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¡Música, maestro!

Recientemente tuve que atender a una pareja del planeta Algarabión y he de reconocer que fue la terapia familiar más difícil a la que me he enfrentado nunca. Además de la más cara, y me explico: los algarabiones hablan con sus largas narices en un extraño lenguaje musical. Tienen agujeros en ellas que tapan alternativamente de modo parecido a como nosotros tocamos la flauta. Para poder comunicarme con ellos me vi obligado a comprar un fagot y un oboe, instrumentos que no son precisamente baratos, y aprender a tocarlos.

En la primera consulta ya presentí que iba a ser una tarea ardua. Las desavenencias entre ellos se manifestaban a través de una serie de desafinaciones y pitidos insoportables que me taladraban los oídos. Sin embargo yo estaba preparado y saqué una batuta imponiendo silencio de una manera que incluso a mí me pareció magistral. Si hubiese tenido público seguramente me habrían aplaudido.

Con mi oboe les expliqué que debían expresarse tranquillo o amábile y a manera solista, no a dúo por el momento. El cónyuge, diríamos varón, empezó a hablar más calmado, resultando su discurso en una alegre melodía en tono mayor que me hizo recordar a mi músico preferido del pasado, Mozart. Observé, sin embargo, que en la cadencia final se apresuró, terminando un tanto bruscamente. Cuando se lo hice notar me contestó (siempre a través de su larguísima nariz), que el Do bajo es muy difícil de dar, porque se asfixian al tener que tapar todos los agujeros.

Cuando le tocó el turno a la, digamos, fémina, empecé a entender a qué se debían las discrepancias: ella hablaba con unas monótonas melodías en la menor y no había manera de que modulase a tonos mayores, siempre se expresaba malicónico e con dolore. Realmente, era bastante incomprensible como dos caracteres tan desemejantes habían terminado juntos.

Para la siguiente consulta me desplacé a su planeta pues quería asistir a una reunión grupal terapéutica de matrimonios en conflicto, a la que acudían ellos antes de contactarme. Debo decir que de su lenguaje solo conozco unas pocas expresiones básicas, pues aún estoy aprendiendo. Para diálogos más complicados necesito que me pasen algunas partituras. Esto a veces es enojoso y da lugar a situaciones ridículas, como sucedió cuando algún bromista me colocó en el atril unos pentagramas que toqué y toqué hasta que un algarabión honesto me advirtió que estaba tocando una y otra vez "soy tonto"...

En el curso de la discusión grupal, se levantó otro algarabión y desenvolvió una melodía pizpireta casi idéntica a una pieza de música antigua que yo conocía: el baile de los pollitos en su cáscarón, perteneciente a la suite "Cuadros de una exposición", de Mussorgsky. Me emocioné bastante, pero luego me enteré de que significaba básicamente "vete al carajo".

Una sugerencia de formar un trío para salir del impasse, fue acogida fríamente con unos petardeos roncos de semifusa. Les enseñé algunos compases de jazz y se sonrojaron escandalizados; quien sabe por qué concupiscencias vinieron a traducirlos.

Finalmente comprendí que era preciso actuar con los dos por separado. Con mucho trabajo conseguí por fin que la parte femenina concluyese un diálogo con una cadencia en tono mayor, lo que la hizo sorprenderse bastante y hasta sonreír y dar un pequeño saltito. Su pareja también tuvo que ser corregida pues verdaderamente era un saltimbanqui y tuve que darle varias veces con la batuta en la cabeza para que dejase los pies quietos. Poco a poco se fue instalando la armonía hasta que hablaron o tocaron juntos un dúo en Sí bemol Mayor que me hizo llorar.

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