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Kimagure [JeongHoon]

Hacía frio. El pequeño cuerpo de Haru era cálido en sus brazos, el niño se encogía abrazándose a él, ocultando su rostro en su cuello mientras que Jihoon bajaba del auto, lo ayudaron a cubrir al pequeño con una manta y él solo dio un asentimiento para aclarar que todo estaba en orden, mientras que el cachorro siguiera dormido estaba bien. Abrazó a su hijo escuchándolo respirar y despues miró el viejo y destartalado edificio donde aquella persona se ocultaba.

Jihoon había sido un padre joven, cuando cumplió los veinte su pequeño bebé apenas nacía, y él era tan inexperto y temeroso que tuvo que pedir ayuda varias veces a sus padres quienes le daban consejos y le llevaban montones de regalos al cachorrito, y los trabajadores de su padre, que también eran suyos, tuvieron que duplicar la seguridad para mantener al nuevo integrante a salvo. Y también para mantener al otro dentro.

Ahora el pequeño Haru tenía cinco años y dormía tranquilo, había jugado por largo tiempo en el auto e incluso hicieron una parada en un parque cercano para que pudiera correr y jugar, se divirtió, y Jihoon también lo hizo, pero aun así la pregunta que acompañó al pequeño durante todo ese día no lo dejaba en paz.

"¿ya vamos a llegar con papi?"

Jihoon solo era capaz de decirle que pronto, y despues el niño corría a jugar y a divertirse.

Habría deseado que el pequeño Haru estuviera despierto para cuando lo encontraran, pero no tenía corazón para interrumpir su sueño, era tarde y tenía que dormir, así que no lo hizo, solo lo cargó por ese desastroso lugar mientras que sus hombres se aseguraban de que estuviera despejado, todos llevando armas por seguridad.

Cuando llegó al numero marcado en la puerta uno de sus hombres se apresuró a abrir con la llave, todo en silencio para no despertar al cachorro. Y cuando la puerta se abrió Jihoon pasó con calma intentando que sus zapatos no hicieran ruido.

El departamento olía bien, a pesar de la suciedad y el abandono tenía un agradable aroma a flores que hizo a su cachorro gemir con gusto y acurrucarse más contra su cuello. Jihoon solo respiró profundo y siguió ese aroma. Su estomago estaba apretado y sentía los brazos un poco más débiles que antes. El hombre que le había abierto la puerta se quedó atrás, vigilando la entrada y cualquier posible salida.

Cuando llegó a la habitación principal la cama estaba desecha, y una persona dormía allí. O no, no dormía, Jihoon ya podía reconocer cada una de las mentiras de este omega, de este desgraciado e insensible omega.

Su omega.

Jeonghan giró en la cama mirándolo con una descarada sonrisa, con la ropa de pijama pegada a su cuerpo y su cabello largo cubriéndole parte del rostro. Jihoon lo miró de pie, con su hijo en brazos, el mismo hijo que Jeonghan abandonó una y otra vez, al que parió para despues irse, y despues volver, y volver a irse, ese ciclo infinito por cinco años.

—Hola.— Saludó Jeonghan con la voz dulce y se sentó en la cama. —Está vez fuiste más rápido. Dame al cachorro.

Jeonghan extendió los brazos hacia él.

—No lo toques.

Jeonghan se encogió en hombros retirando sus brazos, como si no importara, y Jihoon, un poco cansado, fue hasta la puerta de la habitación y le entregó el niño a Wonwoo, uno de sus hombres que lo recibió dudoso y se mantuvo lejos, saliendo de la habitación. Entonces solo quedaron él y Jeonghan.

Antes solo eran él y Jeonghan en ese juego del escondite. Jeonghan siempre era el que huía y Jihoon el que buscaba.

Su padre llamaba a Jeonghan "Kimagure" un poco demasiado arraigado a sus raíces, solía decir que este chico nacido en Japón era su capricho, una parte de él que lo amó desde que Jihoon tenía uso de razón. Cuando Jihoon nació Jeonghan ya estaba allí, un niño de cinco años que lo miraba con curiosidad y Jihoon solía mirarlo de vuelta. Cuando cumplió quince y Jeonghan veinte la alianza entre la familia de Jeonghan y la suya se rompió y la familia japonesa tuvo que irse, pero Jihoon no dejó que se llevaran a Jeonghan.

