por haberse metido con tu esposa.

—No entiendes —me pongo de pie. Mis dedos se deslizan por las hebras de mis cabellos y tengo la necesidad de tirar de ellos, siento tanta frustración. Nadie entiende lo que yo necesito, nadie comprende que debo hacerlo porque es mi obligación.

—Dime y entonces entenderé.

—Quiero hacerlo porque es mi obligación, pero antes que nada porque no voy a estar en paz sino lo hago, si me quedo de brazos cruzados y no hago nada por ella, quien solo ha cuidado a mí, de todo, de todos. Siempre, desde hace meses me ha cuidado, me ha protegido de mí mismo y estoy cansado de no poder hacer nada por ella, de no corresponder al amor que ella tanto me da, con nada. Me siento la peor basura por no poder ayudarla.

—Y mancharte las manos con la sangre de Travis no va a arreglar nada —levanta una ceja —. ¿O sí?

—Limpiará mi conciencia —suspiro.

—¿No te haré cambiar de opinión?

—Ni porque me lo pidas de rodillas.

Suspira.

—Está bien —se rasca la barbilla —. Si yo sé algo de Travis te voy a avisar. Solo ten presente que vas a cargar con esto toda tu vida, Nate, y que ya no hay vuelta atrás.

—Lo sé, soy consciente de ello y te aseguro que deshacerme de Travis será la menor de mis preocupaciones después.

—Es tu decisión, hijo —me sonríe.

—Y te agradezco que me apoyes en ella.

Quiere decirme algo pero se queda callado, se da la vuelta hacia la televisión y sube el volumen.

—¿Te quedas a comer?

—Me encantaría.

Papá y yo hemos comido juntos y hemos visto una película también, pasar tiempo con él, es agradable, sé que antes del accidente nuestra relación no era muy buena que digamos, él mandaba y Seth y yo obedecimos, ahora que ni mi hermano ni yo trabajamos para él todo es mejor. Espero que todo siga así con nuestro padre, porque ahora solo lo tenemos a él, es nuestro padre y eso jamás lo vamos a poder cambiar.

Nelly.

Hoy hemos salido del hospital, el doctor dijo que ya estábamos bien y que no tenía caso estar ahí. Me ha mandado medicamentos y también me ha sugerido ir con un psicólogo, ya que dice que después lo que me ha pasado puede tener consecuencias para mi salud mental.

Lo único que yo quiero en este momento es ver a mi hijo. No lo pudieron llevar al hospital ya que tenía el rostro con algunos golpes y no quiero que nunca me vea así. Ya no quiero pasar por lo mismo y la única opción es dejar todo de lado y hacer mi vida aparte.

—Con cuidado —Alek y Nate me dejan en el sofá. Cami se apresura a ponerme una almohada en la espalda. Le sonrío.

—Me voy a acostumbrar a esto —les advierto y ellos solo ríen.

—Pues no te acostumbres que no será para siempre.

Hago un puchero y Cami se sienta a mi lado.

—Quiero ver a mi hijo —los miro a los tres.

—Voy por él —dice Nate. Camina hacia la puerta y se detiene en cuanto Katrina entra con mi bebé en brazos.

—Alguien quiere ver a su mamá.

Mael estira los brazos, Katrina se acerca y me lo entrega. Una sensación de alivio me invade en cuanto tengo a mi bebé entre mis brazos, lo abrazo, lo aprieto a mí, le doy besos y le digo cuanto lo amo.

—Te extrañé tanto —murmuro cerca de su mejilla —. No te imaginas cuanta falta me has hecho, Mael —levanto la cabeza y todos me miran con ternura —. ¿Cómo se portó, Katrina?

—Es un angelito...pero te extrañaba, a veces se ponía a llorar y no lograba consolarlo.

—Lo siento mucho, Katrina, no volverá a pasar —ella me sonríe.

—No te preocupes, Nelly, sé que tú no tienes la culpa de nada de lo que pasó, además, yo estoy aquí para cuidar de Mael.

—Gracias —estiro la mano y ella la acepta, le sonrío y los ojos se me llenan de lágrimas —. No sé cómo agradecerles a cada uno de ustedes por todo lo que están haciendo por mí, yo estoy en deuda con ustedes.

Katrina aprieta mi mano.

—Te hemos dicho que no hay nada que agradecer, estamos aquí para cuidar de ti y protegerte.

—De todos modos yo...—trago saliva —. Quiero decirles que desde este momento estoy fuera de esto, ya no voy a estar dentro de nada que tenga que ver con muertes, drogas, armas o cualquier cosa que signifique morir. Quiero que Mael tenga una vida normal, sé que no puedo cambiar mi pasado, pero si nuestro futuro, y quiero un futuro para mi hijo.

»Él no se merece esta vida, nada de lo malo que hemos pasado nosotros. No quiero que tenga pérdidas cómo las he tenido yo. No quiero que se arrepienta por no haber podido hacer cosas o por hacer algunas que no eran de su agrado. Él se merece la vida que a nosotros se les negó.

—Yo también estoy de acuerdo —la voz de mamá nos hacer voltear hacia la puerta. Ella entra y se coloca en frente de todos —. Quien quiera ser parte de todo esto, está bien, les prometo que cuidaremos de ustedes y que haremos todo para que no les pase nada, pero...deben tener en cuenta que siempre hay perdidas y que por más que no lo queramos siempre habrá muertes, es el ciclo de la vida.

»Y quien se quiera ir, adelante, no voy a detener a nadie y tampoco les voy a dar la espalda porque cada uno de ustedes ha estado conmigo y me ha apoyado cuando yo más lo he necesitado y eso haré con ustedes. No los voy a juzgar y no me voy a molestar con nadie. Entiendo que se quieran ir, que quieran dejar todo esto de lado. Yo lo he hecho.

