Aquel descubrimiento había cambiado la historia. La búsqueda de la inmortalidad había dado sus frutos. Frutos dulces al inicio, y cruelmente amargos al final.

En tales pensamientos se diluía la mente de Luke, mientras acariciaba con su dedo indice la palma de Amy, quien dormía a su lado.Una caricia sutil y casi imperceptible, la única que podían permitirse si no querían terminar con sus manos fusionadas; ya les había sucedido una vez y volver a separarse les habian llevado una semana.

Ese recuerdo lo llevo al día en que recibió su reglamentaria dosis de TLA; la droga que cambió al mundo para siempre.

De ese hecho ya habian transcurrido diez años, fue, si la memoria no le fallaba, a mediados de agosto del año 3.030. Estaba asustado ese día, le temía como muchos a los efectos secundarios de aquel alterador genético que el gobierno mundial les había impuesto a los diezmados habitantes del planeta tierra. Si, diezmados, por la proliferación de bacterias mortales que se había desatado en el último siglo, convirtiendo a los quince mil millones de habitantes del mundo en unos 20 millones, que iban en continuo decrecimiento. Por esta razón las mentes mas brillantes de esta era habian sido reclutadas con un único objetivo, darles a los humanos inmunidad a la vez que una vida mas longeva; lo que les diera la oportunidad de volver a poblar el cada vez más deshabitado planeta tierra.

Y lo habian logrado, pero para el asombro del orden mundial, no solo inmunidad y longevidad, sino vida eterna. La formula perfecta de ella.

La Turritopsis nutricula, o medusa inmortal como era mejor conocida, había sido la clave. Su adn era un milagro natural que decodificó la ciencia para obtener aquella droga que nos catapultaría al proximo salto en la evolución.

Diseñarla y cuantificarla les había llevado su tiempo, pero a finales del año 3.028 la prodigiosa TLA había sido presentada al mundo. Ella nos salvaría de la extinción, su aplicación, por obvias razones, era obligatoria.

Uno a uno, hombres, mujeres y niños se la inyectaron en forma gratuita. Los ojos de todos estuvieron por meses sobre los primeros valientes, ansiosos de percibir los cambios, temerosos en ver que vendría aunado a ellos. Pero nada sucedió, o solo una cosa, en los siguientes años no hubo más muertes.

Era un éxito, o eso pareció hasta hace exactamente once meses cuando los primeros reportes de anomalías surgieron. La piel, músculos, órganos y huesos de los inoculados comenzaron a hacerse translucidos, luego literalmente desaparecieron.Pero no murieron, estaban ahí, solamente se habian convertido en seres etéreos, transparentes, intangibles, y también eternos. El alto precio de jugar a ser Dios con la naturaleza.

Pero no todos cambiaron. A algunos, como él, solo se les volvió la epidermis tan fina y fluida que tuvieron que ser confinados a cámaras especiales. Y así alcanzó la humanidad la vida eterna, perdiendo a su vez un tesoro del que ni siquiera sabían que eran dueños, la calidez del contacto humano.