Jihoon compró a Jeonghan. Lo atrapó. Le pidió a su padre, le rogó, que no dejara ir a Jeonghan, y su padre quien aun lo veía como un niño caprichoso aceptó esto a cambio de que Jihoon fuera un hijo ejemplar, que fuera mejor que sus hermanos mayores y cumpliera con el legado de su familia. Allí llamó a jeonghan Kimagure, porque era su capricho.

Pero por más que Jihoon amara a Jeonghan este era incapaz de amarlo de vuelta. No lo amaba y Jihoon lo sabía, lo que Jeonghan sentía era una especie de síndrome de Estocolmo o algo similar, porque había sido un joven Jeonghan de veinte años que no quería dejar su vida en ese país, que se negaba a irse a Japón junto a sus padres. Y Jihoon fue el único que detuvo su partida y lo hizo quedarse.

Jeonghan fue quien lo buscó primero. Y despues intentó huir.

Tomó a Jeonghan del brazo y lo jaló hacía él, su omega había perdido peso, mucho peso, ahora era más delgado y su cuerpo se sentía débil, pero era normal, despues de estarse escondiendo y viviendo por debajo de la luz Jeonghan se veía un poco pálido y sucio, todo con tal de esconderse de Jihoon ¿no era demasiado cansado? Si Jeonghan aceptara quedarse con él entonces siempre estaría saludable y limpio.

Lo lanzó al baño y abrió las llaves de agua, no importaba si era fría o caliente, solo quería limpiar toda la suciedad en Jeonghan para que su hijo pudiera tocarlo. No se preocupó en quitarle la pijama o esperar, tan solo lanzó agua sobre el omega observando como intentaba cubrirse el rostro y el cuerpo.

—¡Está fría!

—Es lo menos que te mereces.

Jeonghan se quejó por un largo rato mientras que Jihoon continuaba rociándolo con el agua, intentando quitar hasta el último rastro de suciedad en él. Si Jeonghan al menos fingiera que le importaba su hijo sería más amable, pero no, Jeonghan solo se iba, y la última vez que se fue, que huyó, fue cuando le mintió a Jihoon diciéndole que iría a dormir con Haru esa noche. Le mintió usando a su hijo.

Cuando Jeonghan estuvo lo suficientemente limpio lanzó una sola toalla y salió del baño.

—Sécate, vamos a regresar a casa ahora.

Jeonghan lo miró sin emociones, y de un segundo a otro cambió, como siempre.



Jeonghan dormía en el auto con Haru en su pecho, el niño ni siquiera era consciente de que su padre estaba allí, solo dormía con calma y su omega lo abrazaba con cariño, fingiendo amarlo. Jihoon no comprendía del todo la cabeza de Jeonghan, a pesar de ser esta persona que era incapaz de quedarse con su hijo parecía amarlo profundamente cuando estaba con él, lo abrazaba y mimaba todo el tiempo, y despues solo se iba.

—¿Por qué lo trajiste? Está cansado.— Suspiró Jeonghan besando la cabeza del niño. —Y hace frio.

—Quería verte.

Jeonghan gimió con ternura acurrucando su mejilla contra la cabeza del cachorro. Y Jihoon sintió ternura, odiando tanto caer en las mentiras de Jeonghan. Extendió una mano y apartó el mechón húmedo de su cabello que amenazaba con gotear en su mejilla. Y Jeonghan lo miró a él provocando una avalancha de sentimientos que en serio detestaba.

—Ah... Kono otokonoko wa hontōni tokubetsudesu.

El cachorro se quejó en sueños y comenzó a llorar poco despues, quizás gracias a una pesadilla, pero no estaba despierto, sus ojos cerrados y las muecas que hacía eran una clara muestra, y cuando Jihoon intentó acercarse casi por instinto Jeonghan lo meció, lo calló hablándole dulcemente y acurrucándolo más en su pecho, murmurando palabras en japonés que siempre le decía al niño para hacerlo sentir bien. El omega besó su frente con cariño y lo abrazó.

—Papi...— murmuró su hijo acurrucándose aún más en Jeonghan, reconociéndolo con su olor, abrazándolo y quedándose tranquilo a los segundos.