Cami abre la boca, sorprendida.

Ella no sabe de la decisión de Alek.

—¿Qué?

—Le dejaré todo a Alek, él se hará cargo de todo, él será el nuevo jefe y a él le van a rendir cuentas, a mí ya no. Lo que quiero es disfrutar a mi hija y mi nieto, poder viajar, conocer, disfrutar. He pasado casi la mitad de mi vida metida en la mafia, matando personas, condenando a otras y la verdad estoy cansada ya.

Suspira.

—Solo quiero una vida normal, creo que me lo merezco ¿no?

Nos quedamos en silencio unos segundos.

—Claro que te lo mereces, Vera, mi hermano y yo te apoyamos y te vamos a cuidar, no lo dudes —se pone de pie y rodea sus hombros. Le da un beso en la mejilla y mi madre sonríe feliz.

—Gracias, Cami.

—Tú nos recibiste a mi hermano y a mí cuando no teníamos a nadie, sin ti y sin Víctor no sé que sería de Billy y de mí.

—A ti y a tu hermano Víctor y yo los queremos cómo a nuestros hijos. No te imaginas lo feliz que me hizo su padre cuando me dijo que Billy y tú vivirían con nosotros —los ojos de mamá se ponen llorosos —. La vida me quitó a un hijo, pero me dio dos hijos que me hicieron tan feliz.

Cami derrama unas cuantas lágrimas que limpia de inmediato, abraza a mamá por mí y le agradece en voz baja todo lo que hicieron por ellos.

—Bueno —Vera se limpia debajo de los ojos —. Vamos a comer que Nelly no ha comido nada y necesita descansar.

Asentimos con la cabeza y vamos hacia el comedor.

Comemos todos juntos, mi nana, Peter y Billy se unen a la mesa. Platicamos mucho, reímos mucho también, ellos son todo lo que yo necesito para ser feliz. Cas llega a media comida y Cami se pone feliz al ver a su novio. Eli nos dice que ahora que ya han pasado algunos meses se vendrá a vivir a esta casa, Vera es la más feliz por esta noticia, ellas dos se llevan muy bien y tener personas en esta casa la hacen feliz.

Solo quiero que mi madre sea feliz cómo se lo merece.

****

—¿En qué piensas?

La pregunta de Nate me saca de mis cavilaciones.

Veo que Cami, Eli, Cas y Alek juegan con Mael en el patio trasero. Ellos ríen y mi hijo disfruta de la compañía de sus tíos.

—Todo está muy...en paz —me doy la vuelta y Nate deja el móvil encima de la cama.

Con la mano señala el lugar vacío a su lado, sin pensarlo me acerco a él y rodea mis hombros con su brazo izquierdo.

—¿Y eso está mal?

—Nunca en mi vida he tenido tanta paz —admito —. No quiero que nada destruya este momento. Mi madre es feliz, estamos bien, o más o menos bien, pero...

—Oye —con dos dedos agarra mi barbilla y me hace verlo a la cara —. Nadie te va a hacer daño, te lo aseguro.

—Nate no me digas esas cosas —niego con la cabeza.

—¿Por qué no?

—Porque es triste caer en la cruel realidad, más de una vez me ha pasado y ya no quiero creer en falsas promesas.

—Nelly —se pone de pie y se arrodilla frente a mí —. Te voy a cuidar.

—No tienes que hacerlo.

—Pero quiero hacerlo, Nelly. Quiero cuidar de ti, quiero protegerte de todo y que sepas que voy a estar contigo, que cuando lo necesites yo estaré contigo, siempre.

—Nate...—un beso suyo me deja sin habla.

—Yo te voy a cuidar —se separa de mí.

Sigue agarrando mi barbilla y todo mi cuerpo se descompone cuando veo esos ojos azules que tanto me gustan.

—Sé que no te gusta que nadie te cuide, que eres una mujer fuerte, independiente, pero por primera vez en tu vida deja que alguien cuide de ti, que vea por ti, que te haga feliz ¿sí?

Asiento con la cabeza.

—Sí —el nudo que había estado tragando se suelta y empiezo a llorar cómo una magdalena en sus brazos —. Quiero que cuides de mí, Nate, quiero que me protejas, que...—aprieto los labios.

Nate me separa de él, agarra mi barbilla y me mira hacia arriba.

—¿Qué?

—Quiero que me ames, Nate, es lo único que necesito.

—No creo que me sea muy difícil enamorarme de ti —abro los ojos.

—¿Qué?

—Siento cosas por ti —admite —. No sé que sea, pero he aprendido a quererte y ese ya es un gran paso para mí.

—Yo necesito que me ames, Nate, necesito tu amor.

—Lo sé, Nelly, pero ahora no puedo darte eso, no lo siento, todavía. Siento muchas cosas por ti, pero...

—No lo digas —me pongo de pie y camino hacia el balcón —. No podré soportarlo.

Me cruzo de brazos.

—Lo siento —se disculpa. Pero no tiene porque disculparse. Él no.

—No te disculpes. No tienes porque hacerlo, Nate. No es tu culpa que hayas perdido la memoria y que ahora no recuerdes el gran amor que sentías por mí.

—Y lo voy a sentir de nuevo.

Siento su respiración tibia acariciar mi nuca, me tenso al sentir sus manos recorrer mi cintura y detenerse en mi abdomen.

—El día que me ames de nuevo seré la mujer más feliz del mundo.

—Y yo seré el hombre más feliz de todos.

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