Si siempre pudiera ser así...

Se acercó a Jeonghan y hundió su rostro en el cuello del omega, respirando profundo su aroma floral, sintiendo su piel limpia contra sus labios. Amaba eso. Amaba a Jeonghan a pesar de todos los problemas que le causaba, a pesar de maltratar los sentimientos de su hijo y los suyos, este omega que no lo quería era una de las cosas más preciadas para él, por eso lo buscaba todo el tiempo. Por eso lo seguía incapaz de dejarlo libre. Aun si tuviera que amarrar a Jeonghan lo haría una y mil veces.

Sintió la delgada mano de su omega sobre su cabeza, acariciando su cabello y suspiró con gusto.

Si Jeonghan pudiera amarlo sería más fácil. Mucho más fácil. Si Jihoon pudiera marcarlo... Era una perdida de tiempo pensar en ello, solo los alfas podían marcar a otros, y Jihoon era un simple beta.



—¡Papi! ¡Papi!— Haru saltó en la cama tan pronto amaneció, Jihoon había dormido con Jeonghan encadenado a la cama así que estaba seguro de que seguía allí, y había una persona custodiando la puerta ¿Cuántas cosas más tendría que hacer para mantener a Jeonghan en su lugar? Haru notó la cadena y la señaló. —¡¿Por qué papi tiene una correa?!

—Para que no vuelva a irse.— Bostezó Jihoon tomando al cachorro en sus brazos y besando su cabeza. —¿Qué haces despierto tan temprano?

Jeonghan se sentó en la cama y sonrió para el cachorro lanzándose sobre ellos, la cadena era lo suficientemente larga como para darle cierta movilidad dentro de la cama, así que terminó con Jeonghan encima suyo, cuidadoso de no aplastar al niño pero si juguetear con él. Jeonghan besó por todas partes al cachorro mientras que este lanzaba largas risas y sus manos volaban tratando de evitar las cosquillas que le provocaban.

—¿Me extrañaste, Haru?— preguntó Jeonghan deteniéndose para sostener al niño. Haru asintió. —¿fuiste un buen niño?

—¡Me porte bien!— Asintió Haru y Jihoon sonrió. —Papi, no vuelvas a irte ¿si? Papá y yo nos ponemos tristes, muy tristes.

Jeonghan hizo un puchero como si se sintiera culpable.

—Lo siento, cachorro. Te prometo que la próxima vez te llevare conmigo.

El corazón de Jihoon latió con fuerza, casi doloroso.

—¿pero papá? También quiero que vaya papá.

—A donde sea que vayan yo voy a encontrarlos.— Dijo con cariño acariciándole la mejilla, Haru sonrió, sus preciosos ojos miel haciéndose un poco más chiquitos, y su sonrisa recordándole a la de Jeonghan. Haru era un niño precioso gracias a Jeonghan. —Ve con Wonu, cachorro, dile que te vista bien para celebrar que papi regresó.

El niño asintió emocionado dándole un beso a Jeonghan en la mejilla y despues uno a Jihoon, y se bajó de la cama y corrió hacia la puerta siendo como un pequeño remolino. Este niño era su hijo ¿entonces porque era tan rápido? Tenía tanta energía por las mañanas que era increíble, porque él y Jeonghan no eran exactamente los más activos. Solo eran rápidos y agiles cuando se trataba de jugar al gato y al ratón.

Cuando el niño salió del cuarto cerrando la puerta Jihoon tomó el cabello largo de Jeonghan y lo jaló hacia él. Escuchó solo un quejido.

—Hey...— Murmuró Jeonghan como un saludo, casi con desinterés.

—Te mataría antes de volver a dejarte ir.— Le murmuró. —Debí matarte esa noche...

—Hazlo ahora.— Jeonghan le sonrió recostándose sobre su pecho, acurrucándose allí sintiendo como los latidos de su corazón aumentaban. —Dispárame, o pon tus manos en mi cuello. Mátame, y despues mata a nuestro hijo. Y al final muere. La verdad, Jihoon, es que nunca soportarías la idea de que yo muriera y fuera libre de ti. Por eso no vas a matarme.

Colocó su mano alrededor del cuello de Jeonghan y apretó lanzándose sobre él, empujándolo a la cama y colocándose encima para apretar su cuello con facilidad, furioso del desinterés y las mentiras de Jeonghan. Apretó con fuerza observando como los ojos de Jeonghan se desenfocaban y sus labios se abrían buscando aire. Aun así el omega no luchó. Si solo pudiera marcar a Jeonghan... si pudiera marcarlo Jeonghan viviría adicto a él, y jamás se iría de su lado.

Cuando Jeonghan estuvo a punto de perder el conocimiento lo soltó, las marcas de sus manos ahora estaban casi tatuadas en la piel suave de Jeonghan, eran de un color rojo mientras que el aire pasaba a través de su garganta. Sintió ese mismo coraje y hundió su rostro en el espacio entre el hombro y cuello de Jeonghan, mordiéndolo inútilmente.

Y esta vez Jeonghan gimió adolorido.

Lo sostuvo con fuerza de los hombros mientras que sentía el sabor metálico de la sangre en su boca. Si fuera un alfa ya habría marcado a su omega. Lo habría marcado desde que se manifestó a los trece años.

Se apartó de Jeonghan y lo besó con la sangre en sus labios. Y Jeonghan le regresó el besó extendiendo sus brazos hasta atraparlo, su cuerpo adhiriéndose al de Jihoon como si lo amara, como si estuviera bien, porque así eran sus mentiras. Sus mentiras eran tan buenas que golpeaban su corazón todo el tiempo. Jeonghan fingía que amaba a su hijo, y fingía que lo amaba a él. Y Jihoon podía vivir de esas mentiras.

Con solo estar cerca de Jeonghan le era suficiente.

No fue cuidadoso cuando rompió la tela de su ropa y buscó adentrarse en él de forma agresiva y frenética, pero de cualquier manera a Jeonghan no le importó, su omega solo se abrió para él guiándolo a ese lugar como si lo quisiera, como si realmente lo quisiera. A veces confundía a Jihoon, a veces lo hacía pensar que quería su tacto pero era imposible que alguien como Jeonghan quisiera algo de Jihoon, todo era una mentira, incluso cuando Jeonghan estaba lubricado y agradable era una mentira.

La primera noche que estuvieron juntos fue así, Jeonghan solo lo trató como si también lo quisiera, e incluso lo hizo sentir bien, lo abrazó y lo besó, lo atrajo de alguna manera, y despues intentó huir cuando se quedó dormido confiando en que todo estaría bien.

Y despues de eso hubo otros intentos más exitosos. Jeonghan haría cualquier cosa para huir.

Cualquier cosa menos amarlo.

Abrazó a Jeonghan con el temor de dejarlo ir, porque el omega tenía razón. Jihoon no soportaba la idea de que algún día él o Jeonghan morirían, y no podría seguirlo despues de ello. Si Jeonghan moría antes entonces Jihoon haría cualquier cosa para seguirlo, pero... si Jihoon llegaba a morir antes... tenía que matar a Jeonghan. Antes de morir tendría que matarlo a él, porque no había manera en el mundo que le permitiera dejarlo ir. Nunca.

No pensaba matarlo ahora, Haru aun era muy pequeño como para lidiar con algo así, el niño tendría que crecer un poco más y entender lo que era la muerte, olvidar los constantes abandonos de su padre y poder seguir con su vida. Así que no, no pensaba matar a Jeonghan aún, mientras pudiera mantenerlo encadenado a la cama, encadenado a él, entonces no lo mataría. Aun así... extendió un brazo hasta la muñeca encadenada de Jeonghan.

—Tienes razón.— Murmuró contra sus labios. —Soy incapaz de dejarte libre. Por eso no me molesta que me odies. Puedo vivir con eso. Incluso puedo vivir con sus mentiras.

Su mano se deslizó desde su muñeca hasta su antebrazo, pasando por su codo.

Jeonghan le sonrió, sus feromonas embriagando más a Jihoon conforme se adentraba violentamente en él. Jeonghan nunca dejaría de ser hermoso.

—Tienes suerte de que le tenga tanto miedo a morir... Pero algún día voy a matarte.

—Te mataré primero.

Le aseguró, y despues rompió su brazo.

El grito de Jeonghan fue real.



Jeonghan besó la cabeza de Haru, el niño había estado saltando todo el día de un lado a otro, aunque Jeonghan ya llevaba casi dos meses en casa Haru seguía comportándose como si fuera el primer día, quizás temeroso de que su padre fuera a irse en cualquier momento, pero no, Jeonghan no iría a ningún lado, y Jihoon se aseguraría de eso. Jeonghan se sentó intentando dejar al niño en la cama y Jihoon se apresuró a ayudar.

Oyasumi.— Murmuró Jeonghan en el oído del niño antes de darle un beso en la mejilla.

—Buenas noches, Haru.— murmuró Jihoon besándolo igual.

Escuchó la risa de Jeonghan detrás suyo.

—¿sabes? No era mentira lo de llevarme a Haru. Es mi hijo despues de todo.

—No te creo.— Murmuró Jihoon. —Haru solo sería un estorbo para ti. De lo contrario te hubieras ido durante el embarazo, pero no lo hiciste.

Jeonghan pareció pensarlo caminando en la habitación, su brazos enyesado y repleto de dibujos gracias a Haru resaltaba en su delgada figura. No, ya no tan delgada, Jeonghan había ganado peso desde que regresó. Jihoon lo miró de reojo y se apartó de la cama del niño arropándolo en silencio, y caminó hasta Jeonghan.

—Ahora es distinto. Haru es adorable.

—Dudo que lo quieras solo por eso.

Jeonghan le sonrió en el rostro y Jihoon tuvo el pequeño impulso de besarlo, se acercó alzando un poco la cabeza, sosteniendo a Jeonghan de un solo brazo y atrapando sus labios con delicadeza. Teniendo de nuevo esos absurdos pensamientos de que esta vez Jeonghan se quedaría.

El aroma floral fue dulce y lo llamó, le pidió cercanía y lo hizo sostener a Jeonghan entre sus brazos, como si lo necesitara.

Jeonghan golpeó sus frentes juntas y volvió a sonreír.

—¿quieres escuchar una verdad?— Preguntó en voz baja. —Saber que siempre estarás detrás de mí, que nunca me dejarás libre y que harás lo que sea por encontrarme y traerme a tu lado... Es tan adictivo que no puedo tener suficiente. Me necesitas, y estás loco por tenerme. Por eso amo la idea de quitarte todo lo que amas y llevarlo conmigo.

Miró a Jeonghan casi como si fuera otra mentira, pero esa mirada tan honesta lo hizo dudar. ¿Jeonghan podría amar la necesidad de Jihoon de tenerlo? Era absurdo.

Jeonghan levantó una mano y sacó de su bolsillo una pequeña caja. Jihoon la miró con incredulidad, quizás esperando que fuera alguna trampa de Jeonghan, quizás esperando que fuera un arma con la que pudiera matarlo atravesándole el pecho o la garganta, pero no. La simple caja cayó al suelo dejando un peculiar objeto en la mano sana de Jeonghan. Jihoon tomó su muñeca sin tocar el aparato y lo levantó a sus ojos.

—Es positivo...

Jeonghan se rió. La prueba de embarazo marcaba el positivo.

—Dijiste que no me había atrevido a huir durante el embarazo... tienes razón. No lo hice pero pensé en todas las formas posibles de hacerlo mientras cuidabas de mi. Y ahora estoy convencido de que puedo hacerlo sin que me encuentres... Me iré, Jihoon, y no vas a encontrarme, ni a mí ni a tus hijos. Desapareceré de tu vida por completo.

Una parte de Jihoon pensó que quizás Jeonghan se alimentaba de su miedo y su desesperación, quizás había algo adictivo en el aroma preocupado y aterrado de Jihoon, un aroma sutil que drogaba a Jeonghan cada vez que amenazaba con irse.

Y se sintió feliz. Si Jeonghan amaba algo de él... si pudiera amar incluso su locura por tenerlo, entonces era suficiente.

Extendió los brazos para atrapar a Jeonghan y lo abrazó con fuerza.

—No hay lugar al que puedas huir, Jeonghan. Siempre voy a encontrarte. Aun si mueres iré por ti.

Aun si tuviera que matarlo iría tras él. Su omega. Su capricho.


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